—¿Arrepentirme? ¿Qué quieres decir? —. Pregunté mientras presionaba mis uñas en su palma y continué.
—¿Hablas sobre arrepentirme de mi muerte? ¿O estás hablando del remordimiento por convertirme en un enemigo del Sumo Sacerdote quien es tan prometedor para volverse el próximo Papa?
—Le hablo del apego persistente y el miedo que tiene cualquier ser humano. No del miedo a la eternidad —dijo Heebris.
—Entonces supongo que no soy un ser humano.
—Lady Mizerian.
—¿Sabe qué? Cuando una persona desea tanto morir, no puedes animarla simplemente si está deprimida.
De hecho, todavía era de esa forma. Crucé cómo una muñeca cuya batería estaba por agotarse. Una muñeca que se activa al pulsar el botón de encendido pero que se detiene sin hacer nada más que un movimiento.
Estaba tan agotada mentalmente que no quería hacer nada pero el sentido y el propósito de regresar a casa me obligaba a moverme.
—Es tan difícil y abrumador el solo respirar…ni siquiera puedo intentar morir ¿No es eso divertido? Intentar morir puede ser alentador. Incluso para ahorcarme necesito la fuerza para atar una tela al techo y pasar la cabeza por la cuerda. Para saltar, se necesita usar fuerza para subir a lo alto.
Cuando llegué a este mundo por primera vez, solo dormía.
Quería despertar y, al abrir mis ojos, sentir que estaba de vuelta en mi casa. No podía creer que estaba en un lugar extraño, en un cuerpo desconocido. Mientras me obligaba a dormir y me despertaba repetidamente, ese cuerpo se desplomaba y se hundía.
Después de eso, llore.
—Entonces me acostaré y procrastinaré como una tonta. Me digo que debo de morir mañana y al día siguiente lo vuelo a intentar. Si pospones las cosas de esa forma, hay momentos en los que la fuerza regresa.
La primera vez que intente suicidarme era un día soleado. Cuando me desperté no me dolía la cabeza y la comida que no se ajustaba a mi gusto sabía bien, mi andar era tan ligero cómo el de una pluma.
—Si ganas fuerza de esa manera, nunca se sabe cuándo volverás a estar letárgico. Debería de morir cuando tenga fuerzas, pero ¿Sabes cómo se siente fallar cuando apenas has logrado tener algo de fuerza?
—…
—Dices que cómo Dios me ha ayudado. ¿Debo de comprometerme a vivir con dificultad? Eso está mal. Soy una tonta que no puede morir de forma correcta y sigue fallando, una y otra vez. Al repetirlo tanto, esos sentimientos persistentes, como el miedo, se desgastan. No, no es eso…siento que me estoy desvaneciendo poco a poco.
El traqueteo del carruaje se detuvo.
El Sumo Sacerdote no dijo nada.
Siempre es mejor el silencio que un torpe consuelo.
—¿Por qué te ves de esa forma? ¿Tienes miedo? Miedo de que me muera de inmediato.
—…Sí, tengo miedo.
Anakin abrió la puerta primero y se acercó a mí. Saqué mi mano de Heebris y me puse de pie.
—Todavía tengo un largo camino por recorrer antes de morir, así que no se preocupe demasiado. ¿No dicen la gente que “Cada uno tiene el fin que se merece”?
Sonreí de forma suave para tranquilizarlo.
En esta novela, la miserable muerte de Eris era el deslumbrante clímax de la historia que los lectores esperaban, incluso más que el matrimonio de Helena.
Al ver la espalda de Heebris, que se dirigía a la casa del Padre Prometheus, un pensamiento me vino a la mente: si esto fuera un musical y no una novela, ¿Qué tipo de música se tocaría en la muerte de Eris?
Si el mundo fuera una gran obra de teatro ¿Qué canción sonaría al final?
—¿Quién es?
Era una cabaña de troncos muy pequeña que parecía un poco estrecha para que vivieran dos personas. Cuando Heebris llamó a la puerta, una voz vieja y pesada resonó desde el otro lado.
—Soy yo mi señor. El Sumo Sacerdote.
—¿Por qué has venido aquí cuando se supone que debes estar en la capital?
—Escuché que usted estaba muy enfermo…
Prometheus que salió por la puerta, se veía bastante robusto. Era comprensible que el Sumo Sacerdote se apresurará a llegar hasta este lugar cuando escuchó que el Padre Prometethus estaba a punto de morir.
Salí de detrás de Heebris y saludé al anterior Sumo Sacerdote.
—Encantada de poder conocerlo, Padre Prometehus. Tengo una pregunta para usted, así que lamento haber venido sin mandar un mensaje por adelantado.
—Tú eres…
—Puede llamarme Lady Mizerian o pude decirme “Forastera”.
De todos modos, esa persona podía ver mi alma, así que no tuve que esconder eso. El Padre Prometehus asintió con la cabeza cómo si hubiera sentido algo, luego giró su cuerpo para abrir la puerta de par en par.
—…Adelante. Será una larga historia.
Era una casita pequeña pero acogedora. No había necesidad de que alguien limpiara porque solo había lo esencial, pero no importaba que dijera que estaba jubilado; ese lugar era bastante humilde para un funcionario de alto rango.
Heebris me miró fijamente mientras el Padre Prometheus iba a buscar un poco de té.
—¿También enviaste a ese niño?
—¿Acabas de darte cuenta? Pensé que ya lo sabías cuando nos encontramos en el tren.
—¿Cómo puedes ser tan indiferente cuando has atraído a un hombre con falsos pretextos? ¿No te sientes mal por mí?
