Un día sin verte es como tres años de separación.

Esta frase describía perfectamente a Yue Yue en su fase de enamoramiento.

Ahora mismo, su mente no podía albergar nada más aparte de Chi Cheng. Durante el día, no tenía motivación para trabajar, ni ánimos para ir de compras. Cuando quedaba con sus amigas, cada frase giraba en torno a Chi Cheng. Si Chi Cheng le hablaba con rudeza, sus lágrimas podrían llenar el foso de la ciudad. Si Chi Cheng le mostraba un poco de ternura, podía flotar en las nubes durante días.

Justo en este período en el que anhelaba desesperadamente el dulce amor, Chi Cheng parecía un dragón al que solo se ve la cabeza pero no la cola.

Al principio de la relación, Chi Cheng podía acompañarla después del trabajo. Pero ahora volvía cada vez más tarde. Si no tenía guardia nocturna, aún era soportable, pero cuando le tocaba, podía estar fuera hasta altas horas de la madrugada. Yue Yue ni siquiera se atrevía a llamarlo sin avisar. El temperamento de Chi Cheng era impredecible como el clima; nunca sabías qué palabra podría desencadenar su ira. ¡La sensación de ser ignorada era insoportable!

Era la primera vez que Yue Yue se encontraba en una posición tan pasiva en una relación.

Pero ¡qué masoquistas somos los humanos! Cuanto menos te considera el otro, más insistes en acercarte.

Pero extrañamente, hoy Chi Cheng llamó a Yue Yue justo al salir del trabajo y quedaron de verse en un hotel.

Después de cenar juntos, Yue Yue se sumergió por completo en un mar de dulzura.

Ella estaba sentada en las piernas de Chi Cheng, sus manos jugueteando con los botones de su camisa, sus labios rojos y brillantes ligeramente fruncidos. Su tono de voz contenía una profunda melancolía: 

—¿De verdad se te ocurrió llamarme? Pensé que ya me habías olvidado.

Chi Cheng no respondió. Su mirada profunda se fijó en la pantalla parpadeante de la televisión.

Yue Yue apretó con fuerza los pómulos duros de Chi Cheng: 

—Te estoy hablando, ¿me oyes?

Chi Cheng la miró de reojo. 

—¿No es precisamente esta actitud lo que admiras de mí?

Justo cuando Yue Yue iba a responder, el teléfono de Chi Cheng sonó.

—Saldré a tomar esta llamada.

Después de que Chi Cheng saliera, Yue Yue revisó por costumbre su chaqueta. De repente, un producto de cuidado facial cayó al suelo.

—¿Dabao?

Apenas murmuró estas dos palabras, en su mente apareció el rostro gordo de Wu Suowei en aquel entonces.

Cuando Chi Cheng volvió a la habitación, tomó el Dabao de las manos de Yue Yue. Lo acarició brevemente en su palma, y la textura simple le recordó a los ojos brillantes de Wu Suowei.

Yue Yue no pudo evitar decir: 

—¿Cómo es que tienes el mismo gusto que mi exnovio?

—¿Exnovio?— Chi Cheng entrecerró ligeramente los ojos.

Yue Yue puso los ojos en blanco:

 —Él también juraba por esta marca. En el primer año compró un frasco que le duró cuatro años enteros, y al graduarse aún no lo había  terminado. Ciertamente cumplía ese eslogan publicitario: ‘Dabao, nos vemos todos los días’…

Chi Cheng pasó la yema áspera de sus dedos por los delgados y suaves labios de Yue Yue, diciendo con indiferencia.

—En un par de días ven conmigo a casa. Mis padres seguramente estarán encantados de conocerte.

Yue Yue se sintió halagada y sorprendida. ¿Ir a su casa? ¿Conocer a los líderes del comité municipal? ¿Habíamos llegado ya a ese punto?

Una caravana nupcial de lujo, un salón de bodas de ensueño, personalidades de la alta sociedad brindando por ellos… Yue Yue fantaseó hasta altas horas de la noche, revolviéndose en la cama sin poder dormir. Cuánto deseaba acostarse con Chi Cheng en una gran cama, pero esa maldita serpiente siempre se enroscaba allí, mirándola con sus ojos maliciosos.

—Chi Cheng, ¿no podrías encerrarla en el baño?— suplicó Yue Yue.

Chi Cheng acarició con ternura la cabeza puntiaguda de Xiao Cu Bao:

 —¿No te gusta mucho?

—¡Que me guste no significa que deba estar junto a la almohada! ¿Acaso después de casarnos tendremos que dormir en camas separadas?

Chi Cheng la miró con una mirada profunda: 

—¿Estás segura?

—Totalmente segura.

Era solo una serpiente, como mucho viviría una década. ¿Qué podía pasar por molestarla?

Así que, rompiendo todos sus precedentes, Chi Cheng accedió al deseo de Yue Yue y encerró a Xiao Cu Bao en el baño.

Sin embargo, las cosas no salieron como Yue Yue había imaginado con ella y Chi Cheng acostados juntos en la cama, hablando cariñosamente sobre visitar a sus padres. En cambio, apenas un minuto después de acostarse, Xiao Cu Bao logró abrir la puerta del baño. Aprovechando que Yue Yue no prestaba atención, se deslizó silenciosamente de vuelta a la cama, haciendo que Yue Yue diera un brinco de terror, casi exponiendo su miedo a las serpientes.

—Llévala de vuelta— dijo Chi Cheng.

Yue Yue: —…

Al regresar del baño, las piernas de Yue Yue temblaban. Había cerrado con llave la puerta del baño, bien asegurada. Por favor, no salgas más, no salgas más…, rezaba silenciosamente.

Como resultado, Xiao Cu Bao efectivamente no salió, pero tampoco se quedó quieta. Primero se enroscó en el pomo de la puerta, intentando abrirla sin cesar. Tras varios intentos fallidos, comenzó a golpear la puerta con la cabeza, bang bang bang… pasando toda la noche en ello.

Para Yue Yue, esa noche fue una tortura interminable. Cada vez que el pomo de la puerta sonaba, su corazón se encogía. Aunque Chi Cheng dormía a su lado, no se atrevía a expresar su miedo. Cuando Chi Cheng le hablaba, debía esforzarse por mostrarse relajada. Hacia la madrugada, incluso contempló huir a la cama contigua.

Al amanecer, frente al espejo con dos prominentes ojeras, Yue Yue juró en silencio: ¡Debo encontrar la manera de eliminar a esa pequeña cosa!

Traducido por 21Rb_BINGQIU

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