Giulio (Prisión) #02

Prisión

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Por alguna razón, siempre veo a Giulio todos los días. Aunque, por otra parte, soy yo el que lo busca. Lo mismo pasa hoy. 

 

Hay algo en él que me preocupa… Probablemente sea… ¿Porque se siente como si estuviera ocultando algo bajo esa actitud de obediencia que tiene?

 

De cualquier manera, estoy bastante seguro de que sea lo que sea, no es algo hostil. Aunque… como podría comprobar este presentimiento….

 

Unm…. Tal vez sea por ese aura rara que lo rodea…. O por el nombre por el cual se le conoce que es “Giulio, el usa cuchillos”.

 

Gian: -Oye…. ¿Cuál era la calle? Como lo supuse, por más que trato de recordar donde nos conocimos no logro recordarlo. 

 

Giulio: -¿Es así?…

 

Giulio responde, pero no suena molesto. 

 

Gian: -En ese momento, yo, ¿qué estaba haciendo? ¿Cómo qué edad tenías? 

 

Giulio, se quedó mirándome fijamente. ¿Qué pasa? 

 

Giulio: -Pues vera…. 

 

De repente, Giulio alza su mano señalando el lado izquierdo de mi clavícula.

 

Giulio: -El tatuaje que tiene….

 

Esta vez, se quedó mirando fijamente mi tatuaje por un momento. 

 

Y entonces, Giulio da una pequeña sonrisa.

 

Giulio: -Creo que ese tatuaje apenas estaba fresco. Fue cuando recién ingresó en la familia. 

 

Gian: -Ya… ya veo. Entonces por ese entonces yo tenía alrededor de 16 años. No es raro por qué no lo recuerde.

 

Giulio: -Esto, es el mismo de aquella vez.  

 

Y entonces, su señalamiento baja de mi clavícula hacia el centro de mi pecho, señalando mi colgante de anillo de oro. Esto es un recuerdo de mi madre que fue asesinada. 

 

Gian: -Ah, esto siempre lo he tenido desde que era muy pequeño. 

 

Giulio: -Si, es cierto… ah….

 

Cuando toma el anillo de oro con uno de sus dedos, llevándolo ligeramente hacia arriba, dirige su mirada hacia mi mano. 

 

Se queda mirándola fijamente… ¿mira mi mano derecha?

 

Gian: -No… no hay nada….

 

Inconscientemente abro mi mano derecha mostrándole mi palma. 

 

Hay varias líneas pálidas, que son cicatrices de cuchillo. En ese entonces realmente era un mocoso travieso. 

 

Giulio sonríe…. ¿Tal vez sea mi imaginación? 

 

Giulio: -Ah, están sucios.  

 

Él saca un pañuelo de su bolsillo y limpia mis dedos.

 

Gian: -Tú, ¿Siempre cargas con pañuelos de buena calidad, como cuantos tendrás?   

 

Este pañuelo no es el mismo que usó cuando limpió mi baba durante la siesta de la última vez. Es de diferente color.  

 

Giulio: -Haa….

 

Se nota que nació en lo alto de la escala social. Probablemente tenga una buena educación y todo eso. 

 

Gian: -Gracias.

 

Giulio: -No es nada… si….

 

Si… como lo pensaba, este tipo es realmente un misterio, pero no se ve como si fuera alguien que no pueda manejar. Estos son mis pensamientos cuando miro el rostro de Giulio. 

 

Bien, ¿con quien debería hablar? 

 

OPCIONES:

 

  1. BERNARDO
  2. LUCHINO
  3. IVÁN
  4. PRISIONEROS
  5. GUARDIAS
  6. VISITANTES

 

Elegir prisioneros 

 

En la cárcel, hay una especie de comercio de bienes… por así decirlo: hay una economía que pasa entre los internos.

 

Las cosas que se cotizan son de gran variedad. Están los cigarros, que son como aperitivos que puede obtener con el dinero de la prisión. También hay libros y fotos. No demasiado a menudo, llegan algunos licores, armas y droga que entran de contrabando a través de una ruta secreta. 

 

Incluso hay dinero en efectivo.

 

Se puede conseguir lo que quieras con un poco de trueque, o puedes intercambiar turnos para obtener un poco de trabajo duro que hacer, después de estar en el campo de ejercicio. 

 

Gian: -Veamos, ¿a quien debería dirigirme primero?

 

Estaba pensando en llevar a cabo el plan de fuga en el lapso de tiempo que hay después del pase de lista en la noche, cuando todas las cerraduras están bloqueadas.

 

En primer lugar, para salir al pasillo, necesitaremos alguna herramienta para abrir las barras, o más bien algo para abrir las cerraduras. 

 

Como los cinco estamos en celdas dispersas por todo el lugar, y si piensas acerca de la eficiencia, sería más fácil para mí conseguir las herramientas e ir abriendo las cerraduras de cada una de sus celdas 

 

Aprieto mis dedos. Desde hace tiempo, el abrir cerraduras ha sido una de mis especialidades

 

Gian: -Supongo, que primero necesitaré de algunas selecciones y luego una llave. Así que, creo que tendré que ir a ver a Simón.

 

Cuando el viejo Simón me ve, detiene lo que está haciendo. 

