Bernardo: -Sí solo detenemos nuestro ataque porque dicen que tienen a un rehén… Entonces significa rendirse ante ellos. Eso no cambiaría, incluso si el rehén fuera nuestro jefe.
Él lo dijo claramente.
Cavalli: -Lo… lo entiendo…. Pero, Rosalía… esa niña….
¿Qué deberíamos hacer? Incluso si aceptamos las demandas, no hay garantía de que ella esté a salvo.
Así que lo único que podemos hacer…
¿Es dejarla morir?
Iván: -Perdónenme todos.
De pronto, Iván da unos pasos de distancia y dice eso dándonos la espalda. Él trata de entrar en el elevador él solo.
Iván: -Lo lamento, parece que ya no podré ir con ustedes.
Gian: –¡¿Oye..?! ¿Iván? ¿No será que…?
Iván: -¿Pretendes ser el cebo para atraerlos?
Iván: -No hay de otra forma. El único maldito bastardo que pudo haber hecho esto solo puede ser Honus. Esto es mi responsabilidad por no haber acabado con él.
Cavalli: -Iván…. Tú… a esa niña…
Bernardo: -Es inútil, Iván. Aunque tú vayas, no creo que esos bastardos dejen en libertad al rehén. ¿Piensas en sacrificarte en vano?
Iván: –Si dejamos que ella muera, entonces esos bastardos difundirán rumores de cómo el CR5 está lleno de cobardes sin espinas que dejan morir a mujeres y a niños.
Luchino está a punto de decir algo cuando las palabras se atoran de nuevo en su boca. Es verdad, son el tipo de gente que diría ese tipo de cosas.
Giulio: -Iván, ¿Sabes en donde se encuentran?
Iván: -Si. Tengo alguna idea de donde están.
Giulio: -Entonces, yo podría llevar a algunos subordinados y atacarlos…
Iván: –Si el líder de la incursión salta afuera para atacar, entonces ¿Qué harás con el parque de golf? Ahí está el objetivo de todo esto… Puedo arreglármelas yo solo.
Iván: -Aunque no sirva de nada. Aunque vaya yo, pueden llegar a decir cosas de mierda como la forma en como ignoramos a las mujeres o lo que sea…
Bernardo: –Pero….
Bernardo trató de argumentar… pero sus palabras también se atascaban.
Luchino: -Pero… Iván, si tu no estas… entonces los mestizos… los soldados estadounidenses no se moverán.
Iván: -Por eso no debes preocuparte. Me encargaré de darles órdenes muy claras. ¿No es así, Gian?
Repentinamente, él pronuncia mi nombre…. Y yo patéticamente no puedo pensar en ninguna respuesta o cualquier cosa… salto y giro mi cara hacia él.
Gian: -Qué….
Iván: -¿Entonces eso está bien? Yo me encargaré de arreglar las cosas con el bastardo de Honus. Todos, encárguense del jefe en el parque de golf, se lo encargo a ustedes.
Gian: –Es…espera. El que vayas solo… ¡Es como si fueras a que te maten!
Iván: –Si pasa eso, no se podrá hacer nada. Bueno, haré todo lo posible para que no pase eso, claro…
Gian: –Que no se puede hacer nada….
Quiero golpear a este idiota. Pero… ¿De qué otra manera se podría resolver esto? Ya no hay tiempo.
Gian: -¿Está bien que yo tome la decisión?
Luchino: -Gian…
Bernardo: –Te lo encargo. Ya no quiero que se pierda más tiempo de lo ya perdido.
Yo… si pudiera, me gustaría pasar toda una noche reflexionando sobre esto… antes de empujar todo el problema a otra persona para que lo maneje.
Gian: –Continuaremos con el plan de ataque como se previó. Iván, a esa enana… a la señorita, te la encargo.
Iván: –Claro. Incluso si ese bastardo de Honus llega a patearme el trasero, regresaré aquí con la niña.
En verdad, me hubiera gustado ir junto a él. No quiero dejar que este idiota vaya solo. Pero, ahora yo soy el jefe del CR5….
Bernardo: –Parece que está decidido. Vayamos, tenemos que mover a nuestros soldados.
Bernardo nos guía hasta el elevador que ha sido detenido por nosotros todo el tiempo. El frasco hermético del elevador comienza a moverse.
Y entonces nosotros…
Salimos al campo de batalla.
El número de soldados ha crecido por esta reunión. Creo que hay alrededor de 50 personas aquí. Y como había pensado, los estadounidenses de Iván constituyen la mayor parte.
Después de un tiempo… Bernardo se desliza hasta llegar a mi lado y me habla en voz baja.
Bernardo: –Ya les dije a ellos nuestro objetivo. Todavía ellos no saben que eres el jefe. Por el momento les daré las órdenes.
Gian: -Ah, claro.
Cuando Bernardo aleja su rostro… creo ver una pequeña sonrisa en su rostro mientras cierra un párpado abriéndolo y cerrándolo por un instante.
No será que…
Con la perspectiva de un futuro de línea de sangre para ellos, los soldados caminan y ahí…
Iván… como si fuera uno de los soldados, camina entre la multitud y salta sobre la mesa dejando un golpe en seco.
Subordinado de Iván A: –¿Jefe?
Subordinado de Iván E: -¡Hermano!
La mirada de todos los chicos que parecen pandilleros voltean a mirar a Iván inmediatamente.
Iván: –Pues bien. Ustedes ya no son unos niños. Aunque yo no esté aquí, ustedes todavía saben cómo luchar ¿verdad?
Subordinado de Iván A: –¿Eh..?
