Después de dejar el teléfono, Pei Tingsong seguía sin poder conciliar el sueño. Dio vueltas en la cama hasta las 3:30 de la madrugada, cuando finalmente decidió sentarse frente a su escritorio y encender la computadora. Ahí estaba el USB, descansando sobre la mesa. Al recordar las palabras de Fang Juexia dichas en un arrebato, lo tomó y lo insertó en el puerto.
Pero justo cuando apareció en la pantalla el cuadro de diálogo preguntando si quería abrir el contenido, Pei Tingsong dudó.
Ahora no es el mejor momento.
Podía notar cuánto valoraba Fang Juexia su propia creación. Como alguien que también creaba, podía entender perfectamente ese sentimiento. Una obra en la que se ha puesto tanto esfuerzo merece un trato más cuidadoso.
Extrajo el USB y apoyó la cabeza sobre el escritorio. Cerrando los ojos, las imágenes de la entrevista volvieron a su mente. En casi todas las preguntas, sus respuestas habían sido completamente opuestas a las de Fang Juexia. Este último era como una ventana: apenas se había entreabierto un poco, pero ya le había mostrado un mundo completamente diferente al suyo.
Nunca había conocido a alguien así, alguien que viviera con tanta calma y claridad. Fang Juexia no necesitaba grandes insignias ni un espíritu rebelde evidente; parecía haber nacido con una habilidad natural para mantenerse fiel a sí mismo.
Con ese pensamiento, Pei Tingsong se sentó y buscó en su computadora el documental sobre la demostración del último teorema de Fermat.
Desde pequeño, las matemáticas nunca le habían interesado mucho ni se le daban particularmente bien. Antes de comenzar, ya se imaginaba que la experiencia de verlo no sería muy agradable. Pero, para su sorpresa, terminó viéndolo con atención y sumergiéndose completamente en el contenido.
¡Bang!
Un fuerte ruido rompió el silencio.
Pei Tingsong pausó la película, se quitó los auriculares y salió de su habitación en silencio. El ruido parecía provenir de la sala. Avanzó por el pasillo y, para su sorpresa, encontró a Fang Juexia.
Aún llevaba puesta la sudadera de felpa que Ling Yi le había regalado y estaba agachado, rondando de forma furtiva en la entrada del pasillo. Pei Tingsong pensó en asustarlo, pero temió que pudiera gritar y despertar a los demás. Así que, con pasos ligeros, se acercó y se agachó junto a él, en silencio.
Así, ambos bloquearon la salida del pasillo, sentados uno al lado del otro.
Fang Juexia no se dio cuenta de la presencia de Pei Tingsong. En ese momento, estaba ocupado recogiendo una pila de libros que había derribado accidentalmente. En la parte superior de la pila había un antiguo jarrón de cobre. Fang Juexia, al girar en la esquina, había chocado con ellos, provocando que el jarrón cayera con un fuerte golpe, lo que casi lo había hecho saltar del susto.
Colocó el jarrón de nuevo sobre la pila. La mayoría de los libros eran tan antiguos que las páginas estaban dobladas; tal vez por eso estaban siendo usados para sostener el jarrón.
Seguramente esto es de Pei Tingsong. Debe haberlos puesto aquí porque no tenía dónde más guardarlos.
El perfeccionismo de Fang Juexia lo llevó a empezar a organizar los libros, uno por uno, hasta que llegó al último. Dentro de sus páginas abiertas había un marcador rectangular. Bajo la tenue luz del pasillo, pudo distinguir que estaba escrito a mano.
Era la letra de Pei Tingsong.
Sin poder evitarlo, Fang Juexia leyó en voz baja:
“Cuando un petirrojo está atrapado en una jaula, todo el cielo se enfurece…”
“¡Cof!”
Un repentino sonido de tos lo sobresaltó, haciéndolo caer al suelo. En su torpeza, su mano casi volcó el jarrón de nuevo.
Para su alivio, el jarrón no cayó. El pasillo permaneció en silencio, tan tranquilo que Fang Juexia podía escuchar su propio corazón latiendo rápidamente.
La débil luz iluminaba un rostro muy cerca del suyo. Pei Tingsong estaba peligrosamente cerca, con una mano apoyada contra la pared del pasillo, acorralándolo.
“Tú…”
“Shh.” Pei Tingsong retiró la mano de la pared, estabilizando su cuerpo después de inclinarse para salvar el jarrón, y lo colocó suavemente en su lugar.
Fang Juexia permaneció paralizado, sosteniendo el marcador en la mano, con los ojos bien abiertos y fijos en Pei Tingsong, como un hámster asustado.
Al verlo así Pei Tingsong, conteniendo la risa, le arrebató el marcador y, fingiendo enojo, lo miró fijamente.
“¿Te quedas despierto hasta tarde solo para husmear en mis marcadores?” dijo en un susurro.
Fang Juexia puso una expresión inocente.