 

Simón: -¿Qué es lo que te trae por aquí, Giancarlo? Ha pasado mucho tiempo. 

 

El viejo Simón, ha estado encerrado desde hace mucho; también es el tipo más fiable dentro de esta prisión. 

 

Gian: -Abuelo, ¿cree que pueda reunir algunos materiales de selección para mí? 

 

Simón: -Qué pasa…. De nuevo escaparas de aquí. 

 

Gian: -Habla muy fuerte, abuelo. ¿Qué tal? ¿Podrá?

 

Simón: -No tengo nada aquí en este momento, pero se de alguien que tiene. Puedes ir a hablar con él ahora mismo. ¿Cómo cuanto podrás dar? 

 

Gian: -Una vez que esté fuera, voy a prometer que el efectivo que pueda reunir se lo daré a su familia. 

 

Gian: -Mis compañeros… es verdad, Bernardo o Luchino podrán manejar la factura.  

 

Gian: -Si les dices a aquellos dos, que esto es un favor de mi parte, entonces te escucharan. 

 

Gian: -Por supuesto, que usted obtendrá su cuota por ser el intermediario, así que le dejaré los detalles. 

 

Simón: -Ohoo. Entonces, podré hacer lo que quiera aquí ¿no?

 

Gian: -Claro, entonces como siempre, se lo encargo. 

 

El viejo da su promesa de que va a ponerse en contacto con el propietario de los bienes y Luchino o Bernardo recibirán lo que quiero y así poder obtenerlos para mañana.  

 

Después del pase de lista y el bloqueo, rápidamente me cubro con la manta. 

 

Esta es la única manera de reponerme de la fatiga por todos estos días de estar ocupado. 

 

Sin embargo, mañana también estaré ocupado. 

 

Séptimo Día 

 

Parece que hoy no tendré muchos visitantes 

 

Ah, cierto, hoy es el día en que se llevarán a cabo las ejecuciones de los condenados a muerte en el otro edificio. Por lo cual, no habrá mucha concurrencia en el pasillo hoy. 

 

OPCIONES:

 

  1. BERNARDO
  2. LUCHINO
  3. IVÁN
  4. PRISIONEROS
  5. GUARDIAS

 

Elegir prisioneros 

 

Decido hacer una visita a la celda 8 del segundo piso. 

 

Me asomo, y veo a un tipo sentado contra los barrotes.

 

Gian: -Disculpe… Yo soy Giancarlo. ¿Es usted el que provee de buenas cosas?

 

El hombre dirige su mirada hacia mí con una expresión oscura. 

 

Prisionero 1: -Lo escuché del viejo Simón. Gracias por comprar mis mercancías. 

 

El hombre saca una bolsa de tela pequeña de debajo de su colchón. Lo acepto sin decir una sola palabra.

 

Y sin decir nada, me voy. 

 

Al mirar a los alrededores para evitar miradas indiscretas, miro dentro de la bolsa para ver los diversos picos y llaves que necesito. Ha desaparecido una lupa, pero esto es suficientemente bueno.

 

Gian: -Y con esto, las cerraduras ya no serán un problema. Solo falta que practique en secreto. 

 

Meto las herramientas dentro del bolsillo y me dirijo a mi celda. Voy a practicar mucho con estos. 

 

Bien, ¿con quien debería de hablar? 

 

OPCIONES:

 

  1. BERNARDO
  2. LUCHINO
  3. IVÁN
  4. GUARDIAS

 

Elegir a Iván.

 

Iván: -Los preparativos… ¿van bien? 

 

Creo que él, de alguna manera, me está elogiando como si quisiera decir “es tu pasatiempo”; pero me da flojera el decirle algo. 

 

Gian: -Si, todo va bien, pero mantendré los detalles del plan en secreto justo antes del escape. 

 

Iván: -¿Qué? Ah ya veo, puede que alguien nos escuche y bajará la probabilidad de escapar. 

 

Gian: -Por cierto, acerca de lo que hablamos la otra vez, ¿has logrado obtener herramientas e información, para mí? 

 

Le preguntó casualmente.

 

Iván: -Necesitaré más tiempo.

 

Lo suponía….

 

Gian: -Bueno no queda de otra, tendré que conseguirlo en otra parte.

 

Deliberadamente suelto un suspiro. Pero antes de que comenzara a hablar, Iván se acerca demasiado a mí. 

 

 

De repente él se impacta contra mí y caigo hacia atrás.

 

Tomándome por sorpresa, él me empuja hacia el suelo. 

 

Gian: -Dolió, pero ¡que carajos estás haciendo, Iván!.  

 

Frunzo mi ceño. 

 

Iván: -Para ti es Gran Fiore. 

 

¿Aha?

 

Iván: -Es Gran Fiore. Conoce tu lugar.

 

Él pone todo su peso en mí, no me puedo mover. Se inclina más hacia mí. 

 

Gian: -¿Quieres decir que tu estás por encima de mí?

 

Iván: -No solo eres arrogante si no también débil. Tendré que enseñarte tu posición fuerte y clara. 

 

Nuestras miradas se entrelazan con fuego y chispas.

 

Al parecer los perros, prefieren atacar a otros que sean más débiles que ellos mismos. ¿A esto se le llama “montaje” o algo así? 