Subordinado de Iván E: –Hermano, que trata de decir…
Los hombres se alteran.
Iván: -Me dirijo a tratar con algunos bastardos del GD. Ellos son los que me han retado, así que no hay manera de que pueda llevarlos conmigo.
Iván: -¡¿Lo entendieron?! ¡Ustedes! Aunque yo no esté en esta batalla, ¡Enfréntenlos como siempre lo han hecho!
Iván dio a sus subordinados su apelación… y los soldados… ellos asienten y dicen que sí. Pero lo dicen como si estuvieran atrapados en algo.
Iván: -¡¿Qué pasa?! Ustedes, ¿no me digan que son unos pequeños niñitos que no saben salir porque no estoy yo? ¿Qué clase de señoritos son si no pueden salir a la calle sosteniendo las manos de su mamá?
Iván salta debajo de la mesa…
Mandó a volar a un grupo de hombres, dándoles golpes mientras caminaba. Él hace esto a pesar de que son sus hombres… dándoles expresiones amenazadoras y feroces y eso que están armados.
Iván: -¡Ustedes ¡ ¡¿Qué son?!
Subordinado de Iván A: -¡Somos tus subordinados!
Iván: -¡¿Y tú?!
Subordinado de Iván E: –¡Soy mafioso! ¡Lacayo de mi hermano!
Iván: -¡¿Qué son ustedes?! ¡¿Rufianes?! ¡¿Delincuentes?! ¡¿Recaudadores?!
Subordinados: -¡No lo somos!
Iván: -¡¿Cuál es su trabajo?! ¡¿Amenazar a los enemigos hasta dejarlos temblando de miedo?! ¡¿Obtener dinero de las mujeres?!
Subordinados: -¡No lo es!
Iván: -¡Así es! ¡No lo son! ¡Ustedes son la mafia! ¡Son soldados del CR5! ¡¿Y cuál es su trabajo?!
Subordinado de Iván A: -¡Es matar!
Subordinado de Iván E: -¡Somos asesinos! ¡Mataremos a todos los enemigos del GD!
Subordinados: -¡Matar! ¡Matar! ¡Matar!
Los hombres… se transforman en algo diferente. Algo inhumano… son más como bestias.
Iván: –¡USTEDES SON SOLDADOS! ¡SON LAS BESTIAS DEL CR5! ¡NO IMPORTA SI SON DE SANGRE PURA O MESTIZOS, SI SON BLANCOS O NEGROS! ¡USTEDES SON LO PEOR DE LO PEOR DE LOS ASESINOS QUE HAY! ¡SON SOLDADOS!
Iván: -¡MASACRAREMOS A ESA BOLA DE BASTARDOS QUE PENSARON EN PELEAR CONTRA NOSOTROS! ¡NO DEJEN A NINGUNO CON VIDA! ¡INCLUSO SI TRATAN DE PASAR DESAPERCIBIDOS EN EL INFIERNO, SOLO TENDRÁN QUE CORRER HACIA ABAJO Y HACERLOS SUFRIR ALLÍ!
Subordinado de Iván A: –¡Whaaaaaaaaaaaaaaaaa!
El ambiente… al aire se carga, haciendo temblar a todos. Yo… e incluso Bernardo y Luchino y los demás nos encontramos acogidos por la vista.
Iván: -He terminado de darles una charla. ¿Con esto es suficiente?
Luchino: -Qué increíble golpe.
Bernardo: -Es suficiente. Esto fue más eficaz que algunas charlas que he visto antes.
Bernardo atraviesa a los soldados, que están entusiasmados, girando alrededor de las tropas y para darles órdenes a sus líderes.
Bernardo: -¡Los oficiales a cargo, reúnanse aquí! ¡Tengo órdenes importantes que darles!
En el estacionamiento detrás del hotel, innumerables sombras más oscuras y las luces de faros que se ven, se han reunido desde antes. La gran sombra en forma de caja de camión contiene a la tropa de Luchino.
Los faros del camión se encienden y el motor gruñe suavemente, removiendo el aire.
Bernardo: -Nos llevará una hora en auto para llegar al parque de golf. Parece que podremos comenzar todo esto antes de la salida del sol.
En el asiento trasero del Ford que sirve como vehículo de comandante, se encuentra el comandante de este asalto, que es Bernardo, y él les dijo estas palabras a sus guardias en los asientos delanteros.
Subordinado de Bernardo A: -Han llegado la vanguardia. Nosotros iremos también.
Bajo las manos del conductor, el Ford sale. La ventana frontal está iluminada por los faros de la berlina que conducirá a las tropas hasta el parque de golf.
Y entonces…
Subordinado de Bernardo B: –El capitán Fiore, ha salido.
Un haz de luz rebana a través de la oscuridad de la noche mientras el enorme cuerpo del mercedes blando se desliza hacia adelante como un cisne blanco. Solo que el auto va en una dirección diferente.
Bernardo: –Fingir mirar hacia otro lado, es duro.
Bernardo dice esto con un susurro y una sonrisa frustrada.
Los guardias… y todos los demás deben de fingir que no se dan cuenta de que no hay nadie sentado en el auto a su lado.
El Mercedes enfoca sus faros hacia una salida diferente a la partida de los camiones de los soldados. Deslizándose hacia adelante en una marcha baja esquivando lentamente la línea de autos.
Yo corro…. Corro con todo lo que tengo…. Abriendo la puerta del asiento del copiloto sentándome en él.
Iván: -¿Whaaa?
Gian: -Fuuu, eso estuve cerca, llegué a tiempo.
