Octavo Día
‘Según mi reloj biológico, son las 3 am. Ruedo desde mi colchón’.
Pues bien…
Me acerco a la puerta, deslizando mi mano entre los barrotes. Con las ganzúas en mis manos le pego a la cerradura, jugueteando con ella un poco.
No pasa ni siquiera un minuto para lograr abrir el bloqueo de la cerradura. Las cerraduras no tendrán ninguna oportunidad, siempre y cuando tenga de estas herramientas.
Camino por el pasillo vacío. Voy tranquilamente con pasos silenciosos.
Considerando la hora, solo se puede escuchar algunos de los ronquidos de los presos.
Sin que nadie se dé cuenta, me las arreglo para llegar a la celda de Bernardo que está debajo de la mía, a lado de otras dos celdas. Abro su cerradura entre los barrotes sin que nadie lo note.
Bernardo: –Te estaba esperando, miel.
Gian: -Estoy feliz de que estés despierto, cariño. Démonos prisa.
Manteniendo las bromas al mínimo, Bernardo y yo nos dirigimos al siguiente destino. Con pasos suaves, nos escabullimos por el pasillo dirigiéndonos hacia la fila de enfrente de las celdas, yendo a la celda del centro.
Iván: -Ohh…
La expresión que muestra es algo rígida, parece que está nervioso.
Iván es el último en este piso. Los tres nos dirigimos al piso de abajo.
En una celda en el camino nos encontramos con un prisionero despierto que se encontraba sentado, pero….
Iván: -Si hace algún sonido lo mataré.
Bernardo: -Chao.
Iván con rapidez lanza una amenaza hacia Bernardo, pero no le funciona ya que Bernardo le lanza con sonrisa sombría. Por suerte no hacen ningún sonido fuerte.
Gian: -Tus pisadas hacen demasiado ruido, Iván. Quítate los zapatos.
Iván: -¿Ah? Tsk.
Parece que incluso Iván, sabe que un solo error y nos puede costar la vida en esta situación. Obedece mis órdenes sin protestar.
Continuamos más tranquilos hacia las escaleras llegando al primer piso.
Luchino: -Gracias.
Luchino se desliza a través de la puerta abierta.
Iván: -Usted también quítese los zapatos. Se nota que sus pasos harán ruido.
Luchino: ¿Ah? Aah…
La celda de Giulio está por allí. Yo me doy prisa liderando a los demás por el pasillo ya que tengo que abrir rápido la cerradura.
De repente escucho pasos que vienen de alguna parte, y siento mi interior congelarse. Sin darme vuelta atrás, sigo adelante hasta que dos voces llegan a mis oídos.
Bernardo: -Por favor cállate. Si logramos salir todos de forma segura, les daré paquetes de cigarrillos a todos.
Luchino: -Si logramos salir, los invitaré a mi tienda. Les daré a algunas de mis chicas para tener algo de diversión con ellas.
Puede que algunos de los presos ya se hayan dado cuenta de nuestro escape, ya que estamos muy cerca de algunos, y luego estos hablan con una voz fuerte y alta.
Los escucho mientras comienzo a abrir la cerradura de la celda de Giulio.
Giulio: -Señor Gian, muchas gracias.
Iván: -Claro, usted es el último.
‘Tú no le respondas, Iván.’
Continuamos mientras Giulio mira fijamente a Iván, regresando la mirada hacia mí. Damos pasos hacia adelante en el pasillo sin hacer ruido, en ese momento Luchino y Bernardo se ponen a conversar.
Es probable que, debido a los sonidos de pasos, más prisioneros se han despertado, pero hay mucho más ruido ahora. Algunos de los prisioneros están sosteniendo conversaciones tranquilas entre sí, pero ni uno de ellos ha levantado su voz para llamar a los guardias.
Hasta hace un momento Bernardo y Luchino estaban conversando, pero de repente se callan, parece que esto está funcionando.
Gian: -Y con esto, todos estamos juntos.
Pero con cinco hombres adultos, realmente el ambiente no se presta para estar jugando a las escondidas.
Bernardo: -¿Hacia dónde vamos ahora?
Gian: -Ahh, por aquí.
Apunto con uno de mis dedos hacia nuestro siguiente destino. Nos apresuramos lo más que podemos, en silencio por el pasillo.
Solo un poco más, y llegaremos a la puerta que conduce afuera. Ese no es nuestro destino, pero es un punto de control crucial.