 

He escuchado que si hay dos perros o más encerrados en algún lugar, es necesario sin importar que, establecer una jerarquía. Wooh, el gran perro necesita una.

 

Antes de que mencione el código, le contesto primero.

 

Gian: -Gran Iván.

 

Iván: -A si me gusta, eso está bien.

 

Iván me acaricia la mejilla como si me felicitara por el trabajo bien hecho. Siento como si mi ojo se sumiera, así que entrecierro los ojos. 

 

Como si fuera la primera vez que lo nota, me dice….

 

Iván: -Bastardo, tienes el tipo de rostro que es popular entre las mujeres. Me molesta. 

 

Iván: -Ohh, ahora lo entiendo. Utilizaste tu cara bonita con el jefe y los consejeros para convencerlos de hacerte el próximo jefe, ¿no? Al igual que una mujer.

 

Gian: -Estar celoso de otro hombre es horrible, Gran Iván.

 

Iván: -¡Si serás…! 

 

No hay duda que conseguiré que Iván me golpee de nuevo, me pongo tenso… pero, Iván de repente se inclina hacia atrás y me lanza una mirada por encima del hombro. 

 

Gian: -¿Qué le pasa? Gran Iván 

 

Iván se levanta de encima mio.

 

Mientras se levanta, yo también me levanto. 

 

Mirándonos con su boca abierta, me doy cuenta que un guardia llegó, ah, y es Joshua. 

 

Ahh, les encargue a los otros miembros del CR5 que se encargara de vigilar que nadie viniera, pero supongo que no podrían evitar a un guardia. 

 

Joshua: -Ustedes… ¿están peleándose? 

 

Gian: -No no no, no llegamos hasta ese punto. ¿Dejarías pasar esto? 

 

Joshua:-Por supuesto que lo dejaré pasar. Pero solo les pediré que no causen alboroto durante mi turno, ¿de acuerdo? 

 

Gian: -Pero por supuesto, no hay problema. 

 

Si logramos fugarnos de la cárcel, no creo que eso cause “alboroto”.

 

Joshua: -Como compañeros italianos, deberían de llevarse bien. No deberías estar causando peleas sin sentido.

 

Con esas palabras, el guardia se va mientras continúa su ruta hacia abajo.

 

Gracias a dios que fue Joshua. Si no podríamos haber recibido el aislamiento como castigo, y mandar a la mierda el intento de fuga.

 

Gian: -Pues bien, ¿de qué estábamos hablando?, Gran Iván.

 

Iván: -Eso, ya detenlo. 

 

Iván me mira con mal humor.

 

Gian: -Qué es lo que quieres que detenga, Gran Iván.

 

Iván: -Esa manera de hablar, parece como si me trataras como a un idiota. Ya háblame como antes. 

 

Gian: -Entendido, Iván. 

 

Después de esto ya no me dijo nada, Iván me deja y sale al pasillo malhumorado. 

 

Un largo rato después del pase de lista y el bloqueo de celdas, de repente me siento. 

 

Ahora….

 

OPCIONES:

 

  1. Poner en marcha el plan 
  2. No poner marcha el plan 

 

Elegir la primera opción 

 

Estamos a través de los planes de preparación. Pero puedo visualizar la ruta de escape, la forma de salir de estas paredes. 

 

Es hora de seguir adelante con el plan de escape. 

 

Octavo Día 

 

Según mi reloj biológico, son las 3 am. Ruedo desde mi colchón.

 

Pues bien…

 

Me acerco a la puerta, deslizando mi mano entre los barrotes. Con las ganzúas en mis manos le pego a la cerradura jugueteando con ella un poco. 

 

No pasa ni siquiera un minuto para lograr abrir el bloqueo de la celda. Las cerraduras no tendrán ninguna oportunidad, siempre y cuando tenga de estas herramientas.

 

Camino por el pasillo vacío. Voy tranquilamente con pasos silenciosos. 

 

Considerando la hora, solo se puede escuchar algunos de los ronquidos de los presos. 

 

Sin que nadie se diera cuenta, me las arreglo para llegar a la celda de Bernardo que está debajo de la mía, al lado de otras dos celdas. Abro su cerradura entre los barrotes sin que nadie lo note.  

 

Bernardo: -Te estaba esperando, miel. 

 

Gian: -Estoy feliz de que estés despierto, cariño. Démonos prisa. 

 

Manteniendo las bromas al mínimo, Bernardo y yo nos dirigimos al siguiente destino. Con pasos suaves, nos escabullimos por el pasillo dirigiéndonos hacia la fila de enfrente de las celdas, yendo a la celda del centro. 

 

Iván: -Ohh…

 

La expresión que muestra es algo rígida, parece que está nervioso. 

 

Iván es el último en este piso. Los tres nos dirigimos al piso de abajo. 

 

En una celda en el camino nos encontramos con un prisionero despierto que se encontraba sentado, pero….

 

Iván: -Si hace algún sonido lo mataré. 

 

Bernardo: -Chao 

 

Iván con rapidez lanza una amenaza hacia Bernardo, pero no le funciona ya que Bernardo le lanza una sonrisa sombría. Por suerte no hacen ningún sonido fuerte. 

 

Gian: -Tus pisadas hacen demasiado ruido, Iván. Quítate los zapatos.