Iván: ¡-¿Ahhh! ¡Eso fue peligroso! ¡Eso no! ¡Bastardo, ¿Qué haces aquí?!
Gian: -Ya me subí. Vayamos. La princesa está esperando a que la salvemos del hechicero malo.
Iván: –Pero, ¿Qué estas diciendo, tu idiota?
Gian: -Está bien, ya vámonos. Estás obstruyendo el paso para los demás ¿sabes?
Uno de los autos que contiene a los soldados de Bernardo viene desde atrás del Mercedes, cruzando faros con él.
Iván chasqueó la lengua.
Iván: –Tchi, joder. ¡Este idiota!
Arranca de nuevo, moviendo los engranajes y así el Mercedes vuelve a moverse hacia adelante. Iván voltea su mirada hacia adelante y de nuevo hacia mí antes de decir…
Iván: –¡¿Por qué vienes también?! ¡Les dije que estaría bien yo solo! ¡Bájate! ¡Y mantente sin hacer nada en la habitación del hotel!.
Gian: -No quiero, no estoy loco para quedarme a aguantar al abuelo Cavalli. Además…. Si vas tu solo, no habrá duda que terminarán por matarte.
Iván: –Lo único que pasará es hacer que aumente el número de cadáveres.
Gian: -¿Por qué?, como lo supuse, en verdad planeas morir.
Da un suspiro e Iván comienza a gruñir. Me desparramo en el asiento y soplo mi chicle para hacer una burbuja, queriendo decir que yo no me moveré ninguna pulgada.
Gian: -Idiota. Trata de aguantar toda la carga tú solo. Comparte algo de esta apuesta conmigo.
Iván: -Apuesta dices…
Gian: –Siento que el GD y ese bastardo de mierda de Honus están en pánico. No importa si se han enterado de nuestro plan de ataque, como todo esto fue tan repentino, no creo que haya medida alguna para que puedan contraatacar.
Gian: –Es por eso… que están tan ansiosos por ir a recogerte debido a que tu manejas a la mayoría de las tropas. Creo que podríamos usar eso para darle vuelta al asunto.
Iván: –¿Crees que eso irá bien?
Gian: –¿No crees que es mejor, a que vayas tú solo hacia la muerte como un perrito solitario? Bueno, para ser honesto, no estoy muy seguro de que funcione tampoco.
Iván: -¡Entonces es inútil!
Gian: -Es por eso, que te digo que es una apuesta. La apuesta de Lucky Dog no es solo habladuría. ¿Lo has presenciado varias veces tú mismo, no?
Iván gime, ahogando sus palabras de nuevo. Él toma más fuerte el volante golpeándolo un poco y el Mercedes se desliza sobre una de las calles principales de la noche.
Gian: -Además, a mí me gusta mucho salir a dar una vuelta. Sobre todo, si soy yo el que no está en el asiento del conductor, y estoy en el otro asiento pasándola bien.
Iván: –Eres un bastardo perezoso. No es mi culpa lo que llegue a pasar.
Mientras Iván se queja… mete la mano en uno de sus bolsillos y saca una paleta de colores grande y me la da.
Iván: –Quítale la envoltura y dámela.
Quito la envoltura y la toco sintiendo el calor corporal que dejó en la piruleta… antes de colocarla en mi boca.
Es una paleta sabor a leche.
Gian: -Wha. Este dulce sabe mal.
Iván: -¿Por qué te la estás comiendo tú? ¡Pulpo!
Saco el dulce pegajoso de mi boca para empujarlo dentro de la boca de Iván. Sus ojos se abren como platos antes de empezar a masticar el dulce.
Iván: Uwaa, ¡bastardo! ¡Es sucio!
Gian: –No te estés quejando solo por esto, después de haber hecho cosas pervertidas anteriormente, tonto.
Iván: -¡Que…! Eso no tiene nada que ver con esto…
Gian: -Y, ¿dónde está el lugar que decía la tarjeta?
Ante el repentino cambio de tema, la cara de Iván se pone roja y muerde su paleta…. Antes de hablar, dirige su mirada molesta hacia enfrente.
Iván: -Es en el muelle. Has estado una vez ahí ¿no? Es en el almacén que está por el desguace de Rockfort.
Gian: –¿Ahí es donde esta Rosalía? ¿Es el lugar de los recuerdos en el que decía en la tarjeta?
Iván: -Fue cuando antes hacía negocios con Honus sin saber quién era… Fue ahí donde me quedaba de ver con su cara de gordo.
Ya veo. Así que es por eso a lo que se refería con el lugar de los recuerdos que es en el puerto de Rockfort… ese lugar está muy cerca de aquí. Llegaremos antes de que las fuerzas de Bernardo lleguen a su destino.
Me hundo en el asiento y soplo un poco mi chicle… Teniendo en cuenta el tiempo, no estoy sorprendido de las farolas y las luces de las ventanas, así como de los escasos faros, mirándolos de manera perezosa al pasar.
De esta manera, me quedo quieto.
Tenía miedo. A decir verdad, sigo temblando. En decir, estoy celoso de esos soldados fervientes que muestran su coraje y entrega de todo corazón.
Pero…
De algún modo, esto es mejor que dejar que este chico, que Iván, fuera solo… y que luego lo hubiera lamentado.
El auto se retira de la calle principal escasamente iluminada y se dirige por un camino que conduce al centro de la ciudad.
Iván: –Una vez que dejemos esta calle, llegaremos a Rockfort… Y entonces… ya no habrá vuelta atrás.
Gian: –Deja de tratar de hacerme cambiar de opinión, cuando al fin logré tomar una decisión, tonto.
