Hotel Delfín (II)

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La lluvia sigue cayendo sin cesar. El pueblo está tan deteriorado que incluso la conexión a internet es inestable. He Jiahao está tumbado en el sofá de la sala privada, jugando a las cartas con algunos miembros del equipo de filmación. La habitación está sombría, y el día parece estirarse como un chicle, haciéndose interminable. Cuando He Jiahao se cansa de jugar, gira la cabeza y ve a Chen Ruoke y a la asistenta del director fumando en el pasillo.

Sus miradas se cruzan por un momento, pero se apartan rápidamente, como si hubieran recibido una descarga eléctrica.

Por la tarde, el tiempo mejora un poco. La joven maquilladora tiene que transformar a He Jiahao en un A-Qi de unos treinta años. Le corta su pelo de estudiante bien peinado, dejándolo muy corto. He Jiahao hace un puchero al mirarse en el espejo. La señora Zhou, dueña del hotel, le acaricia el pelo de punta. Se siente como si fuera el juguete de todas ellas.

Más tarde, el equipo de utilería vuelve a montar el set exterior que la lluvia había destrozado. Todos empiezan a prepararse de prisa para comenzar a filmar. He Jiahao está de pie detrás de la multitud con su guion en la mano. De repente, Chen Ruoke se acerca a su lado y le pregunta en voz baja:

—¿Todavía te duele?

He Jiahao se queda perplejo por un momento, sus mejillas arden.

La escena del día: El exitoso A-Zai y el desconocido A-Qi se encuentran en un puesto de comida en la calle principal del centro del pueblo. Cuando Chen Ruoke coloca los cubiertos, He Jiahao los toma, y al rozarle la mano, retira la suya con rapidez, como si se hubiera pinchado con una espina. El director grita: «¡Corten!».

He Jiahao no para de equivocarse, una toma fallida tras otra. Incluso Hua-jie se acerca a preguntarle si se encuentra bien. Después de terminar la filmación, corre de vuelta a su habitación. Poco después, alguien llama a la puerta; abre y ve a Chen Ruoke apoyado en el marco, con la cabeza baja, sujetando un tubo de pomada y balbuceando:

—No sé, solo pensé que… quizás te sentirías mejor si te aplicas esto…

Los dos quedan atónitos en el marco de la puerta. Chen Ruoke sostiene el ungüento con torpeza y He Jiahao lo mira sin comprender hasta que pasan otras personas del equipo. Toma el ungüento de su mano y cierra la puerta.

Antes, cuando no tenían nada que hacer después de filmar, solían deambular juntos sin rumbo por el centro del pueblo. Pero después de aquella noche, han dejado de hablarse excepto durante las escenas y los ensayos de diálogos.


He Jiahao no sabe cómo manejar la situación. Chen Ruoke está sentado detrás de una enorme caja de utilería, con las piernas colgando, repasando sus líneas. He Jiahao charla con algunos miembros del equipo, pero sus ojos no dejan de buscarlo. Su mirada atraviesa la ajetreada multitud, fijándose en él. Hua-jie le da un toque, sacándolo de su ensimismamiento. Cuando vuelve a mirar, él ya ha desaparecido.

Siente como si su corazón diera un vuelco, y sin pensarlo, comienza a buscarlo por todas partes.

Todos los días es lo mismo. He Jiahao se siente casi enfermo. Pero Chen Ruoke parece estar perfectamente bien, actúa con normalidad durante las escenas y sigue con sus asuntos habituales fuera del set. Él nunca ha sido muy hablador; aparte de charlar ocasionalmente con He Jiahao, solo interactúa con unos pocos miembros del equipo.

Ellos se reúnen en la azotea para fumar, pero He Jiahao, por lo general, no va. La señora Zhou a menudo les advierte que no tiren las cenizas en sus macetas. Acariciando el pelo corto de He Jiahao, dice:

—Xiao He es el mejor porque es obediente.

He Jiahao toma el ascensor de vuelta a su habitación y se encuentra con Chen Ruoke, que baja. He Jiahao entra, pero él no sale. El ascensor vuelve al quinto piso. He Jiahao sale y Chen Ruoke le sigue.

Caminan uno tras otro sobre la alfombra rojo hígado, con pasos silenciosos. He Jiahao abre la puerta de su habitación, se vuelve y descubre que Chen Ruoke ya ha entrado en la suya. No lo estaba siguiendo después de todo. Se lanza sobre la cama, agarra el cojín de la cabecera y lo golpea varias veces, se siente tan frustrado que está a punto de explotar.

Por la noche, el director llama a todos para bajar a comer un refrigerio. He Jiahao no va. Se queda en su habitación y duerme un rato con la cabeza enterrada en la almohada hasta que oye que alguien llama a su puerta. Al abrirla, ve a Chen Ruoke parado en el umbral. Esta vez no lleva ninguna pomada; con las manos metidas en los bolsillos y algo nervioso, le pregunta en voz baja:

—¿Todavía te sientes mal? —He Jiahao niega con la cabeza. Él asiente y añade—: Me alegro.