 

Iván: -¿Haa? Tsk.

 

Parece que incluso Iván, sabe que un solo error y nos puede costar la vida en esta situación. Obedece mis órdenes sin protestar. 

 

Continuamos más tranquilos hacia las escaleras llegando al primer piso. 

 

Luchino: -Gracias. 

 

Luchino se desliza a través de la puerta abierta. 

 

Iván: -Usted también quítese los zapatos. Se nota que sus pasos harán ruido. 

 

Luchino: -¿Ha? Aah…

 

La celda de Giulio está por allí. Yo me doy prisa liderando a los demás por el pasillo ya que tengo que abrir rápido la cerradura. 

 

De repente escucho pasos que vienen de alguna parte, y siento mi interior congelarse. Sin dar vuelta atrás, sigo adelante hasta que dos voces llegan a mis oídos.

 

Bernardo: -Por favor cállate. Si logramos salir todos de forma segura, les daré paquetes de cigarrillos a todos.

 

Luchino: -Si logramos salir, los invitaré a mi tienda. Les daré a algunas de mis chicas para tener algo de diversión con ellas. 

 

Puede que algunos de los presos ya se hayan dado cuenta de nuestro escape, ya que estamos muy cerca de algunos, y luego estos hablan con una voz fuerte y alta.

 

Los escucho mientras comienzo a abrir la cerradura de la celda de Giulio.

 

Giulio: -Señor Gian, muchas gracias.

 

Iván: -Claro, usted es el último. 

 

Tú no le respondas, Iván.

 

Continuamos mientras Giulio mira fijamente a Iván, regresando hacia mí. Damos pasos hacia adelante en el pasillo sin hacer ruido, en ese momento Luchino y Bernardo se ponen a conversar. 

 

Es probable que debido a los sonidos de pasos, más prisioneros se han despertado, pero hay mucho más ruido ahora. Algunos de los prisioneros están sosteniendo conversaciones tranquilas entre sí, pero ni uno de ellos ha levantado su voz para llamar a los guardias. 

 

Hasta hace un momento Bernardo y Luchino estaban conversando, pero de repente se callan, parece que esto está funcionando. 

 

Gian: -Y con esto, todos estamos juntos. 

 

Pero con cinco hombres adultos, realmente el ambiente no se presta para estar jugando a las escondidas.

 

Bernardo: -¿Hacia dónde vamos ahora? 

 

Gian: -Ahh, por aquí. 

 

Apunto con uno de mis dedos hacia nuestro siguiente destino. Nos apresuramos lo más que podemos en silencio, por el pasillo.

 

Solo un poco más, y llegaremos a la puerta que conduce afuera. Ese no es nuestro destino, pero es un punto de control crucial. 

 

Justo en ese momento… siento algo como si alguien estuviera atacando mis nervios. 

 

Hay alguien detrás de la puerta… y por supuesto, no hay manera de que sea un prisionero. De repente, todos se congelan. Respirando lentamente. 

 

El pomo de la puerta chilla a mitad de camino, abriéndose. 

 

Veo a Giulio moverse como un relámpago. 

 

Lloyd: -¡¿Uwhaa?!

 

Él toma del otro costado del pomo de la puerta y lanza su peso en un tirón arrastrando una forma humana con él. Tomo una visión de un uniforme de guardia. 

 

Giulio eleva algo rápidamente sobre su cabeza. Su expresión es inexpresiva, pero siento que hay una débil sonrisa de disfrute que cubre su cara… de repente le grito en voz baja.

 

Gian: -¡No lo mates! 

 

Mi voz sale al mismo tiempo en que Giulio balancea la cosa que tenía encima de la cabeza del guardia hacia abajo. 

 

Se escucha un sonido sordo con un pequeño gemido, y la persona cae al suelo. 

 

Gracias a dios que no dio un grito. Con una preocupación fuera del camino, echo un vistazo a la cara del hombre. Es Lloyd. 

 

Luchino: -Es ese extraño guardia. ¿Estaba dando sus vueltas? Es bueno que logremos salir de esto, sin armar un alboroto. 

 

Giulio me muestra la cosa que tiene en la mano. Es un Black Jack, un arma hecha llena de arena. Ah, claro, esto es lo que él me había mostrado alegremente el otro día. 

 

Giulio: -No lo maté… Me contuve. 

 

Iván: -¿Qué vamos hacer? Si lo dejamos así, despertará. 

 

Bernardo: -No es necesario matarlo. Usaremos algo de ropa como una mordaza para mantenerlo tranquilo. 

 

Nosotros asentimos ante la sugerencia de Bernardo. Terminamos rápidamente el trabajo y cargamos a Lloyd en una parte sombría del pasillo antes de salir de nuevo. 

 

Caminamos a través del comedor con pasos tranquilos, y salimos a través de la puerta de carga. 

 

El aire que topa contra mi rostro es frío y silencioso, lo que indica que pronto amanecerá. 

 

Sin detenernos para tomar aliento, les lanzo un gesto a los demás para continuar hacia nuestro próximo destino. 

 

Dejamos el edificio donde se encuentran las celdas y nos dirigimos al siguiente edificio que es nuestro destino. 

