× Capítulo 31: ¡Un caballero no olvida una ofensa! ×

Traducido por:

Publicado el:

Estado de Edición:

Editado

Editor/es responsable/s:

6 minutos
📝 Tamaño de fuente:

A las 8 de la mañana, Wu Suowei salió conduciendo el camión de reparto desde la fábrica de electrodomésticos.

Tras el Año Nuevo, los trabajadores migrantes volvieron a inundar la capital, y las calles que habían estado fluidas por unos pocos días volvieron a congestionarse. Llegó a un cruce con semáforo, donde vio cómo las luces de diferentes colores cambiaban una y otra vez, sin poder avanzar al otro lado.

Wu Suowei no dejaba de mirar el vehículo de al lado. Como no podía distinguir los colores del semáforo, solo podía seguir al otro conductor.

Con solo una palabra, Chi Cheng había sido transferido al departamento de tráfico. No necesitaba estar en un puesto fijo, solo patrullar las calles y manejar las horas pico. Hoy era su primer día oficial de trabajo, con el uniforme puesto, imponente y majestuoso. Se detuvo en un cruce y con solo echar un vistazo, ningún conductor se atrevió a quejarse.

El camión de Wu Suowei avanzaba lentamente en este tramo, a menos de 200 metros del semáforo. Calculó que después de dos cambios de luz, le tocaría pasar. Wu Suowei apretó con fuerza el volante, mirando de reojo el auto al lado. Mentalmente, se repetía: Con cuidado, no te pases el semáforo en rojo…

Justo entonces, Wu Suowei divisó una figura familiar y se sobresaltó. ¡Mierda! ¿No puede ser…? ¿Por qué se parece tanto a ese calvo? Wu Suowei enfocó la mirada para ver mejor, pero Chi Cheng se adentró en el flujo vehicular y desapareció de su vista. Wu Suowei se palpó el pecho, tratando de calmarse.

—Imposible, debe ser una alucinación. ¿Qué tan probable es que justo él me vea otra vez?

—Seguro son los traumas de las últimas veces, por eso veo calvos en todas partes.

—…

Justo en ese momento, el auto a su lado arrancó de repente. Wu Suowei pisó el acelerador y siguiéndolo, se lanzó hacia el lado opuesto de la calle.

Apareció el primer vehículo infractor, brindando una luz de esperanza a los agentes de tránsito que tenían los bolsillos vacíos. Se abalanzaron sobre el camión de Wu Suowei como hambrientos sedientos, compitiendo por emitir la multa.

—¿Qué hice mal? —protestó Wu Suowei, inconforme.

Un agente señaló hacia arriba:

 —Te pasaste la luz roja.

—¡Imposible! —replicó Wu Suowei con contundencia 

—¡Avancé al mismo tiempo que el auto de al lado!

Inmediatamente recibió un grito:

—¡Él también se pasó el semáforo en rojo!

Wu Suowei miró hacia adelante al auto que había estado siguiendo también estaba rodeado por varios agentes.

—¿Cómo pude ser tan ciego?— se reprochó amargamente Wu Suowei. —¡Hasta para seguir a un auto elijo a un infractor!

—¿En lugar de mirar el semáforo miras otros autos?

—¿Estás borracho o qué?

—¡Baja del vehículo y muestra tu licencia de conducir!

Wu Suowei apretó los puños con fuerza, sus ojos como si tuvieran clavada una punta afilada, mostraban una solemnidad desesperada de quien ha llegado al final de su camino.

De pronto apareció un espacio libre al frente, y Wu Suowei pisó el acelerador a fondo.

—Hermano Chi, hay un cabrón que se niega a obedecer la ley.

Cuando Chi Cheng volvió la mirada, Wu Suowei intentaba huir con el vehículo.

Chi Cheng avanzó a grandes zancadas, lanzando su bastón policial que giró velozmente en el aire antes de impactar brutalmente contra el vidrio trasero del auto de Wu Suowei. Antes de que pudiera reaccionar, ¡PAM! Un objeto volador no identificado se estrelló en el asiento del copiloto, seguido de una lluvia de cristales rotos.

Wu Suowei sintió las extremidades heladas y pisó el freno instintivamente.

Una silueta imponente apareció en su campo visual.

Al reconocer el rostro de Chi Cheng, Wu Suowei casi se estrella contra el parabrisas.