Se queda de pie sin moverse, rascándose la nariz. Lleva puesta una sudadera negra con capucha y, en el pecho, un enorme oso de caricatura. He Jiahao se queda mirando el oso. De repente, sin previo aviso, pregunta:

—¿Quieres entrar a ver la tele?

Duda un momento, pero sorprendentemente dice que sí.

Así que los dos se sientan al borde de la cama y se ponen a ver las noticias nocturnas del canal local: asuntos domésticos, temas cotidianos. He Jiahao bosteza mientras mira; gira la cabeza y descubre que Chen Ruoke lo está observando. Este, avergonzado, vuelve rápidamente la mirada hacia la televisión. De pronto, pregunta:

—He Jiahao, ¿esa marca junto a tu ceja es de nacimiento?

—¿Qué marca? —responde.

Chen Ruoke le acaricia la ceja; sus dedos están tan fríos que He Jiahao se estremece. Sin previo aviso, Chen Ruoke se acerca y le besa en la comisura de los labios. Luego, como si nada, se endereza y vuelve a mirar la televisión. La habitación queda en un silencio absoluto. Hasta que dice:

—Voy a bajar a cenar algo.

Sale corriendo de la habitación, baja por las escaleras de emergencia, piso tras piso, hasta que llega al vestíbulo, donde se detiene para recuperar el aliento. La asistenta de producción, ya un poco borracha, lo ve salir y lo arrastra al reservado para beber. Chen Ruoke siente que su cabeza ya da vueltas, aunque no ha bebido nada.

Al día siguiente, cuando se vuelven a ver, He Jiahao no se atreve a mirarlo a los ojos. El director, sentado frente al monitor, les pregunta con cierta impaciencia:

—¿Acaso ustedes dos se pelearon ayer?

Después de terminar la filmación, He Jiahao toma la delantera, entra en el ascensor y presiona el botón de la azotea. Durante todo este tiempo Chen Rouke lo ha seguido en silencio. Al llegar, abre la puerta de la azotea y se recuesta en la barandilla para sentir el viento; Chen Rouke, a su lado, lo imita

El pueblo ha sufrido una grave pérdida de población en los últimos años, casi todos los jóvenes se han ido a trabajar fuera. A la hora de salida de la escuela, solo se ven dos o tres estudiantes corriendo desde la escuela primaria del centro del pueblo. Visten ropas grises y descoloridas, y corretean de un extremo a otro de la calle.

Los dos yacen en silencio boca abajo, observando a la gente al pie del edificio. Luego, como si lo hubieran acordado, giran sus cabezas. Chen Ruoke se acerca para besar a He Jiahao en los labios y este no se aparta. Se besan suavemente, con pequeños y delicados besos. Cuando terminan, separan sus cabezas y vuelven a tumbarse en la azotea, sintiendo la brisa.

Después de ese día, He Jiahao siente que entre él y Chen Ruoke ha surgido una intimidad silenciosa.

Tras varias jornadas de lluvia intensa, algunas páginas del guion de Chen Ruoke se mojaron, por lo que se acerca para mirar el de He Jiahao. Los dedos de este se deslizan despacio sobre sus propios diálogos, como un pez besador buscando a su pareja. Entonces, Chen Ruoke extiende su mano y le roza las puntas de los dedos. Ambas manos se retiran al mismo tiempo. Se besan en secreto detrás de las cajas de utilería.

Esa noche, tumbados en la cama de He Jiahao, se ponen a charlar sobre cómo han sido sus vidas hasta los diecinueve años. He Jiahao le cuenta que su sueño de ser actor nació de su amor por el cine desde pequeño. De niño, solía ir con los adultos a esos cines privados por dos yuanes. Una vez, al entrar, descubrió que estaban proyectando «ese» tipo de película.

He Jiahao dice en voz baja:

—Qué susto, la pantalla estaba llena de carne.

Chen Ruoke se ríe. Empieza a hablar de sí mismo, del divorcio de sus padres cuando él era muy pequeño. Su madre lo llevó con ella, vagando de ciudad en ciudad. A menudo, al terminar las clases, se acuclillaba frente a la escuela a esperarla, pero ella nunca llegaba. Con el tiempo, comprendió que se había olvidado de él. Quería ser actor para no ser olvidado. Pensaba que si pudiera quedar grabado en una película, podría por fin escapar del olvido.

Chen Ruoke no sabe si He Jiahao realmente ha escuchado sus palabras. Pero después de aquella noche, ya sea antes o al terminar una grabación, He Jiahao siempre está ahí esperándolo. Cuando Chen Ruoke sale de su habitación y baja las escaleras, puede verlo bostezando, de pie junto al gato de la suerte en la recepción. Entonces, He Jiahao sonríe y levanta una mano; ambos chocan las palmas.

Muchos años después, Chen Ruoke tendría sueños, sueños en los que siempre había un niño pequeño de pie y en silencio. Al principio, pensaba que se trataba de su yo perdido, pero una vez al acercarse, descubrió que era He Jiahao, quien siempre lo había estado esperando.

Traducido por plutommo
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