 

Nuestros sentidos están en alerta máxima, yendo juntos por el camino que conecta diferentes edificios. Si somos capaces de escapar del edificio en el que recogen a todos los prisioneros, entonces con seguridad saldremos. 

 

Finalmente, llegamos al edificio logrando colarnos dentro. 

 

Gian: -Comencemos como lo planeamos. 

 

Me dirijo hacia los demás asegurándome que no hayamos dejado rastro. Al darme cuenta que no había personas dentro, me tranquilizo y nos dimos prisa caminando por el pasillo.

 

Luchino: -Oye, este lugar es…

 

Un olor horrible, tan débil que no te das cuenta a menos que prestes atención. Cuando volteo veo que la expresión de Giulio se suaviza. Probablemente solo sea mi imaginación o no.

 

Gian: -Estamos detrás del cuarto de ejecuciones. Tenemos asuntos que atender con el cuarto de los cadáveres. 

 

Mientras les digo esto, me dirijo hacia la puerta que marca nuestro destino, encontrándose frente a nosotros.

 

No está cerrada.  

 

Al entrar el olor se hizo más fuerte. El cuarto es inesperadamente grande. A un lado del cuarto, pequeñas puertas se encuentran alineadas en la pared.

 

En el centro hay un escritorio, y encima, algo parecido a bolsas enormes. El número de bolsas en fila es… cinco. 

 

Muy bien, los números coinciden. 

 

Iván: -Esto es…. ¿no son bolsas con cadáveres? ¡Hay cuerpos aquí! ¡Que asqueroso!

 

Iván hace una mueca hacia las bolsas encima del escritorio.  

 

Gian: -Hay que sacar lo que está dentro de esas bolsas, regresándolos de nuevo al armario. Tomaremos sus lugares.  

 

Iván: -Guaj ¿es en serio? 

 

Es obvio que Iván está molesto, mientras Luchino y Bernardo solo desploman sus hombros con expresiones exasperadas. 

 

Giulio comienza a sacar el cuerpo de una de las bolsas, mientras los demás continúan haciendo lo mismo, bueno al menos él no se queja. 

Debo de apresurar las cosas porque antes del amanecer una persona vendrá a revisar este lugar. 

 

Algunos de los cadáveres que sacamos de las bolsas son jóvenes, y hay otros que se ven bien a pesar de sus años. Algunos están tan duros como las rocas y otros están muy suaves.

 

Hay algunos cadáveres que son por pena de muerte, cubiertos por paños manchados de sangre que cubren sus cabezas. En este lugar la ejecución de la pena de muerte se lleva por fusilamiento. Reconozco a una de las caras, pertenece al tipo que solía ser mi vecino del lado. 

 

Hoy era el día de su ejecución. Lo sé por la información que Homero me dio. Gracias a esto pude llevar a cabo este plan. 

 

Saco el cuerpo y otras cosas del armario más alejado de la puerta. 

 

Estas taquillas originalmente se utilizan para almacenar los cuerpos de todos modos. Una vez que se comprueben los números de los cuerpos con el de las taquillas y si no llegan a coincidir, podrían describirnos rápidamente; pero solo basta con engañarlos por poco tiempo antes de llegar al exterior. 

 

Luchino: -Hay exactamente cinco bolsas aquí. ¿Sabías de antemano las bolsas que habría y que coincidían con nosotros?. 

 

Cuando Luchino me pregunta esto, puedo notar un tono de descontento mezclado en su voz. Bueno, no creo que a todos nos guste tocar un cadáver. 

 

Gian: -Con esta época del año, es normal que los órganos de los cadáveres se pudran rápido, por lo cual vienen a recoger los cuerpos los sábados por la mañana. Hay que esperar una media hora más, y vendrán a por ellos. 

 

Gian: -Y sobre las cinco bolsas, no sabía si sería o no ese número. Bueno fue una apuesta. 

 

Y rara vez o nunca, llego a perder en las apuestas. 

 

Luchino: -¿Con qué una apuesta?

 

Aunque he oído acerca de cómo son las ejecuciones de ese bastardo pervertido. Por lo menos, las bolsas no son de cuero. 

 

Además, ya que estos cuerpos son por lo de la pena de muerte, no es muy probable que conocidos o familia vengan a reclamarlos.

 

Aparte del otro, había estado investigando por el terreno para enterarme de rumores de los presos que sacan por no tener nada mejor que hacer en la cárcel la semana pasada. Al menos tres tipos murieron a causa de accidentes o enfermedades.

 

Además, estaba seguro que habría al menos cuatro cuerpos, así que solo me base en mis expectativas de que en ese tiempo habría por lo menos otro incidente, por lo cual pasó y llegué a enterarme. 

 

Y como siempre he ganado la apuesta. 

 

Gian: -Así es, una apuesta con buenas probabilidades. 

 

Les doy los detalles de mi explicación a los demás dándoles una sonrisa antes de cerrar el último casillero. 

 

No hay tiempo. De forma rápida y sencilla expongo a los demás lo que tenemos que hacer a continuación. Después de ver los guiños de todos, les muestro mi pulgar apuntando hacia arriba; los otros hacen lo mismo, al igual que una oración deseando que todo salga bien. 

 

Uno por uno, entra a las bolsas de cadáveres vacías, ayudándoles a cerrar sus cierres. 