Una de las ruedas del Mercedes se queda atascada en un bache de rocas y el auto hace un sonido. Nuestros cuerpos se tiran hacia adelante al mismo tiempo que sale el sonido de algo rodando sobre el asiento trasero.
Giro mi cuello para mirar atrás y veo un número anormal de siluetas en la oscuridad. Son las sombras de grandes cañones, apilados uno sobre el otro.
Gian: ¿Qué es esto? Después de todo, preparaste algunas armas.
Iván: –Sí, mis subordinados se hicieron cargo de esto. Solo espero que tenga algún chance de usarlas.
Mis ojos parpadean ante una bolsa de cuero bastante familiar, está atrapada bajo las oscuras sombras de la montaña de metralletas y escopetas… Si no recuerdo mal, esto es….
Gian: –Vaya, esta cosa aún está llena de explosivos.
Iván: -¿Qué? Esos bastardos, ¿no la bajaron? Es peligrosa, ¿Podrías tirarla por alguna esquina de la calle?
Gian: -¿Qué pasaría si algún niño la encontrara?
Iván: –Pues aprendería algo mejor que en cualquier revista porno, ¿no lo crees?
Iván lanza casualmente estas palabras, dando vuelta en la intersección. Allí, delante de nosotros…
Es el mar… al fin llegamos.
Esto está mal. Mis manos comenzaron a temblar. Meto mis manos en los bolsillos para suprimir el temblor, y también para sacar un cigarro y un mechero para encender.
Por culpa de la falta de ventanas, el viento entra en ráfagas desde el lado del conductor. Me encorvo dándole la espalda al viento para tratar de crear una barrera con mi mano y el brazo… tratando de encender el mechero.
Ya con el cigarro encendido, tomo una respiración profunda… y al escuchar ese sonido de suspiro en mi cabeza, mi corazón logra calmarse un poco… creo.
Iván: -Dame.
Doy unas bocanadas más en mi boca y lo dirijo al lado del conductor. Por la oscuridad, la punta roja del cigarro brilla con una luz constante.
Iván: -Yo….
Iván empieza a hablar mientras fuma. Su voz… es la voz que haces cuando has estado pensando en algo durante mucho, mucho tiempo.
Iván: -Cuando era un niño, me juntaba con muchas clases de personas. Yo era un completo punk. Estaba metido en peleas con todo el mundo, incluso con la mafia. Yo estaba completamente fuera de control… hombre, era un idiota.
Gian: -Actualmente, no has cambiado nada.
Iván: -Cállate. Entonces… uno de los chicos con los que me juntaba me tendió una trampa. Hubo una ocasión en que casi fui asesinado.
Iván le da un soplido al cigarro y lo tira por la ventana ofreciéndoselo al viento.
Iván: –Desde entonces… siempre he estado solo. Me convertí en un cobarde como una rata. En las noches, así como en las tardes… me costaba trabajo el poder dormir bien.
Gian: -Ah….
Lo recordé. Cuando Iván siempre está conmigo… él siempre se queda dormido profundamente como un bebé.
Iván: -Es muy agradable.
Gian: -¿El qué?
El Mercedes da un gran giro en la oscuridad. No puedo encontrar nada más que decir, y veo como las sombras negras de algo empiezan a subir hacia el cielo delante de mí.
Son las sombras de las grúas, elevándose como esqueletos gigantes. Y también están las sombras de los almacenes que recubren el mar como dientes.
El muelle de Rockfort está a la vista.
Iván: -Recuerdas que hablamos acerca de Anne ¿no?
Gian: -¿Hnm? Ah, sí. Fue gracioso hablar de eso porque te molestabas fácilmente.
Iván: -En la historia, sabes… que, al principio, Anne pues ella dijo que lo único que quería era llevar un vestido blanco. No era más que ese tipo de chica, la que solo pedía ese tipo de cosas en la vida.
Gian: -¿Fue así? Ya se me olvido.
Iván: -Pero Anne, ella no solo quería el vestido… Cuando las cosas se pusieron difíciles, ella trató de alcanzar una felicidad más grande… Pero, yo…
Ante esas palabras, Iván se detiene.
Gian: -¿Qué pasa?
La mano de Iván toma mi brazo.
Iván: –Yo, estoy satisfecho con esto.
Yo… Antes de que mi mente pudiera analizar estas palabras, trato de sacudir mi brazo… al ver que la mano de Iván continúa flotando en el aire, me vuelve a tomar…
Contrariamente a la impresión que tenía de él, su mano es… grande y amplia.
Está cálida.
Gian: -Si que eres un idiota… deberías de tener una ambición más grande, eres un mafioso ¿no es así?
Iván: –Ahahaha, supongo que sí.
Sigue todavía tomando mi brazo con su mano….
Iván hace girar las ruedas del Mercedes a través de la calle ancha. No, esto no es una calle. Es la carretera que conduce al vertedero del muelle.
El brillo de los faros del Mercedes perfora por todo el camino hasta el mar negro, que fluye a lo lejos. Más bien, la oscura silueta dentro del océano llega directamente hacia otra sombra más oscura.
El Mercedes se desliza hacia adelante sobre el bloque de hormigón gigante que parece una lancha enorme que se desplomó en el mar; este es un muelle lo suficientemente grande para ver una nave enorme.
Puedo ver la tinta rodadura de mar negro, balanceándose. La gran sombra flotante que está ahí… ¿es un barco? Esta zona es un cementerio de barcos que nunca zarparon de nuevo gracias a la depresión.
Un viento frío que no existe en la ciudad, aúlla, y la espuma de las olas alcanza incluso al auto.
