× Capítulo 6: Pedir dinero prestado a mamá ×

Traducido por:

Publicado el:

Estado de Edición:

Editado

Editor/es responsable/s:

4 minutos
📝 Tamaño de fuente:

Wu Qiqiong que yacía boca abajo recibiendo el suero de la intravenosa, giró la cabeza hacia Jiang Xiaoshuai. 

—He actuado con rectitud, manteniéndome íntegro, sin cometer una sola mala acción. La he tratado con todo mi corazón. Dime, ¿por qué insiste en dejarme?

—Precisamente porque eres demasiado honesto, excesivamente transparente, la aburres. Todo ser humano tiene deseo de conquista. Cuando el placer que puede obtener de ti se agota, inevitablemente pierde interés. ¿Acaso juegas repetidamente el mismo juego o ves la misma serie una y otra vez?

—Sí. He vistoEspada desenvainada más de veinte veces.

Jiang Xiaoshuai sintió vergüenza ajena: 

—¿Cuántos hay tan obstinados como tú?

Wu Qiqiong rascaba la pintura descascarada de la cubierta de su móvil, sintiendo un vacío en el pecho. Así que le preguntó a Jiang Xiaoshuai:

—Dime, cuando me recupere y nos veamos, si le regalo algo caro para demostrarle que no soy tacaño, ¿aún querrá dejarme?

Jiang Xiaoshuai se expresó con tacto: 

—Una raíz que no te ama puede generar infinitas ramas de excusas. Si rompes una, brotará otra. Tú tardas decenas de días en quebrar una, pero ella tarda segundos en hacer crecer una nueva. Nunca podrás satisfacer sus pretextos a la velocidad con que ella los inventa.

—No lo creo—, Wu Qiqiong mantuvo su terquedad.

Jiang Xiaoshuai, exasperado, le dio un golpe en la cabeza.

 —¿Por qué eres tan terco?

—¡Soy un estudiante formado en ciencias exactas! Creo que todo requiere evidencias concretas, sin premisas verificables no podemos inferir conclusiones. Simplemente lees demasiadas novelas y tu imaginación está desbordada. En realidad, la gente no es tan complicada, a veces una ruptura surge por una frase mal dicha, ¡Los ejemplos así abundan en el mundo!

—¡Basta!— Jiang Xiaoshuai evitó seguir discutiendo. 

—Haz lo que quieras.

 

[====×====]

 

En un abrir y cerrar de ojos, pasó un mes. El aire otoñal se volvió más frío y la herida de Wu Qiqiong sanó por completo. En ese tiempo, había perdido otros cinco kilos, lo que le daba un aspecto más enérgico y un rostro más definido. Las charlas diarias con Jiang Xiaoshuai hicieron los días más llevaderos y su temperamento se volvió menos explosivo.

—¿Ahora sí te vas de verdad?— Jiang Xiaoshuai lo miró de reojo. 

—¿No vas a volver otra vez, cierto?

—No creo que vuelva —respondió Wu Qiqiong con confianza

—Esta vez me siento más seguro.

Jiang Xiaoshuai soltó un suspiro largo. 

—Bueno, vete entonces. Pero ven a visitarme cuando quieras.

Wu Qiqiong salió de la clínica, sus pasos resonando firmes en el pavimento. Nada que ver con la ansiedad de la última vez. No llamó de inmediato a Yue Yue, sino que giró y se dirigió directo a su casa.

La señora Wu estaba sentada junto al calentador, cosiendo unos pantalones acolchados de algodón para su nieto, un tipo de prenda que ningún niño usaría hoy en día, pesada e incómoda de lavar. Pero ella insistía en hacerlos, convencida de que los pantalones comprados en el mercado no abrigaban lo suficiente.

Tenía algodón crudo y tela cortada a mano, pero la aguja se le resistía. Sus manos, ya cansadas, aún no lograban enhebrar el hilo.

—Déjeme ayudarla —dijo Wu Qiqiong.

Sus dedos callosos tomaron la aguja. Sus pupilas se enfocaron solo en el ojo de la aguja, las puntas del hilo brillando bajo la luz.

—San’er, has adelgazado mucho—, la madre Wu dijo con el corazón apretado.

Wu Qiqiong sonrió: 

—Estoy haciendo dieta.

—Flaco, no te ves muy bien. Es mejor un poco de peso, así te ves más robusto.

—Lo que a usted le guste no importa porque a su nuera no le agrada.

La madre Wu preguntó de nuevo: 

—¿Cuándo vendrá Yue Yue a casa?

Wu Qiqiong le pasó el hilo enhebrado, respondiendo evasivamente: 

—Pronto. Está ocupada en el trabajo estos días y no tiene mucho tiempo libre.

La madre asintió y continuó con su costura.

Wu Qiqiong observó cómo guardaba los retazos de tela en una caja de zapatos que, aunque tenía más de diez años y la marca ya no existía, seguía intacta, sin deformarse. Un nudo le apretó la garganta, y las palabras que tenía atoradas en el pecho no pudieron salir.

—¿Tienes algo que decirme?— Su madre fue la primera en notar algo raro.

Wu Qiqiong tragó saliva. Realmente no podía pronunciar esas palabras.

Pero la madre Wu entendió. Con movimientos torpes, se arrastró hasta el kang, donde había una pila de colchas perfectamente dobladas. Apartó las dos de arriba, desplegó la de abajo, descosió el forro, encontró un bolsillo cosido, lo abrió y sacó una bolsita de tela también cerrada. Capa tras capa, dentro solo había diez mil yuanes.

—Mamá, te lo devolveré— dijo Wu Qiqiong.

La madre agitó la mano:

—Entre madre e hijo, ¿qué necesidad hay de hablar de devolver?


Donar con Paypal

🌸 El contenido de Pabellón Literario está protegido para cuidar el trabajo de nuestras traductoras. ¡Gracias por tu comprensión! 💖