Capítulo 14 – Julien XIII

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El 24 de mayo se cumplían cuatro días del asesinato del joven He Zhongyi.

 

Con guantes, Luo Wenzhou hojeaba un viejo álbum de fotos: se lo había quitado al taxista Chen Zhen.

 

Chen Zhen y su hermana Chen Yuan eran gemelos. Habían crecido en la zona, criados por sus abuelos. Después, la pareja de ancianos había fallecido uno tras otro; la hermana Chen Yuan había hecho los exámenes para entrar a la Universidad; sin embargo, las notas de Chen Zhen eran malas, así que simplemente había abandonado la escuela antes de tiempo y había salido a ganar dinero.

 

La chica de las fotografías era muy delicada, sonreía ampliamente en todas las imágenes, dejando ver un par de pequeños dientes caninos no muy simétricos.

 

Era lo único que había dejado. Las circunstancias de su muerte habían sido oscuras; debido a lo poco decoroso de la misma, la policía, sospechando la presencia de drogas ocultas, había registrado varias veces sus pertenencias personales. Ni el ordenador de segunda mano de Chen Yuan ni su teléfono móvil quedaron a salvo.

 

Luo Wenzhou hojeó el álbum de fotos de principio a fin, y su mirada se detuvo en unas cuantas fotografías que parecían ser recuerdos de un acto de un club universitario. En ellas había una chica que parecía muy cercana a Chen Yuan. En el reverso de las fotografías había una fecha escrita a lápiz, y una nota: “En el Club del Arte del Té con Xiao Cui; me alegro de que estuviera allí”.

 

“Xiao Cui.” Luo Wenzhou se volvió hacia el registro del móvil que había encontrado: alrededor de medio mes antes de su muerte, Chen Yuan había hecho una llamada a un usuario llamado “Cui Ying”.

 

Justo entonces, Lang Qiao llamó a la puerta de su despacho y le hizo señas, más muerta que viva. “Jefe, venga a ver al tarado. Entradas a diez yuanes cada una, te devolvemos el dinero si no es imbécil”.

El aprecio del Equipo de Investigación Criminal de la Oficina de la Ciudad de Yan por el Joven Maestro Zhang era excepcional. De cada diez frases que decía, nueve eran estupideces. Estar detenido en la Oficina de la Ciudad durante cuarenta y ocho horas había evaporado su inicialmente escaso cerebro; era difícil adivinar qué había quedado en el cascarón vacío. El nivel intelectual de las palabras que salían era profundamente impactante.

 

“‘¿Feng Niange? Nunca he oído hablar de él. No conozco a nadie con el apellido Feng. ¿Es un hombre o una mujer? ¿Por qué no me dices cómo son? Puede que me haya acostado con ellos y no recuerde el nombre”.

 

“¿Había alguien que conociera en la Mansión Chengguang la noche del día veinte? Los conocía a todos… ¿Qué? ¿Quién estaba allí? ¡Tíos policías! ¡Honorables tíos policías! Aquella noche me sirvieron medio litro de vino blanco, no sé cuántas copas de vino tinto, acompañado de medio litro de champán. ¡La Santísima Trinidad! Me fue bien si aún recordaba mi propio nombre. ¿Cómo podría decirte quiénes eran todos los que estaban allí?”.

 

“No me he peleado con nadie últimamente. Soy muy amigable. ¿Eh? ¿Golpear a la gente cuenta? Oh, entonces realmente no puedo decirlo… Así que los golpeé, ¿Qué van a hacer para vengarse de mí? ¿No saben quién soy?”

 

“Cuántas veces lo habré dicho, ese teléfono no ha sido obra mía. Sólo hago regalos a mis amistades cercanas. De todos modos, si fuera a regalarle algo a alguien, no sería un estúpido teléfono, ¿cierto? ¿A quién estás insultando?”.

 

Aparte de gastar dinero y dormir, la vida cotidiana del joven amo Zhang estaba llena de caos; los asuntos grandes y pequeños pasaban ante sus ojos como niebla, sin causarle absolutamente ningún impacto; su estado psicológico podía describirse como “libre de preocupaciones terrenales.”

 

Luo Wenzhou escuchó durante un rato y emitió una afirmación categórica sobre Zhang Donglai. Dijo: “A este niño su padre lo dejó caer de cabeza cuando era pequeño”.

