× Capítulo 8: El collar desapareció ×

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Una semana después, al atardecer, Wu Qiqiong llegó a la clínica, como de costumbre, para cambiarse el vendaje.

Jiang Xiaoshuai le retiró la gasa con calma, sus espesas pestañas negras temblaron ligeramente mientras soltaba un bufido burlón por la nariz. 

—¡Vaya si se te está endureciendo el cráneo, idiota! En tan pocos días ya se te formó la costra.

Wu Qiqiong se rió con timidez: 

—¿Cuánto falta para que me cure del todo?

—¡Una semana más o menos y listo!

Wu Qiqiong volvió a quedarse pensativo.

—¿Qué diablos estás maquinando ahora? —Jiang Xiaoshuai le dio un fuerte golpe con la rodilla.

—¿No estarás planeando cómo golpearte la próxima vez que la veas, verdad? ¡Te lo advierto! Si vuelves a intentarlo, búscate otro lugar para que te curen, porque aquí no. Si sigues con esto, voy a empezar a sospechar que el que te gusta soy yo y no ella.

Wu Qiqiong se rascó la nuca, riendo incómodo.

Apenas terminaron de cambiar el vendaje, un trueno retumbó afuera. Wu Qiqiong hubiera querido quedarse un rato más charlando, pero con ese clima no era buena idea. Se puso rápidamente el abrigo y, justo cuando iba a salir, Jiang Xiaoshuai lo agarró del brazo y le metió un paraguas en la mano.

—¡Gracias! Mañana te lo devuelvo.

Dicho esto, Wu Qiqiong salió corriendo hacia la calle, justo cuando un relámpago iluminó el cielo.

Jiang Xiaoshuai tampoco regresó a casa. Decidió pasar la noche en la clínica. Después de asegurar ventanas y puertas, se dirigió al dormitorio interior. La lluvia ya había comenzado, repiqueteando contra los cristales.

Sin nada de sueño, Jiang Xiaoshuai se sentó con las piernas cruzadas frente a la computadora. Entre los sonidos externos todo lo que podía oír era el viento, la lluvia, truenos y clics del teclado.

Tres o cuatro horas después, con los ojos inyectados en sangre, por fin el cansancio lo venció. Se desplomó sobre la almohada y cayó rendido.

«¡BAM! ¡BAM! ¡BAM!»

Tres fuertes golpes vinieron de la puerta.

Jiang Xiaoshuai, fastidiado, se removió de costado y continúo durmiendo.

«¡BAMBAMBAMBAM..!»

¡Mierda! Jiang Xiaoshuai se enfureció, ¿Qué maldito idiota viene a golpear la puerta a esta hora? Calzando unas zapatillas, se dirigió con actitud amenazante hacia la puerta y rugió.

—¿Quién es?

—¡Xiaoshuai, soy yo! —La voz de Wu Qiqiong sonaba urgente.

Jiang Xiaoshuai se quedó paralizado, ¿No habrá vuelto este imbécil de otro intento de suicidio?

Al abrir la puerta, vio a Wu Qiqiong intacto. La venda todavía cubría su frente; solo sus zapatos estaban mojados.

—Pensé que habrías salido a golpearte la cabeza bajo esta lluvia.

—Qué gracioso. ¿Para qué iría a buscarla a esta hora, pasada la una de la madrugada?

—¿Ya es la una…? —Jiang Xiaoshuai, aún aturdido, se pasó la mano por la cara para despejarse, pero inmediatamente estalló furioso contra Wu Qiqiong.

—¡Si ya es la una! ¿Qué diablos haces viniendo a esta hora?

—Le pedí prestado dinero a mi madre para comprar un collar. Yue Yue no lo quiso, así que pensé devolverlo mañana para recuperar el dinero. Pero cuando lo busqué hoy, desapareció. Vine a ver si se me había olvidado aquí. Vi la luz encendida en tu cuarto y pensé que estabas despierto, por eso me atreví a tocar.

Jiang Xiaoshuai, irritado, se rascó la cabeza y con un gesto le indicó a Wu Qiqiong que entrara rápidamente.

Wu Qiqiong registró la clínica durante media hora. Revolvió cada rincón escondido, incluso iluminó el desagüe con una linterna, pero no había rastro del collar.

—¿Cuándo fue la última vez que viste el collar?— preguntó Jiang Xiaoshuai.

Wu Qiqiong hizo un gran esfuerzo por recordar: 

—Creo que fue cuando se lo entregué,  después no volví a prestar atención.

Sospechando algo, Jiang Xiaoshuai le pidió que describiera todo el proceso de la entrega del collar. Después de escucharlo, lo entendió todo completamente. Emitió dos risitas frías y miró a Wu Qiqiong con una expresión de lástima.

—Deja de buscar. No recuperarás ese collar.

—¿Por qué?— preguntó Wu Qiqiong, todavía sin entender.

Sabía que Wu Qiqiong no era muy perspicaz, así que lo dijo directamente.

—Ella se lo llevó, ¿entiendes?

Wu Qiqiong negó con la cabeza, con mirada determinada:

 —¡Imposible! Si dijo que no lo quería, y yo lo guardé en mi bolso, ¿cómo podría sacarlo de ahí?

—Si no me crees, espera y verás.

Wu Qiqiong, con ligereza, añadió. 

—Si se lo llevó, está bien. Quizás al verme intentar suicidarme, se compadeció y lo aceptó en secreto.

Jiang Xiaoshuai le clavó un dedo con fuerza en la frente y dijo con ferocidad. 

—¡Si yo fuera el Dios del Trueno, ya te habría matado hace mucho tiempo!


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