Rockwell #14

Rockwell

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Rockwell – 33%

 

Dave: Estoy seguro que les encantaría preguntarle una que dos cositas. ¿Qué les parece si primero lo hacen gemir? 

Colombi: Qué estupidez. Si fuera un pez gordo sería otra cosa. Pero, hacerle eso a un simple mocoso que ni siquiera sabe la debilidad de Cosa Nostra, no tendría sentido. 

Entre los hombres de Chicago había un hombre vestido con un buen traje, sentado en un sofá con cara de aburrimiento. 

Pero sólo el hombre más joven entre ellos, delgado, con una tez que parece que sus órganos internos han sido dañados por el alcohol me ve fijamente hasta que escupe y se ríe.

Magro: ¡Cosa Nostra! ¡Qué estupidez! ¿Qué haremos con ese chico? Con solo dejarlo estar de pie para reírnos de él no es nada interesante. 

Magro: ¿Deberíamos hacer que juegue como un perrito? 

Mafioso de Chicago 2: Ah, eso sería bueno. Hacer que hiciera algo más en lugar de simplemente acabar con él, sería mejor. 

Mafioso de Chicago 4: ¿Qué tal si pruebas su suerte? En la prisión, cuando le dabas la mano a este tipo, tu suerte cambiaba, por lo que era popular saludarlo antes de ingresar a la celda.

Mafioso de Chicago 1: ¿Qué es eso? ¿Lo trataban como una especie de amuleto de la suerte? 

Magro: Hah, ¿entonces él hace que la diosa de la fortuna venga y te bese? ¡Qué interesante! Veamos cachorro, si logras hacer que nosotros también nos convirtamos en un gran libro de apuestas. 

Magro: ¿Estás confundido, maldito Bambi bastardo? Te estoy diciendo que me muestres a mí también esa suerte que tienes. 

Mafioso de Chicago 1: ¿Qué le parece si jugamos un poco? Justamente al final de este lugar hay una mesa de casino. 

Dave: Sabía qué pensaría así. Así que, me di la libertad de traer a un joven distribuidor con conocimiento en este tipo de juegos. 

Dave se ríe con orgullo y convoca a sus secuaces. Se quitó la chaqueta, se envolvió las mangas de la camisa con una sonrisa que se le daba bien e hizo una reverencia a un hombre de Chicago. 

Distribuidor: Disculpen la intromisión, estimados invitados forasteros. Ya sea una carta, un recorte o una rueda de ruleta. Estaré encantado de servirles. 

Magro: Heh, finalmente se está poniendo interesante. ¡Oye, llévate a ese chico! 

Mafioso de Chicago 3: ¡Sí! ¡Lo has escuchado! ¡Ven, bastardo cobarde! 

El chico de Chicago que me va a hacer su juguete ordena a sus secuaces que me lleven a la mesa del casino. Estoy siendo terriblemente golpeado mientras soy obligado a caminar hacia ese lugar.

Colombi: Batti no tiene remedio. Bueno, a los jóvenes no les gusta estar aburridos. 

Ernesto: Nosotros deberíamos disfrutar del espectáculo. Después de todo estamos en una situación de espera, ¿no es así, Ethan?

Ethan: No te involucres con aquel joven. 

Ernesto: Pero ¿qué dices? ¿Estás preocupado por aquel mocoso? Solamente iré a ver. Todo terminará enseguida una vez que llegue el libro de registro, ¿no es así? 

Mafioso de Chicago 3: Vamos, está bien hacerlo aquí, ¿no? ¡Siéntate! 

Me obligaron a sentarme en la esquina de una mesa de juego que estaba un poco polvorienta y que no había sido utilizada por un tiempo. 

Ya estoy harto de que se me escapen hasta los gemidos de dolor y ser tratado como un trapo, pero me aventaron sobre una mesa. Los chicos de Chicago comienzan a sentarse alrededor de la mesa uno tras otro.

Mafioso de Chicago 2: Hermano, por aquí.

Joven distribuidor: Bueno, señores clientes. Primero empezaremos con la repartición de cartas. ¿Qué tipo de juego desean jugar? 