 

Observo que el número de identificación del recluso está impreso en todo el exterior de la bolsa. Por si acaso, chequee los números con las taquillas, no vaya ser que nos hayamos equivocado con los números. 

 

Bernardo: -Supongo que debería de tratar de poner mi cuerpo rígido como el de un cadáver para que te facilite el trabajo. 

 

Inclino mi cabeza tratando de decirle que no se preocupara por eso, que no hay problema. Así que subo el cierre de la bolsa de Bernardo, dejando un nudo siempre, que se pueda deshacer fácilmente. 

 

Mientras Iván se estaba quejando de lo apestoso que olía la bolsa, subo el cierre atándolo levemente. Después bromeando con Luchino diciéndole que debería de afeitarse un poco, ato su cierre, luego voy con Giulio asintiéndole con la cabeza, y parece que está disfrutando de esto un poco. 

 

Y, por último, me meto en mi bolsa. 

 

Como no puedo pedirle a alguien que me ayude a atar el cierre, solo giro un poco la cuerda alrededor del zip de modo que parezca que está cerrada. Doy un suspiro profundo hundiéndome en la bolsa. 

 

Bueno, no podremos hacer algo por un tiempo, así que solo alejo mi mente para tratar de no enfocarme en el olor de la bolsa y luego pongo en alerta mi audición mientras cierro mis ojos. 

 

Al fin, después de esperar la media hora, aparecen los sonidos de pasos que tanto estuve esperando más el sonido como de algo girando por el piso. 

 

Hay dos personas, sus pasos se detienen al abrir la puerta. No creo que piensen que algo ande mal ya que todo estaba apagado. Bien, no nos han descubierto. 

 

Oficial 1: -No hay equivocación, son cinco. 

 

Oficial 2: -Vamos a comenzar con ese. ¿Listo? ¡Uno, dos, tres!

 

Los oficiales colocan las bolsas en donde estamos escondidos en algo como una camilla haciéndonos rodar. 

 

Suena como que nos tienen que separar en diferentes camillas por que los cinco no cabemos en una; así que nos dividen en grupos de dos para poder arrastrarnos más fácil. Espero que no se den cuenta de nosotros estando adentro. 

 

Que no nos descubra, que no nos descubran, que no nos descubran, por favor que nadie se mueva o haga algún sonido, por favor no se quejen si nos ruedan… ¡POR LA SANTA MARIA!

 

Oficial 1: -Como que, ¿algo se movió en la bolsa no? 

 

Oficial 2: -No digas cosas que asustan. No has escuchado que a veces hay cadáveres que al ser movidos llegan a moverse o también llegan a hacer algún ruido por el aire que atraviesa su tráquea ¿verdad?  

 

Así es, así es crean en eso por favor…. ¿Quién se habrá movido? De seguro fue el idiota de Iván. 

 

Una vez fuera, nos volvieron a cargar desde la camilla y luego nos dejaron sobre algo… ¿Podrá ser un carruaje con caballos? 

 

¡Genial! De esta manera no tendremos que caminar hacia fuera de estas paredes. 

 

Nos movemos un largo tiempo de forma lenta.

 

No mucho después, los caballos se detienen.

 

Guardia de seguridad: -Buen trabajo. Bueno, haré la revisión como siempre. 

 

Oficial 1: -Adelante por favor. 

 

Alguien camina con el carro. ¿El guardia de seguridad? Probablemente vaya a checar los cuerpos, supongo que mirara dentro de las bolsas para comprobar los cadáveres. 

 

¿Qué hago? De seguro nos van a descubrir. 

 

Bueno, no me gusta esto, no me lo esperaba. 

 

Así que de repente, me quito la bolsa que estaba medio cerrada. 

 

Gian: -Yo, ¡Revivo! 

 

Guardia de seguridad: -Eh?…. WHAAAAA!! 

 

Me encuentro enfrente del guardia de seguridad viendo su cara de terror. 

 

Gian: -¡Dios me ha elegido a mí! 

 

Con este pequeño acto de seguro no podré hacer mucho tiempo. Y como era de esperar, uno de los oficiales estaba por reaccionar pero lo golpeo. 

 

Gian: -¡Qué lento! 

 

Terminé de salir por completo de la bolsa; observo la pequeña herida en mi puño, ¡seguro la mandíbula de él tendrá un buen sabor de mi sangre! 

 

Gian: -Oigan, ¿no es momento ya de que también regresen de la muerte? 

 

Sin esperar más, mis compañeros al darse cuenta de lo que está pasando, salen de las bolsas de cadáveres apestosos. 

 

Todos ellos saltan al instante y golpean al otro oficial y al guardia de seguridad que estaban aquí.

 

No es de extrañar, que los guardias no hayan podido reaccionar a tiempo por nuestro ataque sorpresa a pesar de que estaban armados. 

 

Luchino: -Extrañamente se siente genial, a pesar de no haber tenido algo de acción desde hace tiempo. 

 

Incluso si son cuidadosos de que los presos puedan escaparse de la cárcel escondiéndose en las bolsas para cadáveres, supongo que no es normal que cinco vayan a salir a la vez. 

 

Siento un poco de compasión por los chicos inconscientes que fueron golpeados ante las expresiones de sorpresa que mostraron en sus caras. 