“No es eso…” también bajó la voz. “Tenía hambre y salí a buscar algo de comer, pero choqué con esto por accidente.”
Pei Tingsong asintió, divertido, y colocó el marcador nuevamente en el libro abierto, dejando el libro en la parte superior de la pila.
Fang Juexia se apoyó en la pared para levantarse. El susto realmente lo había dejado temblando.
“Yo también tengo hambre. ¿Hay algo para comer?” dijo Pei Tingsong mientras encendía la luz de la cocina, ya que estaba demasiado oscuro.
“Sí” respondió Fang Juexia en voz baja, comenzando a preparar algo sin hacer mucho ruido.
La cocina era semiabierta, separada del resto del espacio por una pequeña barra. Pei Tingsong se sentó frente a ella, sirviéndose un vaso de jugo. También sirvió uno para Fang Juexia y lo colocó al otro lado de la barra.
Se quedó mirando en silencio cómo Fang Juexia se movía en la encimera. Era una escena poco habitual para él. Desde pequeño, había contado con amas de llaves encargadas de todas sus necesidades, pero estas no comían con él. Desde niño se había acostumbrado a la soledad de comer solo, especialmente después de la muerte de su abuelo.
“¿Quieres un huevo frito?” preguntó Fang Juexia, girándose hacia él con un tono tranquilo.
Pei Tingsong se encogió de hombros.
“Está bien.”
Poco después, Fang Juexia colocó varios platos en la barra: seis dumplings de camarón perfectamente translúcidos, dos huevos con yema líquida y un plato de pastel de nabo.
“¿Cocinas tan rápido?” preguntó Pei Tingsong.
“Es solo un refrigerio nocturno” respondió Fang Juexia, consciente de que estaba tratando con alguien que no conocía las cosas simples de la vida cotidiana. “Los dumplings de camarón son congelados, pero están bastante buenos una vez al vapor.” Señaló el pastel de nabo. “Este lo hizo mi mamá y me lo envió hace poco. Puedes probarlo.”
A pesar de haber crecido con una cuchara de plata, Pei Tingsong no era especialmente quisquilloso. Incluso durante su tiempo en Xingtu, cuando tuvo que enfrentarse a muchas dificultades, rara vez se quejaba.
Tomó un dumpling de camarón y la probó.
“Está más delicioso de lo que esperaba” dijo, con los ojos iluminados por la sorpresa, lo que hizo que una pequeña sonrisa se formara en los labios de Fang Juexia.
“Es bastante bueno, no es de extrañar que te guste” añadió Pei Tingsong.
Fang Juexia se quedó un momento desconcertado, hasta que recordó que lo había mencionado como su comida favorita en una ronda de preguntas rápidas. Con los palillos, pinchó el huevo y dejó que la yema líquida se deslizara fuera.
“El dim sum en las casas de té es aún mejor.”
Pei Tingsong probó una pieza del pastel de nabo, intrigado por la textura blanda y gelatinosa.
“Esto también está delicioso.”
Fang Juexia se sintió satisfecho al ver la expresión de gusto en su rostro.
Come como un niño. Pero, al fin y al cabo, solo tenía veinte años recién cumplidos.
Sabiendo que el pastel había sido hecho por la madre de Fang Juexia, Pei Tingsong sintió una pizca de envidia y curiosidad.
“¿Cuándo eras pequeño, siempre comías la comida que hacía tu mamá?”
Fang Juexia bebió un sorbo de jugo antes de responder:
“No siempre.” Dudó unos segundos antes de continuar. “Mi mamá es profesora de secundaria. Cuando yo estaba en primaria, a menudo no llegaba a tiempo para cocinar, así que me daba dinero para comprar algo en la tienda de abajo, como arroz con asado. Pero siempre que podía, me preparaba algo ella misma.
“Así que su mamá es profesora.” Al escuchar a Fang Juexia hablar de su infancia, Pei Tingsong sintió una inexplicable alegría.
Fang Juexia pareció recordar algo y levantó la vista hacia una cámara de seguridad en la esquina de la cocina.
“¿Están grabando incluso de noche?”
“No importa” respondió Pei Tingsong, tomando otro dumpling. “No llevamos micrófonos, no pueden escucharnos.
“Pero pueden vernos comiendo a escondidas.”
“Tú mismo dijiste que tenías hambre, tanta que no podías dormir. ¿Te importa eso ahora?” Pei Tingsong miró de reojo a Fang Juexia. “Además, mírate, estás tan flaco que das pena.”
Fang Juexia sintió que se ahogaba. Ya sabía que nada bueno podía salir de la boca de Pei Tingsong. Por lo que cambió de tema mientras extendía los palillos hacia el último dumpling.
“¿Y tú? ¿Por qué no estás durmiendo? ¿No eras el que siempre dormía más?”
“Estaba viendo el documental del último teorema de Fermat.”
