Historia principal
Editado
Ese día, Ahn Sangwoo recibió una gran dosis de cariño. Los empleados se sorprendieron de que él fuera el hijo de Park Taewon, y aún más de que no se pareciera en nada al carácter de un hombre siempre irritable y que menospreciaba a la gente sin inmutarse.
Gracias a eso, Park Taewon no pudo comportarse como de costumbre. Con la persona que le había marcado el trasero sentada visiblemente a su lado, se sintió intimidado y revisó documentos con rostro cansado. Ahn Sangwoo lo observaba como si lo encontrara fascinante, y aunque Park Taewon sabía que él mantenía sus feromonas discretamente contenidas, cada vez que su mirada se posaba en él, sentía que partes de su cuerpo se calentaban. ¿Acaso había necesidad de anunciar públicamente que lo habían golpeado allí? Quería gritarle que dejara de mirarlo, pero contuvo la voz que le subía hasta la garganta.
—Me voy primero.
—¡Gracias por tu buen trabajo!
Tan tenso estuvo, que antes de darse cuenta ya era hora de salir de la oficina. Mientras tanto, Ahm Sangwoo, sin mostrar ninguna señal de aburrimiento, no apartaba la vista de Park Taewon y solo tecleaba en su teléfono. No sabía qué le resultaba tan gracioso, pero con la comisura de los labios ligeramente levantada y moviendo la mejilla donde tenía un lunar, daba ganas de golpearlo. Así que Park Taewon, lejos de pensar en irse a casa, se aferró a su portátil con la intención de quedarse a trabajar toda la noche.
—Bueno, entonces, Jefe, yo también me voy. Sangwoo, tú también, ten cuidado al volver a casa.
—Adiós.
Entonces el último empleado abrió la puerta y salió.
Park Taewon revisó la hora. Eran las 10:50. Mordisqueó su labio inferior con nerviosismo, frustrado por una ansiedad que surgía sin motivo. Ya no había nada que lo obligara a quedarse más. ¿Debería haberse ido a casa temprano? No, si lo hubiera hecho, ¿quién sabe qué habría hecho ese tipo…? Pensamientos complejos flotaban en su mente como partículas en suspensión, sin mostrar señales de disiparse.
Fue justo en ese momento…
Desde detrás de él, una mano fría se extendió y envolvió con cuidado el dorso de su mano.
—¡…!
—Llevas diez minutos con la pantalla congelada. —Una voz gélida se filtró justo en su oído—. ¿Está pensando en otra cosa?
Park Taewon se quedó paralizado, incapaz de hacer nada. Su corazón comenzó a latir descontroladamente. Aunque sabía que todos los empleados se habían ido y no había nadie más, instintivamente miró a su alrededor. Ahn Sangwoo soltó una risa audible y luego entrelazó sus dedos con los de Park Taewon, apretándolos.
Una prominente piel blanca apareció a la vista. Su otra mano, como un rastrillo, jugueteaba con los botones de su camisa, que llevaba abotonados hasta el cuello. Lentamente, sus dedos bajaron, desabrochando un solo botón justo cerca de su pecho. Entonces, la ajustada camisa, que había estado tirante, finalmente pareció poder respirar al abrirse y revelar la pálida piel de su pecho. Dejando los botones superiores del cuello intactos, solo había desabrochado los de la zona del pecho, haciendo que sus grandes pechos se balancearan y sobresalieran.
Ahn Sangwoo acercó sus labios justo al oído de Park Taewon.
—Cerdo asqueroso. ¿No pudiste aguantar y te masturbaste en la oficina? ¿Tan buenas eran las feromonas de ese cabrón para que actuaras como una puta en celo?
—Agk…
—¿Ya no te satisface el pene de tu hijo? ¿Quieres que una más grande te penetre y revuelva tu matriz? Pero, ¿qué vas a hacer? Dudo que haya alguna más grande que la mía.