Veo un pilar con una gran sombra, la cual es lo suficientemente grande como para ocultar a todos nosotros
Gian: -Deténganse. En silencio.
Iván: -¿Eh? Hay que darse prisa.
Gian: -Ya va siendo hora en que los guardias vengan a hacer sus rondas, así me lo dice mi reloj interno.
Les muestro una sonrisa mientras los hago callar con un “Shuu”
Es el momento, oigo el sonido de la manilla de la puerta abrirse.
Alguien viene a través de la puerta y entra al pasillo.
Esa persona comienza a caminar a la dirección opuesta a donde nos estamos escondiendo. Los pasos son tranquilos y camina de forma calmada y lenta mientras se aleja. Es un guardia patrullando.
Gracias a la información del horario, pudimos evitar al guardia. Ahora si podemos continuar avanzando.
Gian: -Justo lo que esperaba El seguir aquí significa que todo va viento en popa, como se planeó.
Iván: -¿Está bien dejarlo ir así?
Gian: -Enrollamos algunas matas y las metimos bajo las sábanas, por lo cual todavía deberíamos de tener tiempo
Luchino: -¿Y si uno de los presos que nos vio nos delata?
Gian: -Si pasa eso no podremos hacer nada al respecto más, que darnos más prisa. Pero siento que esto irá bien, de alguna manera.
De nuevo nos pusimos en marcha, poniendo más atención que antes.
Caminamos a través del comedor con pasos tranquilos, y salimos a través de la puerta de carga.
‘El aire que topa contra mi rostro es frío y silencioso, lo que indica que pronto amanecerá.’
Sin detenernos para tomar aliento, les lanzo un gesto a los demás para continuar hacia nuestro próximo destino.
Dejamos el edificio donde se encuentran las celdas y nos dirigimos al siguiente que es nuestro objetivo.
Podríamos ya estar afuera, pero aún estamos dentro de esos altos, altos muros.
Nuestros sentidos están en alerta máxima, yendo juntos por el camino que conecta a diferentes edificios. Si somos capaces de escapar del edificio en el que recogen a todos los prisioneros, entonces con seguridad saldremos.
Finalmente, llegamos al edificio logrando colarnos dentro.
Gian: Comencemos como lo planeamos.
Me dirijo hacia los demás asegurándome que no hayamos dejado rastro. Al darme cuenta que no hay personas dentro, me tranquilizo y nos damos prisa caminando por el pasillo.
Luchino: -Oye, este lugar es…
Un olor horrible, tan débil que no te das cuenta a menos que prestes atención. Cuando volteo veo que la expresión de Giulio se suaviza. Probablemente solo sea mi imaginación o no.
Gian: -Estamos detrás del cuarto de ejecuciones. Tenemos asuntos que atender con el cuarto de los cadáveres.
Mientras les digo esto, me dirijo hacia la puerta que marca nuestro destino, que se encuentra frente a nosotros.
No está cerrada.
Al entrar el olor se hace más fuerte. El cuarto es inesperadamente grande. A un lado del cuarto, pequeñas puertas se encuentran alineadas en la pared.
Muy bien, los números coinciden.
Iván: -Esto es…. ¿no son bolsas con cadáveres? ¡Hay cuerpos aquí! ¡Que asqueroso!
Iván hace una mueca hacia las bolsas encima del escritorio.
Gian: -Hay que sacar lo que está dentro de esas bolsas, regresándolos de nuevo al armario. Tomaremos sus lugares.
Iván: -Guaj ¿es en serio?
Es obvio que Iván está molesto, mientras Luchino y Bernardo solo desploman sus hombros con expresiones exasperadas.
Giulio comienza a sacar el cuerpo de una de las bolsas, mientras los demás continúan haciendo lo mismo, bueno al menos él no se queja.
Debo de apresurar las cosas porque antes del amanecer una persona viene a revisar este lugar.
Algunos de los cadáveres que sacamos de las bolsas son jóvenes, y hay otros que se ven bien a pesar de sus años. Algunos están tan duros como las rocas y otros están muy suaves.
Hay algunos cadáveres que son por pena de muerte, cubiertos por paños manchados de sangre que cubren sus cabezas. En este lugar la ejecución de la pena de muerte se realiza por fusilamiento. Reconozco a una de las caras, pertenece al tipo que solía ser mi vecino de al lado.
