« Capítulo 45: Romper el Hielo y Recuperar la Calidez »

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¿Cómo pudo terminar así?

“¡Mmm!” Fang Juexia luchó desesperadamente para liberase de la su mano que lo sujetaba, empujándolo con toda su fuerza, pero no sirvió de nada. En cambio, parecía que Pei Tingsong se volvía aún más frenético, presionándolo completamente, dejándole sin espacio para respirar.

No tenía idea de si, estando borracho, realmente había besado a Pei Tingsong aquella vez, ni cómo lo había hecho. Pero una cosa estaba clara: el beso de Pei Tingsong no era un simple roce. Mientras más se resistía Fang Juexia, más agresivo se volvía Pei Tingsong. El alcohol y el deseo de dominar lo quemaban desde dentro, reduciendo su razonamiento a cenizas. Pei Tingsong ya no se preocupaba si Fang Juexia lo empujaba o no. Simplemente le sujetó la mandíbula con fuerza, obligándolo a abrir los labios como si estuviera rompiendo una montaña de hielo.

Un principiante sin experiencia no podía tener ninguna técnica sofisticada.

Lo besó con sus labios y dientes, besándolo con cada uno de sus huesos.

Una chispa de fuego parecía haber despertado en lo más profundo de Pei Tingsong deseos que nunca antes había sentido, transformando ese impulso momentáneo en algo mucho más complejo.

El glaciar cerrado se rompió en delicados fragmentos de hielo flotante, derretidos a la fuerza en aguas primaverales. El oxígeno, cada vez más escaso, convirtió los esfuerzos de Fang Juexia en un último intento desesperado. Su cuello, tenso hacia arriba, parecía incapaz de tragar. Se estaba convirtiendo en una presa que lentamente se desangraba.

No.

No podía convertirse en una presa.

Un momento de lucidez le devolvió su voluntad, y usó lo último de sus fuerzas para morder con firmeza.

El enloquecido ‘cachorro de lobo’ gimió de dolor, soltándolo y levantando la cabeza, solo para recibir una bofetada contundente de Fang Juexia.

El sonido de esa bofetada resonó claramente en la habitación, especialmente en la quietud de la noche, reverberando en la mente aturdida de Fang Juexia. Nunca había golpeado a nadie así antes, con tanta fuerza.

Pero no quería ser el objeto de desahogo de Pei Tingsong bajo los efectos del alcohol.

Pei Tingsong giró la cabeza por la bofetada, apoyando ambos brazos para sostenerse. Parecía aturdido por el golpe. Su cabello medio húmedo caía desordenado sobre su rostro, ocultando su expresión.

Fang Juexia se limpió la esquina de la boca con el dorso de la mano, respirando con dificultad. Al ver que la toalla de baño de Pei Tingsong también había quedado suelta, decidió cubrirlo con toda la colcha.

Podía sentir el sabor metálico de la sangre extendiéndose en su boca, desde los dientes hasta la lengua. Sin embargo, no era su sangre.

Estaba lleno de rabia, esperando explotar, pero al ver a Pei Tingsong inmóvil, no pudo pronunciar ni una sola palabra. Después de esa bofetada, un inquietante silencio sumió en la habitación.

Fang Juexia no entendía por qué no se iba. En ese momento, fácilmente podría haberse levantado e irse. Pei Tingsong había sido el primero en volverse loco, y él podía simplemente considerarse como alguien que había sido mordido por un perro.

Y si un perro te muerde, no puedes devolverle la mordida.

Tenía razón.

No era alguien que buscara conflictos. Siempre había sido capaz de ignorar a las personas o cosas que podían alterarlo emocionalmente, fingiendo que no existían o que nunca habían ocurrido, para mantener su paz interior.

Ese era el principio que siempre había guiado a Fang Juexia.

Bajándose de la cama, tomó una almohada y abrió el armario, sacando otra colcha para irse. Incluso si tenía que dormir en el sofá, no quería compartir más la habitación con ese loco.

Con la colcha en brazos, salió del dormitorio, pero apenas había dado dos pasos cuando un sonido lo detuvo en seco.

Pei Tingsong estornudó tres veces seguidas.

En esos breves segundos, Fang Juexia, de pie en el pasillo, repasó mentalmente cada defecto de Pei Tingsong que podía recordar: las burlas que le había hecho en los últimos dos años, lo enfadado que estaba hace un momento, lo mucho que deseaba golpearlo hasta que cayera.

