Wu Qiqiong despertó y descubrió que estaba tirado en una clínica, con un médico de pie a su lado, desinfectando unas pinzas y tijeras. Al oír el movimiento en la cama, Jiang Xiaoshuai giró la cabeza y sonrió con amabilidad, mostrando dos filas de dientes blancos y perfectos.
—¿Despierto?
Wu Qiqiong se dio cuenta de que el médico era bastante guapo.
—¿Quién me trajo aquí?
Jiang Xiaoshuai, mientras ordenaba sus instrumentos, respondió:
—Tu novia consiguió que dos tipos te cargaran hasta aquí. Incluso me pidió específicamente que te recetara las medicinas más baratas y, eso sí, que estuvieran cubiertas por el seguro.
Wu Qiqiong sonrió ampliamente:
—Ella me conoce tan bien.
El rostro atractivo de Jiang Xiaoshuai se tensó levemente, con una sonrisa casi imperceptible en los labios. Se acercó a Wu Qiqiong y le tendió un vaso de agua:
—Tómate el medicamento primero.
Una vez tomada la medicina, Wu Qiqiong preguntó de inmediato:
—¿Y mi novia? ¿Dónde está?
—Se fue hace rato. Salió apenas terminé de curarte las heridas… hace unas tres o cuatro horas, creo. Oye, ¿y cómo te hiciste esto en la frente?
—Me golpeé con un ladrillo —respondió Wu Qiqiong, con orgullo.
—¿Te peleaste con alguien?
—No. Es que mi novia quería terminar conmigo, y quise darle una lección.
Era la primera vez que Jiang Xiaoshuai escuchaba que alguien daba una lección a otro, ¡estrellándose un ladrillo en su propia cabeza!
—¿Valió la pena? —bromeó.
Wu Qiqiong no respondió. En vez de eso, tomó su teléfono y llamó a Yue Yue.
—¿Todavía quieres terminar conmigo?
Del otro lado, hubo un largo silencio antes de que respondiera:
—Primero recupérate. Ya hablaremos cuando te mejores.
Al colgar, Wu Qiqiong esbozó una sonrisa de satisfacción y agitó el teléfono frente a Jiang Xiaoshuai.
—¡Dice que por ahora no me va a dejar! ¿Crees que valió la pena? ¡Por supuesto que sí!
Jiang Xiaoshuai ocultó el desprecio en sus ojos, manteniendo una sonrisa profesional en el rostro.
—Doctor, ¿cuántos días tardará en sanar esta herida?
—Como mínimo, dos meses.
—¿¡Dos meses enteros!? —Wu Qiqiong puso una cara de amargura—. ¿Cuánto me va a costar?…
Al caer la noche, la clínica ya solo albergaba a Wu Qiqiong y Jiang Xiaoshuai. El primero, con una mano conectada al suero intravenoso y la otra aferrada al teléfono mientras jugaba al Zuma, disparando bolas de colores al azar. Jiang Xiaoshuai, de pie a su lado, observaba cómo, tras unos pocos intentos desastrosos, el juego terminaba en derrota solo para verlo reintentarlo una y otra vez con determinación.
—Oye… —Jiang Xiaoshuai carraspeó
—¿En serio vas a jugar con la cabeza en ese estado?
—Es que me aburro —refunfuñó Wu Qiqiong.
—Solo tengo este juego, y nunca paso de nivel.
Una mueca burlona asomó en el rostro bien parecido del médico:
—Si sigues disparando al azar, sería imposible ganar el juego.
—¡No es cierto! Sigo las reglas al pie de la letra.
Jiang Xiaoshuai lo observó un rato más, hasta que algo de repente cruzó por su cabeza.
—Oye, ¿eres daltónico?
—¡No, no lo soy! Distingo los colores a la perfección.
El médico, sintiendo que algo no estaba bien, le pidió que pausara el juego y señaló una bola roja en la pantalla:
—¿De qué color es esta? —pregunto a Wu Qiqiong.