 

Con toda la paciencia del mundo, Tao Ran probó todos los métodos posibles para interrogarle una y otra vez desde todos y cada uno de los ángulos, pero seguía sin poder extraer ninguna información útil de la memoria descuidadamente formateada de Zhang Donglai.

 

En un abrir y cerrar de ojos, llegó el momento. El abogado que Zhang Ting había conseguido se presentó a las puertas de la Oficina Municipal, alegando con argumentos de peso que el Equipo de Investigación Criminal tenía que liberar a Zhang Donglai.

 

“Realmente no hay nada que pueda hacer”. Tao Ran dejó escapar dos largas exhalaciones e impotente se encogió de hombros ante Luo Wenzhou.

 

Luo Wenzhou lo sopesó y levantó ligeramente la barbilla. “Las pruebas son insuficientes. Pongámosle en libertad”.

 

“¡Capitán Luo!”

 

“¡Jefe!”

 

Lang Qiao jaló a Luo Wenzhou. “Jefe, ayer cuando la madre de He Zhongyi gritaba desde la calle, algunos entrometidos la filmaron. Ahora hay un montón de gente que piensa que no hay humo sin fuego y están esperando a ver la piel volando. Si lo sueltas así, ¿cómo se verá cuando salga?”.

 

“Podemos liberar a Zhang Donglai.” Tao Ran lo pensó y luego propuso: “Según la hora de la muerte de la víctima y su último paradero conocido, su coartada está bastante clara…”

 

“No, no menciones nada de eso por ahora. Limítate a decir que las pruebas son insuficientes”, dijo Luo Wenzhou, interrumpiendolo. “No anuncies los detalles de la investigación. Libéralo”.

 

Al oír esta decisión arbitraria, Lang Qiao no pudo evitar decir: “Jefe, ¿ha sido contagiado por Zhang Donglai? Si puede contagiarte a través de una ventana, su deficiencia mental debe ser una enfermedad infecciosa de gran virulencia.”

 

Luo Wenzhou le dio un golpe en la nuca. “Qué simplista eres. Cuidado con que no te salgan arrugas de la risa”.

 

Mientras tanto, Tao Ran murmuró en voz baja para sí mismo por un momento, y luego dijo pensativo: “Estás pensando…”

 

“Correcto, a partir de ahora, no se permite a nadie revelar ningún detalle sobre el curso de esta investigación. Diles ‘las pruebas son insuficientes, sin comentarios, actualmente estamos investigando de nuevo todas las relaciones de la víctima desde su niñez’”. Luo Wenzhou asintió a Tao Ran, y luego dijo con firmeza: “Esto es una medida disciplinaria. Si hay fugas, me ocuparé de ello. Dispérsense”.

 

Un pequeño trabajador temporal se había encontrado con una muerte inusual, el sobrino del Director General de la Oficina de la Ciudad era sospechoso de asesinato, y había sido rápidamente puesto en libertad debido a la “insuficiencia de pruebas” 𑁋esta noticia era aún más explosiva de lo que Lang Qiao y los demás habían temido. Antes de que finalizaran los procedimientos para liberar a Zhang Donglai, todo tipo de medios impresos y digitales ya estaban vigilando las puertas de la Oficina Municipal.

 

Los teléfonos del Departamento de Investigación Criminal eran como una línea directa, sonando uno tras otro, oleada tras oleada. Incluso el director Lu, sustituto del director Zhang, se alarmó y llamó a Luo Wenzhou para interrogarlo.

 

El director Lu miró por la ventana a la gente que se agolpaba fuera de la recepción. Con una expresión bastante grave, preguntó a Luo Wenzhou: “¿Estás seguro de que puedes manejarlo?”.

 

Luo Wenzhou sonrió sin la menor preocupación. “Estoy trabajando, ¿y tú sigues preocupado?”.

 

El director Lu puso los ojos en blanco. “Cuándo quieres soltar un poco de hilo para pescar, tienes que tener cuidado de que no se te escape. 𑁋Los altos cargos de la ciudad seguro que nos presionan durante los próximos días. Yo los retendré por ti, y tú puedes hacer lo que creas conveniente”.

