Historia principal
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—Ugh, …agh, duele…
Park Taewon estaba prácticamente sollozando. Las orejas y la nuca del hombre estaban rojas como la sangre. Ahn Sangwoo puso los ojos en blanco lentamente. Siguió balbuceando sobre lo mal que se sentía y lo mucho que le dolía, pero ni siquiera intentó huir. Al contrario, tragaba saliva entre sollozos y miraba con expectativa, como preguntando cuándo sería el próximo castigo.
—Pareces estar en celo… ¿Acaso ya ni reconoces a tu propio hijo? ¿No vas a terminar, cuando te llegue el ciclo de celo, abalanzándote sobre la vara creyendo que es un pene?
—¡Ya basta…!
—¿Por qué? La vez pasada también, suplicando que te la chupara, abriste tus carnosos muslos y los apretaste contra mi cara. Me dio tanta lástima que te la chupé un poco, y luego lloraste quejumbroso, suplicando por mi pene.
—Ah… t-tú… p-perro…
—Ah, ¿que soy un perro, dices?
Ahn Sangwoo murmuró esto mientras alzaba la vara sobre el ano hinchado y enrojecido.
—Levanta bien las nalgas.
—¡Ah, uh…! Gah, ugh… Duele, ah, ah…
—No contaste los golpes de nuevo. Tendrás que empezar desde el principio.
—¡No! Ha… Hicc… No, por favor. Por favor… Por favor, Sangwoo…
Ahn Sangwoo sonrió suavemente. Sus pestañas inferiores eran particularmente gruesas, lo que hacía que sus ojos parecieran más sombríos.
—Vamos, de nuevo.
—¡Ah…! Ugh, huff, sniff… tr-tres…
Las nalgas del hombre, que con tanto esfuerzo había levantado, parecían a punto de colapsar en cualquier momento. Hizo un esfuerzo supremo por tensar las rodillas. Babeaba mientras arañaba las sábanas. Su vientre se abultaba y luego se hundía, una y otra vez. Sentía náuseas. Su boca sabía a semen. Park Taewon, entre sollozos entrecortados y gemidos, volvió a gritar cuando la vara volvió a descender sobre su orificio.
—¡Aaah…!
—Cuenta.
—A-ahg, uff, cua, cuatro… cuatro… Sí… cuatro…
Solo una vez más. Solo tenía que aguantar una vez más. Park Taewon, con los ojos desorbitados, temblaba por todas partes mientras sudaba. Ahn Sangwoo, que observaba sus nalgas temblorosas con una mirada entre compasiva y admirativa, presionó con el dedo el orificio hinchado y endurecido.
—¡Uagh…!
—Está duro.
Claro, eso era porque la había estado golpeando muy fuerte. Era natural que se formara un moretón duro, y que los vasos sanguíneos se reventaran y se pusieran rojos como la sangre. Cada vez que lo frotaba con el dedo, la extraña sensación hacía que Park Taewon se quedara boquiabierto y babeara. El dolor y el placer parecían haber llegado a su límite. Su cintura se movía sin control. Además, su pene se hundía y se sacudía con cada balanceo.
Fue difícil reprimir el impulso de chupar la cosa magullada hasta dejarla limpia. Ahn Sangwoo tragó saliva y, con expresión hosca, levantó la vara sobre el agujero. Ya fuera por anticipación o miedo, el ano de Park Taewon se tensó. Cada vez que se tensaba, los moretones le provocaban un dolor punzante y náuseas en el estómago.
Se escuchó un sonido agudo. El cuerpo de Park Taewon finalmente se desplomó.
—C-cinco, ah…ngh, Uh… Ugh…
Park Taewon yacía boca abajo en la cama, con lágrimas corriendo por su rostro. Tenía la piel enrojecida del cuello para abajo, y sus nalgas e ingles estaban especialmente húmedas, creando una imagen lamentable. Ver a alguien de unos cuarenta y tantos años y de casi 190 cm de altura sollozar desconsoladamente era realmente desgarrador. Ahn Sangwoo miró al hombre, con el rostro enrojecido y la respiración agitada. Hacía mucho tiempo que no veía a Park Taewon llorar así. Siempre intentaba contener las lágrimas, por el hecho de ser su padre, pero esta vez parecía que sentía un gran dolor.
Por muy fuerte que sea una persona, se derrumba fácilmente ante el dolor. Sobre todo cuando proviene de su propio hijo. Ver su trasero desnudo, llorando y empapado en fluidos mientras su hijo la azotaba era verdaderamente lastimoso, pero no era momento de dejarse llevar por esos sentimientos. Ahn Sangwoo agarró con fuerza su trasero tembloroso y presionó su pene sobre el agujero que estaba endurecido con moretones.
—Cuánto quería follarme el agujero del culo de mi padre…
—¡Uf, ugh…! ¡E-espera, no, no…!
