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Las pesadillas de Calmen siempre comenzaban con la misma escena.
Un día, después de haber sido golpeado y expulsado de la casa con el estómago magullado, un apuesto caballero se le acercó y le hizo una pregunta.
—¿Por qué estás ahí parado descalzo en este día frío, chico?
Resultó que ese caballero que vivía no muy lejos, le proporcionó a Calmen una abundante cena y una cama caliente junto al fuego ese día.
Y a partir de entonces, Calmen solía huir de su padrastro y colarse en la casa del caballero.
El Caballero siempre fue un hombre ocupado, pero seguía siendo un buen vecino que nunca hacía la vista gorda ante el niño que huía hacia él cada vez. Incluso en los días en que él no estaba en casa, siempre había comida sencilla en la mesa para el pequeño invitado hambriento.
Pronto descubrió que es caballero, con el que se había hecho cercano, era una persona mucho más asombrosa de lo que pensaba.
Se trataba del comandante de los caballeros del Palacio Imperial y el maestro de esgrima de los príncipes.
Era una persona tan fuerte y de alto rango que uno se preguntaba por qué tomaba en serio a un niño del vecindario como Calmen.
—¿Por qué alguien tan fuerte y noble como tú cuida a un niño como yo? ¿Cómo puedo hacerme tan fuerte y genial como usted?
—¿Quieres aprender esgrima, chico? Buena idea. La gracia de Su Majestad es como el mar que abre oportunidades de éxito para plebeyos como nosotros siempre que tengamos las habilidades.
—No sé mucho sobre el avance profesional y no tengo ningún interés en ello. Sólo desearía poder patearle el trasero a mi miserable padrastro.
—Entonces, ¿te vs a comprometes en entrenar un año con los ojos cerrados? En ese nivel, creo que puedes patearlo disimuladamente cuando esté desprevenido y aun así escapar sano y salvo.
De esta manera, Calmen comenzó a aprender de ese caballero la esgrima. Cuando escuchó los elogios por su talento, lo hizo sentirse orgulloso.
Entonces, antes de darse cuenta, un día Calmen se encontró sirviendo caso como si fuera el aprendiz o el sirviente del caballero. Viajaba junto con él al Palacio Imperial.
Quizás aquellos días, fueron los más felices de su corta vida.
Sin embargo, la razón por la que eso era una pesadilla es porque sabía bastante bien como es que terminaría esa felicidad.
—¡Mocoso! ¿Qué crees que haces deambulando de esa forma por el Palacio Imperial?
Un grupo de personas apareció de repente frente a él.
Esas personas rodean al joven plebeyo y derraman una aguda malicia.
—Tienes tanta suerte que incluso puedes imitar a un escudero común y corriente. Eres el tipo perfecto para vivir de una comida sencilla y en cualquier lugar. —dijo un niño gordito que lo miró con desprecio, torciendo su boca.
—Parece que las cosas humildes suelen reunirse e intercambiar consuelo. Déjalo así, Morres. En primer lugar, no tenía la intención de que aceptar como maestro a un caballero de origen humilde.
Una mujer con una apariencia hermosa y ojos penetrantes se burló de manera arrogante.
Risas descorteses.
Las burlas e insultos de las criadas fueron lanzados hacia él al azar, mientras él se quedaba helado y no sabía qué hacer.
Era tan descaradamente malicioso que incluso un joven plebeyo que no tenía idea del mundo, podía darse cuenta de que esas palabras con forma de daga en realidad estaban dirigidas al comandante Bruno.
¿Cuánto tiempo ha pasado por esto? Cundo Calmen recobró el sentido, ya estaba sosteniendo al niño gordito por el cuello.
Después de dar vueltas y vueltas por un tiempo, inmediatamente sentido un dolor agudo cuando algo cortó su frente y su visión se tornó roja.
Las escenas que siguen son recuerdos que se interrumpen intermitentemente.
—¡Su Majestad, la reina! ¡Es solo un niño pobre que no sabe nada! ¡Por favor, retracte su orden de ejecutar al niño!
Más allá de la visión borrosa de sangre, pudo ver al comandante arrodillado.
Calmen apretó los dientes.