El hombre distribuidor de cartas actuaba tan genial como si no le importara el asunto mientras estaba alineando las cajas de naipes nuevas que estaban sobre la mesa.

Magro: Como cabe la posibilidad de que este perrito nos entretenga por bastante tiempo, entonces elegiremos jugar Póker. Está bien a mano cerrada ¿verdad?

Distribuidor: Entendido. Ese juego está bien.

Nadie me habla. Estoy siendo tratado igual que la basura pegada a la mesa.

El distribuidor tira los dados de manera familiar. Toma la caja de cartas donde habían sido colocadas de manera ordenada, y rompe el sello, sacando una baraja que manipula junto con las demás. 

Fueron colocadas cinco cartas frente a ese bastardo de Chicago con cara de borracho, y luego fueron colocadas cinco cartas frente a mí- El reverso de la tarjeta con un patrón de ángel estaba alineado una tras otra. 

Cuando el distribuidor intentó hablar sobre las apuestas y las cartas, como si quisiera tomar el control, el yakuza de Chicago saca un cuchillo de su bolsillo. 

Joven distribuidor: ¡Usted! 

Magro: ¿Qué? Ese perrito no tiene derecho a hablar, no importa cómo lo mires. Este chico no es diferente a una simple mascota. Oye, Lucky Dog, así te llaman, ¿no? Maldito bastardo piojoso. 

Magro: Cada vez que pierdas, te cortaré un dedo con esto. ¡No habrá ninguna concesión! Así que será mejor que te esfuerces.  ¡Hahaha! 

¿Mano cerrada? ¿póker? Ha pasado un largo tiempo desde que juego esto. 

Incluso estando en mis territorios, difícilmente jugaba y eso era porque no había nadie con quien jugar. Pensar que ahora ha surgido la oportunidad y tenía que hacerlo aquí, con este maldito bastardo.

Si pierdo, mis dedos rodarán. De todos modos, no tengo nada a lo que apostar.

No, ya sea que gane o no, me matarán pronto. Ya todo me da igual.

Frente a mí, el bastardo de Chicago dio la vuelta a la carta lentamente. De repente pone una expresión amarga en su cara.

Magro: Hey, distribuidor. Haz un cambio de dos cartas. 

Se colocan dos descartes frente al bastardo de Chicago. El distribuidor de Dave reparte dos nuevas cartas frente al hombre con destreza en sus manos. 

Tan pronto como intenté voltear una carta, la boca del hombre se abrió. Este tipo, no tiene nada de ganas de competir conmigo. Sólo está tratando de ponerme a prueba y disfrutarlo.. 

Qué patético. Todo es patético.

Magro: ¿Nm? Hey, maldito bastardo. ¡Date prisa y voltea la carta! ¡Hey! ¡Ya juega!

Por supuesto que se refiere a las cinco tarjetas que me distribuyeron. No estoy haciendo nada, todavía sigo recostado sobre la mesa frente a mí. 

No tengo ganas de darle la vuelta a la carta o hacer algo más. Es mejor permanecer tal y como estoy. 

Gian: Seguiré así.

Mafioso de Chicago 3: ¡Qué! Hey, hey, hey, qué tan terco puedes ser.

Magro: Fuuh, que fuerte. ¿Crees que ya ganaste sin voltear las cartas ni mucho menos verlas? Que varonil. ¿Estás apostando a una sola prueba de suerte? 

Mafioso de chicago 2: ¿Está bien? Si pierdes, el nombre de Lucky Dog desaparecerá, ¿sabes? Más aún, te verán como un llorón. 

Gian: Cállate. Esto es un enfrentamiento. 

Quiero darme prisa y terminar con esta farsa. 

Magro: ¡Deja de estar bromeando! Qué Lucky Dog ni que nada, ¡no eres nada interesante! ¡Muy bien, enfrentémonos! 

El tipo de Chicago tiró la carta sobre la mesa. No importa si es un buen movimiento. 

Magro: Mira, tengo unos 8 y dos pares de Jaques. 

Magro: Hey, enseña tus cartas. 

