Capitulo 45

Capítulo cuarenta y cinco

No, algo no estaba bien.

Mu Tian observó, con cierta frustración, al pequeño en su regazo, que permanecía en silencio y ausente, y luego miró de reojo a Gu Liwei, que tenía la misma expresión perdida. Algo realmente no estaba bien.

Desde que regresaron de casa de los Luo, ambos habían estado así. Lo de Gu Liwei era comprensible: estaba dolido, y que se quedara en ese estado unos días era normal. Pero lo de Mo Xiao era distinto. No era propio de él. El niño, que solía ser risueño, curioso y travieso, ahora parecía apagado. Ni siquiera quería hacer las cosas que tanto le gustaban. En la mente de Mu Tian, Mo Xiao debía ser libre, alegre, despreocupado. ¿Qué podría estar perturbándolo tanto como para hacerlo así?

Aquella actitud lo tenía inquieto. Antes, el niño siempre se le pegaba, le pedía mimos, buscaba sus besos… y ahora, nada. Ni un abrazo, ni una caricia. Eso lo hacía sentir vacío.

—Pequeño tonto —dijo Mu Tian, pellizcándole suavemente las mejillas para llamar su atención.

—¡Tian Tian! —protestó el niño, apartándole la mano y frunciendo el ceño con aire serio—. No me molestes, estoy…

Se quedó pensando. ¿Cómo se llamaba eso?

—¡Pensando! —dijo finalmente, con toda seguridad, recordando una palabra que había escuchado en la televisión.

¿Pensando?

Mu Tian no pudo evitar sonreír con ternura. —¿Y en qué estás pensando?

El pequeño se giró para mirarlo, de rodillas sobre su regazo, y dijo con rostro angustiado: —Tian Tian… bebé… bebé… —Su voz se quebraba, su expresión ansiosa, y las palabras salían entrecortadas. De pronto, sus ojos se llenaron de lágrimas.

¿Bebé?

Mu Tian lo miró, confundido, y trató de calmarlo. —Está bien, bebé, bebé… no te apures, dímelo despacio.

El niño parpadeó, conteniendo las lágrimas —porque los hombres no lloran—, y después de un momento, logró decir con firmeza:

—Tian Tian, ¡Xiao Xiao quiere un bebé! —Y al decirlo, se dio unas palmaditas en el vientre.

¿Un bebé?

Mu Tian se quedó helado. Que le pidiera estrellas o la luna, todavía podría entenderlo, pero… ¿un bebé?

—Tian Tian —insistió el niño, tirándole de la camisa. Mu Tian suspiró y, con paciencia, le preguntó: —Pequeño tonto, ¿por qué quieres un bebé?

El niño, con toda la inocencia del mundo, respondió: —Xiao Xiao quiere darle un bebé a Tian Tian.

En su mente infantil recordaba las palabras de la “hermana reina”, Luo Shang, quien había dicho que Tian Tian tendría un bebé con otra mujer. No entendía bien lo que significaba, pero sí recordaba la imagen de Luo Shang besando a Gao Qin. En su cabeza, “tener un bebé” significaba que Tian Tian besaría a otra persona. Y eso lo llenaba de tristeza.

No quería que Tian Tian besara a nadie más. Solo a él.

Así que pensó durante días, hasta que tuvo una idea brillante: si él mismo le daba un bebé a Tian Tian, ¡ya nadie más podría hacerlo! Entonces, Tian Tian lo besaría muchas veces, todos los días.

El pensamiento lo hizo sonreír con dulzura.

“Xiao Xiao quiere darle un bebé a Tian Tian”.

Esa sola frase bastó para que el corazón de Mu Tian se estremeciera. No entendía del todo por qué el niño decía eso, pero aquellas palabras lo llenaron de ternura y de una emoción profunda.

“Pequeño tonto —pensó—, los hombres no pueden tener bebés”.

Acariciándole la cabeza, Mu Tian lo besó suavemente en la frente y lo abrazó. —Tian Tian no necesita que Xiao Xiao tenga un bebé. Con que Xiao Xiao esté siempre a su lado, basta.

Él creyó que el niño simplemente estaba imitando lo que había visto con Luo Shang, y no pensó más. Pero no esperaba que, al oír eso, Mo Xiao rompiera en llanto.

—¡Tian Tian malo! —sollozó, con lágrimas corriendo por sus mejillas mientras trataba de escapar de sus brazos. Su voz estaba ronca de tanto llorar.

Mu Tian se quedó atónito. No entendía por qué el niño estaba tan destrozado. Nunca lo había visto llorar así.

—Pequeño tonto, ¿qué pasa? —preguntó, abrazándolo más fuerte, besándole las mejillas húmedas con desesperación. El sabor salado de las lágrimas le dolía en el alma. Solo quería calmarlo, pero parecía que cuanto más lo intentaba, peor lo hacía.

—¡Tian Tian malo! —repitió una y otra vez el niño, sin poder decir nada más.

En su pequeño corazón, si Tian Tian no quería que él le diera un bebé, entonces debía ser porque quería besarse con otra persona. Tian Tian era un “malo” por eso.

Sus sollozos se volvieron más fuertes, su rostro se puso rojo, y el sonido de sus hipidos llenó la habitación.

Mu Tian, sintiéndose impotente, recordó de repente algo que había escuchado alguna vez: la mejor manera de hacer que una chica deje de llorar es besarla.

Sin pensar, se inclinó y presionó sus labios contra los del niño.

Mo Xiao se quedó paralizado, una lágrima solitaria cayendo por su mejilla.

¿Eh? ¿Qué hacía Tian Tian?

Tardó unos segundos en entenderlo. ¡Tian Tian lo estaba besando!

Entonces, sus ojitos se iluminaron, y una sonrisa brotó entre lágrimas.

¡Tian Tian estaba jugando a los “besitos” con él!

Feliz, rodeó el cuello de Mu Tian con sus brazos, buscando más.

Al ver que el niño había dejado de llorar, Mu Tian suspiró aliviado. Pero justo cuando iba a separarse, el pequeño volvió a acercarse, con los labios fruncidos, murmurando una y otra vez:

—Tian Tian, besito… besito…

Le encantaba jugar a los “besitos” con Tian Tian.

Mu Tian se quedó aturdido por la iniciativa del pequeño. Pero, ante el regalo que se le ofrecía tan voluntariamente, no pensó en rechazarlo. Sostuvo la cabeza del niño y lo besó profundamente.

El pequeño olía a pureza, a algo limpio y dulce, igual que su ser. Mu Tian amaba esa sensación; el sabor de Mo Xiao se mezclaba con el suyo, su respiración se entrelazaba con la del niño.

Tú en mí, yo en ti.

Mu Tian se dejó llevar por el momento, apretando al pequeño contra su pecho, olvidando todo lo demás. Solo recordaba que, entre sus brazos, estaba el ser que había jurado proteger para siempre.