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Aunque el número de pacientes inconscientes aumentó repentinamente, el doctor Ninneas pareció bastante aliviado.
—Fue muy difícil para mí porque no quería alejarse del paciente que estaba en estado crítico. Es mejor para é permanecer en silencio.
De manera alegre comenzó a untar hiervas hierbas trituradas en el rostro ahora notablemente hinchado de Calme, por el contrario, Masain y Sir Kurt dudaron y comenzaron a mirar el estado de ánimo Seong-jin.
De repente, el príncipe que noqueó al caballero imperial de un solo golpe les parecía bastante desconocido.
—… Es cierto que hizo algo digno, pero…
—Espero que pueda ser más amable al momento de golpearlo… esa caraj, ejem ¡es algo especial!
“¿Por qué actúan de esa manera? Sacrifiqué mi puño para salvar a una criatura digna de lastima.”
Especialmente Lord Masain ¿Qué pasa con esa mirada en sus ojos?
“¡Si Calmen hubiera cometido lesa majestad, habría sido el primero en meterlo en prisión!”
Mientras tanto, Seong-jin y su grupo recibieron un visitante inesperado que vino a visitar al paciente.
Fue Katrina, la líder de los Caballeros de San Aurelio.
Entró urgentemente en la sala de tratamiento acompañada de su lugarteniente Francis.
—…comandante bruno. —Miró al comandante por un momento.
Parecía que no podía creer lo mucho que había cambiado, pero luego su rostro se puso triste y caminó hacia la cama donde yacía. Luego extendió con cuidado su mano, la colocó sobre su hombro y comenzó a verter el poder divino blanco y brillante.
Al igual que su apodo, el escudo de hierro que ayuda al Emperador, Lord Katrina era famosa por su actitud indiferente, mostrando poco interés en nadie que no fuera el Emperador. Parecía poco creíble, verla derramando poder divino de esa manera como si estuviera orando férvidamente.
—El poder sagrado no es de mucha ayuda contra la Peste Gris.
A pesar de la advertencia del médico Ninneas, Katrina no pudo apartar las manos del comandante durante un tiempo.
Francis, que la miraba con una expresión ligeramente hosca, le refunfuñó a Seong-jin.
—Es el desafortunado plebeyo que se convirtió en comandante de los caballeros. Escuché que él y nuestra líder fueron camaradas que lucharon en situaciones de vida o muerte. Ella dijo que tenía una relación bastante estrecha.
Las dudas de Seong-jin se profundizaron con esa explicación.
“¿Una relación estrecha? Bueno, viendo la reacción de Katrina ahora, creo que ese podría ser el caso.
Pero ¿por qué no fue a buscar al comandante Bruna cuando estaba en este estado? Además ¿Podría tener algo que ver con la indiferencia del Santo Emperador hacia él?”
—De todos modos, no me corresponde a mi saberlo. Ahora, todo es sólo una relación inútil del pasado y aun así hiciste que nuestra líder se preocupa de esa forma. —dijo Francis suspirando.
Seong-jin, que había estado perdido en sus pensamientos, se sobresaltó y levantó la cabeza cuando escuchó el sonido claro de un rechinar de dientes.
“Eres un perro de pelea loco ¿acaso quieres sentir celos de una persona gravemente enferma?”
Pero tal vez por coincidencia, los ojos de Seong-jin se encontraron con los de Katrina, que miraba en esa dirección.
Seong-jin ladeó la cabeza.
“¿Es solo mi imaginación? ¿Por qué me miras con tanta desesperación, como si fuera tu única esperanza? Por supuesto, no puede ser eso…”
Pero ese sentimiento no era una ilusión.
Katrina se apartó de la cama, se acercó lentamente a Seong-jin y abrió la boca con una expresión de desesperación sin precedentes.
—Su Alteza, por favor. Por favor le pido que ayude al comandante Bruno.
—¡…?
