Cuando crucé la cabina de primera clase y abrí la puerta entre las instalaciones de conveniencia, las miradas se centraron en mí. Algunas personas me miraron abiertamente, otras incluso silbaron.
Era gracioso ver esas miradas que se derramaban en mi con solo un poco de maquillaje y que mi ropa fuera diferente. Si estuviera con el aspecto de siempre de Eris ni siquiera me mirarían de esa forma.
Crucé el pasillo tratando de no enojarme.
Al avanzar al siguiente compartimento, las miradas aún estaban puestas en mí, incluso hubo personas que de manera descarada trataron de tocarme, pero con ingeniosos movimientos los evite para pasar de largo.
Uno de ellos me miró y le susurró al hombre que estaba a su lado. El hombre que estaba escuchando asintió, pasó a mi lado y se dirigió al compartimento trasero.
De manera instintiva, supe que eran las personas que el marqués había plantado. Mi corazón se sentía ansioso por lo que avance de manera más rápida y el hombre que susurró antes se puso de pie para comenzar a seguirme. Mis manos estaban sudorosas y con voz baja, de manera que pareciera una expresión casual comencé a susurrar.
—Anakin uno de los cómplices va al compartimento de primera clase, dile que me estoy lavando y apresúrate a llegar al compartimento de segunda clase.
Anakin podía escucharme, pero yo no, así que no estaba del todo segura de que me hubiera escuchado de manera correcta. Por si acaso no dejé de caminar ya que confiaba en que me escuchó y aunque abrí la puerta de la cabina de segunda clase, el hombre todavía me perseguía.
Tenía prisa, por que parecía que estaba por agarrarme y darme la vuelta ¿Ya viene Anakin? Si ese era el caso ¿En dónde vendría? Nuestros pasos resonaron en la cabina.
Los pasos del hombre se acercaban cada vez más a mí y mi cabeza comenzaba a dar vueltas.
Abrí apresuradamente la puerta de cualquier habitación. Fue imprudente, pero no lo pude evitar, sea quien sea el que esté adentro, es mejor que ser atrapada por los hombres del marqués.
Cuando abrí la puerta, de manera sorprendente fue Anakin quien me veía a los ojos.
Debió de haber venido corriendo, ya que respiraba un poco agitado y por fortuna el propietario de esa habitación parecía estar en otro lugar ya que estaba vacío.
De manera apresurada le susurré.
—¡Bésame!
—¿Qué?
—Solo pretende que lo estás haciendo. Vamos.
Tan pronto como terminé de hablar, tiré del cuello de Anakin y envolví mis brazos en su cuello, Anakin me ayudó al colocar sus brazos alrededor de mi cintura.
Tenía mi cabeza inclinada y mis labios ligeramente abiertos. Pero no me besó, así que moví mi propia boca para fingir que lo besaba. Para ser honesta estaba un poco avergonzada por lo que no pude besarlo, además de que no quería obligarlo.
En vez de juntar nuestros labios nos miramos. A una distancia tan cercana que podríamos tocarnos en cualquier momento, nuestras respiraciones comenzaron a mezclarse. Anakin levantó uno de los brazos que sujetaban mi cintura y con cuidado colocó su mano en la parte posterior de mi cabeza. Paso a paso entré por completo a la cabina y Anakin retrocedió para adaptarse a mí.
Hasta ese momento, pensé que el color de los ojos de Anakin eran marrones, pero al verlo de cerca, pude ver que eran más claros y brillantes. Era un color sutil que cambiaba según la luz.
Anakin hizo unos ruidos incómodos mientras yo estaba inmersa en el color de sus ojos. Me pareció lindo y tuve que morder mis labios para contener la risa.
Escuché al hombre que chasqueo la lengua detrás de mí y Anakin cerró lentamente la puerta del compartimento.
Cuando la puerta se cerró me alejé de él.
—¿Ese tipo ya se ha ido?
—…Sí, ahora puedo escucharlo sentarse en una de las sillas.
Suspire.
—Se acabó. Lamento haberte pedido que me besaras de repente ¿Hice que te disgustaras?
—No, no lo hizo —respondió con ese rostro inocente.
Estoy loca, no importa cuán urgente sea, hay cosas que se deben y no deben de hacer. Le dije algo mientras abría la puerta de la cabina.
—No tienes que obedecer una orden si no quieres. Esto no tiene nada que ver con protegerme.
Para ser honesta, me sentí un poco molesta, pero de todos modos iba a desaparecer pronto. Pude decirle a Anakin que simplemente arrojara a ese hombre por la ventana. Además, pronto nos iríamos, y la razón por la que envolví mis brazos alrededor del cuello de Anakin fue porque…solo quería obtener una pequeña confirmación.
Él era mi gente, que me miraba de una forma diferente a los demás, que me respetaba.
…No estaba disgustada con Anakin, sino conmigo misma por el hecho de que estuve tan tranquila al saber que en un principio solo lo traje conmigo por puro interés propio.
Eso era muy desagradable. Estaba tratando de evaluarlo y probarlo a mi manera.
No debería de permitir que los otros hicieran algo tan ofensivo cuando yo fui atacada, pero el corazón era demasiado egoísta.
—De ahora en adelante si es por un motivo personal, puedes rehusarte. Di que no y…si hago algo que te lastime…no me perdones.
Puede que en ese momento no sea tan egoísta, pero en el futuro, podría obligarlo a hacer más cosas que solo esto.
No puede rechazarme, pero al menos espero que no haga ningún esfuerzo por intentar entenderme. Solo haré cosas malas en el futuro y él tendrá que ensuciarse las manos por mi culpa.
Anakin asintió en silencio y suspire en el fondo de mi corazón antes de salir al pasillo.