Ahn Sangwoo, desde atrás, pellizcó con fuerza el pezón magullado y endurecido. Park Taewon gritó reflejamente, para luego taparse la boca apresuradamente con ambas manos. Podía haber alguien todavía en la oficina. La mirada de Park Taewon temblaba, inquieta y Ahn Sangwoo retorció su pezón bruscamente sin soltarlo.
—¡U-ugh…!
—Fui un estúpido al pensar que te cuidarías cuando yo no estuviera. Tsk, ¿cuántos alfas quieres que te cojan en medio de la maldita compañía…?
—¡Mm… mmm, ugh!
Park Taewon pateó desesperadamente. Su rodilla golpeó el escritorio, sintiendo un dolor punzante. Pero aún más agonizante era su pezón, siendo aplastado sin piedad en la mano de Ahn Sangwoo. Su pecho estaba tenso e hinchado, el dolor tan nítido que resultaba insoportable. La saliva se le escapaba en hilos por la boca que intentaba tapar. En su forcejeo, el portalápices que estaba erguido sobre el escritorio se cayó de lado.
—¡Ah, ugh…! ¡Gah…!
Le dolía tanto que sentía que se le iban a caer los pezones. Park Taewon, que había estado gimiendo, se desplomó sobre el escritorio en cuanto Ahn Sangwoo lo soltó. Jadeando, se frotó la frente contra el teclado de la laptop, sintiendo el pecho palpitante. Ahn Sangwoo tiró de la identificación de empleado que llevaba colgada del cuello. Debido a eso, Park Taewon no tuvo más remedio que levantar sus grandes nalgas, dejando al descubierto sus pezones y pechos exprimidos.
Se rio al ver cómo las nalgas, enfundadas en un traje impecable, se movían torpemente. Park Taewon parecía asustado, como si temiera que Ahn Sangwoo fuera a azotarlo de nuevo. Después de todo, no era extraño que tuviera miedo después de la paliza de ayer. Sus pechos estaban hinchados y teñidos de un rojo intenso. Y al pensar que sus nalgas también debían estar llenas de moretones, se le hizo la boca agua.
Park Taewon gritó con urgencia a pesar de que su tarjeta de identificación de empleado le estaba ahogando el cuello.
—¡Estás loco, esto es una empresa!
—Puedes borrar las imágenes de las cámaras de seguridad más tarde.
Ahn Sangwoo habló con calma, recogiendo las tijeras que estaban sobre el escritorio de Taewon Park. Luego levantó las hojas sobre el agujero del hombre. La sensación de frío en su dobladillo tenso hizo que Park Taewon se tensara, casi al punto de necesitar orinar. Ahora que lo pensaba, no había ido al baño ni una vez desde que Sangwoo llegó. Una expresión de desesperación cruzó su rostro.
Ahn Sangwoo, como si agarrara las riendas de un caballo y se montara en él, pasó la credencial de empleado de Park Taewon hacia atrás y tiró con fuerza, mientras con la otra mano hizo un gesto de cortar con unas tijeras sobre su agujero. Al hacer el gesto de cortar en el espacio vacío entre sus nalgas, Park Taewon se encogió totalmente, temiendo que pudiera resultar herido. El filo de las tijeras cortó limpiamente a través del atractivo ano de Park Taewon, e incluso cortó su ropa interior.
—Sigues diciendo no, no, no, pero ya estás chorreando aquí.
—¡Ugh…!
Al introducir un dedo en el agujero hinchado y carmesí, Park Taewon tragó saliva y se estremeció. El placer, acompañado de dolor, era palpable. Park Taewon ahora podía alcanzar el clímax no solo estimulándolo, sino presionando y frotando sus paredes internas. ¡Y pensar que podía temblar de placer así con solo un dedo! Ahn Sangwoo preguntó si se había estado masturbando frotando su trasero contra la silla con su agujero tan hinchado.
No, ¿cómo no iba a ser así? Seguro que así había sido. Al llegar a ese pensamiento, Ahn Sangwoo sintió que Park Taewon le resultaba detestable. Tenía la sensación de que no se calmaría hasta que taponara ese desvergonzado agujero.
