Capítulo 3: Alojándose en una aldea

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Li Hentian pensó que tendría que estar en guardia máxima frente a Li Luo y convivir con extrema cautela para no ser descubierto; sin embargo, los hechos demostraron que sus preocupaciones eran superfluas.

Después del desayuno, alguien vino a buscarlo. No sabía si a Li Luo le había remordido la conciencia, considerando que ayer se lo cogió hasta dejarlo inconsciente varias veces, pero mientras los demás montaban a caballo, él fue el único que viajó en un carruaje.

La relación con Li Luo no era tan terrible como imaginaba. Delante de los extraños, Li Luo no lo llamaba por su nombre completo. Aunque su actitud era fría y no se podía considerar respetuosa, Li Hentian aun así escuchó a Li Luo llamarlo “padre”.

Li Hentian no sabía a dónde iban; solo sabía que viajaban sin descanso. Por las noches descansaban en posadas o aldeas, y a veces a la intemperie. Li Luo no llevaba mucha gente, solo una docena; su vestimenta también era muy casual. Solo cuando no había nadie más se notaba la distinción entre amo y sirvientes; la mayor parte del tiempo, viajaban con la cabeza baja y sin decir una palabra.

En el camino, este tipo de grupos no eran raros, por lo que no llamaron la atención de nadie.

En el octavo día de Li Hentian en este mundo, aparte de comer y dormir, nadie le prestaba atención y Li Luo no volvió a buscarle problemas. No sabía si este cuerpo ya estaba habituado a ese tipo de cosas, pero aunque caminar le costaba trabajo debido a la cogida, no estaba herido. Fue solo cuando le dio diarrea que recordó que las cosas que le habían disparado dentro no debían quedarse en el cuerpo…

Más tarde, encontró un frasco de ungüento en el paquete de Li Hentian. Probó aplicarse un poco y, como era de esperarse, la crema era para bajar la hinchazón. Parecía que Li Hentian estaba acostumbrado desde hacía mucho a hacer ese tipo de cosas con Li Luo, y también estaba habituado a su maltrato, al punto de tener medicina preparada.

En resumen, los primeros días de Li Hentian no fueron buenos e incluso tuvo algo de fiebre baja, pero se recuperó después de dormir un poco. Por suerte, durante este tiempo Li Luo no quiso volver a hacerlo con él; por las noches, dormían separados.

Li Hentian quiso preguntar varias veces a las personas de su entorno sobre este cuerpo, pero al ver esas caras de los guardias, que llevaban la misma máscara gélida que Li Luo, tuvo que abandonar la idea. Sin embargo, como había estado sano y salvo todos estos días, parecía que no había revelado ninguna grieta en su actuación.

Li Hentian apartó la cortina de la ventana y miró el cielo; ese color amarillento significaba que el día estaba a punto de ser reemplazado por la noche, solo que…

El paisaje alrededor no había cambiado en los últimos días; aparte de árboles, solo había más árboles. Parecía que esta noche tendrían que dormir a la intemperie otra vez. A Li Hentian no le importaba mucho, ya que él permanecía en el carruaje, pero los guardias lo pasarían mal. Sin tiendas de campaña, tendrían que exponerse a la noche, alimentando a los insectos, y sin poder dormir tranquilos, además de tener que rotar turnos de vigilancia…

Justo cuando Li Hentian suspiraba por ellos, un grito de “¡Informe!” interrumpió sus pensamientos, y el grupo que avanzaba se detuvo.

Durante días, lo único que Li Hentian había escuchado era el sonido de los cascos de los caballos y el rodar de las ruedas. Cuando este grupo avanzaba, siempre había un silencio espeluznante; nadie hablaba, e incluso el sonido de la respiración era tan leve que apenas se oía.

Li Hentian escuchó una voz masculina grave informar que había una pequeña aldea no muy lejos. Inmediatamente después, escuchó la voz tan particular de Li Luo: esta noche se alojarían en esa aldea.

Entraron en la aldea bajo la luz dorada del atardecer. A esa hora, el humo de las cocinas se elevaba en cada hogar. Li Hentian olió el aroma de la comida desde la entrada del pueblo, y su estómago rugió en respuesta a la situación.

Una vez que el carruaje se detuvo, Li Hentian bajó con ayuda de alguien, como de costumbre. Echó un vistazo natural a su alrededor: era una aldea pequeña y común, con casas de piedra y caminos de tierra. En las paredes colgaban maíz y chiles secos. La gente estaba ocupada y, ocasionalmente, veía a alguien salir de las casas. Esta escena no podría ser más natural; sin embargo, Li Hentian sintió que algo no encajaba…

¿Qué era exactamente lo que estaba mal?

El hombre frunció el ceño y se quedó quieto en su lugar, incapaz de entenderlo por mucho que pensara. Justo cuando la respuesta estaba a punto de salir, sintió un dolor repentino en la rodilla; Li Hentian se tambaleó y casi cae de rodillas ahí mismo…

Miró atónito la pequeña piedra que rebotó en el suelo. Justo cuando quería buscar al bromista, se encontró con la mirada indiferente de Li Luo. Luego, este pasó rozando su hombro y entró en la casa que tenían enfrente.

Li Hentian sonrió con amargura; temía que su aturdimiento de hace un momento hubiera molestado a la vista de Li Luo otra vez.

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