CAPÍTULO 07

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Cuando por fin pudo encontrar a Eris aun en pijama y caminando lejos, Emma se sintió sin aliento, pensando que su corazón estaba por estallar. De forma rápida movió sus piernas que hicieron un sonido fuerte y sujeto a Eris.

Eris lloraba a pesar de estar fuera de sí.

—”Quiero ir a casa…”

—”Está en casa.”

—”Quiero ir a casa…mamá ¿Mamá?”

—”Mi señorita, su madre…”

—”Madre, quiero comer arroz frito con kimchi.”

Solo en ese momento Emma se dio cuenta que su joven dama nunca volvería.

Quien estaba frente a ella, no era la Eris que era arrogante, pero honesta y adorable. Era una pobre niña que está perdida sin poder despertar de su sueño. Emma lamentó admitir que se dio cuenta tarde.

Cuando la niña comenzó a desgarrarse, Emma abrazó todo su cuerpo y le susurró: —”Está bien, todo estará bien.”

No la soltó incluso si la lastimaba, Emma no la dejó ir. Estaré a tu lado. Hasta que la noche arda con el color blanco.

Pero a pesar de eso, deseaba preguntarle algo a su dama.

¿En este mundo, no había nada en lo que pudiera aferrarse?

*** ** ***

No quería hacer nada, pero la novela no me daba opción. Las criadas me lavaban y vestían constantemente, como si el moho fuera capaz de crecer en mi por no hacer nada.

Cuando dije que no quería comer, la criada tomó la cuchara y el tenedor para tratar de alimentarme, diciendo que solo debía de abrir mi boca. Cómo me estaban tratando como una niña de tres años, no tuve más remedio que comer un poco.

En los últimos días, las criadas estaban nerviosas de que colapsara de inmediato. Era divertido esperar que los rumores no se extendieran, ya que el Palacio Imperial haría un escándalo al respecto.

Quizás a esas alturas, los círculos sociales podrían estar festejando por haber sido abofeteada por el príncipe heredero. No se atrevían a estar en contra de Eris por temor, pero no había nadie entre la alta sociedad que realmente apreciara a Eris y la cuidara.

En la descripción de la novela, era una mujer que murió con orgullo, consciente de sí misma, por lo que, si fuera la verdadera Eris, ya habría causado un alboroto.

Pero como no lo era, la gente de esta familia estaba preocupada por la razón de que Eris siguiera estando allí sin hacer nada. Incluso me preguntaba si aún me dolía o la posibilidad de estar enferma.

Honestamente, estaba un poco enojada por ser golpeada, quería interrumpir en el palacio Imperial y cuando el príncipe heredero estuviera dormido lo mataría balanceando una espada de dragón, pero recordé rápidamente que el marqués sostuvo mi mano.

Su mano era del tamaño similar al de mi padre. No había tomado la mano de mi papá en muchas ocasiones antes. Tal vez fue por eso que me calmé. Si hubiera sabido que esto pasaría, habría sostenido su mano mucho más.

Pensaba en mi familia cada vez que estaba distraída.

Las personas decían que uno comenzaba a lamentarse una vez que lo habían perdido y eso era exactamente lo que pasaba. Mi relación familiar no era tan mala, pero no era tan buena. No, para ser más exactos, era yo quién se dirigía a una esquina de la casa.

En ese entonces, odiaba las expectativas que mis padres pusieron sobre mí. Si lo hubiera esperado, podría haber mostrado interés, pero era algo injusto. Me dejaban sola para hacerlo bien, pero si no podía lograrlo, me regañaban, incluso si era una broma; nunca actuaron así con mi hermano tres años menor.

Quería estudiar la licenciatura en música. Creía que tenía talento, y mis notas eran buenas. Lo único que no tenía era el dinero, pero para mí eso era importante. En lugar de ir a la universidad que deseaba, apliqué para la Universidad Nacional, donde la matrícula era barata. No estudié la carrera que quería, sino una acorde a mis calificaciones.