Magro: Mira que estar jodiendo.  ¡Hey, distribuidor, dale la vuelta! 

El distribuidor se acerca y voltea la carta frente a mí. El sonido de las cartas es de 2 y cuando termina de voltearlas todas, un rugido se filtró de la boca de los espectadores a nuestro alrededor.

Mafioso de Chicago 1: ¡Tres cartas! ¡Deuce!  

Magro: ¡Kuh! Este bastardo. Pff, fufu ya veo, con que Lucky Dog, eh. Ya veo ~. 

Magro: Me pregunto si realmente existe este nivel de suerte. De ser así, claro, se me olvidaba. Supongo que también tendré que apostar. 

El yakuza de Chicago dice eso de una manera burlona y coloca una bolsita de piel de cocodrilo sobre la mesa.

Magro: Si continúas ganando, esto será tuyo. La apuesta será entre esta bolsa de dinero y tus 10 dedos. No habrá vuelta atrás. ¡Haz que me entretenga! 

El distribuidor se deshace de las cartas estaba usando y tira los dados. Abre la nueva caja de cartas y la baraja.  

Nuevamente, las cartas quedan alineadas frente a mí y ese maldito bastardo de mierda.

Magro: ¡Mierda! ¡Hey, dame tres! Nm … Fuh, fufu , que bien. 

Sin querer seguir escondiendo su estado de ánimo, el maldito bastardo de Chicago me mira burlonamente con una carta en su mano. 

Mafioso de Chicago 4: Hey, tú ¿De verdad no tienes intención de ver tus cartas o de tomar otra? 

Gian: Enfrentamiento. 

Magro: Keh, mira que actuar tan arrogante, maldito cachorro. ¡Bueno, déjame escuchar unos buenos gemidos, bastardo de Daivan!

El bastardo de Chicago coloca sus cartas sobre la mesa. Las cartas son coloridas y rayadas. 

Magro: ¡Hahaha! ¡Esta vez he obtenido una buena mano! ¡Full house! ¡Las dos princesas están sobre la mesa! ¡Hey, muestra las cartas de este bastardo cobarde!  

Distribuidor: Sí.

Las cartas frente a mí fueron volteadas. Al ver la primera, los mafiosos circundantes se burlan. 

Al voltear la segunda carta, es un 2 y el bastardo de Chicago alcanza el mango de su cuchillo clavado en la mesa. 

La tercera carta es un2. Todavía un par. Los yakuza miraban el lugar con sus rostros rojos como si estuvieran aguantando al mirar a una mujer. 

La cuarta carta es un 2.

La risa desapareció de los alrededores. 

La quinta carta fue otro 2.

Gian: Poker de doses.

Magro: ¡¿Qué?! UUHG …. ¡Mierda, joder! ¡Maldita sea! ¡¿Qué significa esto? ¡Oye tú! ¡Mierda!

Con una cara sudorosa, el bastardo de Chicago aparta la mirada de mí. Luego, lanza quejas hacia el distribuidor que estaba pálido. 

Magro: ¡No puedo creerlo! ¡¿Qué significa esto?

Dave: E-Ehm … haha, lo siento mucho. Parece que se quedó un poco atónito. ¡Hey! 

Ante la clara señal de Dave, el distribuidor asiente aún con una cara pálida. 

Distribuidor: Se reemplazarán las cartas. 

El distribuidor toma la caja de cartas nuevas y las saca. Las barajea, luego, mira la mesa y las vuelve a barajar. 

Que bastardo tan habilidoso. Las cartas descartadas de antes las había colocado en un lugar bueno para ser ocultadas, es un truco tan cliché pero ya lo comprendo. Supongo que este será el final.

¡Aaah! ¡Todo es tan ridículo! 

¡Todos y todo! ¡Son una mierda!

Distribuidor: Bueno …. 

Las cartas son repartidas frente al bastardo de Chicago y frente a mí. Los lacayos de Dave y los de Chicago se miran. 

Magro: Fuh, entonces yo también, te acompañaré en tú última partida. ¡No habrá ningún cambio u oportunidad! ¡HAHAHA! 

