Capítulo 37

Arco | Volúmen:

Estado Edición:

Editado

Ajustes de Lectura:

TAMAÑO:
FUENTE:

Shen Luyang no sabía cuándo se había quedado dormido; cuando volvió a abrir los ojos, afuera ya brillaba el sol.

Las cortinas del cuarto de invitados no estaban del todo corridas; la luz cálida se filtraba en haces, caía sobre la cama y la calentaba agradablemente.

Se frotó los ojos, esperó unos segundos antes de incorporarse y bostezó perezosamente.

A mitad de bostezo, de pronto se dio cuenta de que ayer se había quedado dormido en el sofá… Diciendo “mi cabeza pesa, no quiero aplastarte”, y luego, en cuanto giró la cabeza, se durmió sobre las piernas de alguien.

¡Muy bien, Shen Luyang! ¡De verdad eres firme con tu línea de conducta de scum man, inamovible! ¡Abusas sin escrúpulos de lo amable que es el profe Xie!

Mientras se vestía, Shen Luyang se reprochaba dolorosamente a sí mismo, pero en el fondo intuía con mucha claridad que la próxima vez también se atrevería.

Nada más salir del dormitorio, vio que Xie Wei Han ya estaba, con una disciplina admirable, sentado en el sillón individual frente al ventanal del salón. Sostenía con naturalidad una taza de café entre los dedos, y en las manos tenía un libro muy parecido al que había roto la noche anterior, sin saber desde cuándo lo estaba leyendo.

Llevaba un chaleco de traje oscuro y una camisa de tono igualmente sombrío que remarcaba unas proporciones excelentes de hombros y cuello; el pantalón de vestir envolvía sus largas piernas cruzadas. Cada línea que su cuerpo perfecto dibujaba bajo la ropa era de una elegancia y sensualidad increíbles.

A medida que los recuerdos de la noche anterior volvían a él, la mirada de Shen Luyang se posó sin control en esos dedos largos que sostenían el libro, luego recorrió de arriba abajo todo su cuerpo, y se le secó la boca a primera hora de la mañana.

Para disimular, se rascó la oreja y lo saludó por iniciativa propia:

—Profe Xie, buenos días.

Xie Wei Han alzó la vista. La luz dorada del sol se dispersaba sobre sus largas pestañas; hasta en el negro de sus ojos flotaba un halo de brillo. Su mirada suave se detuvo en el pelo despeinado de Shen Luyang y en la comisura de los labios se dibujó una sonrisa leve:

—¿No dormiste bien?

Aquella escena, hermosa como un cuadro, le dio de lleno en el corazón. Cada emoción que Shen Luyang tenía en su interior se transformó, al ver la cara del otro, en “disfrutar de algo hermoso”. Lo miró sin apartar los ojos y sonrió más radiante que el sol:

—Dormí súper bien, ni siquiera soñé nada. ¿Ayer me quedé dormido en el sofá?

—Ajá —la voz de Xie Wei Han era grave y cálida, pero en el rabillo del ojo se curvaba un arco de sonrisa complacida—. Anoche te esforzaste mucho, cuidándome tanto tiempo.

En el acto, Shen Luyang recordó de qué manera lo había “cuidado”, y su corazón pasó de estar “lleno de sol” a quedar “lleno de recuerdos sabrosos”.

Apartó la mirada de las marcas de la clavícula ocultas bajo la camisa de Xie Wei Han y, con pensamientos nada sanos en la cabeza, se fue a toda prisa hacia un lado, agitando la mano para disimular:

—Voy a lavarme, profe Xie.

La intención de huir en desbandada era bastante obvia.

Xie Wei Han retiró la mirada y la dirigió a la calle tras la ventana. Sus dedos acariciaron suavemente la página del libro; al cabo de un rato, de su garganta brotó una risa baja de significado indescifrable.

Como un piano de timbre profundo, el sonido se fue fundiendo poco a poco con el aire suave de la mañana.