Aun así, estudié muy duro para obtener una beca. Si necesitaba dinero, buscaba un trabajo a tiempo parcial, ya que me decían que no teníamos dinero, así que era algo que tenía que hacer.

Cuando se trataba de mi hermano, que tuvo que volver a tomar el examen de ingreso a la universidad era distinto.

La razón no se pudo evitar; cuando no pudo ir a la carrera de su interés, mis padres pagaron la matrícula y costos de la escuela intensiva.

Odiaba por eso a mis padres, eran mucho más generosos con mi hermano menor que conmigo, parece que lo amaban más.

Trabajé duro para conseguir un trabajo y me independicé pronto. A regañadientes, llamaba en vacaciones para saludarlos, pero nunca regresaba a casa e incluso de manera intencional les daba dinero en efectivo como regalo de cumpleaños. Después de todo ellos me criaron, por lo que debía hacer más.

Pensé que nos volveríamos a encontrar cuando quisiera, quizás fue por eso que actué con frialdad. Daba por sentado que mis padres me esperarían.

Si supiera que nunca los volvería a ver así, debería haber ido con ellos cuando me mandaron un mensaje. Si supiera que las cosas serían así, respondería a la pregunta de: ¿Qué te gustaría de regalo de cumpleaños? Siempre pensé que no lo podría tener, pero si lo pienso detenidamente, me doy cuenta de que no hice nada por ellos.

Mi hermano menor siempre se hacía el lindo, esa era su responsabilidad y yo los ayudaba con las tareas en el hogar. Cuando comíamos pollo, nos dijeron que nos estaban dando a mi hermano y a mí los muslos de pollo mientras ellos comían las otras partes.

Puede ser natural que los hermanos menores sean más agradables. Si nos volvemos a encontrar, sería más considerada…sentía el nudo en mi garganta a causa del remordimiento tardío.

Lamentaba mucho el no poder ir a casa, pero en medio de todo eso, el vestido encargado por el palacio Imperial fue terminado. Tenía que probarme la ropa que hacía juego con la del príncipe heredero.

De cualquier forma, la ceremonia de juramento de los caballeros era uno de los grandes eventos en la novela, por lo que era natural que me llamarán a mí, la prometida del príncipe heredero.

Lo entendía en mi cabeza, pero no en mi corazón. En el palacio había un príncipe, el mismo que me abofeteó sin recibir ningún castigo y que coqueteaba con Helena sin sentirse culpable.

Incluso si nos encontráramos en la ceremonia de juramento, lleno de gente, no podría manejar mis expresiones faciales ¿Alguno de los dos podría?

Por fortuna, cuando recobré el sentido no había rastros de un príncipe heredero frente a mí.

Me vestí como si fuera a ir al matadero y subí al carruaje, de todos modos, iba a suceder, así que decidí que llegaría primero.

De alguna manera me las arreglé para reunir fuerzas en mi mente y mirar el mercado a través de la ventana, de alguna manera, toda la gente a lo largo de la carretera se reía menos yo.

Todos parecían ser felices a excepción de mí.

¿Por qué tengo que ser paciente? Ese pensamiento pasó por mi mente ¿Por qué tengo que aguantarme junto al tipo que me criticó por decir lo que estaba mal? ¿En verdad debo de estar a su lado de pie y sonreír?

—Detén el carruaje —ordené.

—¿Qué?

—¿No escuchaste? ¡Detén el carruaje ahora mismo!

El carruaje se detuvo abruptamente. Tan pronto como se detuvo, salí corriendo sin problemas y sin que nada me detuviera. Los zapatos eran un poco altos, pero estaban bien, después de todo, los usaba mucho en Corea.

Salté a un callejón estrecho y profundo para mantenerme alejada de los caballeros, sentí que estaba por vomitar a causa de la falta de aire, pero me estaba riendo.

¿Debería de esconderme para siempre? Si me escapó durante toda mi vida, ¿no se dará por vencidos algún día? Sí, entonces, si este mundo se da por vencido conmigo ¿No sería capaz de volver? Mis ojos comenzaron a nublarse.

