Capítulo 26: Pang Hemu encuentra a un inmortal

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Tres días habían pasado desde el incidente del caldero de bronce, y el revuelo que causó aún no se disipa. Sin embargo, dentro del Treading Snow Seeking Immortals (Pabellón Buscando Inmortales en la Nieve), la calma había regresado. El gerente, los maestros y los empleados habían retomado sus rutinas.

Pang HeMu, una vez que el dolor por la pérdida del caldero aminoró, recordó ocuparse de otros asuntos. El gerente mayor le informó en secreto que los peces dorados del estanque de feng shui habían muerto misteriosamente, y que el agua había salpicado por todo el piso de la tienda.

En medio del caos de esos días, el gerente, alerta, había ordenado limpiar rápidamente los peces muertos y secar el agua. Sospechaba que Pang Hemu podría haber manipulado algo con el caldero y quiso evitar preguntas.

Pang Hemu le pidió al gerente que guardara silencio sobre el asunto y fue en busca de Chen Xiao.

Tras presenciar las habilidades de Chen Xiao durante el incidente, Pang Hemu había dejado de subestimarlo. Ahora lo veía como un verdadero talento extraordinario, no como un simple empleado.

Cumpliendo su promesa, Pang Hemu ascendió a Chen Xiao a *tercer gerente*, dándole libertad para entrar y salir cuando quisiera, sin responsabilidades fijas. Además, le entregó una bolsa repleta de monedas de oro, suficiente para vivir sin trabajar el resto de su vida.

Mientras cualquiera otro habría mostrado gratitud excesiva, Chen Xiao aceptó la recompensa con serenidad. Pang HeHu, aunque sorprendido, no lo estaba del todo: alguien con tales habilidades pronto trascendería el mundo de las riquezas mundanas. Intuía que Chen Xiao no permanecería mucho más tiempo en su tienda.

En la sala principal, Pang Hemu invitó a Chen Xiao a sentarse en un *lecho luohan*, gesto de respeto y cercanía. Chen Xiao, ahora vestido con una túnica de seda verde bambú, lucía más refinado, casi erudito.

Tras ofrecerle té, Pang Hemu preguntó con cortesía:

—¿La muerte de los peces tuvo que ver con la activación del caldero?

Chen Xiao asintió:

—El poder del caldero fue demasiado violento. El campo energético de la tienda no pudo resistirlo, y los peces, como *portadores del feng shui*, murieron por el impacto.

Pang Hemu palideció ligeramente. Ahora que había experimentado el feng shui en acción, creía firmemente en su poder. Si había logrado oponerse —aunque fracasando— a una reliquia inmortal, entonces sus efectos sobre la fortuna eran reales.

—¿Qué debemos hacer? —preguntó, preocupado.

Chen Xiao lo tranquilizó:

—El conflicto se debió a la colisión de energías. Sin el caldero, el campo se restablecerá pronto. Ya repuse los peces y reequilibré el flujo. El *Patrón de Oro y Jade* sigue intacto.

Explicó que el feng shui, como todo en la vida, era dinámico. *Treinta años al este del río, treinta años al oeste*, reflexionó, citando el dicho sobre la naturaleza cambiante de la fortuna.

Pang HeMu, aunque aliviado, expresó otra inquietud:

—Si volvemos a adquirir una reliquia inmortal, ¿cómo evitar otro desastre?

Chen Xiao rió:

—Aquella reacción fue excepcional. Sólo ocurrió porque me acerqué al caldero de manera provocativa, desafiando su energía. En condiciones normales, incluso un objeto poderoso apenas causaría un ligero temblor, casi imperceptible.

Pang Hemu asimiló la información, maravillado.

—¿Y si alguien introdujera un objeto con energía *yin* para sabotear el feng shui de la tienda? —preguntó, mostrando una perspicacia que sorprendió a Chen Xiao.

—Teóricamente posible —admitió Chen Xiao—, pero requeriría un artefacto tan valioso como el caldero. Dudo que tu rival esté dispuesto a pagar ese precio.

La conversación fue interrumpida por un empleado que entró corriendo, pálido:

—¡Patrón! ¡El estanque… los peces otra vez se agitan!

Chen Xiao, sintiendo el peso de la ironía —había asegurado que todo estaba bajo control—, salió rápidamente. El estanque parecía hervir, los peces saltando como si intentaran escapar de una catástrofe.

Al mirar hacia la calle, Chen Xiao se paralizó.

Al final de la *Calle de Antigüedades*, una figura avanzaba. Vestía una túnica *azul oscuro* con bordados que recordaban los patrones *Duobao* del caldero. Sus pasos, aunque aparentemente normales, lo llevaron frente a la tienda en un instante, como si el espacio se comprimiera a su alrededor.

Pang Hemu, al reconocer los motivos en la ropa del recién llegado —idénticos a los del caldero—, contuvo el aliento. *Un inmortal…*, pensó, sintiendo una mezcla de temor y éxtasis.

El hombre, de aura etérea y rostro juvenil, irradiaba una autoridad que ninguno de los cultivadores locales poseía. Pang Hemu, entre la incredulidad y la devoción, supo en ese momento que su vida estaba a punto de cambiar otra vez.

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