‘Hoy era el día de su ejecución. Lo sé por la información que Homero me dio; gracias a esto pude llevar a cabo este plan.’
Saco el cuerpo y otras cosas del armario más alejado de la puerta.
Estas taquillas originalmente se utilizan para almacenar los cuerpos. Una vez que se comprueben los números de los cuerpos con los de las taquillas todo estará en orden, pero si no llegaran a coincidir, podrían describirnos rápidamente; solo basta con engañarlos por poco tiempo antes de salir al exterior.
Luchino: -Hay exactamente cinco bolsas aquí. ¿Sabías de antemano las bolsas que habría y que coincidían con nosotros?
Cuando Luchino me pregunta esto, puedo notar un tono de descontento mezclado en su voz. Bueno, no creo que a todos nos guste tocar un cadáver.
Gian: -En esta época del año, es normal que los órganos de los cadáveres se pudran rápido, por lo cual vienen a recoger los cuerpos los sábados por la mañana. Hay que esperar una media hora más, y vendrán por ellos.
Gian: -Y sobre las cinco bolsas, no sabía si había o no, …bueno fue una apuesta.
‘Y rara vez o nunca, llego a perder en las apuestas.’
Luchino: -¿Una apuesta? ¿Cómo que una apuesta?
Aunque he oído acerca de cómo son las ejecuciones de ese bastardo pervertido. Por lo menos, las bolsas no son de cuero.
Además, ya que estos cuerpos son por lo de la pena de muerte, no es muy probable que conocidos o la familia vengan a reclamar los cuerpos
Aparte del otro, había estado investigando por el terreno para enterarme de rumores de los presos que sacan por no tener nada mejor que hacer en la cárcel la semana pasada. Al menos tres tipos murieron a causa de accidentes o enfermedades.
Además, estaba seguro que habría al menos cuatro cuerpos, así que solo me base en mis expectativas de que en ese tiempo habría por lo menos otro incidente, y como no, paso y llegué a enterarme.
Y como siempre he ganado la apuesta.
Gian: -Así es, una apuesta con buenas probabilidades.
Les doy los detalles de mi explicación a los demás,con una sonrisa antes de cerrar el último casillero.
No hay tiempo. De forma rápida y sencilla expongo lo que tenemos que hacer a continuación. Después de ver los guiños de todos, les muestro mi pulgar apuntando hacia arriba, los otros hacen lo mismo, al igual que una oración deseando que todo salga bien.
Uno por uno, entran a las bolsas de cadáveres vacías, y les ayudo a cerrar sus zippers.
Observo que el número de identificación del recluso está impreso en todo el exterior de la bolsa. Por si acaso, chequeo los números con las taquillas, no vaya ser que nos hayamos equivocado con los números.
Bernardo: -Supongo que debería de tratar de poner mi cuerpo rígido como el de un cadáver para que te facilite el trabajo.
Inclino mi cabeza tratando de decirle que no se preocupara por eso, que no hay problema. Así que subo el cierre de la bolsa de Bernardo, dejando un nudo siempre, que se pueda deshacer fácilmente.
Mientras Iván se estaba quejando de lo apestoso que olía la bolsa, subo el cierre atándolo levemente. Después bromeando con Luchino diciéndole que debería de afeitarse un poco, ato su cierre; luego voy con Giulio asintiéndole con la cabeza, y él parece estar disfrutando un poco con todo esto.
Y, por último, me meto a mi bolsa.
Como no puedo pedirle a alguien que me ayude a atar el cierre de mi bolsa, solo giro un poco la cuerda alrededor del cierre de modo que parezca que está cerrada. Doy un suspiro profundo hundiéndome en la bolsa.
Bueno, no podremos hacer nada por un tiempo, así que solo alejo mi mente para tratar de no enfocarme en el olor de la bolsa y luego pongo en alerta mi audición mientras cierro mis ojos.
Al fin, después de esperar media hora, aparecen los sonidos de pasos que tanto estuve esperando, más el sonido como de algo girando por el piso.
Hay dos personas, sus pasos se detienen al abrir la puerta. No creo que piensen que algo ande mal ya que todo estaba apagado. Bien, no nos han descubierto.
Oficial 1: -No hay equivocación, son cinco.
Oficial 2: -Vamos a comenzar con ese. ¿Listo? ¡Uno, dos, tres!
Los oficiales colocan las bolsas de dónde estamos escondidos, en algo como una camilla, haciéndolos rodar.