Pasaron varios segundos.

Y después de ese conflicto interno, Fang Juexia regresó al dormitorio, maldiciéndose a sí mismo mientras caminaba.

Era, sin duda, la persona más contradictoria del mundo.

Pei Tingsong era, con seguridad, la persona más arrogante e inmadura que había conocido. Tenía tantos defectos que uno podría construir una montaña con ellos. Pero, por alguna razón, en esos breves segundos, lo único que Fang Juexia podía recordar era cómo Pei Tingsong lo había ayudado en momentos difíciles: cómo lo había seguido sin dudar en un escenario lleno de presión, cómo lo había apoyado en la oscuridad, cómo había pasado una noche entera cuidándolo, aunque no sabía cómo hacerlo, y cómo, en medio de un juego, lo había protegido en silencio, dando todo de sí…

Y además, repetía una y otra vez: “Fang Juexia, eres increíble”.

Su supuesto ‘corazón duro’ no era más que un tigre de papel que se deshacía al primer golpe.

“Pei Tingsong, en vista de que me cuidaste en ese momento, ahora te devuelvo el favor. He sido justo contigo.” Fang Juexia lanzó la colcha sobre la cama, luego empujó a Pei Tingsong para acostarlo sin delicadeza. Girando la cabeza con esfuerzo, envolvió a Pei Tingsong con otra colcha. En ese momento, Fang Juexia era el chef de sushi más torpe del mundo, enrollando un maki áspero lleno de sentimientos contradictorios y caos.

Solo quedó visible la cabeza de Pei Tingsong, quien lo miró con expresión de agravio. Su mejilla derecha estaba roja por el golpe, y sus ojos enrojecidos parecían a punto de derramar lágrimas. No estaba claro si realmente estaba triste o si simplemente estaba resfriado, pero no dejaba de sorberse la nariz.

Aún enfadado, Fang Juexia lo sujetó con ambas manos, y en un tono inusualmente duro, dijo:

“No te muevas. Si te resfrías, no me preocupare por ti.”

Eso solo aumentó la expresión de pena de Pei Tingsong.

“¡Pero me duele la boca!”

“Te lo mereces” le replicó Fang Juexia, fulminándolo con la mirada. “Deberías estar agradecido de que no te mordí la lengua hasta arrancártela.”

Al escucharlo, Pei Tingsong frunció los labios y murmuró:

“¿Por qué eres tan cruel conmigo?”

“¿Es la primera vez que me conoces?”

“No…” respondió sinceramente, pero enseguida volvió a balbucear, tartamudeando mientras hablaba. “Tú con los demás eres… eres tan amable, pero conmigo siempre eres el más cruel. Ni siquiera me sonríes.”

Fang Juexia le lanzó una mirada rápida, dispuesto a responder, pero Pei Tingsong, como temiendo ser interrumpido, continuó quejándose sin pausa:

“Tú… tú me besaste esa vez, y yo no me enfadé. No dije nada, incluso te abracé mientras dormías. Pero tú… yo solo te besé una vez y me pegaste. ¡Ni siquiera ni papá se atreve a pegarme! Y si me pega, yo saltare por la ventana y me llevare su coche. ¡Una vez lo conduje y lo lleve…!”

La cabeza de Fang Juexia estaba a punto de estallar. Le tapó la boca con una mano mientras se sentaba sobre él, aún envuelto en la colcha.

“Cállate. No quiero saber a dónde llevaste el coche de tu papá. Podrías haberlo conducido a Las Vegas y me daría igual.”

“Mmm” Pei Tingsong obviamente no estaba contento e intentó protestar, pero Fang Juexia no le dejó. Desesperado, Pei Tingsong abrió la boca para morderlo, pero al rozar sus dientes, se contuvo y, frustrado, sacudió la cabeza furioso.

“Estás completamente loco. No vuelvas a beber, ¿entendido? Es mejor si ninguno de los dos lo hacemos.” Fang Juexia suspiró, soltándole la cabeza mientras Pei Tingsong sorbía la nariz con tristeza.

“Tú me mordiste la mano, pero yo no te mordí a ti.”

Fang Juexia tiró de su camisa para mostrar su cuello.