Ajeno a los pensamientos del otro, el orificio de Park Taewon goteaba un flujo constante. Cada vez que el largo dedo se curvaba y extendía, acariciando suavemente, Park Taewon, sin darse cuenta, frotaba sus pechos contra el escritorio, echaba la cabeza hacia atrás y dejaba escapar gemidos. La imagen del Jefe Park Taewon, que solía menospreciar a los empleados actuando superior, era ahora tan lasciva que resultaba irreconocible. Su cabello, frotado contra el escritorio, estaba completamente despeinado y su boca abierta babeaba.
—Este tipo Yang Jinho de antes… parecía muy interesado en papá.
—M-mhn, ah… Sangwoo… ah…
—¿Quieres acostarte con ese bastardo? ¿O con el tal subjefe Park de antes?
Sus paredes, de color óxido y flácidas, palpitaban, como ansiosas por recibir el pene de Ahn Sangwoo. Cada vez que él frotaba suavemente su piel arrugada, sus ojos parpadeaban, enrojeciéndose por el calor, un espectáculo lamentable. Sangwoo levantó la vista y miró su reloj. Ya eran las 11.
—No, nunca pensé en eso ni una sola vez… ugh… —Park Taewon se justificó con una excusa lamentable.
—Pero ¿por qué papá huele como ese tipo?
—E-eso…
—¿Por qué lo tenías tan cerca si claramente olías cómo desprendía feromonas? ¿Para que yo tuviera celos? ¿O es que papá quiere que le vuelva a golpear el agujero?
—¿Qué? ¡No…!
Mientras Park Taewon gritaba, con la boca llena de saliva, Ahn Sangwoo agarró su tarjeta de empleado, que colgaba como una correa, y la arrancó. Entonces le sonrió al hombre, que jadeaba y emitía un gorgoteo.
—Shh, tienes que callarte. Nunca se sabe quién puede venir.
—U-ugk…
—Solo puedes ser un buen padre si tienes buena conducta.
Ahn Sangwoo, quien habló con firmeza mientras introducía en el agujero tres dedos, parecía no darse cuenta de la más mínima irregularidad. Realmente lo creía. Creía que un verdadero padre era aquel que se entregaba en cuerpo y alma a su hijo, sin inmutarse por las feromonas de otros alfas, y que solo le abría las piernas a él. Aunque no fueran parientes consanguíneos, ¿no debería eso fortalecer aún más su vínculo?
Una línea roja brillante dejó una marca en el cuello de Park Taewon. Sangwoo tiró de su tarjeta de identificación de empleado hasta que el hombre se quedó sin aliento y luego la soltó. Luego tomó un bolígrafo del escritorio.
Introdujo el bolígrafo en el agujero y este entró a la perfección. La repentina y aguda sensación de algo extraño hizo que Park Taewon se estremeciera y apretara las nalgas con fuerza. Podía sentir con claridad la tapa que sobresalía.
—Q-qué.
—Noté que tiraste el portalápices… —murmuró Ahn Sangwoo en voz baja y sombría y cogió unos cuantos bolígrafos más—. Así que pensé que te gustaría sujetarlos con el trasero.
Varios bolígrafos más se introdujeron al ser empujados. Park Taewon exhaló un quejido, estremeció los hombros y luego hundió la frente en el escritorio mientras movía la cintura lentamente. Su interior se abría y cerraba. El placer extraño era agonizante. Pero solo eran unos pocos bolígrafos delgados. Aunque eran estimulantes, lo único que Park Taewon deseaba era un pene grande y grueso que llenara su ardiente vientre. Sin embargo, su orgullo le impedía pronunciar esas palabras, y solo se derretía por las feromonas mientras movía las nalgas.
Un hombre con pantalones de traje y un agujero solo en el ano, con bolígrafos metidos dentro, meneaba las nalgas vigorosamente. Observarlo en silencio era increíblemente divertido. Ahn Sangwoo levantó lentamente la cabeza para comprobar el ángulo de las cámaras de seguridad. Era evidente que la escena quedaría grabada. Solo imaginar a Park Taewon luchando por borrar la grabación después lo alegraba.
