× Capítulo 61: Miraré donde sea grande ×

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Al regresar, el cielo ya estaba oscuro. La madre Wu asomó la cabeza desde la cocina y, sonriendo, le dijo a Chi Cheng: 

—La comida está casi lista, quédate a cenar antes de irte.

La cocina de la familia Wu era muy sencilla, solo había una mesa con la pintura descascarada, un viejo armario para platos y un gran wok de hierro. Originalmente tenían gas y una cocina eléctrica, pero como la madre Wu tenía mala memoria, la familia los retiró por seguridad. Este tipo de wok solo podía usarse con leña, así que el suelo estaba lleno de paja y ramas secas, y las moscas revoloteaban alrededor del fogón.

Toda esta escena fue capturada por los ojos de Chi Cheng.

Wu Suowei no pudo evitar preguntarse de qué manera Chi Cheng rechazaría la amable invitación de su madre.

Pero Chi Cheng aceptó sin pensarlo dos veces.

De pronto, Wu Suowei recordó que, por estas mismas fechas del año pasado, Yue Yue había venido por primera vez a cenar a su casa. En aquel entonces, la cocina estaba impecable, el fogón no tenía grasa, el armario no tenía sobras, el suelo no tenía leña… Pero Yue Yue no se quedó; ni siquiera entró a la casa, dándose la vuelta justo en la entrada del callejón.

—¿Necesita que la ayude?— preguntó Chi Cheng a la madre Wu.

La madre Wu agitó rápidamente las manos: 

—No, no, ustedes dos vayan a la sala principal a descansar.

Al entrar a la sala principal, Chi Cheng notó naturalmente el marco de fotos colgado en la pared. Era un marco muy antiguo que podía contener múltiples fotos apiladas, la mayoría en blanco y negro. La mirada de Chi Cheng se desvió y se fijó en una foto de bebé en la esquina inferior izquierda; era la foto del centésimo día de Wu Suowei. Sus grandes ojos negros y brillantes parecían hablar, especialmente adorables.

—¿A los tres meses ya tenías los huevos tan grandes?

Wu Suowei que tenía un trago de agua en la boca, casi lo escupió.

—¿No puedes mirar a otra parte?

Chi Cheng respondió sin rodeos: 

—Miraré donde sea grande.

Wu Suowei mordió un pedazo de pera con resentimiento.

La mirada de Chi Cheng se desplazó nuevamente, esta vez a una foto de Wu Suowei de poco más de dos años, empujando un carrito de bambú, usando pantalones con abertura en la entrepierna, con su pequeño trasero regordete y carnoso que sin duda había sido pellizcado muchas veces.

Chi Cheng sonrió con una sonrisa que no era una precisamente buena: 

—Descubrí que te quedan bien los pantalones con abertura.

Wu Suowei, que había visto tantas películas porno gay, ¿acaso no entendía el significado detrás de esas palabras? Mientras maldecía mentalmente, las manos de Chi Cheng se acercaron de nuevo. Wu Suowei no esperaba que, después de más de veinte años, volvería a ser pellizcado por tener demasiada carne en el trasero.

 

[====✧×✧====]

 

Durante la cena, la madre Wu no dejaba de servirle comida a Chi Cheng.

—¿La comida es de tu agrado? No tengo mucho que ofrecerte.

Chi Cheng raramente pronunció palabras humanas: 

—Está bastante bien.

Wu Suowei, sentado al lado, observó cómo Chi Cheng comía sin quejarse y no pudo evitar pensar que en realidad, este tipo a veces no se ve tan mal…

—¿Por qué no come carne?— preguntó Chi Cheng a la madre Wu.

La madre Wu sonrió resignada: 

—Tengo diabetes, no puedo comer mucha carne.

Chi Cheng asintió con la cabeza y no dijo nada más.

Después de cenar, Wu Suowei ayudó a recoger los platos. Su madre le dijo: 

—Tu colega es muy bueno. Lo que trajo a casa son cosas prácticas. Nunca me han gustado esos suplementos y cajas de regalo, caros e inútiles.

Wu Suowei miró hacia abajo. Aceite de oliva, aceite de sésamo, huevos en caja, huevos de pato, frutas, carne fresca, camarones pelados. Todo lo que su madre normalmente no se atrevía a comprar o comer. Había cuatro bolsas grandes, suficientes para que la anciana comiera durante un mes.

Si alguien más hubiera traído estas cosas, Wu Suowei no le habría dado importancia. Pero precisamente fue Chi Cheng, ese bastardo, arrogante, lujurioso y desalmado. Este estímulo psicológico fue más intenso que cualquier provocación o dificultad que Chi Cheng le hubiera causado.

—¡San’er!— la madre Wu habló de repente. 

—De ahora en adelante, pasa menos tiempo con ese colega.

Wu Suowei se sorprendió: 

—¿Por qué? ¿Acaso no le caía bien?

—Precisamente porque me cae bien—, la madre Wu se acercó a Wu Suowei y susurró. —Piénsalo, si sales con él, ¿quién podría fijarse en ti?

Wu Suowei: —…

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