El Mercedes se mueve hacia abajo en el muelle frente al mar oscuro.
Iván: -Es aquel.
Iván detiene el auto… y mira hacia el lugar. Frente al mar de la noche se asoman una línea de almacenes colosales, incluso más negros que el agua.
Y en uno de los almacenes… se ve una puerta de acero colosal que está entreabierta. Salen fugas de luz naranja a través de la grieta.
Iván abre la puerta del auto… y sale como si fuera cualquier otro día.
El viento es fuerte. Solo un poco más de tiempo y el cielo del este quedará iluminado; pero el cielo, el mar y los edificios no parece querer alegrar.
Justo al lado del Mercedes hay una bajada recta. El auto se aparcó justo hasta el borde del muelle; más allá de la caída vertical, hasta el mar negro se puede ver mucho mejor.
Tal vez sea porque la marea actualmente está cayendo, pero la superficie del mar está muy por debajo. Miro hacia abajo y tiemblo un poco.
Iván: Vayamos.
Iván y yo partimos a pie hacia el almacén, con la débil luz que escapa por la puerta. El viento frío, saturado con sal, se burla de nosotros y nuestra ropa dominando nuestro cabello.
Mis ojos observan las siluetas de varios autos negros que rodean el almacén. Entonces…
Subordinado del GD 1: -¡Deténganse! ¡No se muevan!
La voz ligeramente amenazante, sale volando en la oscuridad y nos detiene de forma simultánea junto al sonido de las escopetas que están cargando. El sonido de más pasos y el metal se escuchan.
Subordinado del GD 2: -Traten de hacer algo gracioso y terminarán volando en mil pedazos.
Nos detenemos y nos rodean… Todo un grupo de gánsteres va formando un semicírculo alrededor de Ivan y de mí.
Iván: –¡He venido como ustedes querían! ¡Honus! ¡Estás aquí verdad, sal!
Iván grita esto con el silbido del viento. Su voz sonaba un poco temblante.
Las puertas del almacén hacen un sonido como si se hubieran abierto. De pie hay una figura casi hilarantemente pequeña que no coincide totalmente con el tamaño de la puerta.
Honus: -Buenas noches. Señor Fiore. Hahaha, es un placer poder verte esta noche.
Iván: -No hay nada de felicidad en este jodido reencuentro. Pues bien. ¿En dónde está la niña? ¿Está bien verdad?
Honus: -¿Hnm? Pues verdad, no sé de lo que estás hablando.
Honus toma un gran puro y lo tuerce con su boca haciendo una mueca. Doy un paso hacia adelante y entonces…
Gian: –Quién de nosotros es el niño aquí. No tenemos tiempo, entremos de lleno en los negocios.
Honus: -¿Qué dijiste, mocoso?
Gian: –Pudo ver toda tu basura acumulada en tu cinturón ¿sabías?. El CR5 ha reunido a todos sus soldados, por lo cual vamos muy en serio.
Un murmullo se desliza entre los gánsteres. Honus toma el puro de su boca y dispara una bola de saliva en mi dirección.
Honus: -¡¿ Unos mocosos nos declaran la guerra? ¡Me hacen reír! ¡Deberían de ir a jugar a la casita con su mamá!
Gian: -Luego no te quejes que termines asesinado por los chicos que juegan a la casita de mamá. Todavía estás a tiempo. Vamos a negociar antes de que mis soldados lleguen.
Gian: -Esa niña, ¿en dónde está Rosalía? Si regresas a salvo a la señorita, entonces mandaré de vuelta a mis soldados.
Honus: -¿Sus soldados a donde se están dirigiendo?
Gian: –Haha, ¿tienes miedo ahora de que tú parlanchín que está escondido entre nuestra familia no te ha contactado? Hemos visto a través de todos tus trucos.
Honus –Ahoga un gruñido en su garganta antes de que él dé su espalda hacia nosotros.
Iván: -Déjanos ver primero a la niña. Eso es lo principal.
Honus: -Vengan, están por aquí.
Honus señala el almacén que está detrás de él con una mano agarrando su puro. Todos los gánsteres se arrastran cerca mientras siguen apuntándonos con sus armas en todo el camino, como si nos amenizarán desde atrás para que camináramos hacia adelante.
Iván: –Mas te vale que esa niña esté bien
Honus: -Fuu, fuuu. ¿Te preocupa?
Honus da una risa escalofriante, y pone una expresión como de rana.
Pasamos por la puerta abierta, y entramos.
La luz de una lámpara de aceite que está en unas cajas de madera parpadea. Bajo de ese anillo de luz veo una pequeña sombra…. Que pertenece a una persona pequeña con un pequeño traje de marinero teniendo puesto un saco.
Gian: –Señorita…
Era Rosalía. Sus manos y pies están atados con una cuerda mientras levanta su cabeza.
Rosalía: -¡Iván!
Veo que la enana está bien… algo al fin de que despreocuparnos. El que haya sido asesinada o que la hayan tratado como un juguete… parece que no lo hicieron. Y ahora queda ver cómo salir de aquí.
Enfrente de mis ojos:
Veo como unas chispas vuelan atravesando mi visión… antes de que todo se haga negro. Siento afilados picos de dolor a través de mi cuello… Mi conciencia da un vuelco mientras caigo.
Iván: –¡Gian! ¡Bastardo!
Alguien golpeó mi cuello por detrás con un Black Jack. Iván intenta cubrirme pero vienen hacia él con unos tubos y manojos de cadenas.
Iván: -¡!Guaaaaa!