“¿Cómo se supone que debo de ayudarlo?” Mientras Seong-jin pensaba
desconcertado, ¡Katrina ahora colocó su mano sobre su armadura ligera y comenzó a inclinar su cabeza de manera cortés!
—Nunca habrá nadie que haya servido a Delcross con tanta sinceridad como esa persona. Su lealtad a la familia imperial es extremadamente profunda, así que por favor, tengan misericordia.
—…
Incluso en medio de la vergüenza, la cabeza de Seong-jin giró rápidamente.
Seguramente no le estaba pidiendo a Morres, que no tiene ni un gramo de poder divino, que lo cure directamente. La única opción posible era…
—… ¿Me estás pidiendo que le pida personalmente a mi padre que lo ayude?
Katrina no respondió, pero a juzgar por la forma en que bajó aún más la cabeza, parecía que esa era la respuesta correcta.
—¿Por qué no lo haces tú mismo? —Seong-jin sintió verdadera curiosidad por lo que pregunto.
Su mano derecha de mayor confianza, que ha ayudado a, Santo Emperador durante mucho tiempo.
No sería el tipo de persona que ignora casualmente su petición, pero Katrina negó con la cabeza.
—Eso no es suficiente.
—¿Insuficiente?
—Sí, su Alteza. Su Majestad no puede ayudar a todos incondicionalmente sólo porque alguien tiene un deseo sincero.
En ese momento, un pensamiento pasó por la mente de Seong-jin.
Después de experimentar el reciente incidente de la Peste Gris, esta idea comenzó con la sospecha de que el Santo Emperador realmente conocía la historia completa de la situación. De ser así, ¿en qué medida y cómo debería intervenir el Santo Emperador?
De hecho, el Santo Emperador que Seong-jin conocía era una persona cuyas limitaciones no podían adivinarse fácilmente. Es completamente comprensible que el jefe de los mayordomos lo crea inconscientemente omnipotente. Quizás, si el Santo Emperador realmente tomará una decisión, no habrá nada que no pueda resolverse.
“Entonces, ¿hasta dónde debería intervenir?”
Tomemos como ejemplo la peste: aunque pudiera curar a todos los enfermos, es imposible que solo el pueblo de Delcross pueda vivir con la única esperanza de que serán salvados por el Santo Emperador.
¿Qué pasaría si todas las enfermedades antes de que se vuelvan más graves son curadas por el Santo Emperador? En ese caso ¿Necesitamos legisladores? ¿para qué mantener la higiene publica?
Eso sería un cáliz envenenado, que llevaría a Delcross por un camino de regresión infinita.
Quizás las respuestas algo tibias del Santo Emperador son de esa manera porque no es completamente ajeno de todo esto.
—Su Majestad no puede ayudar a todos sin condiciones.
Según lo que dijo Katrina, parecía que se necesitaban ciertas [condiciones] para que él pudiera moverse por sí solo.
Y ella está insinuando que para cumplir con esa [condición], Seong-jin debe dar un paso adelante.
—¿Mi petición es una [Condición] para que mi padre pueda ayudar al comandante?
Cuando Seong-jin preguntó, Katrina desvió ligeramente la mirada y dio una respuesta inexplicable.
—A veces, con solo decir algo en voz alta, los cimientos se sacuden mucho y se derrumban, su Alteza.
—…
“No puede hablar de eso ¿eh? Bueno, eso es mejor que el Santo Emperador que sella sus labios por completo.”
Seong-jin asintió y dijo.
—Aunque no me lo hiera pedido, también iba a pedírselo a mi padre. Simplemente no estoy seguro de cuánto ayudará eso. Según he oído, la Peste Gris no tiene una gran respuesta al poder divino.
—No tiene que preocuparse por eso, su Alteza. El poder divino emitido por los sacerdotes y el poder de Su Majestad el Santo Emperador parecen similares a primera vista, pero son fundamentalmente diferentes.
Había una fuerte convicción en la voz de Lord Katrina, por lo que estaba claro que el Santo Emperador tenía algún método.
