Capítulo 10 – Autobús de la muerte [5]

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Zhang Xiaoman y el oficial Liu de tránsito estaban esperando en la entrada del Centro Forense Jinmai.

Al ver que un Volkswagen con letras oficiales se acercaba, corrieron a indicarle al guardia que dejara pasar el vehículo.

El estilo del capitán Di y el capitán Zhu no podían ser más distintos: Di Ye prefería mantener un perfil bajo, mientras que Zhu Yangyang era todo lo contrario, le encantaba llamar la atención.

Esa diferencia quedaba clara solo con mirar los coches que conducían.

Di Ye manejaba un Volkswagen, pero era uno de los modelos más lujosos de la marca. Zhu Yangyang, por su parte, conducía un Mercedes, aunque uno de los modelos más básicos.

Por eso Zhang Xiaoman supo de inmediato que quien llegaba era el capitán Di.

—¡Capitán Di, cuánto tiempo! —saludó.

—¡Ey, hermana Man! Estás cada día más guapa. ¿Cuándo volviste?

Di Ye cerró la puerta del coche de un portazo. A pesar de no haber dormido nada, no parecía cansado. Más bien daba la impresión de tener energía de sobra.

—Ayer. Volví por lo del accidente del autobús.

Zhang Xiaoman no solía usar gafas, solo cuando estaba trabajando. Hoy se las había puesto especialmente para poder disfrutar mejor de la belleza del capitán Di. Desde temprano tenía todo preparado, con la esperanza de poder mirarlo un rato más.

Pero quién iba a imaginar que hoy vendría sin afeitarse, con el cabello sin arreglar y un vendaje en la frente. Aun así, su rostro lo salvaba.

—¿Zhu aún no ha llegado? —preguntó Di Ye.

—Dijo que estaba atrapado en el tráfico, pero ya debe estar por llegar.

—Eso solo significa que no sabe manejar.

Mientras hablaban, los tres se fueron acercando al edificio. Di Ye era bastante alto, de piernas largas y con el torso bien formado, sobresalía un buen tramo por encima de los otros dos. En especial al lado de Zhang Xiaoman, cuya cabeza apenas le llegaba al pecho. Cuando él daba un paso, ella tenía que dar dos para seguirle el ritmo.

—Ni hablar, en habilidades al volante nadie le gana a usted —dijo Zhang Xiaoman mientras se apresuraba a entrar al ascensor con él.

Zhang Xiaoman tenía cuarenta años y era una de las dos únicas mujeres en puestos directivos del Centro Forense Jinmai. Tal vez por no haberse casado ni tener hijos, aparentaba poco más de treinta. Su piel era radiante y su figura curvilínea desprendía un aire maduro muy atractivo.

Después de un rato de charla, Zhang Xiaoman lo condujo a la sala de reuniones y pidió que sirvieran té.

Apenas se sentaron, fue directo al grano y sacó el informe de análisis de las drogas.

Los veintitrés cuerpos del accidente del autobús estaban almacenados en el Centro Forense Jinmai, ya que quedaba cerca del río Longchuan. Salvo el cuerpo femenino sin reclamar, el identificado como “cadáver número 7”, todos los demás ya habían sido reconocidos por sus familiares.

—En Jinmai nunca habíamos encontrado una droga con esta composición. Por eso lo reportamos. Ya tenemos la fórmula molecular. Su estructura es muy similar a la de la viuda rosa.

—Déjenos este caso a nosotros —dijo Di Ye—. Vamos a llevar el cuerpo al cuartel de la brigada.

—¿Ya tan rápido están trabajando juntos? ¡Capitán Di, qué motivado lo veo con este caso!

La voz que sonó por detrás no necesitaba presentación. Di Ye no tuvo que mirar para saber quién era.

Esa voz, ese tono… ¿quién más podía ser si no Zhu Yangyang?

—Los casos de drogas nuevas son nuestra especialidad en la brigada antidrogas —dijo Zhu Yangyang acercándose. —Que el capitán Di haya venido a colaborar con nosotros es excelente. Por cierto, me dijeron que detuviste a alguien en el Bao Huang Miao hace unos días, ¿cómo va eso?

Di Ye encendió un cigarro.

—Capitán Yang, qué bien informado estás.