Rosalía: –¡Iván! ¡! Ahhhhhhh ¡
El sonido del grito de Iván y el de Rosalía perfora mente oscurecida.
Siento patadas y puñaladas en el estómago. Justo cuando estoy por gritar, otros zapatos patean mi mandíbula.
Gian: -¡Gug..agg!
Mierda, estuvo cerca… Si no hubiera tenido mi chicle, mis dientes se hubieran astillado. Me siento como que mi conciencia está por caer cuando vienen más patadas, más ataques chocan contra mí, obligándome a rodar sobre el dolor.
A Través de mi visión borrosa, puedo ver a Iván siendo golpeado al mismo tiempo que yo, además de, Rosalía que ha quedado inconsciente debido al horror de la escena ante ella.
Honus: -Haha. ¡Esto les pasa por creerse tanto, mocosos!
Honus clava la punta de su zapato en mi estómago por lo cual suelto un gemido.
Honus: -¡¿Pensaron en salir con vida al venir aquí como si nada?! ¡Basuras!
Los gánsteres, arrebatan las armas que teníamos Iván y yo.
Honus: -Déjenlos por ahora. ¡Todavía es muy pronto para matarlos!
Dejaron de golpearnos. Joder, creo que una de mis costillas se ha roto.
El hocico de la pistola de Honus se coloca en mi cabeza.
Honus: -¡Veamos! Un ataque de un mocoso como tú no vale ni una mierda. Mejor juega en el arenero que se adapte mejor a ti.
Gian: -Guh… Tú….
Honus: –¿Qué te parece si nos divertimos? Después de todo, ¡has venido aquí! ¡Iván Fiore!
Iván: -¿Qué dijiste?
Honus: –Puede que no lo parezca, pero soy realmente un hombre muy tolerante. Te voy a dar una última oportunidad, ¡Iván Fiore!
Siento como el hocico de su pistola empuja mi cabeza contra el suelo.
Honus: -Iván. He escuchado que te has enamorado de aquella mocosa ¿No es así? ¡Entonces…!
Honus da una señal, llamando a algunos de sus subordinados. Los hombres hacen alguna clase de señal y se dirigen hacia donde está la lámpara de aceite y toman algo que está al lado de ella antes de volver.
Honus: –¡Haha! ¿Qué te parece si comenzamos con el show, Iván?
Iván: –………………
Iván y yo miramos hacia el tipo que traía algo en sus manos manteniendo una amplia sonrisa. Veo que trae una de esas grandes cámaras, con luz estroboscópica.
Arrastran a Iván encima del círculo que se formó por la luz de la lámpara y acurrucan a su lado a la inconsciente Rosalía.
¡No será que esos tipos…! Al tratar de levantarme, uno de los gánsteres me vuelve a empujar hacia abajo presionando sobre mí dos pistolas.
Iván: -¿Qué es lo que pretendes?
Honus: –Esta mocosa, es la querida nieta de ese viejo Cavalli ¿verdad? Hahaha, aquel jodido viejo la trata con mucho cariño ¿verdad?
Honus lame sus labios mientras enfrenta a Iván, empujando su pecho con una escopeta.
Honus: -¡Viola a esa mocosa justo aquí!
Iván: -¡¿Qué?! ¿Qué dijiste?
Honus: -Si lo haces, entonces dejaré en libertad a aquel mocoso y a ti. ¡Entonces hazlo! ¡¿Después de todo planeabas hacérselo no?!
Iván: -………
Honus: –¿Estabas planeando hacérselo cuando creciera un poco más? Sabes, no está mal hacerlo a esta edad. ¿No lo has hecho alguna vez?
Iván: -Claro que no.
Honus: -Cuando comienzan a llorar, solamente hay que darles una bofetada y luego empujarte a ti mismo dentro de ese estrecho agujero… ¡No hay nada mejor que eso! ¡Y yo dejaré que lo pruebes!
Iván: –Y dices que…, si hiciera eso, ¿dejarías que me convirtiera en uno de los tuyos?
Gian: -… ¡¿Iván…?!
Honus: -¡Claro que sí! ¡Haremos el juramento con la sangre de esa mocosa! Y entonces, le tomaremos unas buenas fotos.
Honus se ríe como un loco.
Honus: -¡Y… le enviaremos esas fotos de su pequeña nieta linda que ha sido violada y asesinada! ¡Hehehhe! ¡Hehehehehehehe!
Honus: –¡Me asegurare de que tu cara salga en ellas! Y entonces… hahahaha Venderé esas fotos a una tienda porno para que se promuevan ¡Hehihihi!
Honus: -Ese jodido viejo de Cavalli, cuando sepa que varios hombres se masturban al ver las fotos de su nieta siendo violada ¡Hihihihi! ¡No puedo esperar para ver la expresión en su cara!
Ese bastardo….
¿Iván…? ¿Por qué no dice nada? No será que tú….
Honus: -De alguna manera nos la arreglamos para poner en bajo tierra a su hijo y a su esposa, pero esa mocosa fue la única que logró sobrevivir…Ahora, ¡IVÁN! ¡HAZLO!
Honus: –¡Vamos! ¡Muéstrame tu lado semental!
Desde que me convertí en un mafioso, he hecho toneladas de mierdas, o al menos eso pensé… pero este maldito cerdo… lo supera todo.
Entonces…
Iván se saca su cinturón. Me quedo mirando con sorpresa, con mis ojos bien abiertos… siento como un frío pasa por mi columna vertebral. No será que…
Honus: -¡Fuh, fuh ihi! Bien, ¡Hazlo!
Iván: -………………….
