Capítulo 87- Apocalipsis de otro mundo. Parte 2

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No fue necesario investigar los registros del almacén del Palacio Imperial para saber el nombre original de Cham Salmon. Lewis, que entró con una nueva taza de té, respondió de manera clara.

—El nombre de la espada es [Eungashi] y su apodo es [Acacia]. Es realmente una espada hermosa. —dejó la taza de té caliente frente al Santo Emperador y continuó. —La virtud que se le otorgó de las Sagradas Escrituras a la espada es [Arrepentimiento.]

El mayordomo explicó, que una de las antiguas costumbres de la Familia Imperial de Delcross, era agregar las virtudes de las Sagradas Escrituras a las espadas que eran preciadas. Algunas de esas virtudes fueron: [Promesa], [Sacrificio] o [Respeto].

—Es sorprendente, cuando estás en la posición de jefe de mayordomos, puedes conocer todos esos artículos que han sido almacenados en el Palacio Imperial.

Lewis se río a carcajadas ante la admiración de Seong-jin.

—¿Es posible siquiera eso? Esta espada es especial. Era una de las pocas piezas designadas como una Reliquia Sagrada, pero fue robada hace varias décadas.

En ese entonces, no solo Acacia fue hurtada, sino que otras Reliquias Sagradas que estaban bajo la supervisión de la Academia Teológica, desaparecieron, según ellos, literalmente de la noche a la mañana. Después de una larga búsqueda, la espada se había convertido en un arma que, si bien era preciosa, era común y corriente.

—Eso sucedió hace más de cuarenta años. En ese entonces, yo solo era una aprendiz de mayordomo, pero aun lo recuerdo porque ese acontecimiento fue muy famoso.

Fue un incidente en el que una Reliquia Sagrada que fue robada, perdió su estatus como un objeto Sacro. Tanto la Familia Imperial como la Academia, estaban tan sorprendidos que se volvieron locos.

Los sacerdotes y académicos de alto rango de la Academia armaron un escándalo durante varios meses, pero el estatus noble que perdió Acacia, nunca pudo ser recuperado de nuevo. Al final, en medio de todos los lamentos y quejas de muchas personas, la espada blanca, quedó abandonada en un rincón del Almacén Imperial.

—Pensé que era el destino que su Majestad eligiera esa espada. —dijo Lewis mirando a su maestro con una suave sonrisa.

El Santo Emperador, que no tenía ni la menor idea de la historia de la espada, parecía bastante serio. Era bastante comprensible, esa espada resultó ser una Reliquia Sagrada.

—Su nombre es tan poco especial… en ese caso, parece que es mejor Cham Salmon…

“¿Eso es lo que te estaba preocupando?”

Seong-jin rápidamente gritó

—¡No! ¡Eungashi o Acacia son en definitiva nombres más apropiados!

—…

*** ** ***

En su regreso al Palacio de la Perla, después de haber terminado con su audiencia, Seong-jin decidió pasar por el Tribunal por un momento. Debía de encontrarse con el encarcelado Kenneth Diggory y el resto de los Profetas Negros.

Incluso cuando va a trabajar al Departamento de Investigación de Monstruos, no hay nada que pueda hacer y, por alguna razón, todos en el departamento solo están atentos al rostro de Seong-jin. Esa fue la razón por la que pensó, que estaría bien hacer su propia investigación. 

Dentro del carruaje, Seong-jin estaba completamente perdido en sus pensamientos y Lord Masain, que lo acompañaba, lo observaba en secreto mientras mantenía su boca cerrada.

Para Lord Masain, el semblante actual del príncipe era demasiado serio, por lo que era innecesario preguntar la razón de visitar el Tribunal en esos momentos. De hecho, durante toda la audiencia, Seong-jin tenía algo más preguntas que deseaba hacerle al Santo Emperador.