“Mira, Joven Maestro, me rompiste la piel. ¿Y todavía tienes el descaro de decir que no me mordiste?”

Pei Tingsong no se rindió.

“Entonces, ¿por qué yo no puedo besarte de vuelta si tú me besaste primero? Yo no te pegué, pero tú sí lo hiciste.”

“No puedo discutir contigo…”

“Claro que no puedes.” Pei Tingsong replicó con terquedad, como si hubiese ganado una batalla.

Fang Juexia no pudo evitar explotar de nuevo, señalándole la cara con un dedo:

“Cierra la boca. Te pregunto, ¿yo te besé de esa manera? No importa cuánto bebiera, nunca haría algo como lo que tú hiciste hace un momento. Eso es imposible.”

“Sí lo hiciste” insistió Pei Tingsong, levantando la cabeza y besando rápidamente el dedo de Fang Juexia. “Justo así.”

Fang Juexia retiró el dedo de inmediato, alzando la voz otra vez

“¡¿Quién te dijo que volvieras a besarme?!”

“¡Tú me lo preguntaste!” protestó Pei Tingsong, como si fuera la persona más injustamente tratada del mundo. Su frustración era tal que parecía una lombriz incapaz de enderezarse.

En toda su vida, Fang Juexia nunca había lidiado con algo así. Sus 23 años de experiencia en relaciones interpersonales eran completamente inútiles con Pei Tingsong. Estaba agotado, física y mentalmente.

Tomó una respiración profunda y decidió dejar de discutir sobre quién había besado a quién o cómo. Se levantó de encima de Pei Tingsong, soltando un largo suspiro.

Sentía que ya no era él mismo.

“Hagamos una tregua, ¿de acuerdo? A dormir.” Fang Juexia tomó la toalla de baño y la enrolló a lo largo para inmovilizarlo. “Mañana tienes clases. Así que duérmete de una vez.”

“No quiero ir a clase.” Pei Tingsong estornudó nuevamente tras decirlo.

¿Y qué tiene que ver conmigo si quieres ir o no?

Sin prestarle atención, Fang Juexia recogió su colcha, decidido a irse antes de que Pei Tingsong lo dejara sin energía por completo.

Sin embargo, justo cuando iba a salir, Pei Tingsong empezó a llamarlo y a intentar moverse, como si quisiera seguirlo.

Si se cae de la cama, sería un problema aún mayor.

“¡No te muevas!” Fang Juexia suspiró resignado y terminó acostándose a su lado, con la intención de esperar a que se durmiera para marcharse.

Al ver que Fang Juexia apagó la luz y se tumbó a su lado, Pei Tingsong finalmente se calmó. Dejó de hacer ruido. Fang Juexia, envuelto en su propia colcha, se dio la vuelta para mirar hacia el armario. Sin embargo, sintió cómo Pei Tingsong se movía poco a poco, acercándose a su espalda.

Fang Juexia no dijo nada. En la oscuridad, no podía ver nada, ni quería hacerlo. Estaba agotado después de todo un día de grabaciones. Debería haber estado dormido hace horas. Pero se sentía como un globo lleno de aire que, al encontrarse con un cactus como Pei Tingsong, había sido perforado. Todo su contenido se había escapado, dejándolo como un caparazón vacío y suave.

Pasado un rato, la voz de Pei Tingsong rompió el silencio una vez más. Esta vez, no sonaba tan mimada ni obstinada como antes. Era más baja, con una pizca de incertidumbre.

“No apagues la luz.”

Fang Juexia, aún de espaldas a él, respondió fríamente:

“¿Cómo se supone que voy a dormir con la luz encendida?”

Al decir esto, sintió la frente de Pei Tingsong apoyarse contra la parte trasera de su cabeza.

“Si apagas la luz, Fang Juexia no podrá ver.”

En ese momento, se dio cuenta de que el beso de antes todavía tenía efectos residuales.

Cada vez que cerraba los ojos, volvía a caer en esa sensación sofocante, como si se estuviera ahogando en aquel beso profundo. Su corazón estaba empapado, sin encontrar una salida.

Sin darse vuelta, Fang Juexia extendió la mano hacia atrás y dio unas palmaditas suaves en la cabeza de Pei Tingsong.

“Puedo verte. Duerme.”

