En un área desierta, el pequeño casco de una nave espacial echaba humo. No muy lejos de ahí, una cápsula de escape estaba volcada. Una delicada mano empujó temblorosamente la escotilla, y luego un joven pálido se incorporó de la cápsula sosteniéndose la cabeza.
Wen Bai sentía náuseas y se esforzó por no vomitar. Tambaleándose, salió de la cápsula y miró a su alrededor, hacía la vasta tierra baldía. Tenía una expresión aturdida, ¿dónde estaba?
Recordaba haber experimentado un terremoto antes, ¿acaso había muerto? Pero las dolencias que sentía en su cuerpo era la prueba de que seguía vivo, de lo contrario, ¿cómo iba a doler tanto?
Wen Bai miró a su alrededor y no se sorprendió al ver los restos de la nave cercana. Después de ver tantas películas de ciencia ficción, no pudo evitar sospechar que había sido secuestrado por extraterrestres. Esperó un rato y al no ver aliens salir de la nave, se desplomó de nuevo en la cápsula de escape.
Wen Bai no pudo evitar darse una palmada en la nuca mientras recordaba lo ocurrido antes. Acababa de graduarse de la Universidad de Agricultura unos días atrás y se había despedido del instituto de investigación donde tuvo sus prácticas, planeando volver a su pueblo natal para cultivar la tierra.
Wen Bai nació en un pueblo en una ciudad de tercer nivel. Después de que su abuelo falleciera, rara vez regresaba, pasando sus vacaciones trabajando para pagar la matrícula y sus gastos. Solo volvía cada Día de Ching Ming para limpiar la tumba de su abuelo.
En cuanto a sus padres, Wen Bai casi no tenía recuerdos de ellos. Creció con su abuelo, de pequeño, solía llorar preguntándole por qué no tenía papá y mamá cuando otros niños sí. Pero al crecer, nunca más mencionó a sus padres ausentes.
Una vez, escuchó a unos viejos chismosos del pueblo decir, que su padre solía ser un vago que andaba con una pandilla cobrando protección e incluso ligaba con estudiantes universitarias en su moto. Así conoció a su madre.
Se casaron antes de los 20 años con una sencilla comida en el pueblo. Por desgracia, su amor no sobrevivió al matrimonio. Después de nacer Wen Bai, la familia se fue empobreciendo.
Cuando comenzó una campaña contra la delincuencia, su padre abandonó el cobro de protección, pero como era solo un vago sin ingresos y con algunas tierras, no podían mantenerse, menos con un bebé. Su madre no soportó esa vida miserable, discutieron y ella regresó con su familia. Enfurecido, por sentirse despreciado al ser pobre su padre se fue a la ciudad jurando prosperar, hasta que ella implorara su perdón.
Así, el pequeño Wen Bai de menos de un año quedó al cuidado de su abuelo, quien lo crió con las pocas tierras que tenían. Luego se rumoreó que su madre se casó con alguien de otra provincia y no regresó más. Hace un par de años, su padre llamó algunas veces, pero luego desapareció por lo que ignoraba si aun continuaba con vida.
El día que Wen Bai ingresó a la universidad, su abuelo enfermo cerró los ojos, aliviado de haberlo visto alcanzar esa meta antes de morir.
En el cuarto año, Wen Bai tuvo la suerte de realizar sus prácticas en un instituto local de investigación agrícola. Pero la vida de experimentos rutinarios no era tan relajada como esperaba. Solo uno de varios practicantes tenía la posibilidad de quedarse, y era lo mismo con los experimentos diarios, tenían que luchar entre sí por ellos.
Al final del periodo de tres meses, no fue Wen Bai quien obtuvo la oferta de trabajo, sino otro practicante que a menudo salía temprano a comer. Wen Bai rechazó la sugerencia de hacer un posgrado y decidió buscar otro trabajo.