 

“Gracias, Tío Lu.” Luo Wenzhou pensó, luego bajó un poco la voz. “También puedes relajarte respecto a Wang Hongliang. La gente no se ha fijado en él en los últimos años. No creo que nadie pueda borrar el cielo con una mano”.

 

El director Lu apretó los labios y se puso serio, mirándolo. “Mientras puedas comprobar que el contenido de ese informe es cierto, no importa lo extensa que sea su red ni quién le proteja. Mientras Lao Zhang y yo sigamos aquí, podremos encargarnos de él. 𑁋Y tú ten cuidado, ¿me escuchaste?”.

Luo Wenzhou bajó las escaleras justo a tiempo para encontrarse de frente con el “grupo de familiares y amigos” de Zhang Donglai.

 

Para minimizar el impacto social, la familia Zhang no había enviado a su gente a recogerlo; sólo habían hecho que Zhang Ting diera la cara, queriendo pasar lo más desapercibidos posible.

 

Pero, inesperadamente, las cosas resultaron contrarias a sus deseos. Los hijos son una obligación: La multitud de compañeros de mala reputación de Zhang Donglai se había enterado de alguna manera; no queriendo otra cosa que ver el mundo sumido en caos, corrieron en grupo hacia la Oficina Municipal. Varios coches de lujo aparcaron a las puertas de la Oficina Municipal y varios hombres y mujeres jóvenes magníficamente vestidos hicieron brillantes apariciones, aunque no estaba claro si habían venido a montar el escenario o a hacer el ridículo.

 

El abogado se arremangó y entró primero para recoger a Zhang Donglai, mientras que Zhao Haochang no se movió del lado de Zhang Ting: entre la multitud de amigos buenos para nada de Zhang Donglai, la joven pareja destacaba, refrescante y refinada, sencilla y honesta.

 

Por supuesto, Fei Du también estaba presente, aunque esta vez había venido como un simple observador externo y se encontraba discretamente detrás de Zhang Ting. Cuando Luo Wenzhou lo vio, llevaba puesta su vestimenta de bestia con ropa humana, con los auriculares pegados a las orejas, completamente absorto jugando con una PSP de modelo muy antiguo.

 

Luo Wenzhou había tenido la intención de agrupar a las fuerzas del mal y echarlas fuera, pero cuando su mirada se posó en la vieja máquina de juegos rayada de Fei Du, su expresión se relajó repentinamente. En un hecho sin precedentes, no abrió la boca para iniciar una pelea; casi con suavidad y tranquilidad, se aproximó a Fei Du, respirando hondo para prepararse mentalmente: aunque viera al mocoso jugando a algún violento y sangriento juego de asalto, había decidido que mantendría su estabilidad emocional.

Pero después de pasar tanto tiempo preparándose, cuando miró la pantalla de la vieja máquina de juegos de Fei Du, vio una multitud de “lámparas de ojos grandes” encantadoramente ingenuas corriendo alrededor: este dominante director general estaba jugando con entusiasmo al Patapon.

Luo Wenzhou: “…”

 

Mientras Fei Du superaba todas las dificultades en su camino hacia la victoria, Zhang Donglai por fin salió airoso. Antes incluso de haber salido de la comisaría, ya estaba fuera de sí por la alegría y proclamó en voz alta: “Todos los que están hoy aquí son mis hermanos que han pasado por la vida y la muerte conmigo. Si en el futuro necesitan algo, sólo tienen que decirlo. Yo, su hermano, seré atravesado desde ambos lados por cuchillos por ustedes, ¡atravesado hasta que me convierta en un bloque para cuchillos!”.

 

Luo Wenzhou se contuvo hasta que obtuvo un “Game Over”, entonces habló suavemente: “Siempre me ha dejado un poco perplejo por qué te juntas con Zhang Donglai y los de su calaña”.

 

Fei Du le lanzó una mirada y se metió tranquilamente la máquina de juegos en el bolsillo. “Porque creo que vive de forma especialmente filosófica”.

 

Luo Wenzhou fue incapaz de distinguir si estas palabras tenían una connotación positiva o negativa.

 

Fei Du hizo un gesto con la mano a Zhang Donglai, que corría hacia él, se volvió para dedicar a Luo Wenzhou una sonrisa artificial y luego fue a hablar con Tao Ran.