—Tratándose de drogas, no podemos bajar la guardia. No quiero que piensen que el jefe de la brigada antidrogas no hace nada. ¿No es así, capitán Di?

Zhang Xiaoman rió con algo de incomodidad.

—¿Qué les parece si hago venir al forense para que les dé los detalles?

Sin esperar respuesta, levantó el teléfono de la mesa.

—¿Quién está a cargo del cadáver número 7? …Bien, mándalo para acá.

Zhang Xiaoman sirvió té para Zhu Yangyang.

—Fue el forense Leng quien descubrió las drogas. Él les explicará mejor los detalles. Seguramente no lo conocen todavía, es nuevo aquí. Aunque joven, tiene mucha capacidad.

—Sí lo conozco —interrumpió Di Ye—. Nos vimos hace un par de días.

—¿Ah sí?

—El día del accidente del autobús, lo pedí prestado a Lao Zheng.

—¿Y qué opinas de él?

Di Ye bebió un sorbo de té.

—¿En Jinmai también toman en cuenta el físico en las entrevistas?

—¡Qué cosas dice! Este chico es discípulo del profesor Zhuang. Él solo escoge a los mejores. Si entró, fue por su capacidad. De lo contrario, ni consideraríamos contratar a un recién graduado.

En ese momento, se escuchó un golpe en la puerta.

—Adelante —dijo Zhang Xiaoman.

Di Ye giró la cabeza hacia la puerta. Allí estaba Leng Ning, con una bata blanca impecable que acentuaba aún más su aire frío y distante. Su presencia tenía algo impenetrable, como una fortaleza imposible de conquistar.

—¿Me llamaste, hermana mayor?

—Sí, pasa, pasa —dijo Zhang Xiaoman, señalando la silla a su lado.

—Supongo que no necesitan presentarse —continuó—. El capitán Di ya dijo que se conocen. Él es el capitán Zhu Yangyang, jefe de la brigada antidrogas. Y este es Leng Ning.

Ambos asintieron con un leve gesto.

Leng Ning no era de hablar mucho. Apenas entró, se sentó junto a Zhang Xiaoman sin decir palabra.

—La mujer no identificada está relacionada con drogas, ahora debe ser entregada al equipo de investigación criminal y al equipo antinarcóticos —dijo Zhang Xiaoman—. Leng Ning, encárgate tú de la transferencia.

—Entendido.

—¿Vamos a ver el cuerpo ahora? —preguntó Zhang Xiaoman.

—Como quieras —respondió Di Ye—. ¿Y tú, capitán Yangyang?

—Guíanos —respondió Zhu Yangyang.

Los tres siguieron a Leng Ning hasta el ascensor, pasando por controles de acceso y verificación de huellas dactilares antes de llegar al área de almacenamiento de cadáveres refrigerados.

La cámara frigorífica estaba en el segundo sótano. La temperatura era visiblemente más baja que en los pisos superiores, y a medida que avanzaban, una corriente de aire frío les rozaba el cuerpo. Cada palabra que pronunciaban resonaba con eco.

Más adelante, un pasillo completamente oscuro. Leng Ning iba al frente y encendió las luces del corredor. En cuanto se prendieron, el pasillo se extendió hacia el fondo como en una escena de película de terror.

El lugar estaba en completo silencio, sólo se escuchaban los pasos de los cinco. Zhu Yangyang percibió un olor extraño y estornudó, haciendo que todo el pasillo vibrara.

El Centro Forense de Jinmai era el más grande de la ciudad de Longchuan, con dos grandes departamentos: Medicina Forense y Análisis de Evidencia.

Las pruebas físicas, huellas, objetos y sustancias prohibidas se manejaban en el Departamento de Evidencias, mientras que las autopsias y análisis forenses se realizaban en el Departamento Médico.

La mayoría de los casos que atendía el departamento médico eran accidentes de tráfico. Sólo intervenían en casos penales cuando la policía los solicitaba o por encargo de familiares.

El edificio completo pertenecía a Jinmai, con 18 pisos. Contaba con laboratorios de análisis convencional, genética (ADN), toxicológicos y químicos, totalmente equipados.

Las salas de autopsia estaban en los pisos bajos, con pasillos y elevadores especiales para el traslado de cadáveres. Cada sala tenía sistemas de ventilación potentes, y para facilitar la observación externa, estaban equipadas con paredes de vidrio transparente.