Seong-jin asintió y se levantó.
Si el curso de acción ya esta claro, no hay necesidad de demorarse más.
*** ** ***
Al principio, estaba planeando visitar la oficina y simplemente pedir un favor rápido, sin embargo, cuando Seong-jin salió de la sala de tratamiento, se le ocurrió una idea.
“¿Por qué no llevamos al comandante Bruno desde el inicio? Es un poco problemático pedirle al Santo Emperador que venga a ver al paciente.”
Otro problema era que el estado del comandante estaba empeorando. Según el Rey Demonio, la cantidad de cristales mentales todavía estaban aumentando gradualmente en su cabeza.
Aunque ha pasado algún tiempo desde que se le eliminaron los óvulos, la progresión de la enfermedad no parecía que se estuviera deteniendo.
En cualquier caso, nada bueno saldría en retrasar el tratamiento, por lo que era mejor llevar al paciente ante el Emperador tan pronto como considera mi petición.
“Por supuesto, existe la posibilidad de rechazar el tratamiento, pero…”
Sin embargo, Seong-jin tenía una confianza casi intuitiva y sin fundamente de que al final el Santo Emperador sería capaz de salvar al comandante Bruno.
De esta manera, se creó una procesión bastante extraña, con no sólo Masain siguiendo a Seong-jin, sino también la líder de los caballeros de San Aurelio y su lugarteniente, además de los caballeros residentes del Palacio de la Perla que llevaban una camilla para transportar al paciente gravemente enfermo.
El problema era cómo explicar a los guardias principales del palacio el propósito de esta tan inusual progresión.
Pero después de un tiempo, Seong-jin se dio cuenta de que era una preocupación inútil. Cuando llegaron al Palacio Principal, inesperadamente, el jefe de los mayordomos Lewis, estaba allí en la entrada para recibir Seong-jin y su grupo.
Miró al comandante de aspecto andrajoso en la camilla con ojos tristes por un momento, luego se dio la vuelta y guio obedientemente a todo el grupo a la oficina del Emperador
“¿no parece que el Santo Emperador ya sabe a qué he venido al Palacio? Bueno, es algo en lo que está involucrado Padre, así que no debo de sorprenderme.”
Seong-jin se encogió de hombros y caminó detrás de Lewis.
—¿Estás aquí?
Cuando entraron a la oficina, el Santo Emperador habló con su comportamiento habitual.
Sin embargo, lo que vio Seong-jin fue algo completamente inesperado, por lo que no pudo evitar detenerse un momento completamente desconcertado.
“¿Qué está haciendo?”
En ese momento el Santo Emperador giró su cabeza en la dirección equivocada, no estaba mirando hacia la entrada, ni siquiera estaba observando a Seong-jin y su grupo.
No, sería más exacto decir que no podía verlos en lugar de decir que no los vio. Eso se debía a que los ojos del Santo Emperador estaban cubiertos con una gruesa tela negra.
No fue sólo Seong-jin quien se sorprendió por la aparición inesperada. Masain abrió la boca con una expresión en blanco e incluso Francis abrió mucho los ojos y se subió las gafas.
Sólo Katrina parecía haber adivinado algo. Caminó lentamente hacia el lado del Santo Emperador, como si lo estuviera ayudando
Seong-jin se sintió momentáneamente confundido por la extraña atmósfera que fluía en la oficina, pero pronto habló sin rodeos.
—Tengo una petición, Padre.
—Una petición.
—Sí, me gustaría que trataras a alguien. Ayer traje a un paciente con Peste Gris al Palacio de la Perla. Quizás mi padre lo conozca bien…
—Morres. —El Emperador interrumpió sus palabras y continuó en tono severo. —No es necesario que me digas su nombre.
—…
—Tampoco tengo motivos para conocer su rostro.
Seong-jin parpadeó.