—Amarilla —respondió Wu Qiqiong con seriedad.
Jiang Xiaoshuai señaló una bola verde:
—¿Y esta?
—También amarilla.
—¿Y esta? —insistió, ahora apuntando a una bola púrpura.
—Azul —declaró, seguro de sí mismo.
Jiang Xiaoshuai no pudo contener una carcajada y le dio una palmada en el hombro:
—Ay hombre, eres daltónico. Ahorra tus neuronas. Por más que juegues, jamás ganarás.
Wu Qiqiong, indiferente, siguió aferrado al teléfono:
—No importa. Sirve para entrenar la vista.
El médico, divertido por su peculiar actitud, no pudo evitar seguir hablando con él:
—Bueno, dime ¿por qué quiso dejarte tu novia?
—Le disgusta que esté gordo—frunció los labios Wu Qiqiong
Tras decir eso, lanzó su billetera a Jiang Xiaoshuai, donde lucía una foto de él y Yue Yue en su primer año universitario. En esa época, pesaba 25 kilos menos que ahora.
Jiang Xiaoshuai, tras verla, no pudo evitar sentir un poco de lástima.
—Tu situación no es muy optimista. La verdad, ella es más armoniosa de aspecto que tú. En mi opinión, ellos dos hacen mejor pareja. Amigo, ábrete un poco a la idea y acéptalo.
—¡Oye! ¡Oye! ¡¿Qué clase de comentario es ese?! —Wu Qiqiong preguntó indignado.
—Solo digo la verdad —replicó Jiang Xiaoshuai con calma.
—¡¿Qué sabrás tú?! ¡Ese soy yo! ¡Yo! ¡El original! —gritó, señalando alternativamente entre la foto y su propio rostro.
Jiang Xiaoshuai, sorprendido, le arrebató la foto de las manos a Wu Qiqiong. La observó detenidamente, comparándola con el rostro actual de Wu Qiqiong, y tras mirar una y otra vez, reconoció cierto parecido. Los gordos son realmente acciones con un gran potencial oculto, pensó y comprendiendo finalmente por qué la novia de Wu Qiqiong quería romper con él. ¡Nadie podría aceptar un cambio tan drástico!
—Hombre, necesitas bajar de peso urgentemente. Mira cómo eras en la foto; cejas gruesas y ojos grandes, con ese aire audaz. Ahora, aunque tengas los mismos ojos, ¡pareces un tonto solemne!
—¿En serio?—Wu Qiqiong volvió los ojos.
—¿Qué ganaría mintiéndote? —Jiang Xiaoshuai le retiró la aguja del suero.
—Como durante la recuperación debes evitar ciertos alimentos, aprovecha para bajar de peso.
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Dos meses después, la herida de Wu Qiqiong había cicatrizado plana y lisa, sin dejar ni una marca. Siguiendo el consejo de Jiang Xiaoshuai, se alimentó exclusivamente de verduras y perdió más de 10 kilos, hasta su apariencia se volvió notablemente más agradable. El propio Wu Qiqiong sentía que caminaba con más ligereza. Y como gesto de agradecimiento, llevó dos paquetes de cigarrillos a la clínica.
—Después de dos meses viniendo a que me cambies los vendajes, casi me da pena irme.
Jiang Xiaoshuai río con ganas:
—¡Vaya manera de hablar! Si de verdad no quieres separarte, podrías golpearte la cabeza otra vez. Así los dos podríamos vernos todos los días.
—¡Jajajaja…!
Wu Qiqiong le respondió riendo, saludó con la mano y se alejó con pasos largos.
Notas:
[1] 给点颜色看看 (gěi diǎn yánsè kàn kan) – Literalmente “darle un poco de color para que vea”. Expresión idiomática que significa “demostrar autoridad” o, en este contexto irónico, “dar una lección”.