« Capítulo 19: La Hospitalidad de la Nieve »

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Pei Tingsong estaba algo sorprendido.

Cuando habló, ya sabía que la mayoría de las personas allí no entenderían lo que estaba pensando o lo que quería hacer. Después de todo, desde niño había sido visto como alguien “difícil de tratar”. Lo inesperado fue que Fang Juexia sí lo entendiera. Supuso que, como mucho, Fang podría intuir su descontento con aquel plan superficial y descuidado, pero no esperaba que comprendiera todas sus intenciones con tanta precisión.

Era como si se hubieran conectado por accidente en la misma frecuencia.

Ellos eran contradictorios, no una réplica armoniosa que se reflejaba mutuamente, sino dos personalidades fuertes y claramente opuestas.

Fang Juexia tenía su propia temperatura y estilo; no debía ser forzado a una buda homogeneización.

Estos pensamientos parecían fluir entre las mentes de ambos. Pei Tingsong atribuyó esa inexplicable conexión a los dos años que habían pasado juntos. Aunque apenas interactuaban, sabía que nada en este mundo existía de manera completamente aislada. Entre él y Fang Juexia existía algún tipo de vínculo sutil, complicado y difícil de percibir.

Quizás compartían algo a nivel lógico, trató de explicarse a sí mismo.

Lin Mo parecía satisfecho con la propuesta de Fang Juexia. Una imagen y una idea surgieron en su mente, incrementando significativamente su entusiasmo por el proyecto. “Primavera e invierno. Excelente”, afirmó mientras examinaba detenidamente el rostro de Fang Juexia. Lo observó con cuidado antes de sacar una conclusión: “Definitivamente encajas con el concepto de invierno. Andy”.

“¡Ah~! ¡Ya voy! También creo que esta versión es mejor. El concepto de transición entre el final del invierno y el inicio de la primavera se ajusta perfectamente a la temporada, y además, ellos dos no tienen estilos similares. Necesito pensar bien cómo manejar el diseño del maquillaje y la imagen esta vez”, respondió Andy.

Andy, con una década de experiencia en la industria, era una persona astuta. Con solo mirar la expresión de Lin Mo, supo que este trabajo sería algo grande y abandonó cualquier intención de tomárselo a la ligera. Después de todo, estaba trabajando con un gran fotógrafo y dos nuevas estrellas emergentes del entretenimiento.

En el mundo del espectáculo, subestimar a otros es lo más peligroso. Nunca se sabe quién puede volverse famoso de la noche a la mañana, y en este caso, la posibilidad de que estos dos lo lograran era más que evidente.

Pasaron más de dos horas discutiendo nuevamente el concepto. Este nivel de deliberación no era común en una industria donde todo se centraba en la eficiencia, pero el resultado valió la pena. Lo que comenzó como un proceso superficial y mecanizado se transformó en una colaboración artística seria, una experiencia rara y valiosa.

El editor encargado de escribir los extras estaba encantado. Normalmente, tenían que juntar contenido de aquí y allá, pero esta transformación dramática era una mina de oro para crear una gran narrativa.

El maquillaje de Pei Tingsong era simple y limpio. Andy destacó deliberadamente dos lunares debajo de sus ojos. “Estos lunares están perfectamente posicionados. Ese estilo ‘puro pero seductor’ que está de moda últimamente es justo esto”, comentó.

Fang Juexia, que acababa de salir del vestidor, lo escuchó y lo encontró extraño. Ese término todavía no lograba asociarlo con Pei Tingsong, aunque la contradicción implícita entre lo puro y lo seductor sí parecía coincidir con su personalidad.

“Sobre la cicatriz en el ángulo del ojo…”, Andy miró la pequeña costra con preocupación, “El corrector no la cubre, así que mejor la retocamos en la postproducción”.

“Lo que sea más sencillo”, respondió Pei Tingsong, sintiéndose algo adormilado y desinteresado en los detalles.

Fang Juexia miró el gran espejo de la sala de maquillaje. Reflejaba a Pei Tingsong sentado, con esa pequeña herida en su ángulo del ojo. Con una prenda de punto color crema, su presencia desafiantemente arrogante parecía ahora suavizada.

“Juexia, café”. Cheng Qiang regresó, colocando una taza frente a Pei Tingsong antes de llevar a Fang Juexia, aún sin maquillaje, a un rincón de la sala. “¿Estás cansado?”

“No mucho”, respondió Fang Juexia mientras examinaba la mesa vacía frente a él. En el suelo, en una esquina, había un pequeño bonsái con un árbol de flores rosas.

Sosteniendo su taza de café, observó con curiosidad el árbol. Coco, la asistente de maquillaje, se acercó para ajustarle unos clips en el cabello, y él preguntó en voz baja: “Disculpa, ¿qué tipo de flor es esta?”