 

Iván: -Aagh, esta maldita bolsa de mierda, ¡sí que apestaba! 

 

Se ve que Iván todavía no hiperventila porque le da una patada a otro de los chicos que cae el piso. 

 

Giulio: -¿Debería de amarrarlos a ellos? 

 

Giulio me pregunta esto enviando su mirada hacia los caballos algo inquietos.

 

Gian: -Pues si… eh no, más importante ¿Qué deberíamos hacer? Ya está comenzando a amanecer, desde aquí podemos ver el otro lado. 

 

Volteo mi mirada hacia la estructura que está a cierta distancia. Incluso desde aquí puedo ver el gran complejo de viviendas entre los otros edificios. En un momento, el sol ha salido por el horizonte. Veo que todo lo que me rodea comienza a verse más claro marcando la hora del amanecer. 

 

Bernardo: -Pues sí, hay que darse prisa, una vez que atravesemos aquel portón ya estaremos fuera. 

 

Iván: -Eh, ¿planean salir corriendo a la ciudad a partir de aquí?

 

Gian: -Van a venir a recogernos. Bernardo contactó con alguno de sus chicos que está fuera de estas paredes; llegará media hora después del amanecer. 

 

Luchino: -Ehh, sí que ha hecho bien los preparativos. 

 

Bernardo: -Es como dice Gian, todos los días he estado en contacto con mis subordinados que están en la ciudad más cercana, por lo cual podrán venir de inmediato. 

 

Yo le había encargado a Bernardo esto de antemano, de alguna manera que no afectara cualquiera de los dos planes que fuera a usar. 

 

De esta manera, podríamos tener nuestro pase hacia la ciudad sin importar que, y el día no era necesario que fuera específico, por si acaso sucediera algo.

 

Bernardo: -El sol ya salió, ya deberían de estar por llegar.  

 

Al cruzar este portón un poco más, podremos simplemente subir al auto y tomar un viaje gratis de regreso a Daivan. Así no tendremos que estar caminando y mirando hacia atrás todo el tiempo. 

 

Luchino: -Bueno, démonos prisa. 

 

Caminamos hacia el portón, deshaciendo la cerradura y abriendo la puerta. 

 

Por un momento, el paisaje nos deslumbró por la claridad. Después de todo, siempre estuvimos viendo día tras día el interior de las paredes. 

 

Gian: -La fuga ha sido un éxito. 

 

Giulio: -Felicidades. 

 

Y con esto…. ¿ya me he convertido en el jefe? Mientras pensaba eso, la voz de Iván resuena. 

 

Iván: -Gian, te diré que todavía no te has convertido en el jefe hasta que regresemos a Daivan y seas declarado oficialmente como el jefe delante de todos los viejos del consejo, mientras tanto sigues siendo un capitán, !que está por debajo de mí! 

 

Iván diciendo esto apunta uno de sus dedos a mí. 

 

Luchino: -Bueno, lo que dices es cierto. 

 

Bernardo: -Déjalo para después, Iván. Ahora la prioridad principal es regresar a Daivan. 

 

Dejarlo para más tarde, supongo que también se refiere el que piense que ya soy el jefe.

 

Bueno, creo que por la hora, no hay ninguna persona alrededor. Por otro lado, justo al otro lado de esta pared está la cárcel. Todavía es demasiado pronto para estar relajados. 

 

Además, de que ya es hora del pase de lista matutino dentro de la cárcel, se hará una gran conmoción en el interior.

 

Gian: -Como sea, debemos entrar rápido al auto. Con estas rayas destacamos demasiado. No podremos hacer nada ante esto. 

 

Caminamos un poco lejos de la puerta, mirando en ambas direcciones, esperando a que llegara el auto. 

Caminando a lo largo de la pared exterior, nos vamos alejando de manera lenta. 

 

Después de todo, si nos damos prisa en alejarnos de aquí, puede que alguien nos vea. Pero nos preocupamos en vano ya que no nos encontramos a nadie. 

 

Bueno, estamos en medio de la nada, y no es como que muchas personas pasearan por estos alrededores. 

 

Y tampoco hay autos, ni otros vehículos pasando por aquí. 

 

Iván: -Oigan, el auto que vendría por nosotros ¿todavía no llega? 

 

No se debe tardar más de 15 minutos en rodear estas paredes, ya pronto estará aquí. 

 

Pasaron cinco minutos y continuamos caminando alrededor pero de manera más rápida. 

 

En verdad que esto no se siente como una fuga, si no se cumple con lo planeado. 

 

Luchino: -Ya es tarde. Me sentiría mejor si ya escuchara el sonido de un motor. Dijiste que llegaría inmediatamente ¿verdad? 

 

Nosotros nos paramos, Giulio mira inexpresivamente a Bernardo. 

 

Giulio: -¿Podría existir la posibilidad de que sus órdenes no hayan llegado a Daivan? 

 

Bernardo: -Las órdenes definitivamente llegaron, ya que yo se lo dije directamente a mi abogado. 

 

Iván: -Si el auto no llega ¿Qué vamos hacer? Esto es tu responsabilidad.

 

Bernardo: -No creo que el conductor me haya traicionado. 

 

Luchino: -¿Podría existir la posibilidad de que él haya muerto? 