Pei Tingsong fue despertado por la alarma que él mismo había configurado. Tenía clase a las diez, así que la había puesto para las ocho y media. El sonido vibrante hacía que le doliera la cabeza. Medio dormido, con los ojos aún cerrados, intentó alcanzar el teléfono para apagarla, pero descubrió que no podía mover el brazo.

Qué raro.

Frunció el ceño, y en ese momento, sintió un brazo que cruzaba sobre su cuerpo, buscando el teléfono a tientas cerca de la almohada. Después de un rato, alguien finalmente lo tomó y apagó la alarma presionando el botón de apagado prolongadamente.

Pei Tingsong se sobresaltó y de inmediato se despertó por completo. Giró la cabeza y vio a alguien acurrucado a su lado, con medio rostro escondido en la colcha. La marca de nacimiento en la esquina del ojo era inconfundible. No podía ser nadie más que Fang Juexia.

Mientras su mente comenzaba a recuperar claridad, intentó recordar lo ocurrido. Recordaba que habían salido de la cena con el equipo del programa y que Xiao Wen los había llevado de regreso al dormitorio.

Espera. No, la cerradura del dormitorio estaba dañada. Por eso ahora estaban en su apartamento.

Todo encajaba perfectamente. Por eso estaban compartiendo la misma cama.

El razonamiento era lógico, y Pei Tingsong se sintió un poco más aliviado. Pero el dolor de cabeza tras la resaca era intenso. Intentó levantarse para beber un poco de agua, solo para descubrir que no podía moverse.

Alzando la cabeza con dificultad, se dio cuenta de que estaba envuelto como un capullo. Dos toallas de baño, atadas con nudos, lo mantenían firmemente inmovilizado. No podía levantarse, ni siquiera moverse.

¿Qué demonios estaba pensando Fang Juexia?

Mientras lo maldecía mentalmente, intentó zafarse del nudo y salir de la colcha. Apenas logró sacar un brazo, algo llamó su atención.

¿Por qué estaba desnudo?

Pei Tingsong sacó el otro brazo con esfuerzo y, después de deshacer los nudos de las toallas, se asomó dentro de la colcha y confirmó que, efectivamente, no llevaba nada puesto.

¿Cómo terminó esto así?

Con el dolor de cabeza empeorando, miró al suelo, pero no vio su ropa por ningún lado. No tuvo más remedio que envolverse en la colcha y bajar de la cama para buscar algo en el armario. Al encontrar una pijama, se la puso rápidamente.

Fue al mirarse en el espejo del armario que notó su mejilla derecha hinchada y enrojecida.

También le dolía la lengua. Abrió la boca y vio que estaba ligeramente mordida.

No solo eso: en su hombro había marcas de rasguños.

¿Qué pasó anoche?

Le dolía cada hueso del cuerpo.

Volvió la mirada hacia Fang Juexia, quien aún dormía. Pei Tingsong, lleno de dudas, fue al baño. Se dio una ducha caliente, revisó si tenía más heridas y trató de recordar lo ocurrido, pero su mente estaba completamente nublada.

Pensó que el agua caliente lo haría sentir mejor, pero cuanto más se duchaba, peor se sentía. Finalmente, cerró el grifo y salió del baño.

Cuando volvió al dormitorio, aún pensativo, se dio cuenta de que Fang Juexia ya no estaba en la cama.

¿Estaba soñando?

“¿Por qué estás parado ahí?” dijo una voz clara y familiar detrás de él.

Pei Tingsong se sobresaltó y se apartó rápidamente.

Fang Juexia, con el cabello desordenado sobre la frente y gotas de agua en las manos, sostenía una taza de agua caliente que dejó en la mesita de noche.

“No había nada en el refrigerador, así que no pude hacer sopa para la resaca. Bebe esto mientras tanto” dijo, indicándole con un gesto que lo tomara.

“Oh…” respondió Pei Tingsong, solo para darse cuenta de que su garganta estaba seca y áspera, y le dolía hablar. Tosió un par de veces, intentando aclararla, pero solo logró empeorar. Se inclinó, tosiendo tan fuerte que no podía levantarse, y terminó sentándose en el borde de la cama, buscando el agua para aliviarse.

Fang Juexia lo miró, preocupado de que se atragantara. Se adelantó, tomó la taza y dijo:

“Espera a que termines de toser para beber.”

