× Capítulo 4: Todavía puedo morir por ti ×

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Durante esos dos meses de recuperación, Wu Qiqiong llamó repetidamente a Yue Yue para reunirse, pero ella siempre se rehusaba. Cuando te recuperes, entonces nos veremos mientras tanto usa este tiempo para reflexionar, le decía. Y ansioso por verla, Wu Qiqiong fue muy cooperativo con Jiang Xiaoshuai durante el tratamiento. Evitó alimentos prohibidos, dejó incluso de usar el móvil por miedo a que la radiación afectara la cicatrización, y así finalmente sobrevivió a este suplicio.

Solo cuando Yue Yue confirmó que se había recuperado, accedió a reunirse con él.

Esta vez no sería en la entrada de un callejón, sino junto al lago de un parque donde era imposible hallar un ladrillo a la vista.

Wu Qiqiong llegó temprano. De pie frente al lago, con la brisa acariciándole, lucía mucho más aseado y presentable que la última vez. Incluso llevaba puesta la camiseta que Yue Yue le había regalado para su cumpleaños en el segundo año de universidad. Había dejado de caberle después de engordar, pero ayer cuando la desenterró y probó, para su sorpresa volvió a encajarle.

El rostro blanco y tierno de Yue Yue brillaba traslúcida bajo el sol, radiante y luminosa. Su figura era impecable, como una belleza clásica de rasgos finos y silueta esbelta. Al verla aproximarse, cada célula de Wu Qiqiong estalló de emoción. Tras tantos días sin verla, el corazón le ardía como si un gato lo arañara por dentro, con una comezón insoportable.

Al verlo, Yue Yue solo mostró un destello fugaz de sorpresa antes de recuperar su expresión impasible.

—¿Cómo has adelgazado tanto?

—Por pensar en ti—Wu Qiqiong alargó la mano para acariciarle el flequillo.

—La última vez dijiste que estaba gordo, así que me esforcé. Aún no alcanzo a tu estándar ideal, pero seguiré intentándolo.

Yue Yue esquivó el contacto sin cambiar su expresión.

Wu Qiqiong volvió a acercarse: 

—Dijiste que necesitabas tiempo para pensarlo bien… ¿Ya tomaste una decisión?

—Sí, lo he hecho y aún creo que deberíamos romper.

Era la segunda vez que lo oía, pero las palabras le retorcieron el corazón con la misma fuerza.

—¿Por qué? Dijiste que estaba gordo e inmediatamente fui a adelgazar. ¿Qué más quieres de mí?

Yue Yue continuó hablando directa y rápidamente. 

—Wu Qiqiong, ya te lo dije, no son esos kilos de más. No entiendes la vida que deseo. No quiero “servir al marido y criar hijos” cuando solo estoy en mi juventud, ni vivir eternamente entre mercados de verduras interminables y ropa de puestos callejeros. ¿Lo comprendes?

Wu Qiqiong la miró con terquedad: 

—Entonces… ¿sigues odiando que sea tacaño?

—No se trata de ser tacaño o no— dijo Yue Yue, visiblemente exasperada. 

—¿Es que no lo entiendes? Con tu situación actual y tus perspectivas a futuro, da igual que seas generoso, seguirás igual.

—¿Qué quieres decir con que no tengo futuro? ¡Trabajo en una empresa estatal! Muchos matarían por entrar en una. Ahora gano poco, pero cuando sea ingeniero, podré ganar cincuenta o sesenta mil al año.

—Tsss… ¿Cincuenta o sesenta mil yuanes? ¿Para qué, comprar un metro cuadrado de un departamento?

El entusiasmo inicial de Wu Qiqiong se enfrió como el viento otoñal.

—Yue Yue, antes no eras así. Recuerdo que en la universidad decías que no querías nada, solo estar conmigo para siempre.

—¿No entendiste que era solo cortesía? Pensé que lo tomarías como motivación para superarte. ¡Pero no, te lo tomaste literal! Te conformaste con tu trabajo mediocre, siempre alardeando de la “estabilidad” de la empresa estatal, ¿De dónde sacas esa falsa superioridad?

Wu Qiqiong ya no tenía palabras.

—Bueno, ya está todo dicho. A partir de hoy, nosotros…

—Todavía puedo morir por ti— interrumpió abruptamente Wu Qiqiong.

Los ojos de Yue Yue se oscurecieron como interminables trazos de tinta negra. 

—¿No te cansa repetir el mismo truco? Además, esto es un parque ¿dónde vas a encontrar un ladrillo aquí?

Entonces Wu Qiqiong mostró una sonrisa perturbadora.

—¿Crees que no puedo conseguir uno?

Después de decir eso, fue hacia un árbol cercano y, ante la mirada atónita de Yue Yue, escarbó la tierra hasta desenterrar un ladrillo que había escondido allí previamente.

El mismo golpe en el mismo lugar de siempre, solo que esta vez logró mantenerse consciente.

—¡Wu Qiqiong, ni siquiera eres humano!— gritó Yue Yue.

Pero incluso tras maldecir, con los dientes apretados, corrió hacia Wu Qiqiong y, sosteniéndolo, lo ayudó a salir del parque.


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