 

La multitud de jóvenes maestros se pavoneaba fuera de la Oficina de la Ciudad; incluso pensando con la uña del pie, se podía imaginar cómo esto entusiasmaba a los medios de comunicación que acechaban fuera.

 

Lang Qiao parecía haber visto los temas más populares de la semana siguiente. No pudo resistirse a taparse los ojos con la mano y decirle en voz baja a Tao Ran: “No puedo mirar”.

 

“Entonces no mires”, dijo Tao Ran. “Ponte a trabajar”.

 

Cuando los jóvenes maestros recién salían por las puertas, sin previo aviso una figura irrumpió de repente entre el grupo de amigos y parientes de Zhang Donglai.

 

Era pequeña y delgada, con el pelo marchito y amarillo. Era la madre de He Zhongyi.

 

Los principales vagabundos miraron con perplejidad impotente a esta mujer cómicamente vestida. Alguien dijo en voz baja: “¿Quién es esa?”.

 

Los ojos de la madre de He Zhongyi estaban secos e inyectados en sangre; examinaron los rostros de estas personas. Sus labios temblaron violentamente, y una voz tan indistinta como la de un gatito salió de su garganta: “¿Quién mató a mi hijo?”

 

Su pronunciación era confusa y su acento muy marcado. Sólo cuando lo repitió tres o cuatro veces entendieron lo que decía.

 

La expresión de Zhang Donglai se hundió ligeramente. Con cierta pesadumbre, dijo: “¿Quién sabe? En cualquier caso, no he sido yo”.

 

Luego bajó la mirada, evitó el contacto visual con la mujer y empezó a alejarse, esquivándola. Su grupo de amigos y familiares le siguió de cerca, dividiéndose en dos mitades como si estuvieran evitando la peste, manteniéndose lo más alejados posible de la mujer.

 

“¿Está esa mujer medio loca?”.

 

” Silencio, da un poco de pena”.

 

“¿Y estar encerrado en un cuarto pequeño y oscuro sin ninguna razón terrenal no es triste?”.

 

” Te lo digo, estoy casi al nivel de Dou E, ni siquiera conocía a su hijo…”

La mujer se quedó quieta en su sitio, mirando confusamente a la gente que pasaba a su lado sin tocarla. “¿Quién mató a mi hijo? Ustedes… todos ustedes, no pueden irse…”

 

Al ver que esa multitud de gente estaba a punto de alejarse delante de sus ojos, la mujer entró en pánico, arañando salvajemente el aire, atrapando accidentalmente el pelo de una chica.

 

La chica gritó como si le hubieran pisado la cola, se recogió el pelo y se lo sujetó delante del pecho. Se apartó de un salto y se escondió detrás de una amiga. Un joven que estaba a su lado se acercó instintivamente para bloquear a la mujer. “¡Qué haces! ¿Estás loca?”

 

La mujer chocó contra su sólido brazo y cayó al suelo, chocando con Fei Du, que venía detrás.

 

Fei Du se estaba despidiendo de Tao Ran. Al ser golpeado inesperadamente, se sorprendió y dio medio paso atrás.

 

Antes de que pudiera reaccionar, extendió una mano como la garra de una gallina y agarró con desesperación el costoso pantalón de Fei Du como si se aferrara a su última esperanza. Una y otra vez, decía: “¡No puedes irte, no puedes irte! Me debes una respuesta… No puedes irte…”.

 

Unos cuantos policías se acercaron queriendo sacarla de allí, y el joven que la había derribado se acercó también, frunciendo el ceño. “Maestro Fei…”

 

Injustamente agarrado, Fei Du frunció el ceño mientras miraba a la mujer que se aferraba a él, y luego le palmeó torpemente el hombro. “¿Quieres levantarte?”

 

Súbitamente, la mujer levantó la vista y su mirada se clavó en la de Fei Du. Estaba sollozando y las lágrimas le corrían por la cara. Su aspecto no era muy digno, el dolor la había convertido en un montón de lodo.

 

Fei Du se congeló repentinamente, viendo a otra persona en sus ojos.

 

Se inclinó, agarró suavemente los hombros de la mujer y la levantó. Hizo un gesto con la mano hacia Zhong Donglai y los demás. ” Ustedes adelantense”.


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