Capítulo 2. Segunda Semana

Traducido por:

Publicado el:

Estado de Edición:

Editado

Editor/es responsable/s:

9 minutos
📝 Tamaño de fuente:

Es otro viernes por la tarde y unos cuantos compañeros de la clínica se han reunido en el comedor para hablar de sus planes para el fin de semana.

La señorita Zheng, encargada de la recepción, le sonrió a Ling Chennan con su taza de té caliente en las manos y dijo:

—Doctor Ling, ¿tiene una cita el fin de semana?

Ling Chennan también sonrió.

—Nadie quiere a un hombre que es un perro viejo.

La señorita Zheng se alegró durante un momento y preguntó:

—¿Sigue viniendo el hombre de la semana pasada?

Ling Chennan se hizo el tonto.

—¿Qué hombre?

La señorita Zheng le guiñó un ojo.

—Por supuesto que estoy hablando de ese hombre que es muy guapo.

Ling Chennan sonrió impotente, sin poder evitar que la señorita Liu, la del papeleo, dijera:

—Es guapo, pero cuando lo miro, me hace sentir nerviosa.

Ling Chennan comprendió lo que quería decir, pero tenía que admitir que la mirada enfermiza de ese hombre le parecía un poco sexi.

Estaba muy interesado en las cosas específicas que estaban sesgadas por la minoría y también se sentía atraído por las almas frágiles y únicas. Esta fue una de las primeras razones por las que comenzó a interesarse por el estudio de la psicología y la psiquiatría.

La señorita Zheng tomó un sorbo de su té con azúcar morena y dijo:

—Ah, probablemente sea un témpano de hielo.

Ling Chennan miró su reloj de pared y se llevó su vaso de agua a la boca mientras caminaba, dándose la vuelta para decirles:

—No miren fijamente a los clientes cuando lleguen.

—No se preocupe, doctor —dijo la señorita Zheng con una sonrisa, agitando despreocupadamente su mano.

Ling Chennan volvió a su oficina y trasladó el asiento para los clientes por detrás de las cortinas para esconderlo, dejando solo un banco con el que sentarse. Calculó mentalmente cuánto tiempo tardaría en conseguir que aquel hombre empezara a hablar sin problemas esta vez. Poco después, sonaron dos golpes en la puerta y Shen Yinchuan entró.

Seguía vestido con ropa gris claro, viéndose alto y ascético. Ling Chennan no podía encontrar ninguna relación entre el hombre de hoy y el que hablaba histéricamente sobre su amante la semana pasada.

En el perfil de Shen Yinchuan dice que mide 176 cm, pero a simple vista parece más alto que él, quien mide 180 cm. Ling Chennan no quería admitir que se había encogido, tratando desesperadamente de borrar de su mente la imagen de aquel hombre demasiado delgado.

Esta vez, Ling Chennan estaba de pie frente a su escritorio, con la mano colgando a un lado, sin que nada los separara, pero el hombre seguía asintiendo en señal de saludo y no ofrecía su mano para estrecharla.

Efectivamente, cuando Shen Yinchuan quiso tomar asiento, se encontró con que la silla no estaba. Miró a su alrededor un poco inquieto y Ling Chennan preguntó:

—¿Está bien sentarse aquí?

Shen Yinchuan asintió y se sentó en el diván, pero no levantó las piernas ni se acostó sobre la espalda. Seguía recto, como si estuviera sentado en un banco.

Ling Chennan se sentó en el sillón de cuero de la oficina, inclinándose hacia delante y adoptando una posición cómoda.

—Relájese —dijo.

El hombre lo miró y trató de inclinarse hacia atrás.

—¿Ha tenido una buena semana? ¿Qué planes tiene para el fin de semana? —preguntó Ling Chennan.

Pero Shen Yinchuan solo contestó vagamente, como si no quisiera hablar más sobre su vida privada.

Ling Chennan abandonó los circunloquios y preguntó:

—La última vez, hablamos de que había algunos problemas entre usted y su amante. Ha pasado una semana… ¿Tiene algún pensamiento diferente sobre la relación?

Los ojos de Shen Yinchuan parecieron humedecerse un poco y, después, asintió lentamente con la cabeza.

—La última vez dijo que lo engañó, que no pudo controlar su posesividad y que… ¿Hizo algo para hacerle daño? —preguntó Ling Chennan.

El daño puede ser verbal, sexual, físico, intencional o no, etc.

—Sí, yo le hice daño —dijo Shen Yinchuan, y asintió.

—¿Qué tipo de daño, exactamente? ¿Puede darme un ejemplo? —preguntó Ling Chennan.

El hombre se lamió los labios, respiró dos veces y exhaló bruscamente.

—Al principio, no fue tan malo.

Segunda historia de Shen Yinchuan: Señales.

—La primera vez que mostré celos intensos fue cuando llevábamos seis meses juntos. Parecía un poco asustado en ese momento, la forma en que grité debió de ser espantosa, sobre todo por la manera en que sus ojos se llenaron de incredulidad cuando el marco de la foto se rompió cerca de su oreja. Al ver su cara y su mejilla sangrando, realmente me debilité y me sentí culpable, pero al pensar en la escena en la que él estaba cenando a solas con otra persona, hablando y riendo, seguí molesto, no pude contenerme y dije un montón de… cosas muy escandalosas.

»Después de decir esas palabras, su expresión se fue enfriando poco a poco. Odio que se le quede esa expresión en el rostro cuando me mira. Siempre le sonríe a todo el mundo, pero a mí me muestra una cara indiferente, como si se fuera a dar la vuelta e irse al segundo siguiente.