Esta vez, al venir, Shen Luyang descubrió que en la casa había algunas cosas que antes no estaban: juegos de aseo dental para dos, una toalla de más, unas pantuflas de su talla…

Pequeños detalles insignificantes, preparados para una persona que ni siquiera se sabía si volvería.

Shen Luyang siempre había sido bastante despreocupado, pero mientras más casual era su carácter, menos podía defenderse de la delicadeza de Xie Wei Han en los detalles.

Ese tipo de ternura que no necesita palabras dulces, que deposita el cariño en lugares inadvertidos, esperando en silencio y con paciencia a que tú lo descubras, era como un sueño pacientemente tejido solo para una persona. Aunque algún día hubiera que abrir los ojos, la realidad frente a ellos seguiría pareciéndose a ese sueño.

Shen Luyang no tenía defensa alguna; en ese momento se sonreía un poco tonto frente al espejo, y sentía que a su alrededor todo estaba tan bonito que crecían pequeñas flores.

Esta vida, tan llena y con sorpresas en cada rincón, era como una película… y resultaba que sí existía de verdad.

Aunque era sábado, tanto Shen Luyang como Xie Wei Han tenían que ir a trabajar.

En las dos primeras horas de la mañana había miniprueba de matemáticas y física, y en la tercera y cuarta les tocaba a ellos dar clase para revisar los exámenes.

La vida amarga de los estudiantes de secundaria se vivía así: solo tenían libre la tarde del domingo; por la noche tenían que volver para el autoestudio.

Y, de paso, los profesores también tenían que hacer horas extra con ellos.

Como Shen Luyang era perezoso y no quería conducir, volvió a aprovechar el coche de Xie Wei Han para ir a la escuela.

Esta vez no se toparon con Shi Fan ni Fang Yi; los dos llegaron sin tropiezos a la sala de profesores.

Nada más entrar, oyeron a Gong Wanjun diciendo:

—¿El profe Shi no estará con Mercurio retrógrado estos días? Este es un amuleto que pedí en mi pueblo, suele ser muy eficaz. Póntelo tú unos días.

Shi Fan sonrió pálido:

—No hace falta, póntelo tú.

Aunque se lo veía débil, parecía de buen humor; incluso hablaba más de lo habitual:

—No sé por qué, pero desde que me desperté en el hospital ayer, siento todo como muy ligero, como si ya no me fuera a herir de repente sin motivo.

Shen Luyang quería observar a Xie Wei Han sin que se notara, pero todavía no había movido el cuello cuando su mirada ya había sido descubierta.

El otro le sonrió apenas; no admitió nada, pero tampoco lo negó.

Shen Luyang, oportuno, demostró su preocupación por el profe Shi repartiéndole un poco de sus snacks. Solo después de volver a su lugar se puso seriamente a ordenar las causas y consecuencias de todo aquello.

El origen había sido que Shi Fan sintió afecto, y Xie Wei Han entró en fase de susceptibilidad… pero ahí había un bug. Cuando el sistema lo detectó, los dos estaban tan lejos que uno estaba en su casa y el otro en el hospital.

Tan tarde no era propio del sistema.

A menos que Xie Wei Han hubiera sido capaz de controlar por la fuerza sus emociones y la fase de susceptibilidad, esperando a llegar a casa para dejarse llevar y así pasar desapercibido para el sistema…

Shen Luyang pegó un grito mental.

Eso era… demasiado fuerte.

¡No en vano es el profe Xie!

Lo que vino después era fácil de explicar.

Las normas básicas del sistema eran “castigar a quien haya dañado al protagonista gong”. Por eso, sobre Shen Luyang pesaba el castigo de “no poder tocar a Xie Wei Han”.

Pero, cuando Xie Wei Han perdía el control, según la configuración del sistema, tenía que ser él quien lo ayudara.