—¿Debería poner más bolígrafos?
—N-no…
—Entonces, ¿qué debo hacer ahora, papá?
A Park Taewon le tembló la barbilla. Tragó saliva con dificultad y puso los ojos en blanco. Apretar fuerte le hizo sentir bien, pero solo duró un instante. Instintivamente supo que necesitaba algo más grande. Su excitación empezaba a crecer. La concentración de feromonas se hizo más densa. Ahn Sangwoo, como si respondiera al olor a podrido y desbordante del Omega, golpeó su trasero con fuerza.
—Ugh, ¿huh…?
—¿Te dije que abrieras la boca, o te dije que abrieras el trasero?
—¡Ah, ah!
—Ah… ¿Estás insistiendo en que aquí también hay una boca? ¿Tienes dos bocas, papá? La boca de arriba, la boca de abajo… Entonces, ¿esta se mueve porque quiere hablar?
Ahn Sangwoo sacó bruscamente los bolígrafos que llevaba dentro el hombre. Los bolígrafos, empapados, se deslizaron con entusiasmo. Park Taewon no pudo contener la vergüenza al ver las manchas de humedad en la alfombra. Le dolía el estómago y sus muslos no dejaban de rozarse.
—Ahí, no es… una boca.
—¿Entonces qué es? ¿Un coño?
—M-mierda… No, no es eso…
—Si no es una boca ni un coño, ¿entonces qué es? ¿Por qué gotea así?
El rostro de Park Taewon se tiñó de un rojo intenso, indescriptible. Llevaba la camisa abotonada hasta el cuello, dejando solo sus pechos hinchados al descubierto, y sus pantalones de traje, ajustados y con la cinturilla cortada, acentuaban su vergüenza. Sus dedos, cubiertos con calcetines bajo los zapatos, se movían. Ahn Sangwoo esperó un momento a que el hombre hablara, pero al ver que no daba señales de hacerlo, golpeó el escritorio.
—¡…!
—Papá.
Ahn Sangwoo se inclinó hacia el hombre desplomado sobre el escritorio, mirándolo fijamente con ojos oscuros y desenfocados. Park Taewon sintió algo fundamental al ser tocado, y sus piernas casi cedieron. Su corazón latía con fuerza. Sentía un hormigueo en los tobillos. Fluido emanaba de su enorme agujero, empapando el dobladillo de sus pantalones. Por supuesto, su ropa interior ya estaba empapada de líquido preseminal.
¿Cómo podría explicar su cuerpo, empapado de anticipación? Apretó las manos con tanta fuerza que las venas del dorso se hincharon, casi a punto de reventar. El sudor le corría por el cuerpo. Tenía las nalgas empapadas y sentía que iba a orinarse. La presión que sintió le hizo castañetear los dientes. Era por las feromonas de Alfa dominante. Park Taewon sintió que todo su ser se estremecía. Su rostro se sonrojó y tembló.
—Sube al escritorio y abre las piernas.
Park Taewon, con el rostro contraído como si fuera a llorar, se quitó los zapatos lentamente. Tal vez por llevar calcetines blancos níveos, sus tobillos se veían prominentes. Al verlo levantar las piernas sobre el escritorio, moviendo las nalgas que dejaban el orificio completamente al descubierto, Ahn Sangwoo soltó un profundo suspiro. Park Taewon se estremeció.
—¿Crees que actúo así porque quiero? Sabes que no es así. Todo es por tu bien, papá. Lo hago porque te amo, porque no quiero que mi querido papá sufra y por eso intento darle mi pene. Entonces, ¿por qué aprieta los labios como si te estuviera violando?
—…
—Te ayudo para que no te conviertas en una puta que se abre de piernas y le ruega a cualquier Alfa que lo deje embarazado… Papá, piénsalo bien… ¿Te gustaría follar con un hombre mayor, de mediana edad, veinte años mayor que tú?