Leng Ning condujo al grupo hasta la cámara frigorífica. El cadáver número 7 fue retirado del congelador.

Leng Ning se puso los guantes y abrió el cierre de la bolsa mortuoria.

—Se llamaba Li Xiaoyun. Tenía dieciséis años.

La luz fría iluminaba el cuerpo de la chica, que tenía la piel pálida y el cabello negro extendido sobre las orejas. Por la estructura de los huesos, se podía deducir que en vida había sido muy hermosa.

—¿Está confirmado que murió ahogada? —preguntó Di Ye de pronto.

—Igual que los demás, ahogada.

—¿Nada fuera de lo común?

—Fue víctima de abuso antes de morir. Tiene grandes hematomas en la cintura, claramente provocados por golpes.

Di Ye observó los brazos de la víctima, notando marcas de pinchazos de distintas fechas.

—¿Consumía drogas?

Leng Ning repasó visualmente el cuerpo de la joven.

—Tiene marcas de aguja en los brazos, signos de envejecimiento prematuro, dientes corroídos y decolorados, atrofia muscular en las piernas y daños en el hígado. Detectamos restos de droga en su cabello. Según la velocidad de crecimiento capilar, llevaba al menos dos años consumiendo.

El ambiente se volvió tenso de inmediato.

El consumo de drogas en menores es siempre un tema delicado. A una edad en la que deberían estar en las aulas persiguiendo sueños, muchos caen en la trampa de las drogas por curiosidad o por mala influencia.

La familia, la escuela y la sociedad hacen esfuerzos por salvar a estos jóvenes perdidos, pero la droga es como un demonio invisible: una vez tocada, es difícil escapar. Algunos abandonan los estudios, otros incluso delinquen, arruinando su vida.

Zhu Yangyang, como jefe del equipo antinarcóticos, se lo tomaba muy en serio.

—¿Y por qué la familia no vino a reclamar el cuerpo?

—Era huérfana, no tiene familia —Leng Ning cerró los ojos por un momento y volvió a cubrir el cuerpo con la sábana.

—¿Entonces cómo van a investigarlo? ¿Tienen más pistas?

—Sí —respondió Leng Ning, y abrió la boca del cadáver—. Tiene fluorosis dental.

—¿Fluorosis dental? —preguntó Zhu Yangyang, confundido—. ¿Qué es eso?

—Cuando el agua potable tiene un exceso de flúor, los dientes se decoloran y se forman manchas. Eso es fluorosis dental —explicó Leng Ning.

—¿Entonces crees que vivía en un lugar con exceso de flúor en el agua?

—Así es. Si identificamos esas zonas, podremos acotar el lugar donde vivió.

—¡Eso sí es una pista útil! —Zhu Yangyang se acarició la barbilla—. De acuerdo, este caso lo tomaremos nosotros.

A Di Ye no le interesaba competir con Zhu por méritos. Estaba más enfocado en descubrir la causa del accidente del autobús, y si este caso tenía relación con otros.

Aun así, no pudo evitar picarle un poco.

—Te veo muy motivado, ¿y entonces por qué no tienes avances?

Zhu Yangyang puso mala cara.

—¡No me hables de eso, que me da coraje!

Recibieron información de que un traficante apodado “El Payaso” haría una transacción en un cine. Sus agentes se infiltraron, pero el lugar era tan oscuro que no pudieron distinguir nada. Cerca del final de la película lograron localizar al objetivo: una mujer sentada en la cuarta fila.

A mitad de la película, “El Payaso” fue al baño. Sus agentes lo siguieron. Pero justo ahí, desapareció delante de sus narices.

Cerraron el baño y revisaron a todos los que entraron. No lo encontraron.

Zhu Yangyang no entendía cómo había ocurrido, hasta que Di Ye capturó a “El Payaso” y todo se aclaró.

Resultó que el traficante era un hombre, así que había entrado al baño de hombres, mientras sus agentes vigilaban el de mujeres. Así nunca lo iban a atrapar.

—¡Maldito Di! Me hiciste quedar en ridículo. ¡Algún día te vas a tropezar!

—¿No puedes desearme algo bueno por una vez?

Zhang Xiaoman interrumpió antes de que se pelearan.

—El cuerpo del conductor del autobús está en la sala de al lado. ¿Quieren que los lleve?


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