Entonces su primo del pueblo, lo llamó diciendo que algunos inversionistas querían comprar las tierras de la familia para un proyecto turístico.
De regreso a su pueblo, en lugar de venderlo, Wen Bai observó durante dos días y decidió abrir una granja turística familiar. Con los ahorros de la universidad y la venta de la antigua casa del abuelo, tendría suficiente para construirla.
Escribió un plan de negocios en un día y, debido a la urgencia de tiempo para inaugurar la granja ese año, rentó una vieja van para buscar un equipo de remodelación. Hacía sólo media hora del pueblo a la ciudad por la nueva carretera.
Mientras la van giraba en una curva de la carretera de montaña, Wen Bai miró por el espejo retrovisor justo cuando un estruendo sacudió todo el vehículo. Este salió descontrolado del camino y Wen Bai giró desesperadamente el volante tratando de frenar.
¿Un terremoto? Asomó la cabeza por la ventana y vio enormes rocas que habían rodado obstruyendo el camino. Salió del vehículo con su corazón latiendo con fuerza. Justo cuando intentaba escapar, una roca golpeó su nuca y todo se volvió negro.
Al abrir los ojos, estaba aquí.
Después de un rato comenzó a sentirse mejor, por lo que Wen Bai se levantó y echó a andar en una dirección al azar. Tenía que alejarse antes de que los extraterrestres aparecieran.
Caminó un buen tramo, exhausto y hambriento, dándose cuenta de que definitivamente no estaba en su pueblo natal. El suelo era de un color rojizo oscuro sin una brizna de hierba.
Calculó que había caminado más de una hora cuando avistó restos de otra nave, mucho más dañado y sin cápsula de escape; probablemente ni tuvieron tiempo de eyectarla.
Wen Bai murmuró que se lo merecían por haberse estrellado con él sin razón aparente. De pronto, un dolor punzante en su nuca le hizo recordar muchas memorias que no eran suyas.
Al terminar de revisar esos recuerdos adicionales, Wen Bai casi se enloquece al darse cuenta de que había sido transportado al futuro, ¡cielos!
En el año 2450 d.C., la humanidad inventó los viajes espaciales y envió la primera misión tripulada en búsqueda de planetas habitables.
En 2487, descubrieron el sistema estelar Loia que tiene cientos de planetas aptos para colonizar.
En 2501, la humanidad entró oficialmente en la era de la civilización interestelar, adoptando el calendario Estelar.
Tras establecerse en Loia, las naciones libraron guerras por los recursos durante más de mil años. Finalmente, en el año 1609 ES, se formaron dos grandes facciones: el Imperio Augusta y la Federación Medi.
Ahora, era el año 2222 del calendario Estelar, lo que significaba que habían pasado 2222 años desde que la humanidad se volvió una civilización interestelar. Y Wen Bai se encontraba en un remoto planeta llamado Wenduo perteneciente al Imperio Augusta.
Este no era su cuerpo original, sino el del último heredero noble de la familia Wen, que alguna vez fue poderosa dinastía del Imperio Augusta. Para evitar que otros parientes codiciaran la herencia que su abuelo le dejó, el antiguo dueño de este cuerpo había abordado apresuradamente una nave hacia el planeta WenDuo, el único patrimonio que conservaban: un planeta privado de la familia.
Así que no había sido secuestrado por aliens después de todo. Wen Bai suspiró, sin saber si el verdadero dueño aún vivía. Se sentía mal por haber ocupado su cuerpo y esperaba que el original estuviera vivo para devolverlo.
Tras digerir la situación, Wen Bai divisó la nave e insistió en buscar sobrevivientes, incapaz de abandonarlos a pesar del riesgo. Además, tendrían que pagar por los daños causados a su única nave y que el antiguo dueño tomó prestada antes del accidente.
Se arrastró por dentro del enorme agujero del casco. En la cabina de mando soltaban chispas, como si fuera a explotar en cualquier momento. En la parte trasera había una cápsula de escape torcida que Wen Bai sacó con gran esfuerzo, debido a la debilidad de este cuerpo.