¿Ha estado vigilando al comandante Bruno a través de Arenja? ¿Qué quiere decir con que va pertenecer enteramente a mi causa y efecto? ¿Cuánto sabe Arenja del Rey Demonio y de mí? Padre ¿Qué es lo que esperas del grupo de Monstruos y de mí?

Sin embargo, cuando vio el rostro del Santo Emperador, ninguna de sus preguntas pudo salir de su boca fácilmente.

Seong-jin no sabía si fue una extraña premonición o fue algo causado por sus sentidos anormalmente agudo, pero mientras hablaba con su padre, Seong-jin sintió un aire inexplicablemente peligroso en él.

“A veces, con solo decir algo en voz alta, los cimientos se estremecen y se derrumban.” dijo su padre anteriormente. Y en la mente de Seong-jin seguían resonando las palabras de la comandante Katrina.

“Puede que sea solo mi imaginación, pero, ¿no parecen extrañamente cansado estos últimos días?” Seong-jin pensó por un momento, pero al final levantó sus manos para revolver su cabello. 

Ante esa acción repentina, Masain lo observó sorprendido.

“¡Oh, no tengo ni idea! ¡Me está dando dolor de cabeza!” pensó Seong-jin. 

Originalmente, ese tipo de preocupaciones no eran algo que estuviera en su naturaleza.

De todos modos, ¿El Santo Emperador no se encargaría de ello? Seong-jin creía que no era necesario agregar más carga a su trabajo metiendo la nariz donde no lo llaman. 

“Lo que tengo que hacer primero, es no provocar ningún accidente.”

Si se mantenía saludable y se comportaba bien, tal como lo había estado haciendo hasta ahora ¿No estaría cumpliendo su deber como niño? Mientras Seong-jin tenía esos pensamientos tranquilizadores, el carruaje llegó frente al Tribunal de Herejía, poco sabía que, con esos pensamientos, haría suspirar al Santo Emperador.

La visita de Seong-jin al Tribunal fue oportuna.

Tres de los seis miembros de los Profetas Negros pronto serían liberados bajo fianza y enviados a su casa hasta que terminara el Santo Concilio.

Por supuesto, esto excluyó a Kenneth Diggory, quien fue la mente maestra detrás de todo el incidente y que estaba bajo sospecha por la desaparición de la doncella y el sirviente de la mansión.

Lo mismo ocurrió con Astley y Jonathan, quienes habían sido tratados por la Peste Gris y aún estaban inconscientes.

—No sabemos nada sobre esa enfermedad, su Alteza.

—Astley y Jonathan, han estado bajo investigación en otro lugar desde el comienzo.

Mientras escuchaba a los tres vacilantes miembros, que estaban por ser liberados. Seong-jin frunció el ceño. El Tribunal era sin dudas alguna sospechosa.

Las dos personas se encontraban bien cuando estaban en la Mansion Diggory, pero una vez que fueron llevados al Tribunal, ambos tenían en su interior un huevo de monstruo. Eso significaba, que el óvulo fue implantado dentro de la prisión del Tribunal de Herejía.

Sería una cuestión simple si las dos personas recuperan la conciencia y testifiquen, pero las personas que sufrieron la Peste Gris se volvieron locas debido a los cristales mentales que se formaron de manera aleatoria, eso complicaba las cosas. No se sabía si despertaran de manera segura. En ese caso, Seong-jin no tenía a las personas que quedaban en el Tribunal de Herejía. Sin embargo, no importa cuánto preguntara, los tres individuos no sabían nada, ya que, desde el comienzo, fueron encarcelados en otra prisión.

Al final, Seong-jin tuvo que dejarlos ir sin obtener ningún resultado.

—Como usted sabe, en ese momento estaba recibiendo tratamiento en otro lugar.

La segunda persona con la que se encontró fue Kenneth Diggory.

Su tez estaba bastante demacrada, tal vez fue por las penurias que sufrió en prisión o por la tesis que había presentado recientemente.