“Prohibido tocar a Xie Wei Han” y “tienes que resolver la fase de susceptibilidad de Xie Wei Han”, dos órdenes totalmente opuestas chocando; estaba claro que eso iba a bloquear el sistema hasta dejarlo colgado.

Sin las restricciones del sistema, el “síndrome de Estocolmo” de Shi Fan hacia Xie Wei Han desaparecía también, de ahí que se sintiera tan relajado.

Pero esa relajación solo era temporal, porque la línea del mundo de «Amor Perdido PS» seguía ejerciendo influencia, y quién sabía qué evento podría disparar una subida de la oscuridad de Xie Wei Han hasta hacer coincidir la línea del mundo.

Ahora, sin la ayuda del sistema, por un lado Shen Luyang no tenía que sufrir el castigo, pero por otro caía en una posición pasiva respecto al avance de la trama.

Da igual. Shen Luyang, budista, se sirvió un vaso de agua: cuando llegue el soldado, se le planta el muro, cuando llegue el agua, se le echa tierra. Si el sistema lo había elegido, sería porque había una gran probabilidad de que lograra la misión.

En vez de preocuparse por cosas innecesarias, mejor resolver dos problemas más de física. A ver si en la evaluación de fin de año le daban algún premio…

—¿Se han enterado? —Gong Wanjun se preparó una leche, tomó un sorbo—. El mes que viene es el vigésimo aniversario del instituto, van a hacer una gala y quieren que profesores y alumnos actúen juntos.

Shen Luyang levantó la cabeza, interesado, y soltó un “guau”:

—¿Y qué hay que hacer? ¿Dan premios?

Su impresión de las galas escolares se había quedado en su tercer año de bachillerato, en el mitin de los cien días antes del gaokao.

El orden era más o menos: un alumno representante daba un discurso, luego ponían un vídeo motivacional, entregaban certificados a los mejores alumnos, después salían algunos que habían entrado en universidades de renombre con vídeos de ánimo, luego el representante de los alumnos dirigía el juramento, por último el líder de la escuela hacía un resumen y se disolvía la reunión.

Por lo que sonaba, la gala del Lanchiang N.º 5 era muy moderna: ¿hasta tenían presentaciones artísticas?

¿Sería un coro del “atardecer dorado”? Algo tipo “tú y yo un solo corazón, viviendo juntos en el pueblo de Lanchiang”, cosas así…

Pero lo que dijo a continuación Gong Wanjun le actualizó el concepto y despertó con éxito su interés.

—Claro que dan premios. Los que ganan el primer premio seguro que tienen puntos extra para el título de docente excelente en la evaluación de fin de curso —dijo Gong Wanjun.

Ella había aprendido ballet de pequeña; en cada gala la sacaban a ella, porque entre los profesores no había muchos que quisieran salir a exponerse delante de los alumnos.

—Cada grupo tiene que presentar un número; puede ser grupal o individual. ¿Hay algún profesor que quiera salir conmigo? —bromeó—. Si no, voy sola.

Shen Luyang, cuando había algo bueno, no se olvidaba del profe Xie. Al oírlo, se estiró en la silla, se inclinó hacia él y apoyó la barbilla en su mesa con entusiasmo, mirándolo con los ojos muy brillantes:

—Profe Xie, ¿usted va a ir?

Xie Wei Han no pudo evitar reír un poco; lo miró con interés:

—¿Y qué voy a hacer yo allí?

—Ser docente excelente, claro —Shen Luyang le dio un golpecito con el dedo en el dorso de la mano, dejándole un caramelo de leche, y preguntó en tono misterioso—: ¿No quiere competir? ¡La paga de fin de año!

Xie Wei Han arqueó una ceja; sus facciones, preciosas y densamente armoniosas, se volvían cálidas y elegantes bajo la luz de la mañana. Se limitó a sonreír sin decir palabra.

En cuanto terminó de hablar, Shen Luyang reaccionó.