Park Taewon gateó desesperadamente, pero Ahn Sangwoo presionó la cintura del hombre y colocó firmemente su glande sobre el agujero. El moretón rojo oscuro se abrió, causando un dolor insoportable. Park Taewon, aparentemente fuera de sí, gimió, aferrándose a la sábana y tensando los músculos. Apretó los dientes y negó con la cabeza, intentando ahogar sus sollozos y gemidos. Hundió la cabeza entre las sábanas, se tapó la boca con la mano y, finalmente, con la boca abierta, emitió un sonido como el gemido de un animal. El enorme agujero estaba impecable, limpio y de un color precioso, y verlo tragar por completo su miembro era simplemente cautivador.
Aunque ya había sido penetrada antes con un puño, se había estrechado, así que Ahn Sangwoo tuvo que mover rápidamente sus caderas para volver a ensanchar sus paredes internas. Dado que la entrada, magullada, se apretaba más de lo normal, cada fricción con el pilar rojizo aumentaba el placer debido a la constricción. Con cada embestida profunda, los fluidos vaginales salpicaban por todos lados, dejando todo pegajoso. Ahn buscó a tientas el pene de Park Taewon y lo agarró.
Era realmente patético. Algo que nunca usaría en su vida, bien podrían cortarlo.
—¡Hiiik, ugh…! ¡Ah…!
—Mira cómo se te para el pene, qué malcriado…
—¡Ah, duele! Sangwoo… ¡Duele…! ¡Ah…!
Ahn Sangwoo agarró con fuerza el cabello de Park Taewon y tiró de él. Por eso, la cabeza del hombre se inclinó hacia atrás y la prominente nuez de su garganta se movió. Este hombre despreciable solo llamaba a Sangwoo con cariño cuando estaba en desventaja o siendo castigado. Era un Omega terriblemente astuto. Gritaba como si su Alfa fuera a ser indulgente con él. Ahn Sangwoo no pudo soportarlo más y mordió la oreja de Park Taewon. Aplastó el lóbulo con los dientes y luego lamió la aurícula con la lengua. La oreja de Park Taewon era grande y ancha, lo suficientemente espaciosa para que cupiera la lengua caliente del hombre.
—A-ah, hicc… ugh…
Mientras tanto, el pene de Ahn Sangwoo penetraba profundamente, llenando las entrañas de Park Taewon. Su grosor era incomparable al de una vara. La redonda y firme cabeza del pene presionó sin piedad sus entrañas, invadiendo fácilmente la zona del colon. Ni siquiera era necesario estimular el punto máximo. Aplastado por el aterrador volumen, sus nalgas se estremecieron y la carne se apretó con fuerza.
—Mngh, ugh…
—Uff…
Park Taewon, que había alborotado diciendo que no, ahora, con el pene profundamente dentro, dejaba que su uretra palpitara y derramara semen a chorros. Como si hubiera olvidado instantáneamente el dolor, frotaba sus pezones, magullados y duros como huevos, contra las sábanas mientras levantaba aún más las nalgas. Ante el exceso de fluidos vaginales que se desbordaban, Ahn Sangwoo, follándolo sin parar, soltó una risa burlona. Con esa cantidad, hasta podría dársela a las orquídeas que cultivaba su padre en lugar de agua.
—Ha… Ugh… ngh, mngh… Sangwoo…
—¿Tanto te gusta que te follen? Murmuras cosas como “que te jodan”, “hijo de puta”, y luego cambias de actitud solo porque te la meto por el culo… ¿Qué habría hecho papá si yo no hubiera sido el alfa? Ah, entonces se habría abierto de piernas en otro sitio, ¿no?
Ahn Sangwoo sujetó con fuerza las nalgas de Park Taewon. Las nalgas del hombre, marcadas de rojo intenso, se aplastaron delicadamente en su mano. Al apretar, la carne presionó sus dedos, creando una profunda hendidura. Al soltarla, recuperó su forma original. Su piel se sentía sorprendentemente bien a pesar de su edad, y la carne suave y ligeramente madura se estiraba deliciosamente. El agujero abultado en su entrada, magullado por las contusiones, se movía con flexibilidad. El cuerpo de Park Taewon se sacudía sin parar. La estimulación era demasiado intensa.
—Entonces, papá, deberías estar agradecido conmigo, tu hijo.
—¡Hik, ugh…! Gah, tonterías… ¡Uf…!
—Papá, ya sabes que cada vez que dices esas cosas me excito… ¿Verdad? Por eso sigues diciéndolas, para excitarme. Qué malicioso…
Cada vez que movía sus caderas hacia atrás, el ano enrojecido y los fluidos vaginales pegajosos se desprendían. El agua corría en hilos, empapando todo por debajo. Al ver el espectáculo, Ahn Sangwoo sonrió con amargura.