¡¡¡Joder, joder, joder, joder, joder, hijo de puta!!!

¿Acaso te debo algo de mi vida pasada, carajo?

Renuncié a mi dignidad para ser vendedor ambulante, ¡y tú, como agente urbano, destruiste mi puesto! Me esforcé como artista callejero, ¡y tú, deliberadamente, arruinaste mi actuación! Regresé al bajo mundo como ladrón profesional, ¡y tú, convertido en policía, fuiste mi primera víctima! Abandoné la oscuridad para ser conductor, ¡y tú, blandiendo tu bastón, me bloqueas el camino…

¡¡Y encima!!!! ¿¡¿Por qué siempre en mi primer día de trabajo?!?!

¿No podía ser otro día?

¿No podías dejarme disfrutar dos malditos días?

Chi Cheng actuaba como si no conociera a Wu Suowei, siguiendo el protocolo: 

—Multa o asistencia en control de tráfico. Elige.

¿Qué elección había? Wu Suowei no tenía ni un centavo. Bajó del vehículo de inmediato.

Nadie en su sano juicio podría haber imaginado el tortuoso castigo que Chi Cheng le asigno a Wu Suowei. Este último ya imaginándose, despellejándolo vivo. Chi Cheng consiguió dos máscaras de quien sabe dónde, una era roja y la otra verde. Hizo que Wu Suowei se parara en la acera con la orden de que cuando el semáforo se pusiera rojo, debía usar la máscara roja y cuando se pusiera en verde, la verde.

¡Qué gran desafío para un daltónico como Wu Suowei!

Temía que Chi Cheng descubriera su discapacidad visual y lo castigara aún más, así que memorizó firmemente, la máscara verde en la mano izquierda, la roja en la derecha. Luego distinguiría los colores del semáforo observando si el muñeco verde del indicador peatonal caminaba o permanecía quieto.

Todo el día, Wu Suowei estuvo parado en ese cruce cambiando máscaras, soportando incontables miradas de desprecio y burla.

En su mente solo quedaba un mantra, Si el muñeco camina, levanto la izquierda; si se detiene, levanto la derecha…

Los ojos negros y profundos de Chi Cheng escrutaban a Wu Suowei, incapaz de descifrarlo. ¿Cómo es que siempre termino atrapando a este tipo? ¿Lo hará a propósito? ¿Querrá que abuse de mi autoridad? Pero esa mirada cínica y arrogante no cuadraba…

El cielo se oscureció gradualmente, y llegó el relevo policial.

Al ver a Wu Suowei exhausto, Chi Cheng agitó la mano indicándole que se detuviera.

Los brazos de Wu Suowei ya no tenían sensación alguna.

Justo cuando Chi Cheng se acercaba para “atender” a Wu Suowei, una voz melosa flotó en el aire. Sin mirar ya sabía quién era, la gran belleza Yue, quien recientemente gozaba de su favor. Los otros agentes a su lado babeaban en su corazón: ¡Digno hijo de un oficial, hasta una diosa viene a respirar gases de escape por él!

—¿Qué haces aquí? —preguntó Chi Cheng con indiferencia.

—Temía que al terminar tu turno, volvieras a esfumarte.— respondió Yue Yue  deliberadamente. 

Wu Suowei se quedó petrificado en el viento, sus pupilas despidiendo un brillo violeta siniestro, como si el Rey Yanluo lo hubiera poseído.

Vio a Yue Yue.

Vio cómo Yue Yue se aferraba al brazo de Chi Cheng.

Vio cómo se alzaba de puntillas para besarlo en la mejilla.

También escuchó los vítores burlones de los agentes de tránsito.

De pronto, pareció entender por qué Chi Cheng siempre se había ensañado con él.

¡El golpe mortal estaba aquí!

Wu Suowei no gritó ni maldijo. Sino que con una calma anormal, caminó hacia su camión.

¡Un caballero no olvida una ofensa!

Traducido por 21Rb_BINGQIU
☕ Apoya el proyecto en Ko-fi

Subscribe

Notify of

guest





0 Comentarios


Inline Feedbacks
View all comments

Donar con Paypal

🌸 El contenido de Pabellón Literario está protegido para cuidar el trabajo de nuestras traductoras. ¡Gracias por tu comprensión! 💖

0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x