Todos los años, el título de docente excelente se lo llevaba el profe Xie: una sola categoría, resultados, bastaba para aplastar al resto.

Shen Luyang se dio una palmada en la frente, lleno de admiración y envidia:

—Ya se me había olvidado. A este camarada todavía le falta esfuerzo.

Xie Wei Han apartó discretamente el brazo que iba a levantarle para la palmada; con la yema del dedo, hizo rodar un caramelo de menta desde la punta del dedo índice de Shen Luyang hasta la palma de la mano:

—No te pegues.

El cosquilleo en la palma se abrió camino por el brazo hasta la columna; todo el cuerpo de Shen Luyang tembló apenas perceptiblemente. Cerró con fuerza la mano alrededor del caramelo, tratando de aliviar esa sensación extraña.

Su voz se volvió más baja, con una pizca de culpabilidad bajo tantas miradas:

—Lo sé, voy a preguntarle a la profe Gong.

Como si pidiera permiso, buscó el rostro de Xie Wei Han; solo cuando vio que asentía un poco se frotó la palma y se fue deslizándose de vuelta.

Fuera lo que fuese que tuviera en mente, sus orejas se enrojecieron de manera imposible de ocultar.

La sonrisa en los labios de Xie Wei Han se hizo más marcada; peló un caramelo de menta para sí y se lo metió en la boca.

El dulzor frío era como ese gran chico que reía sin preocupaciones entre el viento fresco.

Shen Luyang fue a hablar con Gong Wanjun para enterarse de los detalles y, al saber que ella haría un número de ballet, se dio cuenta de que ninguna de sus habilidades encajaba mucho.

Por miedo a afectar su desempeño, renunció con pesar a esa forma de sumar puntos y volvió obediente a seguir haciendo ejercicios.

Tal vez el cielo, conmovido por el espíritu de Shen Luyang, decidió intervenir; después de la reunión general del miércoles siguiente, las cosas cambiaron de rumbo.

La clase 21 planeaba presentar una pequeña obra de teatro, pero el contenido no era adecuado y el guión fue rechazado para reescritura.

Quedaban solo unos días para entregar el borrador; si se lo devolvían otra vez, se consideraría que renunciaban a participar.

Como tutora de la clase, Zong Weiqing, naturalmente, quería aprovechar la gala para conseguir honores para el grupo. Llevaba días preocupadísima, y se había puesto ella misma a ayudar a los alumnos a corregir una y otra vez.

Pero ese grupo de pequeños gamberros tenían todos mucha personalidad, y con un “profe, ¡eso es súper rancio!”, rechazaban las propuestas.

Zong Weiqing no tuvo más remedio que ir a buscar a Shen Luyang, que en ese momento estaba apretujado junto a Xie Wei Han con un problema de física, para pedirle que echara un vistazo al guion de los alumnos. Si el profesor de asignatura participaba en la actuación con ellos, también podía optar a premio.

Shen Luyang se animó en seguida y no pudo evitar reír:

—¿Quién lo escribió? ¿Que no quiere que lo cambien? Qué perseverancia.

Zong Weiqing también se rió con rabia:

—Tu querida representante de clase.

Shen Luyang no se lo esperaba:

—¿Zhan Jingmiao? ¿Así de terca es esta niña? Nunca lo hubiera dicho.

En la hora de autoestudio de la tarde, llamó a la guionista Zhan al despacho; ella le entregó su cuaderno, escrito con muchísimo cuidado, con una mirada firmísima:

—Profe Shen, diga lo que diga, no pienso cambiarlo.

Shen Luyang hojeó el cuaderno sin levantar la cabeza:

—Tu profe Xie dice que lo cambies.

Zhan Jingmiao: “…”

Se inclinó un poco y murmuró en voz baja:

—Eso es hacer trampa, profe…

Shen Luyang no respondió; ya estaba lo bastante impactado por aquella historia extraña y enrevesada.

El guion se titulaba “Carnívoro”.