»Aunque me dijo que confiaba en mí y que estaba dispuesto a mostrarme su verdadero ser sin disfraces ni máscaras… No podía evitarlo, no sabía cómo retenerlo, no podía hacer nada. Siempre tuve miedo de que conociera a alguien mejor que yo, alguien como él, alguien que brillara, no alguien como yo… yo soy aburrido, mediocre y no tengo ningún mérito.

»Le pregunté por qué estaba conmigo. No se me ocurría nada de mí que le gustara. Temía que todo fuera un sueño, una broma o un truco. Pero se impacientó después de unas cuantas respuestas y, en un momento dado, me dijo: Sí haces esa pregunta unas cuantas veces más, voy a ser incapaz de pensar en una respuesta.

»Quería atarlo, amarrarlo a mi lado. Quería romperle las piernas para que no pudiera alejarse, dejarlo ciego para que no pudiera ver a nadie más, envenenarlo para que su garganta se lastimara y no pudiera decir nada, para que no me dijera “adiós”.

»Por supuesto, no hice nada de eso. Simplemente controlé mi enojo y le pedí disculpas. 

»Pero él… se dio la vuelta y no quiso prestarme atención. Le rogué durante mucho tiempo y lo único que me dijo fue: ¿Cómo pudiste decirme esas cosas?

»Dije que lo sentía y que no lo volvería a hacer.

»Me creyó.

»No debió haber confiado en mí.

Después de hablar, Shen Yinchuan agachó la cabeza y frunció sus finos labios, con un rostro lleno de auténtico remordimiento.

—El cambio no debe comenzar creyéndole a los demás, debe comenzar creyendo en uno mismo —dijo Ling Chennan, y el hombre lo miró; entonces, él añadió—: ¿También mostraba una vena posesiva tan fuerte en sus relaciones anteriores?

El hombre todavía lo miraba.

—No lo recuerdo.

Respondió sin recordarlo en absoluto. ¿Estará mintiendo? —pensó Ling Chennan—. Pero, ¿por qué?

Ling Chennan cambió de tema:

—Entonces, ¿ha intentado algo más para afinar la intensidad de esta relación después de que estallara el conflicto entre ambos?

Los ojos de Shen Yinchuan se desviaron y pareció pensar.

—Me dije, me prometí confiar en él, pero… pero no pude hacerlo. Él… era demasiado bueno, mucho mejor que yo, no solo en apariencia, también es más alto que yo, más rico que yo, y yo no tenía ni un solo aspecto que pudiera compararse con él o con esos amigos suyos.

Ling Chennan miró sus rasgos faciales, luego el reloj mecánico Vacheron Constantin que llevaba en la muñeca, los zapatos de herradura y sintió que, si no hubiera estado en medio de una consulta psicológica, habría pensado que el hombre estaba presumiendo deliberadamente para recibir una reprimenda.

El amante de este hombre podría ser un príncipe mestizo de una familia súper noble, pero ¿realmente existe alguien así en la vida real?

—El complejo de inferioridad es un sentimiento muy subjetivo. La gente puede tener un complejo de inferioridad sin importar su riqueza material: puede tener complejo de inferioridad por su aspecto, su talento, su sexo, su color de piel… Nadie es perfecto, ni siquiera tu amante… Tu ex amante también puede tener baja autoestima por algo. Y una baja autoestima en exceso puede crear una fuerte emoción radical que luego será liberada de forma amplificada por la autoestima —dijo Ling Chennan.

El hombre se recostó en el diván y escuchó; luego asintió perezosamente mientras miraba al techo.

—No quise hacerlo, realmente no quise, solo quería ser bueno con él, no quise matarlo —dijo.

Una fresca brisa recorrió la espalda de Ling Chennan, con un tenue y fino sudor brotando de sus palmas.

—¿Qué? —preguntó Ling Chennan con calma.

Shen Yinchuan estaba un poco en trance, como si siguiera sumido en sus recuerdos y no pudo responder de inmediato.

—Me equivoqué. Realmente no quería hacerlo —dijo.

A Ling Chennan se le agitó el corazón con el ritmo acelerado de sus latidos, pero aún así trató de controlar su respiración.

—Y… ¿Dónde está ahora?

Shen Yinchuan giró lentamente su cuello, sin que sus hermosos ojos, aunque sin vida, se movieran.

—Está muerto, doctor. Lo he enterrado en mi patio.

La expresión de Ling Chennan se congeló. Sabía que sus pupilas debían estar dilatadas, pero el hombre no lo notó y volvió a girar la cabeza para mirar al techo, murmurando:

—Yo no lo debí haber matado, sabía que no lo golpeé tan fuerte, realmente no quería lastimarlo, pero ese día no se despertó hasta la noche, realmente pensé que lo había matado, pero cuando lo enterré, ni siquiera sabía si… Lo enterré vivo, no era mi intención…

Ling Chennan rápidamente analizó sus palabras para discernir la verdad y la falsedad en estas.

Después de diez segundos, decidió tranquilizar al hombre antes de hacer una intervención.

Desgraciadamente, acababa de abrir la boca cuando sonó la alarma. Shen Yinchuan despertó de su burbuja y salió corriendo después de despedirse.


Subscribe

Notify of

guest





0 Comentarios


Inline Feedbacks
View all comments

Donar con Paypal

🌸 El contenido de Pabellón Literario está protegido para cuidar el trabajo de nuestras traductoras. ¡Gracias por tu comprensión! 💖

0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x