Tenía el estómago hinchado. Las entrañas le latían con tanta fuerza que sentía que su piel se iba a reventar. Su abultado abdomen se expandía y contraía con cada embestida. El agujero que ya había recibido una carga estaba hinchado y congestionado, como si estuviera a punto de reventar. Park Taewon perdió la cabeza, arqueó la espalda y gimió. Su rostro, antes limpio y ordenado, era cosa del pasado. Puso los ojos en blanco, frunció el ceño y babeó profusamente, con una expresión completamente obscena. Su barbilla brillaba de saliva.
Las feromonas reprimidas de Ahm Sangwoo estallaban. El aroma de un alfa acechando a un omega no solo satisfacía a Park Taewon, sino que llenaba la habitación. Park Taewon se frotó la mejilla contra las sábanas, desesperado por recibir más de Sangwoo; su aroma era tentador. ¿Quién vería esto y pensaría que Park Taewon era el padre de Ahn Sangwoo? Con un golpe sordo, se le encogió el estómago y Park Taewon eyaculó.
—Mngh, ugh… guh, ngh…
—Ja…
¿Entendía este hombre cuál era su lugar? De repente, Ahn Sangwoo sintió curiosidad. Seguro que no lo sabía; por eso, incluso mientras eyaculaba descontroladamente, ni siquiera decía una palabra de disculpa. Sangwoo se pasó la mano con rudeza por el cabello y, con una mirada profundamente lúgubre, siguió clavando su miembro en el estrecho orificio de Park Taewon. La presión era abrumadora, y sus muslos temblaban como si fuera a eyacular en cualquier momento, pero Ahn Sangwoo sacó lentamente su pene.
Entonces, la entrada hinchada y amoratada, con protuberancias contundentes, rozó contra su pene, provocando una mezcla de dolor y placer. Su vientre bajo sintió un hormigueo instantáneo. Cuando el miembro, grueso como un garrote, salió de su ano, Park Taewon se desplomó, exhausto. Ahn Sangwoo miró al hombre y se frotó el pene con fuerza. Pronto, de la uretra que solo goteaba fluido preseminal, eyaculó semen. Ese líquido blanquecino y turbio cayó sobre las rojizas nalgas de Park Taewon.
—Ah… Dicen que en el infierno hasta la comida que sobra hay que comerla. Entonces yo estaré ocupado comiendo los jugos vaginales de papá. Si no puedo terminarme todo esto, seré castigado…
Ahn Sangwoo habló como si lo lamentara mientras, con el dedo, recogía los fluidos vaginales que Park Taewon había derramado y los volvía a introducir en el orificio. Cuando el dedo frío rozó las paredes internas, ardientes, Park Taewon gimió bajito.
—No te tomaste el supresor, ¿verdad?
—…
—Mierda, ¿lo tomaste? ¿Y estás así incluso después de tomarlo?
—…Hicc, ugh, ah.
—Si hubiera sabido que lo habías tomado, me habría corrido dentro, maldita sea. Papá…
Ahn Sangwoo suspiró y luego se inclinó lentamente. Park Taewon, sobresaltado por el aliento caliente que sentía de repente en su orificio, se volvió apresuradamente hacia atrás. Su hijo tenía la lengua fuera, como si estuviera a punto de lamerle el orificio.
—¡Espera, a-ah…!
—Hay que comer todo lo que sobra.
Al rozar sus labios con su perineo hinchado, el cuerpo recién eyaculado de Park Taewon tembló. Todo su cuerpo estaba tan sensible que parecía una zona erógena. Sobre todo, la entrada del agujero rojo oscuro y magullado se había endurecido, y al frotarlo, sentía que sus ojos se ponían en blanco sin darse cuenta. Ahn Sangwoo presionó su lengua sobre el agujero rojo oscuro, impresionado por el dulce fluido que tocó su lengua al instante.
Su ano era problemáticamente hermoso. Incluso el orificio, oscurecido como si hubiera sido usado durante mucho tiempo, se veía bonito. Cuando se separaba, revelaba un rojo intenso, al punto de hacerle pensar si no estaría seduciéndolo. Al lamer suavemente la entrada, ahora firme, Park Taewon, apoyando las manos en la sábana, arqueó la espalda y levantó la cabeza bien alta. Su espalda temblorosa era obscena. Sus grandes nalgas se estremecieron.
—Mira cómo se abre ese agujero destrozado…
—Yo m-me vengo… ¡Pero se sigue sintiendo t-tan bien…!
Chupó con avidez el agujero. Cada vez que la punta de la lengua lo tocaba, Park Taewon se esforzaba por contener los sollozos y meneaba las caderas con vulgaridad. Molesto por el movimiento constante, Ahn Sangwoo agarró sin cuidado sus nalgas y le mordió el perineo con fuerza antes de que cesaran las vibraciones. Pero para cuando llegó a ese punto, Park Taewon ni siquiera podía abrir bien los ojos y estaba chorreando. Su edad y físico habían desaparecido, y estaba alcanzando el clímax de nuevo.