La mandíbula de Park Taewon, quien contenía lágrimas, temblaba. Dentro del familiar entorno de la oficina, Park Taewon, subido sobre el escritorio, miró a su hijo y abrió las piernas de par en par. La parte que había sido cortada con las tijeras quedaba expuesta en forma circular, mostrando el generoso flujo que lo empapaba. Además, la parte delantera de Park Taewon estaba en la misma condición. Las marcas de semen ahí eran claramente visibles.
—Te lo dije, papá. Deberías estar agradecido conmigo.
Ahn Sangwoo introdujo ambos pulgares en el agujero oculto entre la suave y blanca carne, abriéndolo por completo. Las paredes internas, hinchadas y abrasadoras, como si lo esperaran, revelaron su carne y derramaron su jugo. Sangwoo bajó la cabeza, con el rostro completamente ebrio, inhalando el penetrante olor hasta sus pulmones. Luego, lentamente, pasó los dedos por encima del traje, sobre el frente empapado de semen de Park Taewon.
—¡A-ah, ha…!
Entonces, el agujero que Ahn Sangwoo había abierto tembló, y la carne de sus nalgas se estremeció, para luego moverse sola. Se había vuelto un hábito tensar su trasero por reflejo cada vez que alguien la tocaba por delante, así que no podía decir que estuviera manteniendo una postura correcta. Park Taewon, que estaba abriendo bien las piernas mientras se agarraba la parte interior de los muslos; se mordió el labio mientras miraba el rostro de su hijo.
—Papá ha convertido mi boca en un trapo.
Ahn Sangwoo miró a Park Taewon con unos ojos afilados y brillantes. La expresión del hombre, distorsionada por la humillación y al borde del llanto, le encantó.
—Como papá sigue queriendo que lo violen, también ha convertido mi pene en un trapo.
—…Siempre estás diciendo… ugh, uff… mm…
Ahn Sangwoo lamió el pene de Park Taewon, cuyo contorno se veía claramente sobre sus pantalones de traje humedecidos. Ver su lengua roja y brillante deslizándose sobre los pantalones oscuros era increíblemente sensual. Siguió besando y lamiendo el agujero repetidamente, manteniéndolo abierto. Park Taewon no pudo contenerse más y comenzó a sollozar. Al mismo tiempo, un fluido espeso fluyó del agujero.
Lo lamió por delante y llegó al orgasmo por detrás. Todo porque estaba abierto de par en par.
—Ugh, no… Gah, haa… Ya no quiero…
Mientras su cuerpo se estremecía y alcanzaba el clímax, Park Taewon negaba con la cabeza. Ahn Sangwoo, riendo entre dientes, sacó su pene y lo frotó sobre el orificio.
—¿No quieres un pene tan usado? ¿O no quieres a tu hijo?
—Este… yo, ya no… ¡Ah!
El glande chorreaba, entrando y saliendo repetidamente de la entrada. El agua saturaba tanto que, incluso sin empujarla profundamente, un chapoteo llenó la habitación. El sonido del fluido desbordándose resonó por toda la oficina. Park Taewon no tuvo más remedio que abrir los ojos de par en par y mirarse. La imagen de un glande del tamaño de un puño moviéndose entre su enorme agujero, apretado por ambos lados, era difícil de soportar incluso para una persona sobria.
—Sí, mmm… Ah, ah, ah…
—Con solo darte la punta de mi pene ya te pones como un idiota. ¿De verdad no te gusta? ¿No te disgusta que una verga tan usada como un trapo te viole?
—Ahí… para, creo que… creo que me voy a venir… Ah, uf…
—El agua no para de salir, ¿qué es lo que crees que va a salir?
—Mmm… Ugh, ugh…
Park Taewon arqueó la espalda y su pecho se empapó aún más. El olor a semen le golpeó la nariz. Jadeaba como un loco, agarrado a sus propias piernas y despidiendo ese aroma, que realmente parecía como si lo hubieran violado en la calle. Ahn Sangwoo deslizó su pene profundamente en el orificio, que se había relajado por completo y desprendía un olor intenso y húmedo.
—Ah…
Ahn Sangwoo dejó escapar un suave suspiro.
—Joder, mngh… esto, sin duda, es un coño.
—¡Gh-ugh…!