¡Déjame ir! ¡Date por vencido! De todos modos, lo único que necesitas es a Helena. 

—¡Ahí está ella! ¡Atrapen a la joven señorita!

Los gritos de los caballeros hicieron que mi corazón se acelerara.

Me quité los zapatos que llevaba; subí y bajé las escaleras descalzas. No quería que me atraparan. Si lo hacía era casi seguro que me arrastrarían al Palacio Imperial.

No, incluso si no lo hacían, me llevarían primero a casa y mañana me llevarían al Palacio Imperial, el solo pensar en eso me hacía que me molestará.

Busqué urgentemente un lugar en el que pudiera esconderme y alguien me tomó de la mano.

Pensé que se trataba de un fantasma, por lo que me tragué el gritó.

Una chica desaliñada frente a mis ojos se tapó los labios con un dedo antes de preguntarme.

—Hermana ¿Estás huyendo?

—¿¡Eh!?

—¿Quieres esconderte?

—Ajá.

Mientras asentía sin comprender, la niña se rió y silbó, entonces otros niños salieron del callejón, comenzaron a esparcirse al unísono mientras la niña me sostenía con su mano.

Algunos de ellos estaban emparejados para jugar con gomas elásticas, otros hablaban en voz alta. Mientras bloqueaban las calles y llamaban la atención me empujaron a una casa, la puerta se cerró y la niña extendió la mano.

—Mi compensación. Viste que salieron otros niños del callejón ¿Verdad? Así que no intentes salirte con la tuya dándonos bocadillos.

—¿Oh, es eso?

Me sentí avergonzada y busqué en mis caderas por un momento, pero este vestido no tenía bolsillos.

La expresión de la niña, poco a poco se fue endureciendo a causa de la decepción.

Estaba tan triste, que después de dudar un poco me quité los aretes con joyería para dárselo, solo así ella me sonrió ampliamente.

—No sé si te atrapen y te acusen de ladrona, así que úsalo bien.

—No se preocupe señorita, ¡Está es nuestra especialidad!

Cuando se escuchó un traqueteo desde la puerta trasera, la niña hizo una mueca y me empujó a un armario en la esquina.

Pensamos que era un caballero de la familia que vino a registrar la casa, por lo que contuve la respiración, sin embargo, el caballero que entró no pertenecía a la familia.

Quizás la niña lo conocía porque lo saludó con una sonrisa.

Cabello castaño, su expresión era borrosa, pero parecía tener ojos marrones, en esta novela con rostros brillantes y hermosos, parecía ser el personaje típico que era un extra.

El hombre miró al suelo sin responder el saludo antes de preguntarle.

—¿Quién es?

—¿Mmm?

—¿A quién trajiste a casa?

—¿A quién podría traer a esta casa polvorienta~?

El hombre que suspiró al ver a la niña mentir hábilmente y caminó directamente hacia el armario donde estaba, aparté mis ojos de la rendija porque lo veía y cubrí mi boca con la mano sin atreverme a respirar, pero el hombre no vaciló.

—Salga.

—¡Hermano!

El hombre abrió la puerta del armario y me miró.

Había una sensación de fatiga más que de desprecio o estupidez en sus ojos apagados. No quería pelear con un hombre cansado, así que salí del armario mordiéndome la lengua.

El hombre le extendió la mano a la niña, ella parpadeo fingiendo ignorancia y él solo arqueó las cejas. La niña gimió y colocó los pendientes que le di en la mano del hombre y este los colocó de nuevo en mi mano.

—Tómelos.

—¡La salvé y ella me los dio!

—Tranquila, sabes que no es nada bueno tener que involucrarse con los nobles.

—Pero…

Miré al hombre que estaba tranquilo ante la niña que levantaba la voz como si fuera una injusticia y le arrojé los pendientes.

El hombre los atrapó con destreza y me miró fijamente.

 

 

 

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Editor: Hikari.

¡Gracias por editar el capítulo!~


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