El tipo de Chicago, con mirada triunfal antes de dar la vuelta a la carta, termina de darle la vuelta sobre la mesa.

Magro: ¡Está decidido! ¡Escalera de colores! Es grandioso tenerlas todas alineadas, ¿acaso no es una buena vista? 

Sobre la mesa estaban las cartas J, Q, K … y ahí también estaba la A … Hah, que estupidez. 

Los espectadores que los rodeaban vitorearon todos a la vez.

Dave: ¡Maravilloso! 

Mafioso de Chicago 2: Uwoo … es increíble ~ 

Mafioso de Chicago 3: Hehe, es excelente, ¡Hahaha! Bueno, y ahora.

Los ojos de los mafiosos se dirigían hacia mí, como si fuera basura pegada en la mesa. Una persona saca rápidamente un cuchillo y lo coloca sobre la mesa.

Esta vez, lo hago yo mismo. Con una mano, agarro las cartas de mierda. Las pongo juntas en una línea, y las volteo todas de una sola vez. 

Gian: Poker de 4.

Magro: Ngh … eh … ¿hah?

Tiro las cartas sobre la mesa. Y lo que estaba esparcido allí … mostraban cartas negras y rojas. Hay 4 cartas de 4, y la última se mostraba un Rey que montaba una bicicleta. 

 

Poker 4 con un kicker.

Esta carta puede ser usada como un comodín, aunque solo lo jugaban los niños. El ángel. 

Esa es la quinta carta.

Magro: ¡Q-Qué! ¡Maldita sea! ¡¿Qué significa esto?! ¡Hey, tú!  

Distribuidor: ¡E-Eso no puede ser! ¡No puede ser que sea el comodín, lo tiré antes de barajar! ¡En serio! 

Dave: E-Es cierto, además ¡Este es un juego para adultos! ¡Algo como el comodín no está permitido! 

Gian: Yo no sabía que había un comodín desde el principio.

Magro: ¡Guh! ¡Bastardo!

Dave: ¡Algo como esto! ¡Es inaceptable! ¡Este es un juego de adultos, un juego para caballeros honorables! Debe de haber algún error … un comodín.

Dave: ¡Es inaceptable! ¡Es una lástima, Lucky Dog! Tu mano no cuenta. ¡Te esforzaste, pero es una carta inválida! Y … 

Maldita sea.  La perversa voz de Dave resuena en mis oídos.

Dave: ¡El competidor de Chicago obtuvo una escalera de colores! ¡¿Puedes verlo?! Es tu derrota, Lucky Dog … ¡guh! 

Gian: Bien, entonces el Rey del ciclismo no cuenta. Entonces, obtuve cuatro cartas, y estoy bien con eso. 

Dave: Ah … ¡Ah! No me digas que. 

Magro: ¡¿?! ¿Qué? Ah … ¡uh! 

Mafioso de Chicago 1: ¡Ah! entonces…

En un instante, no hubo ningún sonido en el espacio circundante. Los mafiosos, todos están atónitos mirando las cartas frente al bastardo de Chicago.

Hasta ahora, nadie se había dado cuenta. Nadie había dudado del distribuidor, por lo cual no se dieron cuenta del truco. No, hasta ahora. 

Mafioso de Chicago 4: Ah … la última carta no es un 10 de picas.

Mafioso de Chicago 1: Entonces, es simplemente una escalera.

Mafioso de Chicago 2: ¡Escalera! ¡Ah! Entonces.

Gian: Yo obtuve obtuve un póker de cuatros ¿Todavía quieres seguir?  

Magro:  ¡Guh! 

Distribuidor: ¡¿Nuh?! ¡No puede ser! ¡Eso es imposible! Este tipo de error espere por favor.

El distribuidor escupe su excusa con sudor y lágrimas sin dudar para auto justificarse y en medio de todo esto, el mafioso, que había perdido por completo su color. 

Magro: ¡Maldición! ¡Maldita sea! 

Golpea la mesa de juego con una fuerza tremenda y luego, el bastardo de Chicago se puso de pie. Con ese impulso, la mesa cruje.