Al primer vistazo, se quedó clavado.

Qué nombre tan fresco y original. Si fuera un sketch sobre comer, todavía, pero lo que había escrito la gran representante de clase era una historia de amor confusa entre un herbívoro y un carnívoro luchando contra sus instintos.

Con su intuición de lector de novelas de más de diez años, Shen Luyang, nada más echarle un ojo, ya sospechaba que aquello tenía todas las papeletas de ser un final trágico.

Todavía no había leído la historia y ya levantaba la vista con expresión complicada para decirle a Zhan Jingmiao:

—No es por criticarte, pero es el treinta aniversario del instituto, ¿y tú te presentas con un final trágico, mi querida representante?

La firmeza del rostro de Zhan Jingmiao se resquebrajó un poco, pero siguió respondiendo con la boca dura:

—Profe Shen, si todavía no ha leído la historia, cuando lo haga ya no dirá eso. Yun Han y los demás se han puesto a llorar leyéndola.

—Yo también tengo ganas de llorar —Shen Luyang no aguantó la risa—. Me da miedo que la directora acabe llorando en la función.

De todas formas, bajó la mirada y leyó despacio el resumen de la historia.

Título: «Carnívoro»

Resumen de la historia:

A un conejo le gusta un lobo. Después de morderlo, el lobo, por alguna razón, no se lo come y se da la vuelta para marcharse.

El conejo nunca había visto un lobo tan especial y lo sigue tontamente, pero el lobo está atado por el instinto grabado en sus genes: solo pueden enamorarse de carnívoros, los herbívoros están destinados a ser comida.

El conejo empieza a matar cervatillos, a matar ardillas, a matar conejos… y se los lleva en la boca al lobo. Como el lobo le dice que él no se los puede comer, el conejo se come, delante del lobo, los conejos del interior de los cadáveres.

El lobo acepta la propuesta de matrimonio del conejo y, la noche de bodas, se lo come.

Las sienes de Shen Luyang palpitaban.

Se llevó una mano al corazón y dio unos golpecitos en el cuaderno:

—A ver, Zhan, explícale al profe cuál es el tema de esta historia.

Zhan Jingmiao le explicó primero los detalles que pensaba añadir, y luego dijo:

—El tema es que que un lobo se enamore de un herbívoro es algo absurdo; ellos comen carne, pero el amor del conejo puede superar a la vida.

Shen Luyang se recostó en la silla y la miró como un abuelo mirando a su nieta:

—¿Tú qué le tienes contra los lobos, pequeña Zhan? ¿Ni un poquito de romanticismo? Si los lobos escuchan esto, te van a preguntar si no tienes educación.

Era imposible que esa historia pasara la revisión. Cómo le gustaba a la chavalería de hoy la literatura oscura; la vida había que vivirla con más sol.

Frente a Shen Luyang, Zhan Jingmiao ya no tenía la arrogancia con la que se había enfrentado al comité de revisión; por el contrario, preguntó con curiosidad:

—¿Y usted cómo lo cambiaría? No quiero tocar el resumen, me parece una historia súper cool.

—Yo, que soy profe de física, ¿todavía tengo que reescribirte un guion? —Shen Luyang estaba que se reía de sí mismo. Cogió el bolígrafo y rodeó las palabras “conejo” y “lobo”—. Si lo escribo yo, esta historia acaba fijo en un happy ending radiante.

Zhan Jingmiao puso cara de “por favor, quiero detalles”, y parecía depositar grandes expectativas en él.

Shen Luyang empezó a escribir en el papel sin prisas.

Título: «Jefe, tengo hambre»

Resumen de la historia:

Mientras ayudaba a una ardilla a mover piñones, el conejo se rompió una pata, y rodó sin querer hasta la puerta de la casa del lobo. El lobo también estaba herido; permaneció quieto mirándolo desde enfrente. El conejo nunca había visto un animal como el lobo y le pareció súper cool.