Iván voltea su mirada poniendo unos ojos como de piedras mojadas y mira hacia Rosalía.
Entonces… lentamente inclina su cabeza hacia atrás.
Iván: –Ts…. Hu…hu hu hu
Gian: –¿Se está riendo?
Iván: -¡Kugh! ¡Kugh! ¡Hahahahaha! ¡hahahahahaha! ¡!hahahahahaha!! ¡hahahahahaahhahaha!
La risa de Iván hace eco a través del almacén. Se ríe inclinando su cabeza y todo su cuerpo hacia atrás. Con sus ojos muy abiertos, su cuerpo se sacude con cada carcajada, mientras más se ríe, siento como si las silabas que hace al reír se dispersaran oscuramente.
Iván: –¡Hahahahahaha! ¡ahahahahahahahha! ¡hahahahahhaa, ahhahahahah! ¡haha! Ahaha ¡ahahihihiahahaha!
Iván, con su cinturón aun en su mano, cae al suelo. Sus hombros se mueven de arriba hacia abajo con cada respiración desordenada por las risas.
Iván: -El hacerle daño a esta niña…. ¿Con eso se referían a su gran prueba?
Iván: -Ustedes, ¿Qué clase de pandilleros se creen que son?
Honus y los otros gánsteres están sorprendidos por las palabras de Iván. Un instante después…
Honus: -¡¿Q-Qué has dicho, maldito?!
Iván: –No dudaría ningún segundo en suicidarme antes de pensar en unirme a ustedes malditos bastardos. Ustedes… no llegan ni siquiera a delincuentes. Incluso ni llegan a gánsteres…
Honus: -¡Tú… maldito mocoso!
El rostro se vuelve rojo como si estuviera teniendo un ataque de apoplejía y gira el arma en sus manos apuntando hacia Iván. El hombre detrás de mí también apunta su arma a Iván.
Gian: -Kug….. Iván……
Ante mi voz, Iván voltea a mirarme y me da una pequeña sonrisa.
Iván: -Lo siento. Como lo supuse, ustedes los italianos son los más geniales.
Honus: -Ca…cállate, maldito niño ¡Muere!
Al mismo tiempo que Honus pone su dedo en el gatillo…
Una puerta en la parte posterior del almacén se abre y un hombre con lágrimas termina rodando hacia dentro. Los ojos de todos se centran en él.
Subordinado del GD 3: –¡Jefe! ¡Hay un problema! ¡Hemos perdido contacto del Royal Forest Park!
Honus: –¡Q-Qué?
¡Bernardo! Lo lograste a tiempo.
Honus se estremece en una gran contracción. El arma y su dedo se deslizan un poco lejos de Iván. En ese instante…
La mano de Iván… toma su cinturón rebanando el aire.
Subordinado del GD 1: –¡Gyaaaa!
Honus: -B-Bastardo.
El gánster detrás de Iván toma su cabeza con sus manos, dejando caer el arma al suelo. Honus y los demás comienzan a gritar.
Iván salta a un lado blandiendo el cinturón como un látigo, golpea la mano de Honus haciendo que suelte su arma.
La mano de Honus logró apretar el gatillo antes y el arma suelta la bala dejando salir un sonido como de ¡Bang!. Los gánsteres se tiran y tratan de sacar sus armas…
El tipo detrás de mí, trata de tomar sus armas y lucho con una aguda agonía para levantarme y agarrar la pistola de su cuerpo.
Subordinado del GD 4: –¡whoo! ¡Mocoso…!
El hombre aprieta el gatillo y la ráfaga del disparo vuela en dirección a Iván.
Pero… la bala termina en la lámpara de aceite que estaba en la caja de madera rompiéndose en pequeños fragmentos… los cuales se esparcieron hacia el petróleo y los gánsteres trataron de huir tomando sus armas.
Subordinado del GD 2: -¿Gig? ¡Uwahhhhhhhh!
El cuerpo del hombre es tomado por el fuego quedando envuelto en llamas.
Honus: –Ugh…. ¡Uwaaaaaaaaaaaaaa!
Subordinado del GD 3: –¡Hii hiiiii! ¡Agua!
El almacén quedó a oscuras, donde solo se podía ver al hombre envuelto en llamas, así como el rojo brillante al mismo tiempo que el pánico se apodera de ellos.
Iván: -¡Gian!
Iván recoge una pistola por ahí… y apunta a Honus.
Honus: -Hi… hiiiiiiiiiiiii
Tsk, se perdió. Arrastrándose a gatas como una rana, Honus roza el fuego de la persona que está siendo quemada mientras se dirige a las sombras detrás de la caja de madera.
Iván dispara una bala en el cráneo del hombre con los ojos rasgados. Y entonces…
El gánster termina cayendo sobre mí, así que me muevo a un lado dando un grito.
Gian: -¡Iván!
Estando libre, me arrastro para tomar una escopeta que está al lado del hombre, tirando de él, entonces…
Honus: -Hi, ¡Hiiiiiiiiiiiii!
El grito proviene de la sombra detrás de las cajas de madera, donde se encuentra el objetivo actual de Iván. Se escucha una explosión y los disparos perforan las cajas de maderas que ocultaban a Honus.
Honus: -¡Malditos! ¡Reúnan las tropas! ¡Huyamos de ellos!
Honus grita esto al momento que se arrastra alejándose de las cajas. Iván apunta su arma hacia su dirección… pero luego chasquea su lengua antes de ir hasta la inconsciente Rosalía para recogerla.
Iván: -¡Kug! ¿Rosalía? ¡Gian! ¿Todavía estás vivo?