Suena como que nos tienen que separar en diferentes camillas, porque los cinco no cabemos en ella; así que nos dividen en grupos de dos, arrastrándonos con la camilla. Espero que no se den cuenta de nosotros estando adentro.
‘Que no nos descubra, que no nos descubran, que no nos descubran, por favor que nadie se mueva o haga algún sonido, por favor no se quejen si nos rodean….. ¡POR LA SANTA MARIA!’
Oficial 1: -Como que, ¿algo se movió en la bolsa no?
Oficial 2: -No digas cosas que asustan. No has escuchado que a veces hay cadáveres, que al ser movidos, llegan a hacer espasmos o también hacen algún ruido por el aire que atraviesa su tráquea ¿verdad?
‘Así es, así es crean en eso por favor…. ¿Quién se habrá movido? De seguro fue el idiota de Iván’.
Una vez fuera, nos volvieron a cargar desde la camilla y luego nos dejan sobre algo… ¿podría ser un carruaje con caballos?
¡Genial! De esta manera no tendremos que caminar hacia fuera de estas paredes
Nos movemos un largo tiempo de forma lenta.
No mucho después, los caballos se detienen.
Guardia de seguridad: Buen trabajo. Bueno haré la revisión, como siempre.
Oficial 1: Adelante por favor.
Alguien camina por el carro. ¿El guardia de seguridad? Probablemente vaya a checar los cuerpos, supongo que mirara dentro de las bolsas para comprobar los cadáveres.
¿Qué hago? De seguro nos van a descubrir.
Bueno, no me gusta esto, no me lo esperaba.
Así que de repente, me quito la bolsa que estaba medio cerrada.
Gian: -Yo, ¡Revivo!
Guardia de seguridad: -¿Eh?…. ¡¡WHAAAA!!
Me encuentro enfrente del guardia de seguridad viendo su cara de terror.
Gian: -¡Dios me ha elegido a mí!
Con este pequeño acto, de seguro no podré hacer mucho tiempo. Y como era de esperar, golpeo a uno de los oficiales que estaba por reaccionar.
Gian: -¡Qué lento!
Terminé por salir por completo de la bolsa, y observé la pequeña herida en mi puño. ‘¡Seguro que la mandíbula de él tendrá el regusto de mi sangre!’
Gian: -Oigan, ¿No es momento ya de que también regresen de la muerte?
Sin esperar más, mis compañeros al darse cuenta de lo que está pasando, salen de las bolsas de cadáveres apestosos.
Todos ellos saltan al instante y golpean al otro oficial y al guardia de seguridad que estaban ahí.
No es de extrañar que los guardias no hayan podido reaccionar a tiempo a nuestro ataque sorpresa, a pesar de que están armados.
Luchino: -Extrañamente se siente genial, a pesar de no haber tenido algo de acción desde hace tiempo.
Incluso si son cuidadosos de que los presos puedan escaparse de la cárcel escondiéndose en las bolsas para cadáveres, supongo que no es normal que cinco vayan a salir a la vez. Siento un poco de compasión por los chicos inconscientes que fueron golpeados ante sus expresiones de sorpresa que mostraron en sus rostros.
Iván: -Aagh, esta maldita bolsa de mierda, ¡sí que apestaba!
Se ve que Iván todavía hiperventila, porque le da una patada a otro de los chicos que cae el piso.
Giulio: -¿Debería soltarlos, a ellos?
Giulio me pregunta esto enviando su mirada hacia los caballos algo inquietos.
Gian: -Pues si… eh no, más importante ¿Qué deberíamos hacer? Ya está comenzando a amanecer, desde aquí podemos ver el otro lado.
Volteo mi mirada hacia la estructura que está a cierta distancia. Incluso desde aquí puedo ver el gran complejo de viviendas entre los otros edificios. En un momento el sol ha salido por el horizonte. Veo que todo lo que me rodea comienza a verse más claro marcando la hora del amanecer.
Bernardo: -Pues sí, hay que darse prisa, una vez que atravesemos aquel portón ya estaremos fuera.
Iván: -Eh, ¿planean salir corriendo a la ciudad a partir de aquí?
Gian: -Van a venir a recogernos. Bernardo contacto con alguno de sus chicos que está fuera de estas paredes. Él vendrá media hora después del amanecer.
Luchino: -Ehh, sí que ha hecho bien los preparativos.