“¡No hice nada malo! ¡Ese maldito niño primero me maldijo e insultó al comandante! Pero ¿por qué el líder, que no hizo nada malo, tiene que expiar un pecado que yo no cometí?”
Siempre era el mismo sueño, pero Calmen luchaba con todas sus fuerzas cada vez.
—¡Todos deténganse! ¡Alguien por favor deténganlo!
—¡comandante! ¡comandante, por favor deténganse! ¡No lo haga!
Sin embargo, a pesar de su lucha desesperada, el comandante Bruno de su sueño, finalmente cae al suelo, vomitando sangre, como siempre hacía.
Y había un niño pequeño que levantó los labios y sonrió con maldad mientras observaba el miserable estado del comandante.
En el rostro regordete que es difícil de ver debido a la luz de fondo, sólo sus ojos ferozmente levantados destellan un extraño color gris plateado.
Príncipe Morres.
—Me preguntaba si es que moriría, pero si hace eso ¿no es lo mismo que estar muerto? ¡Genial!
Príncipe Morres.
—¿Por qué me miras de esa forma? ¡Idiota! Por su puesto para ti te he dado una buena oportunidad, así que deberías estar agradecido por el resto de tu vida. Jajajajaj.
¡Maldito Príncipe Morres!
Mientras luchaba y gritaba su pesadilla gradualmente llegaba a su fin. Tan pronto como se daba cuenta que estaba soñando, poco a poco comenzaba a despertarse.
Y en la frontera entre los sueños y la realidad, una mezcla de escenas desconocidas rápidamente invade a Calmen con intensas emociones y luego se desvanece como un reflujo.
En una escena, por alguna razón, Calmen parecía bastante mayor.
Se estaba emborrachando por primera vez en mucho tiempo después de desperdiciar el salario que ganaba como mercenario, cuando de repente un hombre parecido a un bandido se interpuso en su camino.
—¿Eres tú? El tipo que pasó anoche con mi Olivier.
—¿eh? ¿Olivier? ¿Quién es esa?
—Ella es mi esposa. No me digas que no lo sabes.
—¿Qué clase de mierda es esa? Si no puedes mantener a tu esposa bajo control, ¿por qué culpas a los demás? ¿No te fue bien anoche o qué?
—¿Qué dijiste, hijo de puta…!
Antes de que el hombre pudiera siquiera comprobar el hecho, blandía el hacha que llevaba a es espalda
¡Plaf!
Sintió una a vívida sensación de que su cráneo se partió desde su frente, lo que hizo que se le pusiera la piel de gallina.
Calmen gritó.
“¡¿Cómo pude morir de una manera tan ridícula?!”
—¡Ahhh!
—Este tipo esta teniendo una siesta bastante ruidosa.
—¿Lo despertamos su Alteza?
—¿Deberíamos? Pensé que estaba teniendo un buen sueño porque estabas sonriendo hace un momento.
Calmen podía escuchar algunas voces familiares hablando cerca.
Escuchó medio dormido, tratando de entender el significado, pero la voz se apagaba y su cuerpo se hundió de nuevo.
Mientras tanto, la escena de su sueño volvió a cambiar. Esta vez era un campo de batalla donde llovían flechas.
Calmen, que se había convertido en un apuesto caballero con armadura, blandía ansiosamente su espada y miraba hacia adelante. No conocía la situación, pero estaba seguro de que se encontraba muy preocupado por la seguridad de alguien y el cielo ominoso se tiño de rojo, como la sangre.
¡Alguien que Calmen conocía bastante bien se precipitaba hacia el frente sin temor alguno por la lluvia de flechas!
Calmen se sobresaltó y corrió hacia él.
—¡Oye tú! ¡Estás loco!
“¡Porque siempre sales corriendo así? ¿Cuántas veces te he dicho que debes de tener más cuidado! ¿eh?”
—¡Príncipe heredero, si vas a ese lugar, vas a ver después!
Mientras apretaba los dientes y gritaba, un suspiro se escuchó a su lado.
—Ese niño es un completo alborotador, Lord Masain.
—Esto es absurdo. Ahora incluso esta cometiendo blasfemia en sus sueños al imaginarse a un príncipe heredero inexistente.
—¿Le doy otro golpe, Lord Masain? Para que pueda descansar tranquilo.