Gian: -Aaahh… pero… parece que me volveré algo inútil de aquí en adelante.
Nos arrastramos hacia la salida en la oscuridad. Detrás de nosotros, el sonido de gritos llega a nuestros oídos.
Honus:- ¡Dense prisa! ¡Es por aquí!
Subordinado del GD 5: -¡jefe! ¿Está herido?
Subordinado del GD 6: -¡No podemos contactar con el parque de golf!
Honus:- ¡Y eso a quien le importa! ¡Apúrense para ir tras de esos mocosos!
En la oscuridad, las sombras de Honus y los otros se reflejan. Iván y yo recogemos a Rosalía y nos apuramos hacia la salida, mi cuerpo casi colapsa por el intenso dolor.
Iván:- ¡Por aquí! ¡Corre hacia el auto!
Las balas de las armas de los gánsteres vienen volando hacia nosotros.
Gian: –¡Kug! ¡Que se jodan!
Me tambaleo como un perro cojo y me echo a correr… corro hacia el Mercedes blanco, que está hacia allí y rebosando de luz en la oscuridad.
Iván: -¡Es por aquí! ¡Apúrate!
Las balas golpean el Mercedes pasando sobre la cabeza de Iván. La puerta del pasajero se abre y empujo el cuerpo de Rosalía… entonces…
Iván: -¡Que! ¡Malditos jodidos!
Después de llegar al Mercedes, nos dimos cuenta… y nuestras visiones se ponen negras… Los neumáticos… fueron ponchados, quedando con una gran flacidez.
Gian:- Cómo pudo pasar esto.
Iván: -¡Kug! ¡Cúbrete!
Me arrastro hacia el Mercedes y antes de subir por la puerta de enfrente…
Iván dispara hacia los hijos de puta que yacen en la distancia, cubriéndose en las sombras de sus sedanes, acercándose poco a poco… Él lanza la pistola vacía a un lado y se desliza en el auto.
Iván: –¡Ha… haaa! ¡Mierda!
Me arrastro sobre el asiento para comprobar el cuerpo de Rosalía, y ver si ella está sangrando en cualquier lugar antes de quitarle los lazos. Guh… mi brazo no se mueve muy bien por todo el dolor.
Iván:- ¡Ya vienen!
Gian:- Joder… mi brazo, mi fuerza…
Meto la mano en el asiento de atrás y tomo una pistola que se siente pesada como un tronco y se la doy a Iván. Mientras hago eso….
Gian: -¡Whoaaa!
La carrocería del auto Mercedes atasco las balas de fuego rápidamente de las ametralladoras. Eso estuvo cerca… Si este fuera un auto normal, habríamos terminado con agujeros… Iván maldice un joder antes de tomar la escopeta.
Iván: –¡¡VENGAN!! ¡¡LOS LLEVARÉ AL INFIERNO!!
Los sedanes se acercan poco a poco y nos iluminan con sus faros. Las luces salen volando, uno de ellos se detiene arrojando humo.
Honus: -¡ESTÁN ALLÍ! ¡RODENLOS Y MATENLOS!
Una lluvia de disparos ataca el Mercedes y las sombras de los sedanes se avecinan, sin piedad perforan dejando agujeros. Unas ráfagas cortan a través del aire y taladran el auto.
Iván: -¡Gug! ¡Joder!
Iván lanza la escopeta vacía. Recoge la fuerza que me queda en mi cuerpo para tomar otra escopeta y dársela a Iván
Al hacer esto, mi mano…
Gian: –Ahhh….
Siento la rugosidad de la piel… Es la bolsa de cuero, llena de dinamita. La que había traído de cuando fuimos atascados en el escondite.
Antes de pensar en ello…
Abrazo la bolsa mientras saco una y dejo la tapa abierta del sujetador.
Iván dispara a los sedanes con la escopeta hacia las sombras de sus enemigos, pero….
Iván: -¡Uwuuuuuuuaa!
Gian:- ¡Iván!
Los enemigos van por la parte trasera. Una lluvia de balas de ametralladoras llegan desde la parte trasera, perforando a través de la ventana de cristal trasera, e Iván…
Iván:- ¡Estoy bien! ¡Solo me rozo!
Iván grita eso mientras derrama algo de sangre. Meto la mano en la bolsa apretándola y dirijo mi mirada hacia el exterior.
Los autos con los enemigos se están acercando a nosotros, lentamente, tanto desde el lado del almacén como desde el borde de la carretera. El único lugar para pasar es por el acantilado que se abre hacia el mar negro como la tinta.
Gian: -¿Hasta aquí llegamos?
Agarro un paquete de dinamita y lo saco… puse mi mano débil empapada de sangre en el bolsillo. Saco un cigarro y un pedazo de mechero.
Iván: –¡MALDITOS JODIDOS PANDILLEROS!
Iván se agacha para evitar el plomo y los pedazos de vidrio que vuelan sobre su cabeza hasta que abre sus ojos como platos al ver lo que está en mi mano.
Iván: -¡Joder! Oye… Tú… ¿Qué planeas hacer?
Gian: –Iván, tú… ¿puedes lanzar?
Iván: –¿Qu… que? Tú… no será que…
Gian: -Abraza a Rosalía y salta al mar… Podrían salvarse si todo sale bien.
Mi conciencia está casi desvaneciéndose por la agonía de mis respiraciones. Tengo que…. mientras estoy consciente….
Iván:- ¡IDIOTA! ¡JODER!
Iván gruñe con sus dientes apretados. Sus ojos gritan con ganas de pegarme. Al ver esos ojos, son propios de Iván…
El alivio que siento casi me hace llorar…

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