Las ojeras del hombre, que jadeaba con fuerza, estaban tan hinchadas como si tuviera moretones. Sus cejas gruesas, que le daban un aspecto fuerte, y sus pómulos aristocráticos estaban manchados y embadurnados de semen, mientras su húmeda lengua se movía entre sus blancos dientes, detrás de sus labios rojos y entreabiertos. Su mandíbula bien definida, su grueso cuello y sus músculos flexibles que se extendían hacia abajo estaban sonrojados y hechos un desastre. Ahn Sangwoo posó sus labios sobre ellos y lamió el rostro del hombre como un perro.
El pene aún duro de Ahn Sangwoo rozaba el agujero de Taewon Park. Si ese miembro grande y delgado penetrara, aunque fuera una sola vez, sentía como si su entrada magullada se desgarrara. Sin embargo, contrariamente a esos pensamientos, el cuerpo de Taewon Park temblaba de anticipación.
Park Taewon miró su espalda en el espejo.
El montículo redondo estaba adornado con una carne agradablemente elevada. Marcas rojas se dibujaban en la piel prístina, y fluidos se filtraban lentamente de su estrecho agujero. No era solo semen lo que se filtraba por el estrecho espacio. Debía haber follado mucho; después de haber recibido tanto, todavía derramaba fluidos vaginales como un Omega en celo. Incluso en la parte interna de sus muslos, todavía quedaban restos de semen seco.
Sobre todo, el agujero estaba amoratado y rojo oscuro. Tan solo tocarlo con el dedo para drenar el semen le producía un dolor punzante que le hacía contraer la cara involuntariamente. Sus pezones estaban endurecidos, como si sus pechos estuvieran tan hinchados que cada roce le provocaba dolor. La ligera flacidez que se había adherido a él debido a su edad hacía que el hombre pareciera más grande, y sus músculos sólidos parecían pálidos y voluptuosos.
Park Taewon le agarró los pechos con una mano y las nalgas con la otra. Sus pechos y nalgas habían crecido tanto que ya no cabían en sus manos, desbordándose. Al apretarlo con más fuerza, una sensación de hormigueo lo invadió, acompañada de placer. Observó su cuerpo con desprecio, como si sintiera una profunda humillación por él. Todo era culpa de Ahn Sangwoo. ¿Habría sido mejor si alguien más lo hubiera aplastado? Esa era una pregunta que no tenía clara.
Park Taewon acercó la parte interior de su brazo a la nariz y olfateó. Un olor penetrante, como el de una droga potente, le golpeó las fosas nasales. Ahora sabía que se trataba de las feromonas de Ahn Sangwoo. Tantas feromonas había liberado el cuerpo del hombre que el olor a Omega de Park Taewon quedaba enterrado bajo ellas, apenas perceptible.
Con solo haber olido el rastro de Ahn Sangwoo, ya sentía un calor ascendiendo desde su vientre. Ignorando su propio pene, que gradualmente comenzaba a erectarse, Park Taewon abrió el agua fría. Exprimió una generosa cantidad de gel de ducha y frotó su cuerpo con fuerza, como si quisiera eliminar todo rastro dejado por Sangwoo. Pero por mucho que lo intentara, las feromonas de un Alfa dominante no desaparecerían tan fácilmente.
El hombre del espejo se sonrojaba excesivamente. Vio su propio cuerpo, empapado, con sus areolas y pezones inusualmente grandes colgando. Park Taewon apenas logró apartar la mirada del espejo mientras se aplicaba el shampoo. Gotas de agua caían por la barbilla del hombre que se lavaba el cabello.
—¿Vas a trabajar?
Tras lavarse, vestirse y ponerse la corbata, Park Taewon miró a Ahn Sangwoo, frotándose los ojos mientras salía del dormitorio. El torso del hombre, vestido con un solo pantalón, mostraba claramente las marcas de las uñas que Park Taewon le había dejado al arañarlo toda la noche. Cuando desvió la mirada porque era difícil de ver, Ahn Sangwoo se rio a carcajadas.
—Papá, tu corbata está torcida.
—No me importa.
—¿Cómo puede no importarle su aspecto a mi padre…?
Ahn Sangwoo, que se había acercado mucho, miró a Park Taewon con sus pupilas negras sin un ápice de luz mientras le arreglaba la corbata. Park Taewon, ante la proximidad del Alfa dominante, contuvo la respiración y se puso tenso sin querer. Sangwoo, que acababa de despertar, no hizo nada por contener sus feromonas; más bien, parecía disfrutar de la incomodidad que estas le causaban a Park Taewon.