Fang Juexia dejó caer el dumpling que acababa de sujetar. No podía creer que este chico hubiera visto un documental de matemáticas solo porque él lo mencionó.
Pei Tingsong apoyó el mentón en una mano y lo miró fijamente.
“Fue más interesante de lo que pensé.”
“¿En serio?” Fang Juexia bajó los palillos. “Pensé que te aburriría.”
“No entendí todo, obviamente, porque soy malo en matemáticas. Pero lo vi porque dijiste que te había conmovido.”
Al escuchar esto, una calidez sutil se extendió en el pecho de Fang Juexia.
“Aunque, claro, mi nivel es limitado, así que probablemente lo interpreté de forma diferente a ti. Por eso quería preguntarte: ¿Por qué te gusta tanto? ¿Es por la dedicación académica?”
Fang Juexia bajó la mirada mientras colocaba con cuidado los trozos restantes de pastel de nabo en un orden perfecto.
“Sí, es impresionante. Más de 300 años con tantas personas esforzándose por demostrar el teorema. Es algo apasionante.”
Luego levantó la vista.
“Además, Wiles soñó con probar el teorema de Fermat desde que tenía diez años, y lo logró cuando fue adulto. ¿Puedes imaginar cómo debe sentirse algo así?”
Pei Tingsong vio el brillo en los ojos de Fang Juexia. Todo su ser parecía cobrar vida, y no pudo evitar asentir, queriendo confirmarlo.
“Por supuesto” respondió Pei Tingsong. “Cuando él habló de esa experiencia, su expresión se parecía mucho a la tuya ahora.”
Fang Juexia, algo avergonzado, intentó ocultar su emoción bebiendo otro sorbo de jugo.
“No es nada. Es solo que, cada vez que pienso en eso, me siento lleno de energía.”
Pei Tingsong recordó al instante lo que Fang Juexia había dicho en la entrevista sobre su definición de un idol.
“Entonces, esto es lo que quisiste decir con ‘materialización de los sueños’.”
Fang Juexia asintió, mostrando una sonrisa calmada.
“Al menos, saber que algo así existe me dio el valor, cuando era niño, para atreverme a soñar.”
Pei Tingsong lo miró con asombro.
“¿Cuándo empezaste a pensar así?”
Fang Juexia terminó su jugo.
“La primera vez que vi ese documental fue cuando recién había entrado a secundaria. Todavía recuerdo el inicio de la película. Creo que lo recordaré toda la vida.”
“¿Esa parte con la voz en off?”
Fang Juexia asintió, sus ojos suavizándose mientras evocaba el recuerdo.
“Sí, esa parte tenía el sonido de un reloj haciendo “tic-tac” de fondo. Wiles decía algo así: “La mejor manera de describir mi experiencia investigando matemáticas es compararla con entrar a una casa completamente oscura. Cuando entras en la oscuridad total, te tropiezas con los muebles, una y otra vez.”
La coincidencia con lo que acababa de ocurrirles en el pasillo le resultó sorprendente.
“Con el tiempo, comienzas a entender dónde están los muebles. Tal vez después de seis meses o más, encuentras el interruptor. Enciendes la luz y, de repente, puedes verlo todo con claridad. En ese momento, sabes exactamente dónde estás.”
Fang Juexia hizo una pausa, luego continuó en voz baja:
“Sé que ahora estoy en la oscuridad.”
Pei Tingsong lo miró fijamente mientras él levantaba la vista con una sonrisa tranquila.
“Pero algún día, encenderé esa luz.”
Fang Juexia afirmó con seguridad:
“Sabré exactamente dónde estoy, y también haré que todos los demás me vean.”
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Nota del autor:
“Cuando un petirrojo está atrapado en una jaula, todo el cielo se enfurece.” — Las raíces del Romanticismo
Mini teatro: Chat interno del grupo Kaleido
Mientras Pei Tingsong y Fang Juexia actuaban furtivamente en el pasillo…
El grupo de chat de los otros cuatro miembros de Kaleido (sin el cuarto ni el sexto):
[El jefe Numero uno de Kaleido 01: ¡Fang Juexia salió de su cuarto a mitad de la noche!]
[Artista Nacional de Malabares de Relojes: ¿Y tú? ¿No estas también despierto?]
[El jefe Numero uno de Kaleido 01: Dormí en el auto. Ahora estoy bajo las sábanas leyendo novelas. ¡Pero Fang Juexia nunca pierde el sueño, es aterrador!]
[Tu hermano Huo sigue siendo tu hermano Huo: Mi compañero de cuarto también salió.]
[Artista Nacional de Malabares de Relojes: ¿???]
[El jefe Numero uno de Kaleido 01: ¡!!!]
[El líder indispensable para el hogar: No puse mi teléfono en “No molestar” … Me despertaron, soy el último en enterarse.]
[Tu hermano Huo sigue siendo tu hermano Huo: ¿Trabajando a las 3:30 a.m.? ¿Tan dedicados son?]