“Ah, esto es un cerezo temprano”, respondió Coco. “Alguien lo trajo para Andy hace unos días. Como hay mucha gente aquí hoy, lo pusimos en el suelo para evitar que se caiga”. 

Cerezo temprano.

Después de que Coco asegurara el último clip, Fang Juexia se arrodilló junto al árbol. Los pétalos caídos cubrían la tierra en la maceta, creando un manto de suave rosa pálido.

Mientras tanto, Pei Tingsong, aburrido por el proceso de maquillaje, sugirió al camarógrafo que jugara a piedra, papel o tijera para contar historias. Cuando el camarógrafo lo rechazó moviendo la cámara de lado a lado, Pei fingió estar muy serio: “Ah, claro, temes perder. Entendido”.

Justo entonces, Fang Juexia se acercó. Llevaba una camisa negra holgada que acentuaba aún más el tono frío y pálido de su piel.

Parece que estaba pidiendo algo a los asistentes de maquillaje. Al final, tomó un pequeño frasco y apretó un poco de su contenido en la mano.

“Este problema de la cicatriz sigue ahí…”, comentó Andy.

“Déjame intentar algo”, interrumpió Fang Juexia, acercándose a Pei Tingsong sin previo aviso.

La distancia entre ellos se redujo abruptamente a menos de cinco centímetros. La atmósfera pareció comprimirse; el aroma fresco y frío del perfume de Pei Tingsong se intensificó en ese breve momento.

Con un movimiento rápido y preciso, Fang Juexia aplicó algo sobre la cicatriz de Pei antes de enderezarse y observar el resultado.

“¿Qué tal ahora?”, preguntó, mirando a Andy.

Andy, impresionado, ajustó el rostro de Pei Tingsong hacia el espejo. Ahora, la pequeña costra estaba cubierta por un pétalo rosa.

“Encaja perfectamente con el concepto de primavera”, opinó Fang Juexia con calma.

Andy, emocionado, usó un adhesivo especial para fijar el pétalo. “¡Perfecto! Además, combina con la marca de nacimiento en el rostro de Juexia. ¡Son un par perfecto!”

Fang Juexia no esperaba aquello, por lo que se quedó momentáneamente perplejo. Al bajar la mirada, sus ojos se cruzaron accidentalmente con los de Pei Tingsong.

Pei Tingsong alzó la vista y tocó con los dedos el pétalo que cubría la cicatriz. “Lo hiciste a propósito, ¿verdad?”

“No”, respondió Fang Juexia rápidamente, de una manera poco habitual para él.

Pei Tingsong dejó que su mirada recorriera lentamente el rostro tranquilo de Fang Juexia, deteniéndose al final en su cuello ligeramente enrojecido. No dijo nada, pero al observar su reflejo en el espejo, notó cómo el pétalo en su ángulo del ojo ahora creaba una conexión visual con Fang Juexia.

“El maquillaje de Tingsong tiene un estilo minimalista y salado, como si no hubiera pasado nada, pero en realidad está lleno de pequeños detalles calculados”, explicó Andy mientras comenzaba a trabajar en el look de Fang Juexia. “En cambio, el maquillaje de Juexia debe ser más especial”.

Pei Tingsong tomó su café y se sentó en una silla cercana, disfrutando del raro lujo de observar abiertamente a Fang Juexia.

Andy decidió no aplicar base en Fang Juexia. “Tu piel es demasiado buena. Si pongo base, arruinaría la textura natural”.

El espejo reflejaba el rostro inexpresivo de Fang Juexia mientras Andy le trabajaba el cabello. Durante ese tiempo, Pei Tingsong lo observaba descaradamente a través del espejo. Descubrió que los rasgos de Fang Juexia, analizados individualmente, tenían ese atractivo característico de un idol: bonitos, delicados, sin la carga de las vicisitudes de la vida. Sin embargo, su frente y su nariz eran particularmente destacadas, formando un fino y elevado contorno en forma de T en su rostro estrecho. Era una mezcla entre la aspereza masculina y la suavidad femenina, como un pino solitario en medio de una vasta llanura nevada.

Esa estructura ósea singular le confería una apariencia obstinada y fría.

Pei Tingsong pensó que si esos rasgos fueran acompañados por unos ojos dulces y brillantes, quizás podrían equilibrarse. Pero Fang Juexia tenía unos ojos bellos y fríos, con párpados finos y estrechos, iris claros, y un contorno ni ascendente ni descendente. Aunque se dice que los ojos reflejan emociones, los de Fang Juexia estaban separados por una pared de hielo traslúcida: no transmitían sentimientos, solo lógica y distancia. Todo esto, combinado con su piel pálida, lo hacía parecer una flor blanca resistente pero frágil.