—…hacer eso podría hacer que Calmen descanse para siempre su Alteza.
—¿Por quién me está tomando Sir Kurt?
Calmen, que había recobrado completamente el sentido, de repente abrió los ojos ante el sonido de una voz inusualmente clara.
—¿oh? Ya está despierto.
—…
“¿Qué fue eso? ¿Por qué me sentía tan desesperado y angustiado hace un momento?” Calmen parpadeó.
La imagen residual del sueño desapareció de su mente tan rápido como siempre, y ahora no podía recordar la razón por la que se sentía de esa manera.
—Mmm…
Pero lo que llamó la atención de Calmen, que se frotaba lentamente los párpados pesados, fue una visión extraña que no esperaba en absoluto.
El príncipe Morres… no, un grupo de personas que rodeaban al príncipe llenaron la pequeña sala de tratamiento y todos observaban a Calmen.
“¿Qué están haciendo todos ustedes aquí? ¿Pero por qué me miras con expresiones tan extrañas?”
Sus ojos escanearon rápidamente los rostros de las personas.
El doctor Ninneas, el príncipe Morres, la doncella principal del príncipe Morres, Lord Masain y varios caballeros residentes incluidos Sir Kurt…
—¿…?
En ese momento, los ojos de Calmen se abrieron y saltó de su asiento, porque entre todas esas personas, estaba la figura de alguien que pensó que nunca podría volver a ver.
—… ¿comandante?
“En efecto, es él.”
Como si fuera mentira, el comandante Bruno estaba ahí. Aunque su barba raída y su apariencia descuidada aún permanecían, ya no era el paciente moribundo que había sido antes. Su espalda que había estado encorvada se enderezó y su rostro arrugado se tensó, haciéndolo ver más joven.
Aunque su apariencia no es tan buena como antes, su cuerpo de aspecto robusto todavía rebosa de vitalidad.
El comandante Bruno respondió a Calmen con una sonrisa refrescante como en un sueño.
—Si, muchacho ¿ya te has recuperado?
“¿Qué diablos está pasando? ¿Sigo soñando?”
—… ¿en verdad es el capital? ¿de verdad es usted?
Entonces, el comandante Bruno frunció el ceño.
—¿Aún estás medio dormido? De todos modos, ¿qué diablos fue eso? No creo que te haya enseñado tan descuidadamente, pero me pregunto qué tan distraído sueles estar, tsk tsk.
Cuando el comandante Bruno chasqueó la lengua, Sir Kurt se paró a su lado y defendió cuidadosamente a Calmen.
—eh…¿comandante? Calmen luchó contra los guardias de la capital para poder rescatarlo, así que…
—¿eh? ¿Pasó algo así? No lo recuerdo. Entonces, ¿con cuántas personas luchaste?
Entonces el Príncipe Morres inclinó la cabeza y respondió.
—¿Debieron haber siete, incluido los caballeros fuertemente armados? No había nada que pudiera hacer.
El que en verdad derrotó a los siente, no pudo persuadirlos de que los dejaran pasar, sin embargo, después de escuchar la respuesta, una expresión de desdén cruzó por el rostro del director Bruno.
—¿Quieres decir que fuiste derrotado por solo siete personas? ¿Ni siquiera diecisiete? ¡que vergonzoso! no vayas por ahí llamándote mi discípulo.
—…
Los ojos de Calmen se humedecieron sin darse cuenta.
“Ah, esa actitud tan arrogante ¡Definitivamente es el comandante Bruno que recordaba!”
—…comandante ¿no son esas palabras demasiado duras? Lo hizo llorar.
—Si, el comandante fue demasiado duro esta vez. Lord Calmen hizo lo mejor que pudo, no hay razón para hacerlo llorar de esa manera.
—¡Ah, me duele el cuerpo! Ustedes siguen molestando a un hombre enfermo ¿y porque un adulto lloraría como un tonto?
—¡No estoy llorando! —dijo Calmen con un sollozo.
—… ¿Qué pasó comandante? ¿la peste gris?
—¿oh? Ahora que lo pienso, dijeron que tenía esa enfermedad, ¿verdad? Realmente no lo recuerdo. —contesto el comandante Bruno que se encogió de hombros y sonrió. —No sé cuál es la enfermedad, pero como puedes ver, estoy bien. Todo esto es gracias a Su Majestad el Gran Emperador.