Pei Tingsong, con la cara roja por la tos, parecía tan miserable que Fang Juexia no pudo evitar darle unas palmadas en la espalda para ayudarlo. Cuando finalmente se calmó, le entregó la taza.

“Tómalo despacio.”

Pei Tingsong bebió a grandes tragos, y Fang Juexia lo observó mientras preguntaba:

“¿Sientes alguna molestia?”

Pei Tingsong dejó la taza, todavía ronco, y respondió:

“Me duelen los huesos.”

“¿Algo más?”

“La lengua también… No sé qué pasó.”

Parece que no recuerda lo que pasó anoche.

Fang Juexia no podía describir cómo se sentía en ese momento.

Que no recordara lo ocurrido era lo mejor, así evitarían la incomodidad mutua. Si realmente, como decía Pei Tingsong, Fang Juexia lo había besado cuando estaba borracho, al menos este no lo mencionó al día siguiente, probablemente porque también lo encontraba incómodo y prefería no hablar del tema.

Olvidar siempre es lo más fácil.

Sin embargo, por alguna razón, Fang Juexia sentía cierta insatisfacción.

Lo extraño era que Fang Juexia, en el pasado, rara vez tenía algo que ver con sentimientos como la insatisfacción. Era alguien poco propenso a dejarse llevar por sus emociones.

“También me duelen los ojos…” dijo Pei Tingsong, con un tono que no sonaba nada bien.

Recordando cómo Pei Tingsong había estado toda la noche medio desnudo, estornudando y sorbiendo la nariz, Fang Juexia comenzó a preocuparse.

“¿Cómo te pueden doler los ojos?” preguntó, algo desconcertado, mientras colocaba una almohada detrás de su espalda. “Acuéstate bien. ¿Tienes un termómetro en casa?”

Pei Tingsong negó con la cabeza.

“No. Nunca me enfermo.”

“Felicidades, porque ahora sí lo estás” dijo Fang Juexia, cubriéndolo con la colcha mientras le tocaba la frente. Sin embargo, su mano estaba demasiado fría, y todo le parecía caliente, así que no era fiable.

Pei Tingsong insistió, tercamente:

“Estoy seguro de que no estoy enfermo…”

Pero antes de que terminara de hablar, Fang Juexia apartó el cabello de su frente y acercó la suya para medir su temperatura directamente.

La distancia se redujo drásticamente, y las palabras de Pei Tingsong quedaron atrapadas en su garganta mientras se quedaba paralizado.

Aunque el gesto era solo para comprobar su fiebre y duró apenas unos segundos, fue como si un interruptor se hubiera encendido en su mente. De repente, todos los recuerdos de anoche, esos que no lograba ubicar, volvieron de golpe.

Anoche beso a Fang Juexia.

El dolor en la punta de su lengua cobro sentido, ahora imposible de ignorar, y las acciones irracionales de la noche anterior cobraron vida bajo el estímulo del dolor.

Al levantar la vista, notó que la nuez de Fang Juexia tenía una pequeña herida, con la piel rota, roja y claramente visible.

“Tienes fiebre” dijo Fang Juexia, como si ya lo hubiera anticipado, sin mostrar sorpresa alguna. Luego le acomodó la colcha. “¿Tienes medicamentos en casa?”

Pei Tingsong notó una marca azulada en la muñeca de Fang Juexia, como si alguien la hubiera apretado con fuerza. Con la voz ronca, negó con la cabeza y dijo.

“No.”

Fang Juexia se quedó sentado al borde de la cama, pensativo por un momento, y luego recordó que tenía ibuprofeno guardado. Las últimas semanas habían sido muy agotadoras, con apenas tres o cuatro horas de sueño diarias, lo que a menudo le provocaba dolores de cabeza, así que siempre llevaba el medicamento consigo.

Por lo menos ahora será útil.

Pei Tingsong observó cómo Fang Juexia salía de la habitación, y luego levantó la mano para tocarse los labios, frunciendo el ceño mientras trataba de ordenar los recuerdos de la noche anterior.

Parecía un loco, insistiendo en hablarle todo el tiempo…

Sin embargo, Fang Juexia por la mañana, actuaba como si nada hubiera pasado.

No mucho después, Fang Juexia regresó con un vaso de agua y una pastilla en la mano.

“Tómala. Es para bajar la fiebre.”