Kenneth afirmó que se fracturó el cráneo durante el incidente del Bantra Mos, por culpa de Seong-jin que lo golpeó en la nuca. Gracias a esa lesión, no tuvo que pasar por dificultades especiales en el Tribunal de Herejía ya que estaba recibiendo tratamiento.

—Deberías de estar agradecido conmigo.

—¿Qué…?

Cuando la persona que le fracturó el cráneo comenzó a actuar de manera altiva, Kenneth solo pudo mirar a Seong-jin con expresión estupefacta.

En aquel momento, actuó como un completo lunático, pero en estos momentos volvía a ser el mismo joven tranquilo y de aspecto educado.

 “¿Ese tipo si quiera recuerda que le dio de comer dos personas al Bantra Moss? Por lo menos no puede negar que intentó usar a Astley Becher como alimento frente a mis ojos.”

Y aun así, estaba hablando con Seong-jin con cara de lástima.

—Muchas gracias por detenerme, su Alteza. No entiendo porque actue de esa forma y cuando lo pienso…

“¿Qué le pasa a este bastardo?”

Cuando la expresión de Seong-jin se volvió sombría, Kenneth Diggory se estremeció y bajó su mirada.

—Sé muy bien que no tiene sentido decir esto ahora. Pero en realidad, nosotros los Profetas Negros, éramos sólo un pequeño grupo que buscaba cosas misteriosas en este mundo.

Hace dos años que se conocieron, al inicio simplemente eran un grupo animado donde se reunían para leer algunos libros prohibidos por diversión y discutían diversas teorías que los profesores no consideraban adecuados, pero todo cambió hace un año, cuando apareció el “Sabio”.

Al principio, los miembros no creyeron fácilmente en el Sabio que se presentó como “alguien que ha alcanzado la verdad de este mundo”. Sin embargo, cuanto más conocía al Sabio, más atractivo me resultaba. 

Tenía mucho conocimiento y las verdades del mundo que a veces compartía como ellos, esos secretos que les revelaba parecían bastante plausibles y el patrocinio de Morres comenzó más o menos por esa época.

Sobre todo, el bulto negro que trajo consigo no era algo que existiera en este mundo y los miembros gradualmente comenzaron a creer que éste era el misterio de este mundo.

Seong-jin recordó las palabras que gritó Kenneth en el sótano de la mansión Diggory: “¡Es como lo dijo el Sabio! ¡Si se trata del príncipe, puede compartir el misterio con nosotros” 

Entonces, la persona que trajo la larva del Bantra Moss, fue ese denominado “Sabio” y por alguna razón desconocida, involucró a Morres.

“¿Quién carajos es ese Sabio?”

—En realidad, eso… no recuerdo mucho sobre el sabio. —Dijo Kenneth Diggory que comenzó a sudar frío. 

La razón fue la mirada de Seong-jin hacia él, que se volvía cada vez más penetrante.

—¡Es verdad! Es cierto que nos encantó de alguna manera, pero cuando lo pienso no puedo recordar nada sobre él ¡Ni su cara o su voz! ¡Ni siquiera recuerdo cómo lo conocí! —dijo Kenneth Diggory. Parecía que estaba a punto de llorar.

En ese momento, Seong-jin recordó las palabras de sir Haven que dijo tras despertar de la peste gris.

«¿Quién era ella?»

«Mmm, no lo sé. Creo que estaba demasiado borracho, pero no recuerdo su rostro, solo sé que tenía un largo y hermoso cabello».

“¿Haven realmente estaba simplemente borracho ese día?” pensó Seong-jin.

Intentó saber más sobre ese sabio, pero no fue capaz de conseguir información alguna. La última vez que Kenneth se encontró con el Sabio, fue el día que envió una invitación al príncipe Morres.

Hasta que lo conocieron, los Profetas Negros habían planeado simplemente aceptar donaciones del príncipe idiota y seguir ignorándolo, sin embargo, el Sabio personalmente le sugirió a Kenneth, que ese día que invitara al príncipe Morres a la reunión.