“Oh, ¿ese es el propósito de la venda? Aunque no estoy seguro de lo que eso significa.”
—¿Lo entiendes?
—En realidad no.
—Cuando le preguntaron él ¿Por qué no lo ves? Él respondió: Porque no juzgo la dirección en la que apunta mi bastón.
—… ¿eh?
Mientras Seong-jin miraba fijamente el rostro del Santo Emperador, las comisuras de su boca se alzaron ligeramente.
—… Supongo que todavía no has pensado en comenzar tu lectura sobre Introducción a la Teología.
Seong-jin se avergonzó y desvió su mirada.
“¿oh? ¿Eso era una referencia del libro?”
—Hmm, estoy haciendo lo mejor que puedo para leer.
Bueno, solo había abierto el prefacio, pero me sentí desanimado al ver las letras pequeñas y juntas que apenas eran legibles incluso son la ayuda de una lupa, por lo que había cerrado de inmediato el libro.
—Ya veo. Entonces ya está decidido.
Pensé que me iba a regañar más para que estudiara, pero sorprendentemente, el Santo Emperador asintió como si realmente no le importara. Luego, lentamente, extendió una mano hacia adelante y dio una instrucción.
—Tráelo aquí.
Los caballeros residentes, que hasta entonces solo habían estado moviendo los ojos de un lado a otro, comenzaron a moverse de manera vacilante solo después de que Seong-jin hizo una señal.
Finalmente, la camilla que transportaba al comandante Bruno fue colocada frente al Santo Emperador, él lentamente bajó su mano y la colocó sobre el pecho del comandante como si la estuviera midiendo. En ese momento, Seong-jin vio claramente que su boca se torcía ligeramente.
“¿Por qué?” De pronto pensó en la expresión dura de Katrina que mostrado frente al comandante por primera vez.
Mientras Seong-jin estaba atrapado en una sensación extraña, el Santo Emperador suspiró suavemente y abrió la boca.
—¿Es importante para ti?
Parecía como si algún tipo de ritual estuviera comenzando.
A pesar de que no sabía qué tipo de procedimiento era necesario, creía que primero debía de responder la pregunta para pasar al siguiente paso.
Seong-jin pensó por un momento y luego respondió.
—Es alguien que será importante para mí.
Luego continuo con la siguiente pregunta.
—¿Es correcto salvarlo?
La respuesta a esa pregunta fue fácil.
—Es un hombre de valiosa, pero ha sufrido excesivamente y de manera injusta. Por lo tanto, es justo que sea salvado.
Pronto surgió una tercera pregunta.
—¿Puedes soportar las consecuencias de esta decisión?
—…
Debido a que el peso de esta pregunta era un poco diferente de las anteriores, Seong-jin no pudo responder fácilmente y se perdió en sus pensamientos por un momento.
“¿Es posible que otra persona se haga cargo por completo de la vida de alguien y de su vida?
No, eso no es lo que quise decir. Está más cerca de un procedimiento por el que tienes que pasar. No pensemos demasiado en ello.”
Seong-jin rápidamente ordenó sus pensamientos y asintió.
En cualquier caso, si el comandante Bruno mejora, estaba dispuesto a asumir la responsabilidad no sólo de su sustento sino también de su propio bienestar.
—Su pasado es culpa mí, por lo que su futuro también será mi responsabilidad.
Fue ese momento.
El Santo Emperador y Katrina tenían una leve sonrisa en sus labios al mismo tiempo, como si fueran gemelos.
Seong-jin se dio cuenta de repente.
A Katrina Belphein. Era conocida como el escudo más fuerte del Santo Emperador, pero en realidad, puede que esté más cerca de ser un espejo del Santo Emperador.
—Si, Morres. —La voz tranquila del Santo Emperador continuo. —A partir de ahora, pertenecerá completamente a tu karma.
Con esa declaración, una deslumbrante luz blanca pronto brotó de las yemas de los dedos del Santo Emperador.
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Gracias por la ayuda~