“¿Qué hora es?” preguntó Pei Tingsong después de tragar la pastilla.

“Las nueve y media.”

Pei Tingsong tosió.

“Todavía tengo que ir a clase.”

“Anoche dijiste que no querías ir” replicó Fang Juexia mientras tomaba su teléfono. “Si no es una clase importante, llama y pide un permiso. En tu estado, ni siquiera podrás prestar atención.”

Pei Tingsong lo pensó por un momento y decidió hacerle caso. Había pasado demasiado tiempo sin descansar adecuadamente. Ayer había estado bajo mucha presión durante todo el día, y luego, entre el alcohol y el viento frío, era inevitable que se resfriara.

Fang Juexia evitó mirarlo directamente todo el tiempo, lo que dejó a Pei Tingsong sin oportunidad de disculparse. Sentía que si mencionaba lo ocurrido, Fang Juexia simplemente se levantaría y se iría. No podía entender por qué la noche anterior había dicho tantas tonterías. Si hubiera olvidado lo sucedido, tal vez sería mejor. Pero recordaba cada detalle.

“Voy a acostarme en el sofá. Si necesitas algo, llámame.”

“Oye…” Pei Tingsong lo llamó, pero no sabía qué decir después.

Sentía que su confesión accidental de la noche anterior había sido un desastre total. Habría sido mejor callarse.

Fang Juexia se detuvo y lo miró.

Pei Tingsong luchó por encontrar palabras, pero finalmente, frustrado, soltó:

“No importa, vete. Si el sofá es incómodo, puedes tomar mi auto para regresar. Las llaves están en el segundo cajón del mueble junto a la entrada.”

Fang Juexia se quedó quieto por un momento, recordando las cosas que Pei Tingsong había dicho mientras estaba borracho, todas ellas cosas que nunca diría estando sobrio.

“No pasa nada. Me quedaré afuera.”

Pei Tingsong se encogió bajo la colcha y se dio la vuelta.

“Puedes irte. Puedo cuidarme solo. Tengo 20 años” dijo, con un tono que sonaba a berrinche, aunque lo decía en serio.

Escuchó los pasos de Fang Juexia alejarse, y su corazón se hundió. Cerró los ojos con resignación.

La próxima vez que beba, escribiré mi nombre al revés.

Pero apenas había cerrado los ojos cuando escuchó los pasos acercarse nuevamente.

Pei Tingsong pensó en darse la vuelta, pero antes de que pudiera decidirse, Fang Juexia lo giró, lo recostó y colocó una toalla húmeda, doblada y escurrida, sobre su frente.

“De todas formas, hoy no tengo trabajo. Si me voy, solo sería para dormir. Xiao Wen se fue a Changsha con Lu Yuan, así que no puede cuidarte.” Fang Juexia ajustó la toalla cuidadosamente.

Pei Tingsong cerró los ojos, pero dijo:

“No necesito que me cuides. Duerme tú. El sofá es incómodo, yo iré afuera y tú te quedas aquí. No estoy cansado. No tengo sueño.”

Fang Juexia lo detuvo con firmeza y dijo.

“Pei Tingsong.”

Se detuvo.

“¿No dijiste que querías ser mi amigo?”

“Cuidar a los amigos es algo normal.” Fang Juexia quitó la toalla de su frente, la sumergió en el agua del recipiente, la escurrió nuevamente y le dijo: “¿Entiendes?”

Así que realmente dije eso.

Pei Tingsong se sintió completamente avergonzado. Jamás habría imaginado que el alcohol lo transformara en alguien así. Cerró los ojos mientras sentía el dorso de la mano de Fang Juexia fresco contra su mejilla. Sí, tenía razón. Él quería ser amigo de Fang Juexia. Había cambiado; ya no lo miraba con prejuicios. Ahora estaba dispuesto a acercarse a él, a reconocer su carisma y a admirarlo.

Quería romper la barrera entre ellos y convertirse en su amigo.

Pero mientras pensaba esto, no podía evitar recordar el beso de anoche: la sensación de esos labios suaves y el temblor que sentía cuando sus lenguas se entrelazaban de forma brusca y torpe.

“Yo… ¿qué más hice?” preguntó Pei Tingsong con voz insegura, abriendo los ojos para mirar a Fang Juexia. Después añadió con aún más incertidumbre: “No lo recuerdo.”