Bernardo: -Es como dice Gian; todos los días he estado en contacto con mis subordinados que están en la ciudad más cercana, por lo cual podrán venir de inmediato.
Yo le había encargado a Bernardo esto de antemano, de alguna manera que no afectara cualquiera de los dos planes que fuera a usar.
De esta manera, podríamos tener nuestro pase hacia fuera sin importar que, y el día, no era necesario que fuera un día específico, por si acaso sucedía algo.
Bernardo: -El sol ya salió, ya deberían de estar por llegar.
Cuando crucemos este portón, podremos simplemente subir al auto y tomar un viaje gratis de regreso a Daivan. Así, no tendremos que estar caminando y mirando hacia atrás todo el tiempo.
Luchino: -Bueno, démonos prisa.
Caminamos hacia el portón, deshaciendo la cerradura y abriendo la puerta.
Por un momento, el paisaje nos deslumbró por la claridad. Después de todo, siempre estuvimos viendo día tras día el interior de las paredes.
Gian: -La fuga ha sido un éxito.
Giulio: -Felicidades.
‘Y con esto…. ¿ya me he convertido en el jefe?’. Mientras pensaba eso, la voz de Iván resuena.
Iván: -Gian, te diré que todavía no te has convertido en el jefe, hasta que regresemos a Daivan y seas declarado oficialmente como jefe delante de todos los viejos del consejo. Mientras tanto, sigues siendo un capitán, !que está abajo de mí!
Iván, diciendo esto, apunta uno de sus dedos a mí.
Luchino: -Bueno, lo que dices es cierto.
Bernardo: -Déjalo para después, Iván. Ahora la prioridad principal es regresar a Daivan.
Dejarlo para más tarde, …supongo que también se refiere a que piense que ya soy el jefe.
Bueno, creo que, por la hora, no hay ninguna persona cerca. Por otro lado,y justo al otro lado de esta pared está la cárcel. Todavía es demasiado pronto para estar relajados.
Además, de que ya es hora del pase de lista matutino dentro de la cárcel, se hará una gran conmoción en el interior.
Gian: -Como sea, debemos entrar rápido al auto. Con estas rayas destacamos demasiado. No podremos hacer nada ante esto.
Caminamos un poco lejos de la puerta, mirando en ambas direcciones, esperando a que llegara el auto.
Caminando a lo largo de la pared exterior, nos vamos alejando de manera lenta.
Después de todo, si nos damos prisa en alejarnos de aquí, puede que alguien nos vea. Pero nos preocupamos en vano, ya que no nos encontramos a nadie.
Bueno, estamos en medio de la nada, y no es como que muchas personas pasearan por estos alrededores, a esta hora…
Y tampoco no hay autos, ni otros vehículos pasando por aquí
Iván: Oigan, el auto que vendría por nosotros ¿todavía no llega?
No debería tardar más de 15 minutos en rodear estas paredes, ya pronto estará aquí.
Pasaron cinco minutos y continuamos caminando alrededor pero de manera más rápida.
En verdad que esto no se siente como una fuga, si no se cumple con lo planeado.
Luchino: -Ya es tarde. Me sentiría mejor si ya escuchara el sonido de un motor. ¿No dijiste que llegaría pronto?
Nosotros nos paramos, Giulio miró inexpresivamente a Bernardo.
Giulio: -¿Podría existir la posibilidad de que sus órdenes no hayan llegado a Daivan?
Bernardo: -Las órdenes definitivamente llegaron, ya que se lo dije directamente a mi abogado.
Iván: -Si el auto no llega ¿Qué vamos hacer? Esto es tu responsabilidad.
Bernardo: -No creo que el conductor me haya traicionado.
Luchino: -¿Podría existir la posibilidad de que él haya muerto?
Bernarda: -No es posible….
En ese momento, comienzan a escucharse las sirenas dentro de las paredes.
Han notado que nos hemos fugado.Tal vez, los chicos a quienes golpeamos antes, ya recobraron el conocimiento.
Las sirenas no paran de sonar. Puedo ver en mi mente a muchos hombres armados corriendo hacia la puerta.
‘Las cosas se podrían poner peor si nos quedáramos aquí.’
‘¿Debemos de rendirnos en la espera del auto?. Eso es lo que mi sexto sentido me está diciendo’
Gian: -¿Por qué no poner a prueba mi suerte?
Me susurro a mí mismo, mientras que los demás voltean a verme
Giulio: -¿…?