”¡Uf!”
Wen Bai jadeó, sintiéndose mareado y con dificultad para respirar. Qué cuerpo tan frágil.
Después de recuperar el aliento, golpeó la cápsula gritando:
”¡Hermano, despierta!”
Al no obtener respuesta, pensó que el ocupante podría estar muerto.
Como la cápsula solo se puede abrir desde dentro, no quedaba más remedio que intentar despertarlo. Wen Bai dio vueltas desesperado.
”¿Hermano, sigues vivo? ¡Si lo estás, di algo!”
Tras gritar un rato sin respuesta, Wen Bai se rindió y se recostó contra la cápsula.
”Bueno, probablemente esté muerto. Mejor busco cómo salir de aquí.”
Wen Bai necesitaba contactar con las autoridades de Wenduo, pues caminar no lo sacaría de este lugar.
De pronto, la cápsula rodó colina abajo con Wen Bai a cuestas hasta que la enderezó y la escotilla se abrió con un chasquido. Adentro, un hombre ensangrentado lo miró con ojos grises apagados y dijo con voz débil:
”Si no me morí antes, casi lo hago con tus gritos”
Al menos seguía vivo. Debido a sus graves heridas, Wen Bai no se atrevió a moverlo y preguntó con suavidad:
”¿Estás bien?”
”No moriré”, respondió el hombre mirándolo. “Ayúdame con algo.”
”Lo que sea, dime.” Aceptó Wen Bai.
El hombre inhaló profundamente antes de hablar con dificultad
”No puedo moverme. Usa tu terminal para enviar una señal de auxilio y que vengan a rescatarnos.”
”Claro, claro, no te preocupes”, dijo Wen Bai alzando su muñeca con el terminal. “Pero primero enséñame cómo enviar la señal”.
Apenas había recibido las memorias del antiguo dueño y no sabía cómo hacerlo, por eso había estado deambulando por ahí.
El hombre lo miró extrañado, pues enviar una señal de auxilio era conocimiento básico, en ese época, era algo que se enseñaba en primer grado de primaria.
Siguiendo sus instrucciones, Wen Bai logró enviar la señal exitosamente. Minutos después, recibió una respuesta en un idioma que afortunadamente pudo entender.
”Hemos recibido su solicitud. Por favor, espere pacientemente en su ubicación, el equipo de rescate estará ahí pronto”.
Wen Bai se sentó junto a la cápsula, aliviado.
”El equipo de rescate vendrá pronto, ¿podrás resistir?”
Después de una pausa, la ronca voz del hombre respondió
”Estaré bien”.
Wen Bai miró dentro de la cápsula al hombre con los ojos cerrados y aspecto moribundo. Temiendo que muriera sin pagar primero los daños de la nave, inició una conversación:
”Oye, me llamo Wen Bai, ¿cuál es tu nombre?”
El hombre apenas lo miró y respondió desganado.
”Ming Luo”.
”¿Qué edad tienes? Yo tengo vein… ti”, se corrigió Wen Bai al darse cuenta. “Dieciocho, ¿eres mayor que yo?”
Ming Luo abrió los ojos sin ganas de vivir, deseando que se callara. Solo quería descansar, pero ver la expresión preocupada del sudoroso joven con el cabello revuelto pegado a la frente hizo que ya no le pareciera tan molesto.
Respondió malhumorado.
“Veinticinco”.
Wen Bai, ajeno al cambio de actitud de Qiao Mingluo, se esforzó por mantener una conversación casual mientras que el otro respondía con desgano ocasionalmente.
No supo cuánto tiempo pasó hasta que varios puntos negros aparecieron en el horizonte, pronto se revelarón como varias naves que los sobrevolaron. Wen Bai exclamó emocionado:
”¡Ahí viene el equipo de rescate!”
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