Era como una rama seca a punto de quebrarse, que florecía con un último esfuerzo vital, exhibiendo una blanca y melancólica belleza.

El maquillaje de ojos de Fang Juexia no era complicado. Andy ni siquiera rizó sus pestañas; en su lugar, aplicó un rímel blanco con movimientos delicados, cubriendo las pestañas largas como si la nieve las hubiera tocado. La sensación invernal emergió al instante.

Cuando Fang Juexia alzó los ojos, Pei Tingsong tuvo que admitir que la pureza de su apariencia lo había conmovido. Si de por sí ya transmitía frialdad, ahora su presencia era más gélida que nunca.

Incluso la asistente de estilo comentó, sorprendida: “Es tan etéreo… etéreo y frío”.

Andy añadió un toque de rubor bajo los ojos de Fang, extendiéndolo hasta su rojiza marca de nacimiento. Luego delineó suavemente la parte interna del párpado inferior con un lápiz blanco y aplicó una sombra líquida plateada en forma de lágrima bajo el contorno del ojo, creando la impresión de una lágrima congelada.

Parece que hubiera llorado, pensó Pei.

Sin embargo, no podía imaginar a Fang Juexia llorando. Parecía un hombre incapaz de expresar emociones.

En los dos años desde su debut, Pei Tingsong no recordaba haberlo visto mostrar ninguna emoción abiertamente. Aunque su relación era meramente profesional como compañeros de grupo, habían pasado mucho tiempo juntos.

Cuando intentó recordar, se sorprendió al encontrar un momento:

Hace un año, durante una presentación grupal, Pei Tingsong había salido a tomar aire antes de maquillarse y, sin querer, se encontró con Fang Juexia en un pasillo. Estaba hablando por teléfono cerca de una máquina expendedora, aparentemente tratando de evitar que lo vieran. Pei Tingsong escuchó vagamente cómo mencionaba a su madre y el tratamiento de su abuelo.

En ese momento no tenía interés en escuchar más; estaba ocupado decidiendo si interrumpirlo para comprar algo. Sin embargo, Fang se giró y sus miradas se cruzaron torpemente.

En aquel instante, Fang tenía una expresión de sorpresa, con los ojos enrojecidos y un brillo acuoso. Sus emociones parecían haber derretido el hielo de su mirada. Apretando el teléfono, bajó la cabeza y se alejó apresuradamente, como una brisa helada.

Desde entonces, Pei Tingsong había tratado de justificar los rumores sobre Fang Juexia y las “reglas tacitas” en el contexto de su complicada situación familiar y la falta de recursos. Aunque inicialmente su lógica parecía impecable, ahora comenzaba a cuestionarla, incluso considerando descartarla por completo.

Lo que más le intrigaba era por qué Fang nunca se explicaba.

Era un hombre lleno de contradicciones. A pesar de estar rodeado de rumores, emanaba una indiferencia que parecía inmune a todo. Aunque nació en verano y su nombre evocaba esa estación, era como una nevada eterna que nunca se derretía.

En su mente, Pei Tingsong recordó un poema que siempre le había gustado. Su mirada se posó en un bolígrafo y un bloc de notas junto a la asistente de estilo.

“Listo”, escuchó decir a Fang Juexia. Fue entonces cuando Pei Tingsong se levantó.

Fang Juexia, al notar que lo miraba fijamente, abrió un poco más los ojos, pestañeando con sus largas pestañas blancas. Esa expresión de duda era típica de él cuando se cuestionaba algo.

“¿Me veo raro?”, preguntó Fang, dudoso pero confiado en la relación un poco más relajada que había construido con Pei Tingsong.

Pei no respondió con palabras; en su lugar, sonrió ligeramente y deslizó un pedazo de papel doblado en el bolsillo delantero de la camisa de Fang antes de ser llamado por los asistentes.

Fang se quedó en su lugar, abrió la nota y leyó las líneas dispersas de un poema:

Puedes tranquilamente

agasajarme con nieve:

las veces que atravesé el verano

hombro con hombro con la morera blanca,

gritó su última

hoja.”

 

 

 

 

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Nota de la autora: 

Este poema es del poeta alemán Paul Celan.  

 


Nota de la traductor: 

Cerezo temprano: este se refiere a una variedad de cerezo que florece antes que otras, generalmente en las primeras etapas de la primavera o incluso a finales del invierno, dependiendo del clima.

Los cerezos tempranos son populares en Asia, especialmente en Japón y China, como símbolo de renovación y esperanza debido a su floración temprana, que marca el fin del invierno. En jardines o decoraciones, su presencia evoca la llegada de la primavera antes de que otros árboles comiencen a florecer.


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