Magro: ¡Ha, hahahaha, joder! 

Cuando el tipo de Chicago escupe esas maldiciones, metió la mano en el bolsillo de su traje y sacó un arma. Los mafiosos se alteran al ver el revólver negro brillante.

Mafioso de Chicago 2: ¡Ah! Hermano, eso es malo. 

Me apunta con la boquilla del arma. ¿Con que este es mi fin? Que estupidez. 

Sin embargo, ese mafioso de Chicago, cambia su objetivo hacia el lacayo de Dave, el hombre que hacía el papel de distribuidor para ser más específico, temblando con el rostro sudoroso y lloroso.  

Magro: Has hecho algo bastante interesante. Atreverte hacer trucos para mí, sí que tienes agallas. ¡Maldito bastardo tramposo! 

Distribuidor: Eso … no. 

El tipo de Chicago disparó sin dudarlo. La cara del distribuidor, que temblaba a mi lado, se hizo añicos, y la sangre fresca junto con los restos de cerebro salpicaron, estrellándose contra mi cara.

Puh … que asco.

Dave: ¡Ah…! Ah.

Colombi: Hey, hey, hey, pero ¿qué estás haciendo? ¿Hay alguien que dispare tan repentinamente? Que problemático.

Magro: ¡Pero es que, tío! ¡Que alguien como esta mierda se haya atrevido a subestimarme, no podía dejarlo pasar! ¿No lo crees? ¿No?  

El tipo de Chicago estaba furioso y gritó moviendo sus brazos. En el tumulto, vi el cadáver del distribuidor, en silencio.

Mafioso de Chicago 4: Oye … esas … cartas.

Desde el chaleco del distribuidor caído, las cartas escondidas allí estaban desbordadas y dispersas. 

Mafioso de Chicago 2: Que bastardo tan tonto. Estoy seguro de que ha reemplazado las cartas miles de veces. No puedo creer que haya cometido un error aquí. 

Los yakuzas susurran de manera espeluznante, y se miran. 

Mafioso de Chicago 4: Oigan ¿no creen que la atmósfera se siente pesada?  Hay un olor extraño, a moho, a podrido.

Mafioso de Chicago 1: Mierda, los ventiladores en el techo se detuvieron. Es solo un hotel maltratado, joder.

Magro: ¡Hah, maldita sea! ¡Joder! Maldición, el siguiente ¡eres tú! La cara del tipo de Chicago refleja la cantidad de sangre que se le ha subido a la cabeza …

Magro: Heh … heheh, maldita seas. Ya veo, Lucky Dog. Realmente existen tipos como tú.

Mafioso de Chicago 1: Hermano, por favor cálmese.  

Magro: ¡Ya lo sé! Fuh, hehe … ya que perdí en las cartas y todos están aquí ¿no crees que deberíamos hacer algo más, cachorrito? 

Magro: ¡Tendrás que jugar un poco más conmigo! Esta vez jugaremos con los dados ¡¿de acuerdo?! 

 

OPCIONES:

  1. Que fastidio.
  2. No hay remedio. 

Elegir la segunda opción. 

 

Que remedio … 

Gian: Muy bien. Aunque me negara no tendría caso. 

Magro: ¡Ha, hahaha! ¡Así es! ¡Que Lucky Dog ni que nada!

El bastardo de Chicago saca una caja de dados de colores de la caja que hay sobre la mesa de juego.

Lanza dos dados de estrella blanca sobre la zona roja frente a mí. El resultado es 7. El bastardo de Chicago tiene dos dados rojos sobre la zona blanca. 

Magro: Los aplausos también son un fastidio… Vamos simple, ¿de acuerdo? Ojos grandes, el que saca gana, ¿ok? (Perdón no comprendo mucho el juego de los dados de casino, así que disculpen si hay confusiones de traducción en estas partes u,u)

Magro: Si saco los mismos ojos al mismo tiempo, ¡Yo gano! Lucky Dog, no te asustes, de seguro no perderás ¡¿No?! 

Traducido por Sakurada Di
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