 

Bernarda: -No es posible….

 

En ese momento, comienzan a escucharse las sirenas dentro de las paredes. 

 

Han notado que nos hemos fugado, tal vez los chicos a quienes golpeamos antes ya cobraron el conocimiento. 

 

Las sirenas no paran de sonar. Puedo ver en mi mente a muchos hombres armados corriendo hacia la puerta. 

 

Las cosas se podrían poner peor si nos quedáramos aquí. 

 

¿Deberíamos rendirnos en la espera del auto?. Eso es lo que mi sexto sentido me está diciendo. 

 

Gian: -¿Por qué no poner a prueba mi suerte? 

 

Me susurro a mí mismo, mientras que los demás voltean a verme. 

 

Giulio: -¿………..? 

 

Iván: -¿De qué estás hablando? 

 

Gian: -Si seguimos aquí, nos podrán ver desde la puerta, hay que ir por esa esquina ¡A CORRER! 

 

Sin esperar respuesta, me lanzo a correr. Los otros cuatro me siguen sin saber qué diablos está pasando. 

 

Corremos hasta llegar al camino que sigue al llegar a la esquina, y finalmente nos encontramos con nuestro primer transeúnte. 

 

Anciana: -¡¡!! Eeehk! 

 

La abuela cae de espaldas al suelo cuando nos ve. Seguimos corriendo al lado de ella. 

 

Luchino: -La primera mujer que veo después de mucho tiempo y resulta ser una abuela. 

 

Bernardo: -Gian, ¿hacia donde estás corriendo? ¿Qué estás pensando? 

 

Gian: -¡Está aquí! ¡Al fin llegó! ¡Allí! 

 

Un auto está acercándose, acompañado de un gran sonido de motor. 

 

Es un auto fuerte, elegante, pintado de un color rojo chillón. 

 

Bernardo: -Aquel no es un auto que pertenezca a uno de mis subordinados. 

 

Gian: -A partir de ahora se convertirá en nuestro auto. 

 

Bloqueamos la carretera, y el auto hace un chillido parándose justo delante de nosotros.

 

El conductor no es quien esperaba que fuera, juzgando por el color del auto. Sospechaba que hoy comenzaría a trabajar temprano, pero no sabía exactamente la hora en que comenzaría. 

 

Saludo al conductor con una sonrisa burlona. 

 

Gian: -Ohhh director, ¿Cómo está? 

 

Brooks: -Bastardo, ¿Qué haces aquí? 

 

El director me reconoce por ser un preso frecuente. 

 

El director me mira como si no pudiese creer que yo estuviera aquí. 

 

Un momento después, es arrastrado afuera del auto por Luchino y Giulio golpeándolo. 

 

Lo echamos a lado de la carretera y los cinco nos subimos rápidamente al auto rojo Alfa Romeo. ¡Es genial, y es nuevo! 

 

Bernardo toma el asiento de conductor y no pierde tiempo en arrancarlo. 

 

Bernardo: -¿Por dónde vamos, Gian? 

 

Gian: -Por ahora, hay que salir de aquí y dirigirnos hacia el oeste. Como es una carretera con solo campos y bosques será perfecto para pasar desapercibidos, podremos ponernos en contacto con Daivan desde allí. 

 

Bernardo: -Entendido, ¡Volemos! 

 

El auto chilla con fuerza para dar la vuelta.

 

Y de nuevo, acelera, pedal a fondo. 

 

Bernardo: -¡Esta velocidad! Como lo supuse ¡no hay nadie que se le compare a un auto italiano!. 

 

Iván: -Oye, ¿planeas brincarnos contra aquel portón? 

 

Comienzan a llegar en este momento por el portón hombres uniformados y armados, tratan de hacernos un tipo de llamada. 

 

Ellos pueden reconocernos por nuestra ropa rayada que es llamativa, noto que están inquietos.

 

Toman como objetivo a nuestro Alfa, acelerando a la velocidad máxima, tomando el lado izquierdo del desvió y luego a la derecha, debido a los disparos. 

 

Por supuesto que esas balas no nos alcanzan por esta velocidad. 

 

Gian: -¡Es obvio que no nos van a dar! Porque ahora, estoy en mi mejor momento.

 

Entre las ráfagas de disparos que suenan como música de fondo alzo mi voz riéndome con alegría. 

 

Justo en este momento siento como mi suerte está fluyendo, una gran y fuerte ola viniendo hacia nosotros; este es uno de esos momentos en donde puedo sentir mi suerte. 

 

Giulio: -Es el verdadero…

 

Gian: -¿Eh? ¿Dijiste algo? 

 

Iván que se había agachado en el asiento por el temor de las balas, que a diferencia de mí que no me da miedo para nada, me mira fijamente. 

 

Iván: -El apodo de Lucky Dog, no era pura habladuría ¿verdad? 

 

Gian: -Aunque nunca me he llamado así a mí mismo. 

 

Fijo mi mirada en los altos, altos muros 

 

Oigan, hay algunos tipos que están regresando a los muros.

 

Gian: -¡Arrivederci! 

 

Las paredes se van mostrando cada vez más y más pequeñas al momento que nos alejamos de ellas a una velocidad increíble. 

 

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Traducido por Sakurada Di
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