El rostro de Fang Juexia permanecía tranquilo.

“Quisiste que te elogiara. Y lo hice. Eres inteligente y muy capaz” dijo Fang Juexia, mirándolo con seriedad. “No fue por compromiso, Pei Tingsong. Eres realmente excelente. Solo que no estoy acostumbrado a expresar ese tipo de cosas.”

Hizo una pausa y continuó:

“Tal vez lo hayas olvidado, pero te repetiré lo que dijiste anoche. Acepté tu disculpa. Sé que fue sincera.” Su mirada se mantuvo firme al cruzarse con la de Pei Tingsong. “Siento haberte ignorado y apartado estos últimos dos años. Me disculpo por eso. A partir de ahora, te trataré como a un amigo.”

Le tomó la mano, la apretó ligeramente y dejó escapar una pequeña sonrisa.

“La guerra fría ha terminado oficialmente. Somos amigos ahora.”

Pei Tingsong bajó la mirada hacia su mano, la cual Fang Juexia soltó tan rápido que no hubo tiempo siquiera de intercambiar algo de calor.

Fang Juexia había repetido sus palabras de la noche anterior, de manera clara y madura, rompiendo el hielo en un estado completamente sobrio. Sin embargo, evitó mencionar el beso.

Debería sentirme aliviado. Pero, por alguna razón, Pei Tingsong sentía una presión en el pecho. Su corazón latía débilmente, incómodo, como si la fiebre agravara su malestar. Era una sensación insoportable.

Fang Juexia tomó el recipiente con agua y salió para cambiarla en el baño principal. Mientras tanto, Pei Tingsong no dejaba de darle vueltas al asunto. Sabía que si sacaba el tema sería muy incómodo, pero si Fang Juexia no lo mencionaba, él se sentiría peor.

Nunca antes había besado a nadie, nunca había tenido ese tipo de conexión con otra persona. Incluso su primer beso había sido “robado” sin ceremonias por Fang Juexia.

Además, nunca había sentido algo tan extraño como esto, como si algo estuviera tirando de su corazón.

El zumbido del teléfono lo distrajo. Lo tomó y vio un mensaje de Ling Yi:

[GuioncitoOficial: ¡Xiao Pei! ¿Estás despierto? Quiero comerme el chocolate que compraste la última vez, el que estaba en el auto de Qiang-ge. Voy a abrirlo, ¿si?~]

Pei Tingsong no recordaba haber comprado chocolate, pero respondió rápidamente:

[ElUnicoBossDeKaleido: Llévatelo.]

Sin embargo, justo después de enviar el mensaje, le vino una idea a la mente. Ignorando la fiebre, comenzó a escribir frenéticamente un mensaje largo, para luego eliminar y corregir, dudando de cada palabra.

Cuando escuchó a Fang Juexia acercarse, envió el mensaje apresuradamente y lanzó el teléfono lejos.

En otro lugar, Ling Yi estaba abriendo el chocolate cuando el teléfono vibró nuevamente.

[ElUnicoBossDeKaleido: Tengo una pregunta. Tengo un amigo que quiere ser amigo de otra persona, así que fue y se lo dijo. Todo iba bien, pero lo arruinó al cometer un error. Accidentalmente — ¡de verdad fue un accidente! — besó a esa persona. Solo un beso, nada más. Ahora está en pánico y me llamó para pedirme ayuda. Ya sabes que yo nunca hago este tipo de cosas tontas, así que no sé cómo aconsejarlo. Ling Yi, tú que eres un experto en relaciones sociales. ¿Crees que todavía puedan ser amigos?]

Ling Yi estalló en carcajadas dentro del auto, asustando a Cheng Qiang quien conducía.

“¿Qué demonios te pasa? ¿Qué es tan gracioso?”

“¡Pei Tingsong!” dijo Ling Yi entre risas. “¡Ese tonto accidentalmente besó a un chico! ¿No es lo más gracioso que has escuchado? ¡JAJAJAJA!”

 

 

 

 

★☆★ ♪ ★☆★ ~●~★☆★ ♪ ★☆★

Nota de la autora:

La vid de uvas: ¡Por favor rieguen con “nutrientes”! Me convertiré rápidamente en una vid de uvas. 

Traducido por 21Rb_BINGQIU
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