No sé por que me está culpando cuando fue él quien no se aseguró primero. Ni siquiera hice un gran esfuerzo por engañarlo. Solo le dije a la niña de los suburbios que fuera con Heebris a decirle unas cuantas palabras.
La niña le dijo fielmente una mentira que había enviado con un mensaje que decía: “Por favor ven, el Padre Prometheus está en estado crítico.”
Heebris no verificó quien era ese pequeño, solo empaco rápidamente las maletas y abordo el tren.
—No importa cuán joven se vea, no debe de creer lo que otros dicen tan fácilmente. Hice trampa para poder usarlo de guía, pero, ¿Qué tal si planeara hacerle daño?
—Dios me guiará.
Después de eso el Sumo Sacerdote mantuvo la boca cerrada. No era cuestión de alardear sobre su autoestima, pero eso era ridículo.
De hecho, Prometehus era como el padre adoptivo de Heebris, por lo que decir eso era más que suficiente para que él se subiera a ese tren con los ojos cerrados. Yo también estaba apuntando a eso, y él en verdad estaba preocupado por esas palabras que decían del estado crítico del Padre Prometehus. Aunque Heebris era el hijo ilegítimo del Marqués, la madre de Heebris no le informó al Marqués que estaba embarazada. Era una bailarina extranjera y estaba claro que perdería a su hijo si lo hacía público. En cambio, fue al templo y les pidió ayuda.
La madre de Heebris conoció al en ese entonces Sumo Sacerdote Prometheus y con su ayuda dio a luz a Heebris, criándolo de manera segura.
Heebris, afortunadamente, se parecía más a su madre que al Marqués, y mientras crecía en el templo, era natural que él soñara con convertirse en Sumo Sacerdote como el Padre Prometehus. Fue debido a su talento innato que ese sueño se cumplió pronto.
Ya era demasiado tarde cuando el Marques descubrió que tenía un hijo ilegitimo llamado Heebris. Él ya se había convertido en el Sumo Sacerdote más joven y se había vuelto demasiado famoso para atraerlo a la familia.
Incluso si Heebris no se hubieran convertido en el Sumo Sacerdote, el Marques no habría podido traerlo. Por una parte, estaba su madre, Heebris la respetaba y amaba más que al Padre Prometehus. Cualquier vida cómoda y llena de lujos no tendría sentido si no estaban ellos.
El anterior Sumo Sacerdote finalmente sacó unas toscas tazas de té y bebidas. Cada uno de ellos eran saludable y estaban deliciosos.
La mayoría de los tés y bebidas que se servían en el Marquesado y en Laute, eran muy dulces. De hecho, cómo un persona a la que no le gustaban mucho las cosas dulces, el té o los refrescos puede disfrutar de las bebidas que sirvió el Padre al ser saludables y ricas.
—Forastera. No sé porque diste un paso precioso para encontrarte conmigo en un lugar miserable. Temo que este pobre anciano te decepcione.
—Esta pregunta es una que solo el Padre Prometheus puede responder.
Escuché de Heebris que no podía salir con vida de todos modos, y la bruja me enseño que necesitaba el corazón de un dragón para romper la ley de la causalidad (causa-efecto).
Tenía mucha curiosidad por la revelación que el dragón le hizo saber a Prometheus y el hecho de que Jason fuera el héroe es algo que apareció originalmente en la novela, pero ¿Qué demonios es lo que ha cambiado y qué es lo que aún permanece del contenido original?
—Lord Kazar dijo que ese dragón violó la ley de causalidad y lo manipulo para poder torcer su destino. Cuando escuchó la profecía ¿No sintió ninguna diferencia a los otros Dioses?
—…No lo sabía. Era un poco parecido a un sueño. No me sentí extraño en ese momento, pero me desperté más tarde y a medida que pasaba el tiempo, me di cuenta de que algo era diferente.
—¿Recuerda exactamente de qué se trataba la profecía?
Ante mi pregunta el Padre miró al aire y parpadeo por un momento, después con una voz tranquila respondió.
—Por supuesto que lo recuerdo. Aun puedo.
“Un niño nacido en la noche de la tercera luna menguante tendrá que apuñalar al loco dragón con una espada. Solo ese niño puede dañar al dragón de luz y durante el día, cuando el dragón de luz deje de respirar, todo volverá a ser como debe de ser.”
—¿Cómo debe de ser?
—No sé cuál es la razón. Puede ser que soy demasiado tonto y pequeño para saber la verdad.
Un pequeño gemido salió de mi boca.
Vine aquí porque quería saber si él sabría algo, no hubiera tenido que correr riesgos y venir hasta aquí solo por eso.
Deseaba agarrar lo que fuera por lo que hice otra pregunta.
—¿Hubo otras profecías además de esa?…
—Otra profecía…No había nada más que pudiera ser llamado cómo tal.
Traté de pensar en la novela cómo si pudiera ser de alguna ayuda, pero no se me ocurrió nada. Al ver mi expresión el Padre me dijo con una cara de disculpa.
—Al principio, Dios no daba ni oráculos o profecías. Nunca ha habido un precedente y probablemente ningún sacerdote recibirá un oráculo después de eso. Debería de haberme confesado francamente después de eso.
El benevolente anciano se cubrió su cara con ambas manos y comenzó a sollozar con dolor.
—Lo que recibí no fue un oráculo, pero el hecho de que la existencia suprema de la naturaleza lo “predicara” me dejó estupefacto. Tenía miedo; después de todo, soy un simple mortal. Sin embargo, después de recibirlo, me convertí en el Sumo Sacerdote y, debido a eso, obtuve “honor.”
—Pero mi señor, usted se enteró después de que había sido manipulado. —Dijo Heebris.
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Gracias por la ayuda, Hikari~.

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