Frente a la puerta de Heebris, golpee ligeramente ambas mejillas para prepararme. No quería mostrar ni una debilidad. Llamé suavemente la puerta y entré antes de que pudiera dar una respuesta.
Heebris se puso de pie y comenzó a mirarme de una forma estúpida. Estaba sorprendido al verme, por lo que me reí y cerré la puerta.
Tenía mucho que decirle antes de bajar juntos del tren.
—¿Qué?… Ese atuendo…¿Qué es eso?
—¿Es mi ropa más importante que la razón por la que he venido?
Solo en ese momento pensó que algo era extraño y cerró la boca para limitarse a mirarme.
Me senté frente a él y crucé las piernas.
—De todos modos, me bajaré pronto, pero me duelen los pies así que me sentaré ¿Le parece bien?
—… ¿Bajarse pronto?
—Quiero conocer al padre Prometheus. Por favor llévame con él.
—¿Lady Mizerian no iba a Randol?
¿Cómo diablos sabía Heebris eso? Era la vida privada de Eris. Estaba bastante sorprendida, pero traté de actuar de la manera más calmada.
—Por fuera así es. Es problemático si se sabe que me encontraré con el padre Prometehus ¿No es por eso que le estoy pidiendo de favor que me ayude a llevarme con él?
Es por eso que estaba disfrazada. Para evitar que me siguieran.
—Y es el Sumo Sacerdote quien va a completar mi disfraz.
Se escuchó el sonido de un cuerno.
Pronto, un empleado de la estación tocó el timbre mientras caminaba por el pasillo. Era una señal de que habían llegado a la provincia de Bonitao. Naturalmente me puse de pie para colocar mis brazos alrededor del brazo de Heebris.
—Por favor, sé un sacerdote sin escrúpulos que me ilumina de ese lado oscuro.
Antes de que Heebris pudiera decir algo, salí con él apresuradamente por la puerta. Algunos nobles que lo reconocieron miraron a Heebris y luego a mí. Sus miradas estaban llenas de desprecio.
Heebris estaba avergonzado y trató de quitar su brazo, pero no pudo ya que lo sujete firmemente. Cuando bajamos de manera segura del tren y salimos de la estación para subirnos a un carruaje. El cochero nos miró cómo si fuéramos las personas sin escrúpulos más grandes del mundo, pero incluso si le explicara que yo no era una prostituta no me creería.
Incluso cuando Anakin se acercó para subirse al carruaje, el cochero me miró con lástima y me entregó una zanahoria. Me dijo que la sacudiera en caso de que deseara huir.
No sé qué es lo que estaba imaginando el cochero, pero no era algo que fuera a pasar.
La región de Bonitao solo tenía campos y bosques, por lo que era extraño que se construyera una estación del tren mágico en ese lugar.
Me senté en el carruaje y mastiqué la zanahoria mientras miraba el interminable campo de trigo. Al ver a Heebris que me miraba fijamente le pregunté.
—¿Qué es lo que miras con tanta atención?
—No, eso es…en estos días parece que no te has estado autolesionando.
Esta vez lo miré asombrada por su respuesta. Sonreí y le pregunté.
—¿Puedes ver eso? Que divertido.
—Eso es porque los extremos en tu alma estaban partidos y desgarrados.
—¿Qué tan rasgado está? ¿Se cae en pedazos?
—La primera vez que nos conocimos estaban a mitad del camino… pero ahora están unidos de nuevo.
—¡Ah! eso no debería de ser así… ¿Tendré que romperla de nuevo?
Heebris sostuvo mi mano con asombro ante mis palabras. Al mismo tiempo Anakin sacó un cuchillo de la mitad del largo que su espada y lo sostuvo contra el cuello de Heebris.
No le dije a Anakin que guardará el arma.
—¿Por qué no? ¿Es porque es la vida que me dio Dios?
—No, no, no Lady Mizerian.
—¿Por qué mi existencia en sí es preciosa?… ¿Qué tiene de preciosa mi existencia?
Cuando interrumpí a Heebris y le pregunté él vaciló. Por supuesto que no podía darme una respuesta.
Él no estaba interesado en mí. El Sumo Sacerdote solo dijo que no muriera porque era algo que no le gustaba.
—Es solo que no quieres escuchar que alguien que conoces está muerto ¿Verdad? ¿Tienes miedo de que me moleste contigo? Si me hubiera ayudado, podría aferrarme a esta vida ¿Es algo como eso?
Al ver a Heebris pude ver que estaba en lo correcto. Estaba empezando a mirarme y de alguna manera eso fue refrescante.
Un hipócrita que finge ser amable.
De hecho, finge saberlo porque tiene miedo de que lo critiquen porque no le interesa. Luego, cuando la otra persona cruzó la línea mientras ansiaba afecto, él trazó una línea con un rostro serio.
También es descarado en un tema que te empuja a cruzar la línea.
La Eris original colapsó así.
Cuando Eris se dio cuenta de la existencia de su medio hermano, rápidamente acudió a Heebris ya que no tenía con quien más ir.
Que agradable debió ser para ella saber que tenía un hermano de sangre. Pero ese hermano, en el que Eris confiaba, se enamoró de la mujer que más odiaba y que estaba dispuesto a cortar lazos con ella si es que lastimaba a Helena.
Si me preguntan si estoy defendiendo a la Eris original, no sabría qué decir. Pero si pensaba hacer las cosas de esa manera, él pudo cortar los lazos con Eris antes de que intentara ir con él.
Pero Heebris no lo hizo.
A pesar de que sabía que Eris odiaba a Helena, guardó silencio. Todo para ayudar a Helena, escuchando los planes de Eris a escondidas.
Era tan evidente que se trataba de una traición.
—Confío en que no va a arrepentirse, Lady Mizerian.
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Gracias por la ayuda, Hikari~.

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