Iván: -¿De qué estás hablando?
Gian: -Si seguimos aquí, nos podrán ver desde la puerta, hay que ir por esa esquina ¡A CORRER!
Sin esperar respuesta, me lanzo a correr. Los otros cuatro me siguen sin saber qué diablos está pasando.
Corremos hasta llegar al camino que sigue al llegar a la esquina, y finalmente nos encontramos con nuestro primer transeúnte.
Anciana: -¡Eeehh!
La abuela cae de espaldas al suelo cuando nos ve. Seguimos corriendo por el camino y cruzando al lado de ella.
Luchino: -La primera mujer que veo después de mucho tiempo y resulta ser una abuela.
Bernardo: -Gian, ¿hacia donde estás corriendo? ¿Qué estás pensando?
Gian: -¡Está aquí! ¡Al fin llegó! ¡Allí!
Un auto está acercándose, acompañado de un gran sonido de motor.
Es un auto fuerte, elegante, pintado de un color rojo chillón.
Bernardo: -Aquel no es un auto que pertenezca a uno de mis subordinados.
Gian: -A partir de ahora se convertirá en nuestro auto.
Bloqueamos la carretera, y el auto hace un chillido parándose justo delante de nosotros.
El conductor es quien esperaba que fuera, juzgando por el color del auto. Sospechaba que hoy comenzaría a trabajar temprano, pero no sabía exactamente la hora en que llegaría.
Saludo al conductor con una sonrisa burlona.
Gian: -Ohhh director, ¿Cómo está?
Brooks: -¡Q-Que! Bastardo, ¿Qué haces aquí?
El director me reconoce por ser un preso frecuente.
El director me mira como si no pudiera creer que estaba aquí.
Un momento después, es arrastrado afuera del auto por Luchino y Giulio golpeándolo.
Lo echamos a un lado de la carretera y los cinco nos subimos rápidamente al auto rojo Alfa Romeo. ¡Es genial!, y ¡es nuevo!
Bernardo toma el asiento de conductor y no pierde tiempo en arrancar.
Bernardo: -¿Por dónde vamos, Gian?
Gian: -Por ahora, hay que salir de aquí y dirigirnos hacia el oeste. Como es una carretera con solo campos y bosques será perfecto para pasar desapercibidos, podremos ponernos en contacto con Daivan desde allí.
Bernardo: Entendido, ¡Volemos!
El auto chilla con fuerza al dar la vuelta.
Y de nuevo, acelera, pedal a fondo.
Bernardo: -¡Esta velocidad! Como lo supuse ¡no hay nadie que se le compare a un auto italiano!
Iván: -Oye, ¿planeas brincarnos contra aquel portón?
Comienzan a llegar en este momento por el portón hombres uniformados y armados, tratan de hacernos un tipo de llamada.
Ellos pueden reconocernos por nuestra ropa rayada que es llamativa, noto que están inquietos.
Toman como objetivo a nuestro Alfa. Acelerando a la velocidad máxima, tomamos el lado izquierdo del desvió y luego a la derecha, debido a los disparos.
‘Por supuesto que esas balas no nos alcanzan a esta velocidad.’
Gian: -¡Es obvio que no nos van a dar! Porque ahora, estoy en mi mejor momento.
Entre las ráfagas de disparos que suenan como música de fondo alzo mi voz riéndome con alegría.
Justo en este momento siento como mi suerte está fluyendo: una gran y fuerte ola viniendo hacia nosotros; este es uno de esos momentos dónde puedo sentir mi suerte.
Giulio: -Es el verdadero…
Gian: -¿Eh? ¿Dijiste algo?
Iván que se había agachado en el asiento por el temor de las balas, que a diferencia de mí no me dan miedo para nada, me mira fijamente.
Iván: -El apodo de Lucky Dog, no era pura habladuría ¿verdad?
Gian: -Aunque nunca me he llamado de esta manera a mí mismo.
Fijo mi mirada en los altos, altos muros.
‘Oigan, hay algunos tipos que están regresando a los muros.’
Gian: -¡Arrivederci!
Las paredes se van mostrando cada vez más y más pequeñas al momento que nos alejamos de ellas a una velocidad increíble.
Nota de la traductora:
Bien, hemos terminado la primera parte. Ahora continuaremos con la segunda parte.
Traducción: Sakurada Di
Edición: Japonnesa.