—¡ejem! No debe de olvidad la gracias de su Alteza Morres, comandante Bruno.
—¡Oh, es cierto! Lord Masain tiene razón. Si no fuera por su Alteza ¿cómo habría tenido este Bruno el honor de volver a ver a Su Majestad? Jajajajaja
Era una atmósfera a la que realmente no podía acostumbrarme.
Obviamente, el comandante Bruno fue expulsado deshonrosamente por ese Príncipe Morres. Sus logros como caballero y guerrero fueron arrebatados en un instante, y vivió durante mucho tiempo simplemente incapaz de morir, pero ahora, con el príncipe culpable de todo, ¡está charlando como si nada hubiera pasado!
Calmen murmuró mientras comenzaba a marearse.
—Esto es un sueño. A menos que fuera un sueño, ¿cómo podrían el líder y el Morres…?
En un instante, el aire a su alrededor se volvió frío.
Calmen dijo esto sin pensar, pero omitir un título honorífico frente a un miembro de la familia imperial era francamente irrespetuoso.
—Este tipo tan pronto como se despertó…
Lord Masain cuyo rostro repentinamente cambió a una mirada siniestra, estaba a punto de entrar corriendo, pero el Príncipe Morres rápidamente lo agarró del brazo.
Mientras tanto, el comandante Bruno inclinó cortésmente la cabeza hacia el príncipe en lugar del avergonzado Calmen.
—Pido disculpas, su Alteza. Esto se debe a mi indigno discípulo, que no tengo cara para mostrarle.
—¿oh? No. parece que aún está un poco nerviosos porque se acaba de despertar, así que no tiene de que preocuparse.
La apariencia recordaba al líder arrodillado ante la emperatriz en nombre de Calmen en el pasado. Sintiendo que su corazón se hundía, Calmen gritó con voz reprimida.
—¿Por qué otra vez se disculpa en mi nombre? ¡No has hecho nada malo comandante!
Sin embargo, la actitud del comandante Bruno hacia él fue extremadamente firme.
—No pongas excusas Calmen. Por su puesto que es mi responsabilidad.
—pero…
—No podía soportar decir esto porque sentí que te culpabas mucho. Pero ahora que estoy de vuelta en el palacio imperial, lo diré claramente. —el comandante miró directamente a su discípulo y habló con seriedad. —Calmen. Lo que pasó ese día fue, en última instancia, culpa tuya por no poder superar tu temperamento y cometer lesa majestad primero. Y es mi culpa, por no enseñarte buenos modales cuando eras joven.
—…
—Aunque sea difícil, hay que afrontar lo que hay que aceptar. ¿No eres ahora un verdadero caballero de la Guardia Imperial?
Calmen se quedó sin palabras.
El deseo de negarlo era como una chimenea, pero en el fondo lo sabía. El hecho de que la situación se salió de control debido a su incapacidad para controlarse en un momento crítico.
El hecho de que no supiera mucho sobre el mundo no podía ser una excusa. Como dijo el Príncipe Morres, sólo porque era joven no significaba no fuera responsable.
La única razón por la que había estado resentido con el Príncipe Morres era porque no podía soportar completamente el hecho de haber sido la causa de la ruina de la persona que más respetaba.
Calmen se puso de pie tambaleante y se arrodillo frente al príncipe.
Los profundos sentimientos de si corazón hacia el Príncipe Morres aún no habían desaparecido, pero a diferencia de antes, al menos ahora sabía exactamente lo que tenía que hacer.
—Hasta ahora he cometido varios actos de lesa majestad. Me atrevo a pedir su generoso perdón.
Entonces el príncipe Morres se rascó la mejilla y respondió.
—Bueno, está bien, no importa. No es que no conozca tu temperamento.
—y…
—¿sí?
—… gracias. —Calmen inclinó profundamente la cabeza. —Nunca olvidaré la gracia de su Alteza que salvó al comandante. Gracias de nuevo, su Alteza.
Por primera vez, con total sinceridad Calmen pudo mostrar su respeto hacia el príncipe Morres.
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Gracias por la ayuda~