La mayoría de la gente que vino al salón marcial pertenecía a las clases sociales más bajas, y las palabras que salían de sus bocas eran de las más vulgares y no eran agradables al oído.

Lin Xuanzhi abrió sus ojos que estaban manchados de sangre, se acostó frente al suelo y todo su cuerpo parecía estar cayendo en pedazos. El hueso de su cadera ya no estaba doblado en un suave arco como antes, parece que ya se había roto.

Pero Lin Xuanzhi todavía luchaba por girar la cabeza para mirar al joven.

—¡Tengo dinero, tengo dinero, mil de oro, para redimir a mi Gege! —gritó el joven y apresuradamente puso una pieza de oro en las manos del supervisor del salón marcial.

El supervisor frunció el ceño, y luego entrecerró los ojos ante el billete de oro en su mano.

Yan Tianhen estaba aterrorizado de que este tipo no lo aceptara, así que añadió con aprensión, —Dijiste antes que dejarías que mi Gege se fuera con 1000 de oro, ¡no puedes retractarte de tus palabras!

—Niño, ¿por qué estás tan ansioso? ¿Dije que no lo aceptaría? Ve a pararte a un lado, no te quedes aquí y toma un poco de aire.

El supervisor saludó con impaciencia a Yan Tianhen que le había entregado el dinero, y luego miró hacia abajo a la marca del dinero impresa en el billete de oro. Los bordes de sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa, luego enrolló el billete de oro y lo metió en su bolsa de almacenamiento.

«Este chico realmente tiene su manera de conseguir dinero, pero, es probablemente lo último de dinero que Lin Xuanzhi ha dejado en sus ahorros.»

El supervisor hizo un gesto con la mano y le dijo unas palabras al asistente que estaba a su lado.

Poco después, alguien subió al escenario para anunciar, —Declaro que el ganador de este partido es: ¡Wu Qingzong!

Después del anuncio, el joven bajito y flaco corrió inmediatamente al escenario.

Pero sus movimientos eran obviamente un poco lentos, su pierna izquierda era incapaz de ejercer mucha presión.

Yan Tianhen tenía la cara llena de preocupación mientras se arrodillaba al lado de Lin Xuanzhi. Miró a su Dage, cuya blanca túnica estaba empapada de sangre y no sabía qué hacer.

Yan Tianhen había visto el estado de lesión de Lin Xuanzhi antes, pero nunca había visto a un Lin Xuanzhi que estuviera tan herido.

¿No le digas que Lin Xuanzhi está a punto de morir?

Yan Tianhen frunció el ceño profundamente, y su rostro cubierto de grietas negro-azuladas se veía aún más aterrador que antes.

El actual Yan Tianhen ni siquiera pensó en la deuda de 500 de oro que aún llevaba a sus espaldas, ¡no sabía cómo podría devolver ese dinero!

Los ojos de Yan Tianhen, sin saber si era o no porque estaba demasiado preocupado o porque su hermano fue intimidado hasta ese punto, comenzaron a ponerse rojos.

Sus dos brazos como palos abrazaron a Lin Xuanzhi mientras intentaba subirlo a su espalda.

La conciencia de Lin Xuanzhi comenzó a aclararse, miró al delgado y frágil joven cuyo rostro poco común estaba a pocos centímetros del suyo y su nariz comenzó a agriarse. Los sentimientos de su corazón eran tan variados como los cinco sabores: agrio, dulce, amargo y picante, y su corazón también se sintió como si su corazón estuviera siendo brutalmente golpeado por un pesado martillo en un charco de pasta.

—Pronto cumplirás trece años, ¿cómo puedes seguir llorando tan fácilmente? —Lin Xuanzhi levantó su mano con cierta dificultad, y la rozó contra el rostro de Yan Tianhen que estaba cubierto de lágrimas y reveló una sonrisa sincera mientras decía: —Vámonos a casa.

Yan Tianhen primero asintió con la cabeza de manera solemne, luego inmediatamente miró a Lin Xuanzhi con una expresión estupefacta.

¿Su Gege, le tocó el rostro hace un momento, e incluso dijo que quería ir a casa con él?

No pudo haber sido poseído por un espíritu maligno, ¿verdad?

¡¿O está poseído por alguien más?!

Lin Xuanzhi hizo todo lo posible para apoyar su cuerpo que estaba sufriendo por todas partes. Apoyó una de sus manos en el frágil hombro de Yan Tianhen como soporte, la mayor parte de su peso corporal estaba siendo soportado por Yan Tianhen. Bajo las miradas ambiguas de la multitud, bajó cojeando del escenario con una expresión tranquila.

Mientras tanto, Yan Tianhen estaba en un estado de incredulidad. Obviamente, todavía estaba inmerso en el shock de la forma tan gentil en que Lin Xuanzhi le había hablado y no podía salir de ese estado.

Traducido por Ji Shenn

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