Al cabo de unos días, cuando su pata ya estaba mejor, el conejo fue a buscar a ese lobo tan guapo. Con una zanahoria en la boca y sin pizca de vergüenza, lo persiguió para hacerse amigo suyo. Con sus patitas cortas, lo persiguió desde la mañana hasta la noche, hasta quedarse dormido en la puerta de la casa del lobo. El lobo lo sujetó por la nuca y, entre “comerlo” y “no comerlo”, de repente sintió una emoción llamada “duda”. En ese momento, el conejo se despertó de repente, lo miró con los ojos brillando.

“¿Me vas a llevar a casa? ¡Vamos!”

“…”

Hasta ahí llegó la pluma de Shen Luyang; solo escribió al final “happy ending”.

—El maestro te enseña la puerta; el cultivo depende de ti. Lo que queda lo escribes tú; mientras no hagas que el conejo coma carne ni que el lobo se lo coma, fijo que pasa.

Zhan Jingmiao leyó varias veces la historia antes de decir de repente:

—¡Ya entiendo!

Shen Luyang, satisfecho, le devolvió el cuaderno:

—Ve a reescribirlo. Antes de entregarlo, que lo vea la profe Zong. Ella tiene muchas esperanzas en vuestro número.

Zhan Jingmiao asintió una y otra vez; su mirada se posó en él, como si hubiera comprendido algo, y salió corriendo del despacho.

Tras cumplir con el encargo de Zong Weiqing, Shen Luyang recogió sus cosas para irse, pero sonó de pronto el móvil.

En pantalla, aparecía: Shen Zhenzhe.

¿Su hermano mayor, ese al que le faltaba un tornillo?

Respondió con un tono bastante calmado:

—¿Bueno?

La voz de Shen Zhenzhe estaba muy baja, como si contuviera un enojo enorme, pero aun así sonaba cortante:

—Shen Luyang, ¿por qué no me dijiste que habías metido la pata? ¡¿Sabes hacer otra cosa que no sea darle problemas a la gente?! ¡Mamá te ha malcriado demasiado! ¡Mírate, ¿todavía pareces una persona?!

Shen Luyang se detuvo un instante con el vaso en la mano; su cerebro aún no había procesado lo que decía, pero la boca ya había reaccionado:

—¿Quién eres tú para hablarme así, sabes a qué se dedica mi mamá o no?

Con el cariño con el que Ning Wanshu lo trataba, Shen Luyang podía asegurarlo con total certeza: si esa grabación llegaba a sus manos, Shen Zhenzhe no se iría de rositas.

Los hijos que tienen madre son como tesoros.

Shen Zhenzhe se atragantó; la rabia le subió todavía más, sobre todo al oír eso de “mi mamá”.

Prácticamente le escupió entre dientes:

—Ya le he contado todo a papá. Vienes ahora mismo a la casa de té y le pides perdón a Duan Chen en persona. Si no te perdona, te arrodillas.

Solo entonces Shen Luyang cayó en la cuenta: era por el asunto de Duan Chen.

Al parecer, la colaboración entre Shen Zhenzhe y la familia Duan no se había roto por el problema de carácter del hijo menor, sino por el hecho de que él había mandado a Duan Chen al hospital.

Lo entendió:

—Ah, ya veo.

La vez anterior, el accidente de coche de Duan Chen se podía considerar un accidente.

Esta vez, un tipo “altamente sospechoso de ir detrás de Shi Fan” había mandado al hospital, delante de Shi Fan, a Duan Chen.

De acuerdo con la forma de ser del protagonista gong y las características de una novela de “crematorio”, a él le esperaban problemas, y no solo uno.

Aquello, seguramente, no era más que un episodio leve, aunque le hubiera dejado a Shen Zhenzhe un buen marrón.

Shen Zhenzhe:

—Y ni se te ocurra amenazarme con decírselo a mamá. Ahora papá es el que quiere que vengas conmigo a pedir perdón. Te comportas bien y no me metes en líos.

