Durante dos meses enteros, Wu Suowei se encerró en la clínica de Jiang Xiaoshuai reflexionando sobre su trágica vida en los últimos años, resumiendo experiencias y lecciones, sentando una base sólida para una nueva vida en el futuro.
Durante el día, le compraba comida a Jiang Xiaoshuai, barría, ordenaba la casa… Por la noche, se quedaba a dormir en la clínica. Jiang Xiaoshuai le ofrecía un salario, pero Wu Suowei no lo aceptaba; solo pedía que le diera un lugar para vivir y comida. Cada mañana, cuando Jiang Xiaoshuai llegaba a la clínica bostezando, Wu Suowei ya había corrido cinco mil metros teniendo todo limpio y ordenado.
A los ojos de Jiang Xiaoshuai, Wu Suowei parecía haber renacido por completo.
Había adelgazado mucho antes, pero ahora entrenaba como un loco, y su piel flácida había sido reemplazada por músculos fibrosos. Los contornos de su rostro se volvían más definidos, sus facciones cada vez más marcadas, y la ferocidad en sus ojos siempre lograba conmover a Jiang Xiaoshuai, su maestro.
—Planeo empezar como vendedor ambulante, ahorrar suficiente dinero y luego abrir una tienda.
Jiang Xiaoshuai golpeaba el escritorio con un bolígrafo, y sus ojos llenos de vigor proyectaban una luz de aprobación silenciosa.
—También es un buen camino, aunque un poco duro. Por cierto, ¿sabes gritar?
—¿Qué hay de difícil en eso?
—Grítame algo, déjame oírte.
—¡Afilar tijeras y cuchillos!
Un grito antiguo que, al ser dicho por Wu Suowei, de verdad logró captar un poco de su esencia. Jiang Xiaoshuai soltó una carcajada, y Wu Suowei también torció ligeramente la comisura de sus labios. Jiang Xiaoshuai se quedó un momento quieto, hacía mucho que no veía a Wu Suowei reír con tanta despreocupación.
—Oye, hacer que cambies tu manera de vivir… no sé si te he ayudado o te he jodido— Jiang Xiaoshuai recordaba que, cuando Wu Suowei acababa de llegar, aunque era un poco simplón, siempre vivía riendo.
Wu Suowei le dijo con seriedad:
—Es mejor vivir con más claridad. Pero no te preocupes, contigo sigo siendo igual que antes. Mientras no te moleste, te sonreiré todos los días, solo a ti.
Jiang Xiaoshuai se apoyó la frente en la mano mientras miraba la mesa. ¿Por qué demonios estaba tan conmovido?
—Ah, sí. Ser vendedor ambulante tampoco es tan fácil, ¿estás preparado?
En los ojos de Wu Suowei brilló la determinación:
—Llevo todo este tiempo preparándome.
Jiang Xiaoshuai se sorprendió un poco:
—¿Y qué has preparado? ¿Por qué no lo he visto?
—¿No ves que corro todos los días? Carreras largas, sprints, corriendo con sacos de arena, corriendo con una olla…
—Basta, basta…— Jiang Xiaoshuai lo interrumpió. —Primero olvídate de cómo esquivar a la policía municipal. Piensa mejor en qué vas a vender. ¿No necesitas un plan?
Wu Suowei reflexionó un momento y dijo lentamente:
—Quiero empezar por lo más fácil. La ropa y el calzado tienen costos muy altos, y conseguir mercancía es complicado. Las verduras y frutas son difíciles de transportar, y si no las vendes, se pudren. Quería vender desayunos, pero no tengo habilidades, no sé freír youtiaoni hacer xianbing. Después de pensarlo, solo me queda vender gachas.
—Vender gachas no está mal— dijo Jiang Xiaoshuai. —Hacer gachas es sencillo, con medio litro de mijo puedes hacer una olla enorme. Solo necesitas comprar un cubo grande, un cucharón y unos vasos de plástico. No es muy costoso.
—Eso mismo pienso yo.—asintió Wu Suowei.
Decidieron hacerlo y acto seguido, al anochecer, Wu Suowei fue a la tienda de granos y cargó con un saco de mijo. Jiang Xiaoshuai le compró ollas, tazones y cucharones. Una vez que tuvieron todos los utensilios listos, los dos probaron suerte una vez en la clínica.
Aunque la familia de Wu Suowei no era adinerada, él tenía dos hermanas mayores, sus notas eran buenas y rara vez hacía tareas domésticas. Y ni hablar de Jiang Xiaoshuai, que siendo el único hijo de la familia, ¿quién lo iba a poner a trabajar? Los dos, torpes frente a la estufa de gas, lograron finalmente lavar el mijo, echar agua y encender el fuego.
—Echémosle un poco de carbonato de sodio. Mi mamá siempre le pone carbonato de sodio a las gachas —dijo Wu Suowei.
Jiang Xiaoshuai echó una cucharada de carbonato de sodio.
—Parece que quedó muy espeso. ¿Le echamos agua?
Wu Suowei vertió un tazón de agua.
—Ahora está muy aguado. ¿le ponemos más mijo?
Jiang Xiaoshuai agregó un puñado de mijo.
—Mira, ¿no fue demasiado? Mejor añadamos más agua.
—…
Así, entre tazones y puñados, lo que originalmente iba a ser una prueba de dos tazones terminó convirtiéndose en una olla enorme.
—Creo que ya está —dijo Jiang Xiaoshuai.
Wu Suowei se frotó las manos y primero le sirvió un tazón a Jiang Xiaoshuai.
—¿Qué tal el sabor?— preguntó Wu Suowei.
La gacha estaba muy caliente, así que Jiang Xiaoshuai solo sorbió un pequeño trago.
—Un poco aguada, pero es bastante fragante.
Wu Suowei también probó un poco y coincidió con Jiang Xiaoshuai:
—La verdad es que no está tan espesa. Mañana cuando la haga le agregaré más mijo.
—No le eches más, ¿acaso vas a ganar dinero así? Con solo una olla ya gastamos un kilo de mijo. Si sigues así, ni un saco entero te alcanzará para llenar un cubo. Sumando los vasos de plástico y las bolsas, al final del día habrás trabajado para nada.
Las cejas de Wu Suowei se fruncieron con fuerza:
—He visto que la gacha de mijo que venden en la calle es bastante espesa, ¿será que no la cocinamos suficiente?
—Eso es porque le echan goma alimentaria,—resopló con frialdad Jiang Xiaoshuai.
—¿Quieres decir que…?— Wu Suowei entrecerró los ojos.
Jiang Xiaoshuai, apoyando el codo en el marco de la puerta, adoptó una pose despreocupada: —¿De qué tienes miedo? Hoy en día muchas gomas alimentarias son saludables, incluso beneficiosas para el cuerpo. Después de todo soy doctor, ¿crees que te engañaría?
Si esto hubiera pasado antes, Wu Suowei habría rechazado indignado la propuesta de Jiang Xiaoshuai, ¿Cómo podríamos hacer algo tan inmoral? La gente compra nuestra gacha por comodidad, por confianza, ¿cómo puedes adulterarla? Los negocios se basan en la honestidad, no se puede hacer cualquier cosa. Más valioso que el dinero es la confianza entre las personas…
Pero ahora ¡que se joda todo! Yo solo reconozco el dinero, ¿y qué?
¡Tun, tun, tun! Dio varios pasos largos hacia la puerta.
—Espérame, ¡voy a comprar una caja al por mayor ahora mismo!
Jiang Xiaoshuai le gritó desde atrás:
—¡Recuerda de comprar la más barata!