“¿Seguiría mostrando esa actitud incluso si conocen lo que el príncipe vio en sus ojos? Las fuertes restricciones siempre contienen un enorme potencial. Está más que calificado para entender los misterios de este mundo”.

Esa fue la historia interna de la invitación a la reunión que de repente llegó a Morres.

—“Oye Rey Demonio.” 

—[Bueno, supongo que dice la verdad. Su pulso es rápido, pero se debe solo a su agitación emocional.]

El simple detector de mentiras, también hoy estaba trabajando duro.

Seong-jin se sostuvo la cabeza y miró a Kenneth con dolor por un momento, luego suspiró y salió de la sala de visitas.

Definitivamente tenía que profundizar sobre ese Sabio, pero no sabía por dónde empezar, además de que las investigaciones de la Peste Gris no han avanzado adecuadamente.

“Ah, es tan frustrante, muy frustrante”

Seong-jin solo deseaba poder balancear al cascanueces en el campo de entrenamiento, pero tan pronto como llegó al campo, historias aún más inquietantes esperaban a Seong-jin.

—Tengo la sensación de que no fue una simple coincidencia. —Dijo el comandante Bruno con cautela.

Al parecer, antes de que se enfermara a causa de la Peste Gris, conoció a una persona que era muy similar a su primer amor de la infancia.

—¿No dijiste que no recordabas nada?

La primera vez que le preguntaron con respeto a la enfermedad, el comandante Bruno afirmó que no recordaba casi nada, por lo que el rostro del hombre se volvió rápidamente de color rojo ante la pregunta de Seong-jin.

—Eso fue… pensé en ese momento que solo era un sueño…

—Ah…

“Por supuesto, decir que soñó con su primer amor, está fuera de lugar. Sería realmente extraño.”

—Pero a medida que pasan los días empiezo a pensar que no fue un sueño. Su rostro está borroso, pero todavía recuerdo vívidamente su voz en mis oídos. Por supuesto, mi memoria en ese momento no es perfecta, así que no puedo estar seguro.

—¿Cuál es la posibilidad de que realmente haya sido tu primer amor?

—Ninguna. Definitivamente ella murió hace mucho tiempo durante la guerra civil en Ortona.

—Mmm…

Seong-jin apoyó la barbilla y se perdió en sus pensamientos.

Una persona que se parece al primer amor del comandante Bruno. La asombrosa belleza que Haven conoció y el Sabio que encantó a los profetas negros.

—[Algo parece estar mal ¿verdad?… es similar Encanto que usan los demonios.]

El comandante asintió ante las palabras del Rey Demonio.

—Así es, tal como dijo Red y mientras más lo pienso, no puedo eliminar ese sentimiento de fascinación. Pero no hay forma de que la especie demoníaca entre en Delcross.

—[¿Qué? ¿A quién llamas Red?]

—Pido disculpas a Sir Red.

—[¡Ah!]

Para detener la discusión que estaba por comenzar, Seong-jin levantó la mano.

—¿recuerdas que te dijo?

—Nada en especial. Simplemente me estaba abrazando y consolando, así que ella…

«Conozco mejor que nadie tu dolor. Ya no tienes por qué culpar a nadie. Olvídate de todo y duerme. Duerme que pronto todo va a mejorar».

—…bueno, algo como eso…¡Ah! No significa que esté resentido con su Majestad el Santo Emperador o algo por el estilo.

Aunque el comandante continuó divagando con sus tontas excusas, Seong-jin sonrió amablemente y asintió. 

“Lo entiendo comandante. No importa que tan leal seas a la familia Imperial ¿no es humano albergar algún tipo de resentimiento después de vivir como una paria durante tantos años? Si fuera yo, probablemente no me habría sentido satisfecho, aunque desahogue toda mi frustración.”

—Sí, que hayas desahogado tu frustración un par de veces, lo entiendo.

—No, eso no es lo que quise decir…

—No te preocupes, lo sé y te entiendo.

—…

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