El volumen del auricular estaba bajo y el despacho era un caos, así que Shen Luyang no se fue a hablar fuera.

Pensando que, al fin y al cabo, era el protagonista gong y que, si el sistema despertaba, igual le daba alguna recompensa por esa disculpa o daba por concluido el castigo de la vez anterior, decidió que no le iba a costar nada pedir perdón.

—¿Tengo que ir ya?

—Te doy media hora.

—Entonces no llego. Busca a otro, chao.

—…¡Cuarenta minutos!

—Chao.

—¡Una hora! ¡Vienes ya!

Shen Luyang colgó el teléfono. Por el rabillo del ojo, vio a Shi Fan explicando una cuestión de química a los alumnos, completamente ajeno a que Duan Chen ya había salido del hospital y andaba saltando por ahí.

Menos mal que en su misión no ponía nada de “tienes que emparejar al protagonista gong y al shou”, porque su conciencia no se lo habría permitido.

Se levantó; mientras pedía permiso al director por mensaje, se metió al azar un caramelo en el bolsillo y se preparó para irse.

—¿Tienes algo?

Shen Luyang se volvió.

Xie Wei Han ya había recogido sus cosas y estaba listo para irse.

Shen Luyang se frotó el pelo y respondió al azar:

—Shen Zhenzhe… ah, sí, mi hermano. La empresa tiene un problemilla y quiere que vaya a solucionarlo.

—¿La empresa? —Xie Wei Han se acercó a él; en su voz había un leve tinte de diversión—. Si te viene bien, llévame contigo. Puede que haya resultados inesperados.

Si no fuera por el castigo del sistema, a Shen Luyang ni le apetecería ir: tener que sentarse medio día con dos idiotas que ni conocía bien, para encima pedir perdón… solo de pensarlo le daba pereza.

Parecía claro que Duan Chen iba a querer darle una lección.

Pero si iba Xie Wei Han, la cosa se volvía muy sencilla. Ni diez hijos menores de la familia Duan juntos podían compararse con un solo profe Xie.

Los ojos de Shen Luyang se iluminaron; aceptó encantado y, con todo el morro, volvió a aprovechar el coche de Xie Wei Han.

Cuando llegaron a la casa de té, ya eran casi las seis. En ese rato, Shen Zhenzhe lo había llamado cuatro veces; estaba claro que estaba de los nervios.

Shen Luyang puso el móvil en silencio y, en el coche, le explicó brevemente a Xie Wei Han el objetivo de esa visita: la vez anterior había herido a Duan Chen, y Shen Zhenzhe quería que se disculpara por un asunto de la empresa.

Xie Wei Han asintió, sonriente, sin hacer comentarios.

Cuando entraban juntos en la casa de té, sonó la quinta llamada. Shen Luyang contestó.

—¿Dónde estás? ¿Por qué no me coges el teléfono?

—Casi llego; no sé exactamente donde.

—…Como no llegues ya, yo voy a…

—Decírselo a papá —esas amenazas se repetían una y otra vez; Shen Luyang ya se las sabía de memoria. Le dio al camarero de la puerta el número de la sala—. Estoy llegando. Como no estés, se lo cuento a mamá.

Él también sabía acusar. En este mundo, no hay nada mejor que tener mamá.

A Shen Zhenzhe casi le crujieron los dientes de la rabia:

—Luego te comportas bien; de que esto salga bien depende todo. Es el esfuerzo de papá y mío, tú…

Shen Luyang colgó con limpieza.

El “esfuerzo” de Shen Zhenzhe le daba igual; si su propio padre tenía que confiar en una disculpa para mantener ese “esfuerzo”, es que a su familia no le faltaba mucho para la quiebra.

Subscribe
Notify of
guest
0 Comentarios
Inline Feedbacks
View all comments

Comentar Párrafo:

Dejar un comentario:

 

0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x